
Capitulo 39 - Buenos momentos PARTE II.
Un fuerte viento recorría todos los rincones de la ciudad de Colmar, en la cual la mayoría de sus habitantes se mantenían en casa, debido a las bajas temperaturas que se andaban presentando durante el día. En la mansión de los Gómez Quiroga de igual manera, todos se encontraban en el interior realizando cualquier actividad para perder el tiempo. Pablo y su sobrino Josué se encontraban en el sofá, recostados terminando un capítulo más de la serie que los tenía enganchados desde hace días, por lo que tomando un puño de palomitas, un sorbo de refresco pusieron play al siguiente capítulo.
—No entiendo por qué pasó eso con Samuel, él era el bueno —susurró Pablo angustiado—. No merecía eso.
—Ya tío, él no morirá, así que guarda silencio que no dejas escuchar la televisión —habló Josué, subiendo más el volumen.
La atención de ambos se centró únicamente en el televisor, observando cada detalle que el capítulo que transcurría mostraba a los televidentes, hasta que el timbre sonó. Los dos se miraron entre si, pensando en quien sería el que abriría la puerta, al final fue Pablo el que se puso de pie y caminó hasta la puerta principal de la mansión y la abrió, viendo frente a él a Yubel.
—Hola, buenas tardes, ¿Se encuentra Less? —preguntó Yubel con amabilidad.
—Claro, está en su habitación, pasa —Pablo se hizo a un lado para que la chica entrara a la mansión.
—¡Espera tío! —gritó Josué poniéndose de pie—. No creo que Less quiera recibirla, están peleadas.
Pablo la miró de reojo y Yubel de inmediato recordó lo que sucedió el día de la publicación del libro, cuando Less se enteró que se alió con su mellizo para no mostrarle la mochila, ni dejarla ver el contenido por ser débil y no tener fuerza de voluntad ante las peticiones de sus ex amigos.
—Buen momento para arreglar las cosas, ¿No crees sobrino?
—Tienes razón —sonrió Josué tirándose nuevamente al sofá.
—Gracias —susurró Yubel y se dispuso a caminar a las escaleras.
En cuanto Pablo se disponía a cerrar la puerta, más personas aparecieron frente a él, en esta ocasión era Aarón, Joaquín y Angie, quienes mostrando una sonrisa se mantenían de pie frente al tío. Josué se puso de pie y caminó hasta posicionarse junto a Pablo, mirando al trío de ex amigos que esperaban a ser invitados a pasar.
—Ellos no entran, cierra la puerta —dijo Josué autoritario.
—Espera —añadió Angie angustiada—. Sólo queremos hablar con Less, ella nos pidió que vinieramos.
Angie sacó su celular y mostró un mensaje que había recibido de Less hace apenas unos treinta minutos, por lo que haciéndose a un lado, dejaron pasar a los chicos, quienes se dirigieron a las escaleras de la mansión. Josué respiró hondo y avanzó detrás de ellos, pues teme que pase lo peor en la habitación de su melliza y tiene que estar allí para impedir una posible pelea.
Sin más, Pablo cerró la puerta y regresó al sofá, estaba por poner play al capítulo, pero decidió esperar a su sobrino. La puerta de la cocina se abrió y por ella salieron Juan, Candy y Maru riendo fuertemente, juntos se dirigieron a tomar asiento en los sillones, mientras las carcajadas continuaban.
—No puedo creerlo, Maru. Te comportaste tan educada, yo hubiera hecho un escándalo —río Candy, haciéndo referencia al dia de la cena familiar, donde Josué y Less iniciaron una pelea de comida.
—Teníamos visita, no podía ser tan mala.
—¿De que hablan? —intervino Pablo a la conversación.
—De los buenos momentos que pasamos, Candy y Juan piensan que lo que sucedió en la última cena familiar es merecedora de un buen momento, más bien sería un momento vergonzoso —dijo Maru recordando el día.
—Claro que no, recuerdo cómo reímos ese día, es un buen momento —habló Pablo apagando la televisión.
—Lo mismo le decimos —Juan se acomodó junto a Maru y acarició su barriga—. Ya pronto vendrá un buen momento más a la colección.
—El pequeño Matías llegará a alegrar a todos —sonrió Maru emocionada.
Todos se pusieron felices ante lo que dijo Maru, luego de a poco se acercaron a tocar la barriga. Pequeños golpes provenientes de Matías hacían presencia y todos podían sentirlos cuando colocaban sus manos en la barriga.
—Yo también quiero tocar —anunció Vanya, acercándose al sofá con una tetera llena de té—. Les traje té, para este frío que se siente.
—Gracias Vanya, que atenta —sonrió Maru, acomodándose en el sofá para servirse un vaso.
—Estaba terminando de recoger la cocina y aproveche para hacerlo —comentó Vanya sonriente.
—Eres la niñera, no la chacha —dijo Candy confundida.
—Lo sé, cuando no estoy cuidando a los niños, me gusta ayudar en otras labores del hogar... ¿Les conté que estudié dos semestres gastronomía? No puedo evitar preparar la comida de vez en cuando.
—Wow, increíble —Candy se sorprendió ante lo que Vanya dijo.
—Los buenos momentos nunca se olvidan, de seguro fue una experiencia increíble, ¿Verdad? —preguntó Juan, dandole un sorbo a su té.
—Así es, una de las mejores experiencias que he tenido a lo largo de mi vida, incluso la llegada de Diego la considero como una gran experiencia.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Vanya, recordando el día que Diego nació, luego rápido se desvaneció al no poder evitar recordar también el día en que su esposo la abandonó por otra mujer. Juan, Candy, Maru y Pablo se dieron cuenta del cambió de rostro de la niñera, pero decidieron permanecer serios y no causarle un conflicto emocional, por lo cual, cambiaron de tema y evitaron las preguntas.
***
Gritos provenientes de la habitación de Less hacían presencia y eran escuchados por casi toda la familia. La melliza le gritaba diversos insultos a Yubel, quien después de la traición que había cometido, regresaba a intentar arreglar las cosas, algo que Less no quería permitir de nuevo. Josué, Angie, Joaquín y Aarón tan sólo observaban desde la cama, como ambas chicas gritaban llenas de coraje, incluso se podía sentir la tensión de que en cualquier momento se lanzarán a los golpes.
—¡Ya basta, Less! —gritó Yubel tomándola de los hombros—. Si no quieres perdonarme, está bien, no voy a rogar, pero recuerda... a ellos si los estás perdonando.
La vista de Less se desvió a las personas que se encontraban en la cama, quienes tan sólo se mantenían en silencio intentando no arruinar la amistad que habían recuperado hace apenas unos días. De pronto y sin previo aviso, Angie se puso de pie y caminó hasta colocarse entre ambas chicas.
—Less... tu amiga Yubel tiene razón, si pudiste perdonarnos a nosotros, puedes hacerlo con ella también —habló Angie, esperanzada de no hacer enojar a la melliza.
—Pero... pero me traicionó —susurró Less mirando a Yubel.
—Lo único que intenté con eso, era no perderte Less —una sonrisa se dibujo en el rostro de su amiga—. Recuerda los buenos momentos que hemos pasado, por favor. Piensa en ellos y olvida lo que hice.
La mente de Less comenzó a viajar hasta el día en que conoció a Yubel, una gran sonrisa se formó en su rostro y fue acompañada por un montón de lágrimas; así fue pasando con todos los buenos momentos que pasó con Yubel, desde intentar ayudar a su hermano robando el celular de Angie y borrar las fotos, hasta hablar de los secretos más íntimos que ambas chicas guardan. Less abrió los ojos lentamente, limpió lágrimas que resbalaban por sus mejillas y se alejó un poco de todos.
Josué desvió su mirada hasta todos los presentes un poco confundido, luego se puso de pie y en pasos lentos se acercó a su hermana, quien se encontraba mirando por la ventana, suspirando y deseando que todo lo malo que le ha pasado acabara. Su mellizo, lo único que pudo hacer fue rodearla con sus brazos en un gran y cariñoso abrazo, el cual Less disfrutó demasiado.
—Los perdono, todos hemos hecho cosas de las cuales luego nos arrepentimos y todos merecemos segundas oportunidades, los perdono.
Todos los presentes se quedaron sorprendidos, aún así, se pusieron de pie y caminaron hasta Less, para rodearla en un gran abrazo conformado por todos sus amigos, todas las personas que la aprecian y que lo único que quieren es verla feliz, como merece serlo. Ahora, el grupo de amigos se había hecho más grande y esta vez, todos pondrían todo su esfuerzo para no arruinar nada y estar siempre juntos.
—Dice mi tía Maru que guarden silencio, hacen mucho ruido —se escuchó la voz de Miguel desde la puerta.
El abrazo terminó y todos miraron al pequeño Miguel en la puerta, alejándose luego de ser el centro de atención por algunos segundos. Todo el grupo de amigos salió de la habitación, tenían y querían celebrar como la amistad por fin se había restaurado, algo que si era de sorprenderse, Less fue buena persona al perdonar las traiciones que le habían hecho y continuar como si nada hubiera pasado.
Al pasar por la habitación de Jazz, un grito de ella callando a sus hermanos se escuchó, pues Yadiel se encontraba durmiendo junto a ella, se miraba tan lindo y tierno, como soltaba algunos ronquidos y su boca permanecía un poco abierta. Jazz se agachó hasta él y le dio un fuerte beso en la frente, tomó su celular de la mesita de noche y de inmediato comenzó a navegar por su Instagram, dándole like a todas las fotos que aparecían ante ella, hasta que, como era de esperarse, publicaciones de Ismael anunciando su regreso a Colmar hicieron presencia frente a ella, a pesar de mostrarse fuerte, las ganas de oprimir el perfil de su ex fueron más grandes y ahora veía todas y cada una de sus fotos.
—Aww, no has borrado nada —sonrió Jazz al ver que las fotos donde se encuentra con Ismael aún adornaban su perfil.
Ella se detuvo y miró con atención una foto, la última donde aparecía. La foto fue tomada el último día que su ex había estado en Colmar, aquel día que la pasaron en la playa todo el día para que al final le diera la noticia de que se iba para no volver, algunas lágrimas aparecieron por las mejillas de Jazz, quien al ver a Yadiel moviéndose un poco, rápido las limpió para no llamar la atención de su actual novio.
—Fuiste malo —susurró Jazz y dejó de seguir el perfil de su ex.
Continuó navegando por su inicio de Instagram, hasta que una foto donde se encontraba con Yadiel en el baile de invierno hizo presencia en la pantalla. Jazz se miraba tan linda y radiante luciendo un gran vestido, acompañada de Yadiel, quien lucía un elegante traje en color negro; los comentarios de la foto eran puros elogios a la pareja de jóvenes, quienes si habían ganado rey y reina de la fiesta.
—Un día increíble —sonrió Jazz y su mente comenzó a viajar a aquel día.
Las luces del gimnasio se encendieron, Febe apareció en el escenario para dar el anuncio de la reina y rey del baile de invierno, todos los presentes gritaban distintos nombres, pero era claro que los que más sobresalían del montón eran Yadiel y Jazmín, la pareja de jóvenes más popular en la universidad. Ellos se encontraban agarrados de la mano, sonriendo y mirándose mutuamente, ellos sabían que aún si no ganaban, fue muy divertido estar nominado y haber ayudado en los preparativos del baile, haber aportado aunque sea un granito de arena para que todo saliera bien, demasíado bien.
—Gracias a todos los que nos acompañan esta fría noche —anunció Febe por el micrófono—. Ya saben, a lo que vengo aquí... el rey y la reina de este baile es...
Gritos no se hacían esperar ante la intriga que había dejado Febe mientras abría el sobre que contenía el nombre de los dos afortunados jóvenes que portaran la corona esa noche. Sabrina y Baruk, mejores amigos de Jazz ya se encontraban preparando sus teléfonos celulares, ellos estaban más que seguros de que sus amigos ganarían.
—¡El rey y la reina de esta noche son... Jazmín y Yadiel! —gritó Febe con todas sus fuerzas.
La pareja nombrada pasó entre la multitud a recibir la corona por parte de la líder del comité estudiantil. Mientras todos gritaban, tomaban fotos y la música continuaba de nuevo, celebrando el magnífico baile de invierno de la Universidad Estatal de Colmar.
—¿Jazz? —se escuchó la voz de Yadiel.
—Si, dime.
Jazmín desvió la mirada de la foto que estaba en la pantalla de su cel y la fijó en Yadiel, quien ya había despertado y se había dado cuenta de que su novia se encontraba atontada en su celular, con una sonrisa en el rostro, se acercó a ella a darle un fuerte beso en la mejilla, luego caminó al sofá que se encontraba en la habitación para tomar su suéter.
—¿Quieres ir a comer algo?
—Claro, vamos —respondió Jazz, poniéndose de pie.
—Eliges tú.
—No, tú eliges —susurró Jazz abrazando a su novio por la espalda—. Siempre eliges los mejores lugares.
Yadiel volteó a ver a Jazz y se dieron un fuerte beso. Ambos habían compartido tantos buenos momentos que no necesitaban nada más que ellos mismos, son amigos, novios y grandes personas uno al otro.
***
A pesar del fuerte frío que azotaba a la ciudad de Colmar, no parecía ser impedimento para que sus habitantes no salieran de casa, las visitas no paraban de llegar a la mansión de los Gómez Quiroga, esta vez Viki, Samuel, Ana e Irely llegaban a pasar el resto del día con sus amigos. Vanya los invitó a pasar y todos corriendo se dirigieron al patio trasero.
—¿Puedo jugar con ellos, mamá? —preguntó Diego sonriendo.
—Claro hijo, puedes ir, después de que te pongas un suéter —dijo Vanya y se dispuso a regresar al sofá con el resto de la familia.
El timbre sonó nuevamente, pero como Vanya ya se había sentado en el sofá, ahora Maru se puso de pie y en pasos lentos caminó hasta estar parada frente a la puerta, la cual abrió, viendo a un Dylan nervioso, asustado, sosteniendo una rosa y una caja de chocolates en sus manos. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Maru, mientras desviaba su mirada a Karime, quien ya se había dado cuenta de quien había llegado.
—Karime, es para ti —anunció Maru desde la puerta.
Karime de inmediato tomó camino hacia allá, quedando sumamente sorprendida ante lo que sus ojos miraban, ella se imaginó ese momento un montón de veces y nada se asemejaba a lo que sus ojos estaban viendo, aún asi, para ella era perfecto, claro, si se trataba de lo que su mente pensaba. Poniendo un rostro de sorpresa, saludó a Dylan y lo invitó a pasar.
—Estaremos en mi habitación, no molesten —comentó Karime, caminando delante de Dylan.
—Hola a todos —saludó levemente Dylan, siguiendo a su amada.
Ambos chicos llegaron a la habitación. Dylan se mostraba muy nervioso y no sabía ni como iniciar la conversación que cambiaría todo en ese momento, Karime ya sabía de que se trataba todo y tan sólo esperaba el momento oportuno para lanzarse a los brazos de su amado para corresponderle como se merece.
—Esto es para ti, un obsequio —susurró Dylan, entregándole la rosa y los chocolates.
—Muchas gracias Dy, me encantan —exclamó Karime olfateando el bonito aroma que desprendía la rosa.
—Me alegra que te guste, no sabía que tipo de rosa te gustaba, así que traje esa —Dylan se encontraba caminando de un lado a otro.
—Todo está bien, Dylan. Toma asiento conmigo —habló Karime desde su cama.
En pasos lentos, Dylan se acercó a Karime, tomando asiento junto a ella la miró justo a los ojos y la confianza que necesitaba para ese momento, llegó a él. Manteniendo una sonrisa tomó la mano de Karime y se agachó un poco para hacer el momento un poco más especial de lo que ya era.
—Karime.
—Si, Dylan.
—¿Quieres ser mi novia? —cuestionó Dylan con una confianza que sólo Karime lograba darle.
El tiempo para Karime se detuvo, después de tanto tiempo de esperarlo y ansiar escuchar esas palabras salir de su amado, por fin lo escuchaba, ella no pudo evitar soltar algunas lágrimas mientras se acercaba a darle un fuerte abrazo a Dylan, quien feliz y nervioso esperaba atento la respuesta que le darían.
—Si quiero, Dylan —susurró Karime mirándolo fijamente.
Sus miradas se cruzaron, la respiración de ambos se agitó un poco, mientras en movimientos lentos se iban acercando uno al otro hasta que sus narices lograban rozar. Ambos cerraron los ojos y en ese momento, sus labios se unieron en un beso algo seco, pero lleno de amor, de cariño y de confianza. La mente de Karime viajó hasta el infinito, por fin estaba pasando lo que ella tanto deseo, un buen momento que recordará toda su vida.
—Te quiero —sonrió Dylan abrazando fuertemente a Karime.
—Yo más —dijo Karime y nuevamente se unieron en un cálido beso.
***
La pequeña Cristina se encontraba sentada en un banco en el patio trasero, ella felizmente les leía el libro que había escrito a todos. Irely, Ana, Viki, Dani, Diego y Samuel escuchaban con atención lo que les leían, estaban orgullosos del logro que su pequeña amiga había logrado y era obvio que la apoyarían, primero escuchando y haciéndola sentir increíble por lo que había hecho.
—¿Quieren que les lea otra historia? —preguntó Cristina hojeando el libro.
Todos gritaron que si, a excepción de Viki y Dani, quienes mirándose mutuamente decidieron alejarse un poco de todos, así fue como caminaron hasta estar cerca de la puerta de salida, allí se encontraban dos sillas en las cuales tomaron asiento y se tomaron de las manos.
—¿Sabes? Han pasado tantas cosas, que siento que últimamente nos vimos muy poco —dijo Viki agachando la mirada.
—También lo noté, incluso pensé que te habías ido de Colmar sin avisar, pero no sabes lo feliz que me puse al darme cuenta que estaba equivocada —susurró Dani, limpiando algunas lágrimas de sus mejillas.
—Nunca me iría sin despedirme, y perdóname por no haberte hablado en un tiempo, después de lo que sucedió cuando me enteré que no nos ibamos de Colmar, quise correr a contarte, pero no pude. Irely no estaba y mis padres a veces sólo me dejan salir con ella.
—Entiendo, pero que malvados tus papás, deberían dejarte salir, de seguro no te dejan porque no han conocido lo genial que soy —río Dani emocionada—. Pero ya en serio, deberías decirles que vienes a mi casa.
—Lo sé, estaba pensando en hacerlo, pero decirles que eres... mi novia.
—¿En serio? Sabes que yo no estoy muy decidida en lo que quiero, no quisiera dañarte.
—Sé que tú no lo harías, Dani —Viki tomó con más fuerza las manos de su amiga—. Y comprendo que no quieras adelantarte, tenemos 13 años, somos muy pequeñas para andar en noviazgos.
Dani se quedó en silencio algunos segundos, desvió su mirada de Viki y la posó en sus manos, lo cálido que se sentía tener sus manos unidas. Una gran sonrisa se marcó en su rostro después de tanto meditar lo que su amiga le había pedido, por fin, luego de algunos minutos de silencio levantó la mirada y vio a Viki con emoción.
—Si quiero, quiero que seamos novias, Viki —sonrió Dani, soltando las manos de Viki y lanzándose hacía la chica.
Ambas se dieron un pequeño beso y un gran abrazo, luego se pusieron de pie de las sillas en las que se encontraban y brincaban, gritaban con felicidad mientras se tomaban de las manos con emoción. Ahora parecía que toda la familia tenía buenos momentos por los cuales estar agradecidos y felices de poderlos recordar y vivir por el resto de su vida.
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