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Capítulo 24 - La vida sigue.

Un fuerte suspiro escapó de la boca de Josué, mientras se encontraba recostado en un sillón cómodo y agradable en el consultorio de la Psicóloga Carolina Díaz. La tarde hacía presencia en Colmar y el mellizo había asistido a su primera cita con un psicólogo que había conseguido su madre, ya que ella pensaba que después de los eventos ocurridos, necesitaba platicar con alguien para saber por qué hace lo que hace. Josué se movió un poco en el sillón y miró de reojo a la señorita Díaz, quien mantenía una sonrisa cálida en su rostro, se notaba que tenía experiencia en lo que estaba por hacer.

—Josué Gómez, quiero que me digas, ¿Por qué estás aquí? —cuestionó la psicóloga de inmediato.

La pregunta realizada había tomado por sorpresa a Josué, que miraba todos los alrededores del consultorio y no sabía ni que responder. La psicóloga nuevamente realizo la pregunta y después de varios segundos de meditar una respuesta, el mellizo ya se sentía apto para responderla.

—Soy Blue, un chico rebelde, inquieto y lleno de energía, por lo regular es esta la razón por la que hago bromas y eso, es el problema que me trajo aquí con usted —una lágrima resbaló por el ojo del mellizo, pero rápido se la limpió—. Quiero dejar de decepcionar a mis padres.

—¿Sientes que tu comportamiento decepciona a tus padres?

—Si, lo siento cada día que pasa, y no es bueno hacerlo, lo sé, pero no puedo evitarlo —la voz salió como un susurro de Josué.

La habitación se llenó de un silencio cálido, en el que incluso era audible el sonido de las manecillas del reloj que se encontraba en la pared, marcando las tres de la tarde. La señorita Díaz miró fijamente a Josué, quien intentaba seguir hablando, pero las lágrimas que resbalaban por sus mejillas se lo impedían, así que esperando a que su paciente se tranquilizara un poco, mantenía seriedad en todo momento.

—No puedo evitar sentir que soy un estorbo en sus vidas, y hago las bromas para llamar su atención.

La plática entre ambos continuó por al menos dos horas más en las que Josué había logrado desahogarse como no había podido hacerlo en mucho tiempo, él estaba arrepentido de la actitud que había tenido todo el tiempo y como se negaba a hablar con sus padres para buscar alguna solución, incluso se sentía fatal al haber incitado a su melliza Leslie a unirse a sus bromas, al igual que con sus amigos Joaquín y Angie, quienes broma con broma terminaban envueltos en los problemas que acarreaban. La psicóloga Carolina Díaz lo escucho en todo momento y claro, también lo aconsejó en todo, para hacerlo sentir mejor.

***
Un día nuevo había llegado a Colmar y con ello, el comienzo de una rutina para la mayoría de los habitantes de la ciudad. La familia Gómez Quiroga se encontraba alrededor de la mesa; Juan y Maru habían preparado el desayuno para sus hijos, pues tenían una notícia muy importante que darles, que seguramente alegrará a más de uno.

—Espero disfruten lo que les hemos preparado —sonrió Maru, colocando miel encima de sus hotcakes.

—Gracias mamá, son mis favoritos —una sonrisa se dibujó en el rostro de Josué, quien comenzaba a poner en práctica los consejos que le había dado la psicóloga.

—Me alegro hijo, cuéntanos, ¿Cómo van tus terapias? —interrogó Maru, algo que logró incomodar a su hijo.

—No quisiera hablar de eso aún, mejor que los demás cuenten algo.

—Está bien, Josué. Yo quiero preguntar algo, ¿No han tenido noticias de Vanya? —preguntó Jazz confundida.

—No, nada desde hace dos semanas que se fue —susurró Juan angustiado.

La familia entera se sentía mal al no tener noticias de la niñera de la familia, pues no tuvieron el tiempo de disculparse por lo que había pasado y eso los ponía realmente mal, deseando que en cualquier momento Vanya entrara por la puerta, aceptando las disculpas y regresando al trabajo nuevamente para que todo regresara a la normalidad.

El comedor fue inundado por un silencio profundo, cada miembro de la familia realizaba diversas cosas mientras desayunaban. Jazz mensajeaba con Yadiel, para ver si era correcto que viniera de visita en el dia, Karime se cuestionaba cómo podría apoyar a su hermana menor, que desde la plática que escuchó de ella con Viki, había notado un gran cambio de actitud; Cristina estaba feliz de poder tener una mascota, que a pesar de no ser la dueña, estaba agradecida con Tashi por dejarla quedar en su casa. Por su parte, Less estaba muy feliz y emocionada por haber hecho las pases con su hermano y seguir compartiendo una hermosa amistad con Yubel.

—Bueno chicos, su padre y yo tenemos algo importante que decirles —anunció Maru, poniéndose de pie.

La vista de todos se desvió a Maru, quien sostenía en sus manos unas hojas, las cuales la mayoría de los presentes ya se imaginaban de qué eran. Juan y Maru se dieron un pequeño beso y sonrieron, mirando fijo la hoja que sostenían sobre sus manos.

—El nuevo integrante de la familia será niño —habló Maru súper emocionada.

El rostro de todos los presentes se llenó de sorpresa y emoción ante lo que habían escuchado, incluso Cristina y Karime se levantaron de sus asientos para darle un enorme abrazo a su madre, quien los recibió de la mejor manera. Todos estaban felices por la noticia y no podían evitar mostrarlo.

—Vaya, vaya, dejaré de ser el único varón —río Josué sin saber que más decir.

—Así es, ahora serán dos —anunció Juan sin poder evitar sentir una enorme felicidad, él había deseado tanto que su próximo hijo fuera niño y por fin lo lograba.

Durante los próximos 30 minutos del desayuno, no dejaban de hablar de la noticia y como debían elegir el nombre en familia, para que el nuevo futuro miembro de la familia fuera querido por todos los presentes.

—Ya quiero conocerlo —susurró LyLy feliz.

—Pronto lo harás, pequeña —Juan la tomó del hombro y le dio un pequeño masaje.

El timbre sonó y Jazz de inmediato se puso de pie, pues sabía perfectamente que Yadiel había llegado por fin, los dos pasarían el resto del día viendo películas en la habitación, comiendo palomitas y disfrutando en grande el día libre que tenían.

—Por fin, Yadi —sonrió Jazz abriendo la puerta.

Para su sorpresa detrás de la puerta no se encontraba Yadiel, sino Angie, quien tenía un rostro demacrado, parecía haber estado sufriendo desde que Josué terminó su relación con ella. La chica intentó hablar varias veces, pero todas fueron intentos fallidos, estaba tan mal, que las palabras no salían de su boca.

—¿Quieres pasar? —preguntó Jazmín un poco incómoda.

—Quiero hablar con Josué, aquí —añadió con dificultad.

Jazz asintió con la cabeza, regresó al comedor y le dijo a Josué que lo buscaban. El chico se sorprendió bastante al saber que su ex novia había venido a buscarlo hasta su casa, por lo que dejó su plato a medio comer y corrió de inmediato a la puerta principal de la mansión, donde ahora no sólo se encontraba Angie llorando, sino también Yadiel, confundido por lo que presenciaba.

—Pasa Yadiel, mi hermana está en el comedor —habló Josué, haciéndose a un lado para que pasara.

—Gracias y suerte con lo que sea que pase aquí —Yadiel entró en la mansión y Josué cerró la puerta lentamente, quedando ambos fuera de la casa.

Angie saltó a los brazos de Josué, le dio un fuerte abrazo lleno de cariño y un gran beso en los labios, pero para su mala suerte el mellizo se separó, suspirando hondo ante lo mal que se sentía al haber tenido que cortar su relación con Angie; él sentía que fue y es lo correcto, la chica no merecía ser lastimada más tiempo.

—Quiero que volvamos, volvamos a ser felices juntos —susurró Angie sollozando.

—Lo siento, Angie. Lo hecho, hecho está, la vida sigue —mencionó Josué, manteniéndose firme en todo momento como muchas veces se lo había mencionado su psicóloga, no podía permitir quebrarse.

—¡Pero Josué, yo te amo! —gritó Angie, soltandole una fuerte bofetada en el rostro.

—No parece —se limitó a responder Josué, mientras presionaba su enrojecida mejilla, incluso la marca de la mano de Angie había quedado marcaba en su piel.

—¡Esto no se va a quedar así, me las vas a pagar! —Angie se alejó gritando.

Algunas lágrimas resbalaron por las mejillas del mellizo, quien tan sólo las limpió y regresó al interior de la mansión. Jazz y Yadiel hablaban sentados en el sofá sobre lo que habían logrado escuchar y Less se acercaba a Josué a darle un abrazo, apoyarlo en lo que pudiera, no podía dejar que su hermano recayera nuevamente.

—Lamento todo, ven vamos —Less tomó su mano y lo hizo caminar hasta las escaleras.

Juntos subieron por ellas, caminaron por el largo pasillo hasta su habitación y entraron para hablar y hacer sentir a su hermano, que estaba pasando por un momento devastador en su vida.

***
Un profundo silencio inundaba la habitación de Dani, la cual se encontraba recostada sobre el frío suelo, escuchando canciones tristes para hacer aún más triste el momento que estaba pasando en su vida, alguien tocó dos veces la puerta, Dani tan sólo desvió la mirada hacia allá, ignorando a quien sea que haya tocado, quería estar sola y no pensaba abrir esa puerta.

—¡Dani, abreme! —gritó Karime desde el otro lado.

—¡No quiero hablar con nadie! —exclamó Dani, subiendo el volumen de la música.

—¡Daniela!

Dani rodó los ojos, se puso de pie y en pasos lentos caminó hasta la puerta de su habitación, la abrió y Karime entró tomando asiento en la orilla de la cama, tomó el control remoto de la televisión y apagó la música triste que sonaba a un volumen alto.

—Sé que estás pasando un momento terrible en tu vida, pero esto no es la solución —habló Karime mirando fijamente a su hermana.

—¿Tú que sabes? Parece como si nunca te hayas enamorado —resopló Dani enojada.

—¡Oye! Si lo he hecho, pero no estoy tan estúpida para andar sufriendo por ello. Tú sacaste de tu vida a Viki, ¿Por qué?

—Es una chica, lo que estaba haciendo no está bien, tengo 13 años, Dios mío —Dani rodó los ojos y caminó por la habitación.

—¿Y qué más da que no te gusten los chicos? Yo estoy aquí para apoyarte y estoy segura que nuestros padres también lo harán.

—No quiero decepcionarlos —dijo Dani dándole un abrazo a su hermana.

Karime cerró los ojos y disfruto del abrazo que le estaba dando Dani, se miraba tan triste y ella lo único que quería es ver feliz a su hermana y no sufriendo por amor a tan temprana edad. Las dos se separaron, se miraron entre sí y sonrieron.

—Llama a Viki y sean amigas, si algo sucede de nuevo, déjense llevar —sonrió Karime y se dirigió a la puerta.

—¡Karime! —gritó Dani antes de que su hermana saliera de la habitación.

—¿Qué sucede, hermanita?

—Gracias, gracias por todo —habló Dani, tirándose a la cama con una enorme emoción.

Karime llegó hasta su habitación, entró y se quedó mirando los alrededores de su habitación, caminó hasta el mueble donde colocaba todos sus recuerdos de los viajes que realizaban en familia y tomó uno al azar, respiró hondo y lo volvió a dejar en su lugar.

—Claro que me he enamorado, incluso creo estarlo en estos momentos —se dijo a si misma, mientras miraba un mensaje en su teléfono—. Amor juvenil, allí te voy.

Ella se tiró a la cama y comenzó a conversar con el chico detrás del teléfono, era un compañero de su escuela, quien ya llevaba varios días hablando con ella de diversos temas, parecían poder hablar de lo que fuera sin aburrirse, no quedaba duda que ambos estaban interesados uno del otro.

***
Juan observaba como Maru no dejaba de caminar en círculos dentro de su oficina, incluso estaba comenzando a ponerse nervioso también él, por lo que se puso de pie, caminó hasta su esposa y la detuvo, tomándola de los hombros la miró fijamente.

—Debes calmarte, los nervios pueden hacer mal al bebé —sonrió Juan, llevando sus manos al vientre de Maru.

—Lo siento, pero esta espera me está matando.

—Todo estará bien, ella volverá y podremos disculparnos.

—¿Seguro, Juan?

—Claro —dijo Juan y justo en ese momento su celular sonó, tenía una llamada de Vanya—. Oh Dios, es ella.

Los dos tomaron asiento en el sofá que allí hacía presencia. Juan presionó el botón de contestar y prosiguió a colocar el altavoz para que los dos pudieran escuchar con atención lo que la niñera tenía por decir y claro, intentar disculparse por todo lo ocurrido, era lo único que podían hacer ante los problemas que les había causado su hijo Josué.

—Hola, ¿Señor Juan Gómez?

—Hola Vanya, hasta que por fin tenemos noticias tuyas, ¿Dónde habías estado?

No importa dónde he estado, lo que importa es que... quiero disculparme, me comporté como una idiota por una simple broma de adolescentes.

—No, no. No tienes que disculparte, en cambio nosotros si, lamentamos todo lo que Josué y sus amigos ocasionaron, pero ya recibieron su castigo, sólo queremos que vuelvas.

—Necesito el trabajo, pero no sé si pueda volver, sus hijos pensarán que soy poco profesional al irme de esa manera.

Ellos no dirán nada, ellos también quieren que vuelvas, por favor, ven a mi oficina mañana y hablemos.

—Está bien, allá lo veo.

La llamada se cortó bruscamente. Juan y Maru se miraron mutuamente y sonrieron, por fin, por fin habían tenido noticias de Vanya y eso los lograba alegrar demasiado, pues con el poco tiempo que la conocieron supieron que sería la niñera perfecta para la familia y no se habían equivocado, ahora lo único que deseaban era que lograran convencerla de volver y hacer que todo vuelva a la normalidad y que la vida siga como debe seguir.

—¿Crees que quiera volver? —cuestionó Maru angustiada y pensativa.

—Haré lo que pueda para convencerla, si no, tendremos que conseguir a alguien más, tal vez podamos encontrar a alguien de su nivel.

La plática entre Juan y Maru seguiría, pero fueron interrumpidos por el timbre que sonaba sin parar. Ambos salieron de la oficina y caminaban a la puerta principal de la mansión al igual que Jazz y Yadiel, quienes también escuchaban el timbre que no dejaba de sonar, por lo que poniéndose de pie del sofá, también se acercaban a la puerta.

—¿Qué sucede? —intervino Jazz confundida.

—No lo sé, quédense aquí —Juan impidió que los demás siguieran avanzando y él, junto a Yadiel se acercaron a la puerta en pasos lentos.

La abrió y para su gran sorpresa no había nadie del otro lado, pero si a lo lejos. Angie, Joaquín y Aarón, compañeros de escuela de Josué y Less se alejaban a pasó veloz después de dejar un desastre en el jardín de la familia Gómez Quiroga. Los presentes salieron y vieron con sus propios ojos lo que sucedía, la broma que les habían hecho.

—¡Maldición! —gritó Maru, desviando su mirada a los chicos que se alejaban.

El jardín estaba llenó de basura, papel higiénico, cartón y una frase pintada con pintura de aerosol negra que decía: "La vida sigue, Josué". Era claro que lo sucedido era un mensaje para el mellizo por haber dejado a Angie, quien no lo tomó para nada bien y decidió hacer una broma, había tenido a un gran maestro que le enseñó todo sobre eso para después realizarlo ella. Lo único que no quedaba claro era como Joaquín y Aarón se habían prestado para tal cosa.

—La vida sigue, entonces —río Maru y los demás empezaron a reír con ella.

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