Capitulo 40
Habían pasado dos años más desde que el resto de los hermanos se habían marchado, dejando a Luther y ___ como los únicos en la academia. Aunque el tiempo parecía avanzar para todos menos para ella, el ambiente en la casa se volvía cada vez más tenso.Reginald Hargreeves había tomado una nueva decisión: casar a ___.
La noticia llegó como una bomba. ___ estaba en la biblioteca cuando Pogo entró con un sobre en la mano, acompañado de Grace, quien llevaba una expresión neutra pero claramente forzada.
—El señor Hargreeves quiere verte en su despacho, ___ —anunció Pogo, con un tono preocupado.
Ella frunció el ceño, dejando el libro a un lado.
—¿Ahora qué hizo? —preguntó, con una mezcla de sarcasmo y fastidio mientras se levantaba.
Al llegar al despacho, su padre la esperaba detrás de su escritorio, mirando con desdén un documento en sus manos.
—Te he llamado porque ya he tomado una decisión que asegurará el futuro de esta familia —dijo sin rodeos, alzando la mirada para verla directamente.
—¿Qué decisión? —preguntó ella, cruzando los brazos con una mezcla de desconfianza e irritación.
—Te casarás.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire como un golpe directo al estómago. Ella parpadeó un par de veces, pensando que había escuchado mal.
—¿Perdón? —preguntó, su voz incrédula.
—Es un matrimonio arreglado. He encontrado a alguien con influencia y recursos que será un buen aliado para la familia, la boda será en tres meses.
—No puedes estar hablando en serio —dijo, dando un paso hacia el escritorio. Sus manos temblaban, pero trató de mantener la compostura.
—Siempre hablo en serio. Es lo mejor para todos, especialmente para ti; tienes una posición que cumplir como miembro de esta familia.
—¿Cumplir? —respondió con una risa sarcástica— ¡No soy un maldito contrato comercial, ni una pieza de ajedrez para que juegues con mi vida!
—Te estás comportando de manera infantil —sentenció Reginald, con una calma irritante—. Es tu deber y lo cumplirás eres mi única hija que queda.
___ sintió cómo la rabia se acumulaba en su pecho, pero sabía que discutir con él era inútil. Se dio la vuelta y salió del despacho, dejando la puerta abierta de golpe y al cruzarse con Luther en el pasillo, este notó su rostro desencajado.
—¿Qué pasó? —preguntó preocupado.
—Nuestro querido padre decidió que mi vida ahora le pertenece del todo. Me va a casar, Luther; me va a casar con alguien que ni siquiera conozco.
La sorpresa en el rostro de Luther rápidamente se transformó en furia.
—No va a lograrlo. Te lo prometo.
Los preparativos para la reunión con la familia del chico fueron rápidos y estrictos. Reginald Hargreeves, como siempre, lo había organizado todo al detalle, asegurándose de que cada aspecto de la casa reflejara la grandeza de su apellido. Grace y Pogo supervisaban las decoraciones mientras Luther y ___ observaban desde la distancia, ambos con expresiones de disgusto.
—Esto es ridículo —murmuró ___ mientras se ajustaba el vestido que su padre había elegido para ella. Era elegante, pero apretado y lejos de su estilo.
—¿Quiénes son estas personas? —preguntó Luther, cruzando los brazos.
—Ni idea, pero seguro son igual de fríos y calculadores que nuestro padre —respondió ___ con un suspiro.
No pasó mucho tiempo antes de que los invitados llegaran. Una limusina negra se detuvo frente a la academia, y de ella descendió una familia de aspecto impecable. Liderados por un hombre alto de cabello canoso y una mujer elegantemente vestida, traían consigo un aire de superioridad que llenó el lugar y entre ellos estaba su hijo, un joven de cabello oscuro y mirada calculadora, vestido con un traje perfectamente ajustado. Parecía tener la misma edad que ___ ya que ella parecía de 16 años pero en realidad tenía 24 años y él de 18 años vamos , pero su porte y actitud daban la impresión de alguien mucho mayor.
Reginald los recibió en la entrada, acompañado por Grace, el había mentido diciendo que su hija era la menor y que en dos años será mayor pero aún así de podría cantar.
—Bienvenidos. Es un honor tenerlos aquí —dijo con una sonrisa fría, estrechando la mano del padre del joven.
—El honor es nuestro, señor Hargreeves —respondió el hombre, devolviendo el apretón con la misma frialdad.
___ y Luther permanecieron al margen, observando cómo las formalidades se desarrollaban. Sin embargo, cuando Reginald los llamó, no tuvieron más remedio que acercarse.
—Esta es mi hija, ___ —dijo Reginald, señalándola con un gesto seco—. Y mi hijo, Luther.
El joven, cuyo nombre era Christopher, extendió la mano hacia ___.
—Es un placer conocerte —dijo con una sonrisa que parecía calculada.
___ lo miró con una mezcla de desconfianza y molestia, pero por cortesía aceptó el apretón de manos.
—Igualmente —respondió, aunque sus palabras carecían de entusiasmo.
Mientras los adultos se dirigían al salón para discutir detalles del "acuerdo", Christopher se quedó con ___ y Luther. Aunque intentó entablar una conversación ligera, la tensión en el aire era evidente.
—No pareces muy emocionada con todo esto —dijo Christopher, inclinándose ligeramente hacia ella.
—¿Debería estarlo? —respondió ella, cruzando los brazos.
—Bueno, al menos somos honestos. Tampoco estoy encantado con la idea de un matrimonio arreglado, pero parece que nuestros padres piensan diferente.
Luther, que había estado observando en silencio, intervino con un tono seco.
—Tal vez deberías decírselo a tu padre, entonces.
Christopher sonrió con ironía, pero no respondió. El ambiente seguía siendo incómodo, y ___ solo deseaba que todo terminara lo más pronto posible.
—Nos conviene que nuestro hijo se case con su hija, ella aún es una niña es muy fértil tiene la posibilidad de quedar embarazada más rápido —hablo la madre de Christopher.
El comentario de la madre de Christopher hizo que ___ sintiera un nudo en el estómago. Una mezcla de asco y humillación se apoderó de ella, y por un momento, pensó que estaba a punto de vomitar. Sus dedos se crisparon sobre los pliegues de su vestido, tratando de mantener la compostura.
—Qué idea tan... repugnante —murmuró con desprecio, lo suficientemente alto como para que todos la escucharan.
Los ojos de la madre de Christopher se entrecerraron, claramente ofendida, mientras Christopher tragaba saliva, sin saber cómo reaccionar. Reginald, sin embargo, no mostró ninguna emoción. Simplemente giró la cabeza para mirarla, con una frialdad que hacía que el ambiente se sintiera aún más sofocante.
—Tu opinión no fue solicitada, ___ —dijo Reginald, cortante, como si su voz fuera una cuchilla afilada.
Ella levantó la mirada, encontrándose con los ojos de su padre. Por un instante, se sintió como una niña pequeña siendo reprendida, pero el sentimiento fue reemplazado rápidamente por una ira que le quemaba por dentro.
—Eso no cambia lo que pienso. Toda esta situación es absurda y asquerosa.
Luther, que había estado de pie junto a ella, bajó la mirada, incómodo. Sabía que debía decir algo, defenderla, pero las palabras no salieron. El peso de las expectativas de Reginald lo paralizaba.
La madre de Christopher alzó una ceja, mirando a ___ con evidente desdén.
—Qué carácter tan difícil tiene su hija, señor Hargreeves. Eso puede ser problemático en un matrimonio —comentó con una sonrisa venenosa.
Reginald no respondió de inmediato, solo la observó con una expresión de desaprobación que ___ conocía demasiado bien. Pero ella no estaba dispuesta a ceder.
—No soy un objeto ni un contrato. Y si eso es lo único que ven en mí, deberían buscar a alguien más; porque yo no pienso ser parte de esta farsa.
Con esas palabras, se levantó, empujando la silla hacia atrás, y salió del salón sin mirar atrás.
Su padre había firmado ya el contrato de matrimonio y en la cena ya anunció a todos la fecha, la boda sería en 5 meses. Pero Luther al no soportar la idea de ver a su hermana así fue al despacho de su padre.
—Padre quiero negociar contigo —dijo seguro y no titubeo en ningún momento
—Bien —lo miró de arriba y abajo— ¿Qué necesitas o cual es tu petición?.
—Iré directo al punto —suspiró— Aceptaré la misión de ir a la luna pero a cambio cancela ese matrimonio,te lo pido con todo el respeto de mundo que te tengo padre he sido el hijo más responsable y obediente a todo lo que decías
Su padre lo pensó y quedo callado viendo la actitud de su hijo, luego de Cinco minutos de tortura por fin hablo.
—Perfecto te iras en tres días y el matrimonio queda cancelado —ambos juntaron las manos dando un apretón.
El día de la partida llegó más rápido de lo que ___ esperaba, y el ambiente en la casa estaba impregnado de una mezcla de tristeza y desconcierto. Luther estaba en la entrada, con su maleta lista y el semblante serio, evitando a toda costa mirar directamente a su hermana.
___ lo buscó desesperada, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón latiendo con fuerza. Lo encontró ajustando los últimos detalles antes de marcharse.
—No te puedes ir, no me puedes dejar —dijo entre sollozos, sujetándolo del brazo con fuerza, como si eso fuera a detenerlo.
Luther apretó los labios, evitando que su propia tristeza se reflejara. Sabía que si se dejaba llevar por sus emociones, no sería capaz de cumplir con el trato.
—___, todo estará bien. Lo prometo —dijo finalmente, aunque sus palabras sonaban vacías incluso para él.
—¡No, no va a estar bien! —gritó, su voz quebrándose—. No puedo quedarme sola aquí, no después de todo lo que hemos pasado. Luther, por favor…
Él tragó saliva, apartando suavemente las manos de su hermana de su brazo.
—No estarás sola. Eres más fuerte de lo que crees.
___ negó con la cabeza, las lágrimas corriendo por su rostro.
—No soy fuerte, no sin ti. ¿Por qué estás haciendo esto? No entiendo, ¿por qué ahora? —su voz era un susurro lleno de dolor.
Luther cerró los ojos por un momento, como si buscara reunir fuerzas para responder.
—Es algo que tengo que hacer —respondió simplemente, evitando los detalles del trato que había hecho con su padre.
Ella lo miró con incredulidad, su corazón rompiéndose más con cada palabra.
—¿Eso es todo? ¿Una excusa vaga? —dijo, su tono mezclando enojo y desesperación.
Luther finalmente la miró a los ojos, con una tristeza profunda que no podía ocultar.
—Confía en mí, ___ —dijo antes de dar un paso hacia la puerta.
—¡Luther! —gritó una vez más, pero él ya se estaba alejando, con el peso de su decisión sobre los hombros.
Mientras la nave despegaba, ___ se quedó en la entrada, sintiendo cómo la soledad y el vacío volvían a apoderarse de su corazón. No entendía sus razones, pero sabía que con Luther fuera, su mundo volvía a desmoronarse poco a poco.
Pero todo era un trampa, Reginald ya había logrado eliminar a Cinco, Ben y Five ahora eliminaba a Luther de la ecuación y lograría su cometido.
El estaba en su oficina y llamo al padre de Christopher.
—La boda se realizará en mi casa, vivirán acá mi hija no saldrá de mi casa por ningún motivo —hablo serio por llamada y el padre del contrario aceptó.
—Me alegro mucho por eso así contralaremos más a su hija para que no haga algo malo o falte al matrimonio —se despidieron y ambos colgaron.
Y empezó a sonar "Todo en esta vida se paga" y Reginald pagará talvez.
Todo es un plan de él cuanto más quiere ver sufrir a mi niña, ella no lo merece.
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