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Capítulo 4 - Todo es un desastre.

La llegada de Candy y Miguel a la mansión de la familia Gómez Quiroga ocasionó desastres en el hogar, debido a la muy notoria diferencia entre ambas familias, por lo que, costándoles demasiado, todos los integrantes de ambas familias hacían lo posible para convivir en armonía cada vez que se juntaban en algún lugar de la casa. Los problemas eran más notorios entre los menores del hogar, quienes no se terminaban de acostumbrar a su primo, que en varias ocasiones resultaba ser un tanto propenso a molestar en demasía.

El timbre de la casa sonó repetidas veces, Maru, que se encontraba sentada en el sofá viendo televisión, aprovechando que no tenía diseños pendientes se puso de pie y caminó a la puerta, la cual rápido abrió, viendo al señor Tashi frente a ella con un rostro lleno de molestia, mientras sostenía bruscamente el brazo de Miguel, quien apenado agachaba la mirada.

—¿Qué sucedió, Tashi? —preguntó Maru asombrada—. ¿Ahora que hizo Miguel?

El señor Tashi soltó el brazo de Miguel y él de inmediato corrió a esconderse detrás de Maru, por primera vez se veía asustado por lo que había pasado y temía por las consecuencias de sus actos.

—Encontré a su sobrino en mi propiedad intentando robar a mi perro —dijo Tashi molesto.

—Vaya, cuánto lo siento, le juro que no volverá a ocurrir.

—Mejor no jure nada, primero su hija, ahora su sobrino, ¿Quién sigue?, ¿Usted? —preguntó Tashi lleno de coraje.

Maru se sorprendió ante el comentario de Tashi, pero se limitó a contestar, ya que no quería meterse en más problemas de los que ya se encontraba debido a su hija Cristina y a su sobrino Miguel.

—Si vuelve a ocurrir, tendré que llamar a la policía —volvió a hablar Tashi.

—Haré lo posible para que no pase nuevamente, si me disculpa, tengo que regresar a mis pendientes —Maru sonrió y cerró la puerta lentamente, viendo como Tashi daba la vuelta y se alejaba de su propiedad.

Unas fuertes pisadas se escucharon, debido a que Dani y Cristina se acercaban corriendo desde la puerta trasera de la mansión, se veían asustadas, Maru de inmediato pensó que también estaban involucradas en lo que metió en problemas a Miguel.

En cuanto las dos hijas menores llegaron a Miguel, le revisaron el brazo para checar que no estuviera herido, Maru lo tomó del brazo y lo hizo caminar hasta las escaleras.

—Mamá, él no tuvo la culpa —comentó Cristina preocupada—. Yo quería jugar con Buffy.

—Hablaré con Candy, ustedes vayan a hacer sus tareas pendientes.

Maru acompañada de Miguel subió las escaleras, caminando por el pasillo hasta que llegó a la habitación de Candy, quien se encontraba recostada en la cama, como acostumbraba desde que llegó a vivir a la mansión.

—¡¿Candy?! —gritó Maru, acercándose a la cama.

Dando media vuelta, visualizó a Maru frente a ella, quien fruncía el ceño en señal de enojo, algo que rápido Candy captó. Tomó asiento en la orilla de la cama, se arregló un poco el cabello y miró a Miguel fijamente.

—¿Qué pasa? —preguntó Candy confundida.

—Tu hijo nuevamente metiéndose en problemas, habla con él, esto tiene que parar —dijo Maru molesta.

Miguel caminó hasta el sofá de la habitación y se sentó, bajando la mirada esperando un gran regaño por parte de su madre, pero en vez de eso, Candy volvió a recostarse en la cama, abrazando la almohada en forma de peluche.

—¡Dile algo, maldita sea! —gritó Maru enojada.

Candy y Miguel se sorprendieron ante lo fuerte que gritó la madre del hogar, quien después de eso, se sonrojó y salió de la habitación, dejando a una familia preocupada por la actitud que habían estado teniendo desde que llegaron a esa casa, la cual debían cambiar de inmediato si no querían buscar otro lugar donde vivir.

Algunas lágrimas resbalaron por las mejillas de Candy, quien miró a su hijo frente a ella, tan inocente y tan travieso como sólo él podía serlo, se puso de pie y caminó hasta Miguel, a quien le dio un fuerte abrazo lleno de cariño que ambos necesitaban desde que los problemas en su casa empezaron, ocasionando la separación con su esposo y el despido de su trabajo, todo gracias al alcohol.

—Todo mejorará Miguel, ya lo verás.

***

La puerta de la oficina del trabajo de Juan se abrió y por ella entró Kenia, su secretaria, cargando una carpeta que contenía un manuscrito próximo a publicar. Ella se acercó al escritorio de Juan y lo colocó sobre él.

—Hay un problema con el manuscrito que se llevó a su casa para editar, señor Gómez —añadió Kenia angustiada.

—¿Qué sucede, Kenia? —Juan abrió la carpeta y vio con sus ojos lo que sucedía.

—Eso mismo —dijo Kenia, señalando la carpeta.

En la mayoría de las hojas que se encontraban grapadas había rayones de lápiz, pluma y crayola, hechos seguramente por sus hijas menores, quienes de alguna u otra forma habían logrado entrar a su oficina y tomar el manuscrito para hacerles desastres. Visualizando cada una de las hojas vio diferentes nombres allí, encontrando por fin a los culpables que eran, Cristina y Miguel.

—¡Maldición, todo es un desastre! —gritó alarmado.

—Tranquilo papá, iré a casa a imprimir nuevamente el manuscrito —intervino Jazmín, que se encontraba en la oficina de su padre trabajando medio tiempo.

Juan asintió con la cabeza y le entregó las llaves de su auto a Jazmín, quien después de verificar el nombre del archivo, salió apresurada de la oficina.

—Dile a Benji que en unas horas más le entrego el manuscrito nuevamente —sonrió Juan, mirando a Kenia.

—Enseguida, señor Gómez —Kenia dio media vuelta y salió de la oficina, cerrando lentamente la puerta.

Juan fijó su mirada en el computador frente a él, pensando en que seguramente Miguel fue el de la idea de entrar a su oficina, ya que Cristina nunca lo había hecho sin su permiso y mucho menos había arruinado algún papel importante suyo. Salió de esos pensamientos en cuanto su computadora sonó indicando que tenía un nuevo correo electrónico, el cual abrió verificando de que se trataba.

—Vaya, esto si que es una buena noticia después de lo sucedido —se dijo a si mismo, girando su silla.

Tomó una carpeta que llevaba por nombre "Historias cortas, por LyLy Gómez" y con una sonrisa en el rostro la abrió, los borradores de historias de su hija habían sido aprobados para la publicación en conjunto con varios más autores infantiles, lo que causaba que una enorme emoción lo inundara.

Hojeó un par de páginas de la carpeta, viendo diferentes títulos como: "Juego de ángeles", "Colors", "Visitas problemáticas" y "Celestial". De inmediato se sumergió en la interesante trama de la última historia, la cual no era tan corta, conociendo a Cevox y Voik, personajes principales de la historia.

***

Jazmín abrió la puerta del auto de Juan y salió del mismo, se dirigió a la puerta principal de la mansión, la cual se encontraba entreabierta, algo que llamó la atención de la mayor de los Gómez Quiroga, quien comenzó a pensar lo peor, desde que un intruso había entrado a la casa, hasta que había ocurrido un accidente y habían salido de emergencia. Todos esos pensamientos se desvanecieron cuando empujó la puerta, viendo un completo desastre en la sala principal.

Sus hermanos, su primo, sus vecinos se encontraban en medio de una pelea de almohadas, lo cual dejaba un rastro de plumas por todo el lugar, abrió los ojos del asombro al ver un perro correr por la casa.

—Tashi se enfadará por eso —se dijo a si misma, comenzando a caminar entre el desastre que presenciaba.

Karime parecía ser la única de sus hermanos en intentar parar todo el desastre, seguía a su hermana menor intentando quitarle la almohada, ya que le pertenecía a su habitación. Josué y Less salían de la cocina con pimienta molida, de seguro planeaban colocarlo en las almohadas.

—¡Alto ahí, chicos! —gritó Jazz colocándose frente a ellos.

—Ya vienes de aguafiestas nuevamente Jazmín, ¿Qué no se suponía que estabas trabajando con papá? —preguntó Less confundida.

—Lo estoy, pero tuve que regresar por algo, ¿Dónde está mamá?

—Arriba, calmando a la tia borracha que intentó robar vino del minibar y sin nuestra ayuda —río Josué, dándole la canela molida a Jazz.

Jazmín de inmediato corrió a las escaleras y subió por ellas, captando rápidamente el sonido de arqueadas que provenían del baño de visitas, por lo cual cambió de dirección hacia allá.

—¿Mamá? —decía, mientras se acercaba.

—Jazmín, que bueno que llegas, necesito que calmes a los niños, son un desastre —mencionó Maru, mientras detenía el cabello de su hermana mayor para que vomitara.

Ella miró a su madre y a su tía con preocupación, después de ver cómo está la situación en el primer piso, comenzaba a creer que sería imposible pararlo, por lo que frunció el ceño y dio media vuelta, saliendo del baño y dirigiéndose a las escaleras.

Se detuvo antes de comenzar a bajar, obteniendo una vista de casi toda la sala, donde todavía se encontraban peleando con almohadas. Karime había logrado quitar algunas almohadas, las cuales colocaba en la oficina de Maru.

—Ayúdame hermana, todo es un desastre —anunció cansada.

—No se que hacer —dijo Jazz angustiada.

—La canela puede ayudar —habló Josué apareciendo detrás de las chicas.

—No, eso puede lastimarlos.

—¿Entonces Jazz?, ¿Una mejor idea? —preguntó Karime preocupada.

Cuando Jazz estaba a punto de hablar, un video terrorífico apareció en la pantalla de la sala, ocasionando que todos los menores se asustaran, corriendo a la puerta trasera, saliendo de la casa por fin.

—Un problema resuelto, no tienes nada que agradecer —sonrió Less, mostrando su celular.

—Le diré a papá que te reduzca el castigo —sonrió Jazz comenzando a bajar las escaleras—. Ahora limpien todo este desastre, tengo que irme.

Ella se dirigió a la oficina de Juan y entró de inmediato, prendió el computador e imprimió el archivo que su padre le había pedido, lo colocó en una carpeta y se dispuso a salir de la oficina, llamándole algo la atención de inmediato, su libro de "El sueño eterno" se encontraba sobre el suelo pisado y un poco roto.

—Maldición, aun no lo termino de leer —dijo y lo colocó en el escritorio de su padre.

Salió de la oficina y mientras veía como sus hermanos recogían la sala principal de la casa, ella se dirigía a la puerta principal para salir, debía llevarle el manuscrito a Juan y ya iba un poco retrasada para hacerlo.

—¡Adiós Jazz! —gritó Karime mirándola desde la puerta.

Jazz se despidió con una seña con la mano y arrancó el auto, alejándose de la casa. Karime cerró de inmediato la puerta y reanudó lo que hacía, terminar de recoger el desastre que sus hermanos, Miguel, Samuel e Irely habían ocasionado.

—Todo vuelve a la normalidad, me gustó ver todo este desastre —Less se dirigió a las escaleras y subió.

Josué caminó hasta la puerta principal, el timbre había sonado, Joaquín había llegado a recogerlo para ir a su casa.

—Nos vemos luego, hermanita. Si mamá pregunta donde estoy, dile que no sabes —Josué rio y salió junto a Joaquín.

—¿Seguro que te dieron permiso? —se escuchaba a Joaquín preguntarle—. Recuerda que estabas castigado por la broma de la escuela.

Karime se recostó en el sofá, prendió la televisión y abrió Netflix, ella tenía una serie favorita y habían subido un nuevo episodio en el día, por lo cual se quería poner al corriente, antes de ocuparse con sus tareas escolares.

Unos pasos se escucharon, Karime desvió su mirada hasta las escaleras, Candy y su madre se encontraban bajando, rápido pudo notar que su tía se veía muy pálida, parecía enferma.

—¿Qué le pasó a la tia? —interrogó Karime, poniéndose de pie.

—Esta enferma, necesita un té —susurró Maru, ayudando a su hermana a llegar a la cocina.

Karime caminó hasta su madre y su tía, para ayudarlas a llegar a la cocina, Candy se miraba muy mal, debido a la abstinencia que estaba teniendo al alcohol, por lo cual necesitaba el apoyo de su hermana menor para salir adelante.

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