Capítulo 10 - Parque de diversiones PARTE I.
El día que la familia Gómez Quiroga había elegido para visitar el parque de diversiones había llegado, por lo cual toda la familia se encontraba en los coches, acercándose cada vez más al lugar que tanto deseaban llegar. Cristina, la hija menor del matrimonio había invitado a sus dos mejores amigos, Samuel e Irely, quienes también iban en el auto emocionados por la invitación. Frente al volante se encontraba Juan, quien después de algunas horas de conducir ya iba muy cansado, por lo que se estacionó en la orilla de la carretera, bajó del auto para que Jazmín, la hija mayor, continuara conduciendo el resto del camino hacia el parque de diversiones.
—No vayas a chocar, hermana. Después te perderás tu cita —le dijo Dani, tomándola de los hombros.
Jazmín sonrió levemente, pues toda la semana transcurrida fue víctima de burlas en su familia por la cita que tendrá en un día. Acostumbrada a la actitud de su familia, ella se tomaba las bromas y burlas que hacían de buena manera, ella sabía que no lo hacían con mala onda, sino con felicidad.
—No le hagas caso a tus hermanas, tú conduce —comentó Juan, indicándole que arrancara el auto.
—Vámonos pues —añadió Jazmín, acomodándose en el asiento.
Una sonrisa se formó en el rostro de su hija mayor, quien prendió el auto y pisó el acelerador, acercándose aún más al parque de diversiones al que tanto añoraban llegar.
—Les diré un par de reglas que quiero que todos sigan cuando lleguemos al parque —anunciaba Maru, mirando a todos sus hijos por el espejo retrovisor del auto.
Todos sus hijos la observaron atenta, esperando las reglas que todos debían seguir. Josué y Leslie se miraron entre sí, planeando que no seguirían las reglas que su madre impusiera, a menos que fueran totalmente necesarias.
—¿Qué reglas, mamá? —preguntó Karime, posando su mirada en Maru.
—Muy bien, la primera y más importante es que no se alejen de nosotros, no quiero que nadie termine extraviado, en especial ustedes chicas —dijo Maru, refiriéndose a Dani y Cristina—. Y la segunda, no hagan que nos arrepintamos de haber venido.
Todos asintieron ante las dos reglas que había puesto la madre de familia, después de eso, un profundo silencio inundó el auto, el cual se cortó en el momento que Jazmín estacionó el auto en el parque de diversiones. Gritos provenientes de los más pequeños hicieron presencia, de lo emocionados que estaban.
Juan abrió la puerta del auto, salió y detrás de él comenzaron a salir sus hijos, quienes se quedaban quietos a la espera de sus tíos, que venían en un auto aparte.
—¡Allá vienen! —gritó Cristina señalando el auto de Jazmín, en el que venían los tíos y Miguel, el cual ya se acercaba al estacionamiento.
El auto se estacionó junto al de Juan y de inmediato Paola, Pablo, Ulises, Candy y al final Miguel, salieron del auto para reunirse con la familia Gómez Quiroga, que impaciente esperaba para entrar al parque de diversiones y comenzar con la diversión.
—¿Listos? —preguntó Paola acercándose a sus sobrinos.
Todos afirmaban que estaban listos, por lo cual caminaron detrás de Paola, quien se dirigía a la entrada del parque para comprar los boletos. Ella entregó dinero en la taquilla y le dieron una tira larga de boletos.
—¡Si! —gritaron todos los menores y corrieron dentro del parque.
—Si que están emocionados —sonrió Candy sorprendida—. Va a ser un día largo.
Los adultos caminaron detrás de los niños, quienes se dirigieron a unas bancas que se encontraban cerca de la entrada. Mirando todas las atracciones no sabían ni a cuál ir primero, por lo que decidieron que toda la familia se subiría a una.
—¿Qué les parece la casa del terror? —preguntó Less emocionada.
—No, mejor la montaña rusa —intervino Josué, señalando la gran atracción.
—Yo allí no me subo, mejor me voy a la casa del terror —añadió Less desviando su mirada de todos—. Vamos tía Candy, tú serás mi acompañante.
Candy se dejó llevar por su sobrina, pues tampoco a ella le gustaban las montañas rusas y yéndose a la casa del terror se salvaría del posible infarto que le daría si llegase a subirse a la montaña.
—Me gustan las casas del terror —habló Candy, siendo arrastrada por Less.
—¡Diviértanse! —gritó Pablo, despidiéndose.
La familia restante se miró entre sí, todos aceptaron subirse, caminando hacia allá, Karime se detuvo antes de llegar, pues un miedo la había logrado invadir a pesar de ya haberse subido a esas atracciones en varias ocasiones anteriores.
—Paso —dijo Karime alejándose de la entrada—. Tengo miedo.
—¿Karime tiene miedo? —cuestionó Dani sorprendida—. Eso si es nuevo.
—Lo siento, familia. Iré a la tienda de recuerdos —susurró alejándose de todos.
—¿Estás segura? —cuestionó Paola.
—Si tía.
Paola le entregó un poco de dinero, para que pudiera comprar algo en la tienda de recuerdos que se encontraba cerca. Toda la familia comenzó a subir a la montaña rusa, posicionándose en parejas en cada uno de los asientos.
—¡Suerte! —les gritó Karime desde lejos.
En el primer carrito de la montaña rusa se encontraba Juan y Maru, quienes hacía mucho tiempo que no subían a una atracción así de fuerte, tomados de la mano miraban hacia enfrente, deseando que los minutos pasaran rápido.
—Puedes bajarte si quieres —le dijo Juan a Maru.
—No, tenía ganas de subirme a estas cosas —sonrió Maru, tomando la mano de Juan.
Los carritos comenzaron a moverse, todas las personas que se encontraban encima de ellos empezaron a sentir un miedo a lo que les esperaba, todos los presentes se encontraban asustados, en especial el pequeño Miguel, a quien le había tocado ser compañero de carrito de Josué, el mellizo lo miraba riendo sin parar.
—Ten cuidado, Miguel. He escuchado casos donde las personas salen volando del carrito —río Josué, mirando la reacción de su primo.
Miguel abrió los ojos del asombro y miró a sus alrededores, el carrito en el que iba acompañado de Josué se acercaba a una curva.
—No digas eso, no quiero morir aquí —anunció Miguel, abrazando el asiento—. ¡Ayuda!
Fuertes gritos provenientes de las personas que se encontraban en los carritos hicieron presencia cuando la atracción aceleró la marcha, todos se agarraban fuertemente del asiento, ya que muchos habían escuchado lo que Josué había dicho para asustar a su primo. Irely comenzaba a llorar, tomando el brazo de su hermano Samuel, quien se iba burlando de ella, mientras el juego los movía bruscamente y el frío viento chocaba contra sus rostros.
—¡Vamos a morir! —se escuchó la voz de Dani.
—¡Agárrate fuerte, hermana! —Cristina sostenía el brazo de su hermana Dani.
Ulises iba acompañado de Jazmín, quienes iban riéndose de todo lo que lograban escuchar, les parecía gracioso todo lo que decían las personas ante el miedo que sentían.
—¿Escuchaste eso, sobrina? —preguntó Ulises riendo.
—Si, no puede ser —río Jazmín.
Karime miraba desde la ventana de la tienda de recuerdos, como la mayoría de su familia gritaba fuertemente en la montaña rusa, por lo cual ella evitaba reír, intentando escoger un bonito recuerdo para llevarlo a casa y colocarlo en la repisa de recuerdos de todos los viajes que habían hecho, que tenía en su habitación.
—Ese es muy bonito —añadió Less detrás de ella—. Deberías llevarlo.
—¿En serio? —preguntó Karime, volteando a verla—. ¡Por Dios!, ¿Qué le pasó a nuestra tía?
—Tuvimos que salirnos de la casa del terror a medio recorrido, estaba muerta del miedo —sonrió Leslie, tomando también ella un recuerdo.
—Recuérdame nunca volver a una de esas casas, por favor —dijo Candy, volteando bruscamente a todo su alrededor.
Las dos chicas comenzaron a reír fuertemente al ver lo asustada que estaba Candy, por lo que pagaron sus recuerdos y salieron de la tienda, acercándose al lugar por donde saldrían todos al bajar de la montaña rusa.
Candy tomó asiento en una banca, mientras Leslie y Karime sacaban sus celulares para grabar el momento en que su familia bajaba de la atracción, lo cual pasó tan sólo segundos después de comenzar a grabar; Pablo y Paola, se miraban muy tranquilos, al igual que Ulises y Jazmín, en cambio todos los demás estaban despeinados, asustados y con ganas de vomitar, incluidos Juan y Maru.
—¿Se divirtieron? —preguntaba Leslie, acercando el celular a los rostros de todos.
—Quita eso de aquí.
Josué intentaba quitarle la cámara, mientras corría al pasto a vomitar, lo mismo hizo Miguel, pues los dos se habían mareado demasiado en la atracción.
—Vamos chicos, ¿Tan rápido? —cuestionó Pablo riendo.
—Si, jamás me vuelvo a subir a una montaña rusa —comentó Miguel angustiado.
—Fue increíble, hagámoslo de nuevo —habló Cristina super emocionada.
—Las llevaré a otras atracciones, mientras los chicos se recuperan del mareo.
Paola tomó del brazo a Dani y Cristina, quienes se alejaban de todos, Irely y Samuel corrían detrás de ellas, también querían seguir divirtiéndose.
—Hubiera invitado a Angie a venir, lástima que está visitando a su abuela —dijo Leslie pensativa.
Karime se reía fuertemente, ya que había grabado el momento exacto en que Miguel y Josué vomitaron en el pasto, por lo que los dos intentaban quitarle el celular para borrar el video que los arruinaría.
—Calmados, sin pelear —añadió Juan, separando a los chicos de Karime.
Candy limpiaba la boca de su hijo Miguel, después de que él vomitara en el pasto, luego los dos se alejaron, tenía que comprarle agua a su hijo para que no se deshidratara.
—Iré con la tía Candy, necesito agua —susurró Josué, caminando detrás de Candy.
—Vuelvo en un rato, tengo que comprarle un recuerdo a Angie —mencionó Less, caminando nuevamente a la tienda de recuerdos.
—¡Espera! Voy contigo —Karime corrió detrás de ella.
La familia comenzaba a dispersarse en el parque de diversiones. Pablo y Ulises se alejaron a comprar algo para comer, mientras decidían a qué otras atracciones se subirían, por lo cual únicamente el matrimonio de la familia y Jazmín se encontraban en la banca.
—¿Estás emocionada por tu cita? —preguntó Juan, llamando la atención de Jazmín, quien estaba mirando su celular.
—Si papá —sonrió Jazmín con un poco de pena—. Ya es mañana.
—Espero sea un buen muchacho —dijo Juan serio.
—Lo es.
Maru y Juan se miraron entre sí, luego voltearon a ver a su hija, quien con una sonrisa marcando su rostro contestaba mensajes en su teléfono, de seguro de su pretendiente, ellos se sentían felices al ver a su hija feliz.
***
La tía Paola era seguida por los menores de la familia Gómez Quiroga y sus amigos, en los cuales se encontraban Dani, Cristina, Samuel e Irely, los cuales habían insistido en continuar subiéndose a atracciones, mientras los demás miembros de la familia descansaban de la fuerte sacudida que habían recibido en la montaña rusa. Los menores veían las atracciones que se encontraban alrededor, pensando a cuál le pedirían a la tía subirse, todas las atracciones les parecían increíbles a los pequeños.
—Vamos a aquella, tía —Dani señaló la rueda de la fortuna.
—¿Entonces eligen esa? —cuestionó Paola, sacando boletos de su bolsa.
—¡Vamos! —gritó Cristina comenzando a correr hacia allá.
Paola de inmediato se alarmó y corrió detrás de su sobrina, a la que siguió con la mirada hasta la fila de personas que esperaban su turno en una atracción, por desgracia la perdió de vista entre la multitud de esas personas que esperaban su turno para subir a la rueda de la fortuna. Un inmenso miedo invadió a Paola, quien acababa de perder a la hija menor de su hermano.
—¡Dios! —exclamó Paola mirando todo a su alrededor—. ¿Dónde estás, pequeña?
—¿Dónde está Cristina, tía? —preguntó Dani preocupada.
La tía Paola negaba con la cabeza, indicando que no tenía la menor idea de donde se había metido la pequeña de la familia Gómez Quiroga.
—¡¿Cristina?! —gritaba Samuel volteando a sus alrededores—. ¿Dónde estás?
Los pequeños y la tía Paola ya se encontraban demasiado asustados al haber perdido a la pequeña Cristina. De inmediato todos comenzaron a correr intentando buscar a la hija menor del matrimonio Gómez Quiroga.
—¡Cristina! —gritó Paola asustada.
CONTINUARÁ...
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