Capitulo 38
El tiempo había pasado con su ritmo implacable. Diez meses de entrenamiento constante y once meses desde las dolorosas pérdidas de Ben y Cinco. Sin embargo, para ___, la ausencia de Five, quien había desaparecido hacía más de un año, seguía siendo un eco que no dejaba de resonar en su corazón.
En la piscina, ___ flotaba con dificultad, sus movimientos aún torpes pero cada vez más seguros. Luther la observaba desde el borde, con los brazos cruzados, una expresión de orgullo mezclada con paciencia en su rostro.
—Bien, estás mejorando —comentó mientras se inclinaba un poco hacia adelante—. ¿Ves? No era tan complicado.
Ella bufó, rodando los ojos mientras trataba de mantener el equilibrio en el agua.
—Sí, claro, porque flotar sin hundirme es un gran logro —respondió con sarcasmo, aunque había un atisbo de satisfacción en su tono.
Luther dejó escapar una risa suave y se metió al agua para acompañarla.
—Es más de lo que podías hacer hace unos meses, y lo sabes —dijo, nadando a su lado—. Además, no solo se trata de aprender a nadar, sino de superar tus miedos.
Ella lo miró de reojo, su semblante suavizándose un poco.
—Supongo que tienes razón... aunque no pienso agradecértelo todavía.
Luther sonrió y le salpicó un poco de agua.
—No espero que lo hagas. Solo asegúrate de no ahogarte.
La tensión que había marcado tantos meses de dolor y culpa parecía disiparse ligeramente en esos momentos, aunque la sombra de las pérdidas aún se cernía sobre ambos. Mientras el sol se reflejaba en la superficie de la piscina, ___ no pudo evitar pensar que, tal vez, poco a poco, estaba aprendiendo a respirar de nuevo.
Mientras practicaban, Luther la animaba con pequeñas instrucciones y comentarios.
—Ahora intenta mover los brazos al mismo tiempo que las piernas. No solo flotes, nada hacia mí —le indicó, retrocediendo unos metros para darle espacio.
___ frunció el ceño, insegura, pero asintió. Tomó aire y comenzó a mover los brazos y las piernas, sus movimientos algo descoordinados al principio, pero lentamente encontrando un ritmo.
—¡Eso es, sigue así! —exclamó Luther con entusiasmo—. ¿Ves? ¡Puedes hacerlo!
Ella llegó hasta él, jadeando un poco pero con una sonrisa de triunfo en los labios.
—Lo hice —murmuró, sorprendida de sí misma.
—Claro que lo hiciste —respondió Luther, dándole un leve empujón amistoso en el hombro—. Siempre has podido, solo necesitabas confiar en ti misma.
___ dejó escapar una pequeña risa, algo que no hacía desde hacía mucho tiempo. Miró el agua, viendo su reflejo distorsionado en la superficie. Por un momento, se permitió sentir una chispa de orgullo.
Sin embargo, su sonrisa desapareció cuando su mente volvió a sus hermanos.
—Ben y Cinco me habrían molestado todo el día por esto —susurró, su mirada perdiéndose en el agua.
Luther la observó en silencio por un momento antes de hablar.
—Sí, probablemente lo habrían hecho. Pero también estarían orgullosos de ti. Lo sé.
Ella asintió, tragando el nudo que se formaba en su garganta.
—Gracias, Luther —murmuró, levantando la vista hacia él—. Por no rendirte conmigo.
—Nunca lo haría —respondió con seriedad, colocando una mano en su hombro—. Somos familia, y eso significa que estamos juntos en todo.
El momento fue interrumpido por el sonido de Grace llamándolos desde el borde de la piscina.
—Es hora de que salgan. La cena está lista —anunció con su sonrisa habitual.
Ambos nadaron hasta el borde y salieron del agua, dejando atrás la calma de la piscina.
Ambos se fueron a sus habitaciones para alistarse rápido para la cena.
Mientras ___ se secaba el cabello frente al espejo, la puerta de su habitación se abrió de golpe, y Diego entró sin previo aviso, con esa típica actitud despreocupada que lo caracterizaba.
—¿No sabes tocar la puerta? —dijo ella, arqueando una ceja mientras lo miraba a través del reflejo del espejo.
—¿Y perderme la oportunidad de molestarte? Ni loco —respondió Diego con una media sonrisa, cerrando la puerta tras de sí.
Ella rodó los ojos y volvió a enfocarse en su cabello, pero sintió cómo él se acercaba hasta estar justo detrás de ella.
—¿Qué quieres ahora, Diego? —preguntó, intentando sonar molesta, aunque el ligero rubor en sus mejillas la delataba.
—Solo vine a ver cómo te iba con tus clases de natación —dijo con un tono casual, inclinándose para mirar su reflejo en el espejo—. Aunque... por lo que veo, no te ahogaste hoy. Eso es un progreso.
Ella le dio un empujón suave con el codo, pero no pudo evitar sonreír.
—Ja, ja. Muy gracioso. ¿Qué haces aquí en serio?
Diego se encogió de hombros, como si no tuviera una respuesta clara. Luego, su expresión se suavizó un poco.
—Escuché que estás mejorando. Quería felicitarte... a mi manera, claro.
___ lo miró sorprendida. Aunque solía ser sarcástico y directo, esas pequeñas muestras de interés siempre lograban desconcertarla.
—Gracias, supongo —respondió, volviendo a concentrarse en su cabello.
Diego la observó por unos segundos más antes de inclinarse un poco más cerca de ella.
—De nada. Pero deberías darte prisa o todos se van a comer la cena sin ti.
—Entonces deja de interrumpirme —replicó, dándole un leve golpe en el brazo con la toalla.
Diego soltó una risa baja, pero antes de salir de la habitación, se giró hacia ella y añadió:
—Ah, y por cierto... No te esfuerces demasiado por impresionar a Luther. Yo soy tu fan número uno, por si no lo sabías.
Ella se quedó mirándolo mientras salía, incapaz de evitar una sonrisa.
La hora de la cena llegó, y la atmósfera en la gran mesa del comedor estaba cargada con la típica tensión familiar. Cada hermano estaba inmerso en sus propios pensamientos, aunque intentaban mantener una fachada de normalidad.
___ bajó las escaleras con paso tranquilo, pero su mirada se mantuvo alerta mientras tomaba asiento al lado de Luther, quien le dedicó una breve sonrisa de aprobación. Diego, por otro lado, ya estaba sentado, y le dirigió una mirada divertida, como si recordara su breve interacción antes de la cena. Ella rodó los ojos y se concentró en su plato vacío.
Allison rompió el silencio primero.
—¿Entonces, alguien tiene algo emocionante que contar hoy? —preguntó, tratando de aliviar la tensión.
—Sí —respondió Klaus mientras servía una cantidad generosa de vino en su copa—. Sobreviví un día más sin que el viejo me grite. Es un logro digno de celebración, ¿no creen?
—No estamos aquí para celebrar tus fracasos, número cuatro—dijo Reginald con tono seco desde el otro extremo de la mesa.
El comentario de su padre hizo que todos guardaran silencio. ___ mantuvo la mirada fija en su plato, intentando ignorar el frío peso de la presencia de su padre.
—Entonces, ___ —dijo Reginald de repente, rompiendo el incómodo silencio—, ¿cómo van tus progresos fuera de las misiones?
Ella sintió todas las miradas sobre ella. Tragó saliva, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Estoy... avanzando. Luther me está ayudando con el entrenamiento.
—¿Entrenamiento? ¿Eso incluye aprender a no congelarte de miedo? —dijo Diego con un tono más sarcástico de lo necesario, aunque una leve sonrisa jugueteaba en sus labios.
—¡Diego! —reprendió Allison, fulminándolo con la mirada.
___ lo miró molesta, pero optó por no responder. En cambio, tomó su cuchillo y tenedor y comenzó a cortar la carne en su plato, ignorando el intercambio.
—Si no tienes algo útil que aportar, mejor no digas nada —intervino Luther, mirando a Diego con severidad.
—¿Qué? Solo estoy diciendo lo que todos piensan —dijo Diego con un encogimiento de hombros, pero su tono no era del todo serio.
El ambiente seguía tenso, pero Klaus, como siempre, se encargó de disipar parte de esa presión con una de sus típicas ocurrencias.
—Bueno, si me preguntan, creo que deberíamos brindar porque ___ no se ahogó hoy. ¡Salud!
Hubo un par de sonrisas reprimidas, y aunque nadie alzó su copa, el comentario logró romper el hielo momentáneamente. Reginald observó la escena con desaprobación, pero no dijo nada más.
Y si limitó a cenar en silencio en eso todos se retiraron menos Klaus qué de quedo con su hermana ___.
—¿Qué clase de coqueteo tienes con Diego? —sonrió y levantó la cejas de forma juguetona.
—Estás loco —río y en eso Klaus le paso un cigarro— Si Luther te ve te va a matar.
—Klaus no le des esas cosas —habló Ben para Klaus y este solo río.
—Déjala es libre —dijo susurrando que ella se de cuenta porque empezó a prender el cigarro.
—Ya la drogaste más de una oportunidad, basta —le advirtió Ben.
—Hasta muerto eres aburrido —hablo y rio.
—¿Qué dijiste? —preguntó ella con una sonrisa.
—Nada...no le tomes importancia pero ahora si cuéntame tu coqueteo que tienes con Diego.
___ sonrió con ironía y negó con la cabeza mientras tomaba el cigarro que Klaus le ofrecía, aunque no lo encendió. Lo giró entre sus dedos, pensativa.
—No tengo ningún coqueteo con Diego. Es... complicado —respondió finalmente, evitando mirar a Klaus directamente.
Klaus arqueó las cejas, claramente no convencido.
—¿Complicado? Por favor, hermanita, todo lo que haces grita tensión sexual no resuelta como lo que tenías con Five solo que ese era más fuerte a veces era incómodo estar con ustedes dos. Y créeme, soy experto en esas cosas —bromeó, apoyando el codo en la mesa y mirándola con una sonrisa maliciosa.
—Eres un idiota sabes con Cinco era diferente era dulce pero serio a la vez pero Five es otro tema...incluso una vez me hizo una escena cuando estaba con Ben otro día te lo cuento. —respondió ella, riendo por lo bajo.
—Tal vez, pero tengo razón. Vamos, ¿qué hay entre ustedes? ¿Algo serio o solo diversión?
___ dejó el cigarro sobre la mesa y lo miró con una mezcla de fastidio y diversión.
—Klaus, no es asunto tuyo. Además, ¿no tienes otra cosa en qué meterte?
Klaus la observó con una sonrisa pícara, pero antes de que pudiera responder, habló como si le contestara a alguien más.
—¡Oh, vamos, Ben! No estoy interfiriendo, solo preguntando. Es un derecho de hermano mayor.
___ frunció el ceño.
—¿Ben?
Klaus la miró con una sonrisa traviesa y se encogió de hombros.
—Nada importante, hermanita. Solo que incluso Ben piensa que deberías ser más honesta contigo misma.
Ella lo miró con incredulidad, tratando de descifrar si estaba bromeando o no. Finalmente, suspiró y decidió no darle más vueltas.
—Sabes qué, Klaus. Si tanto te interesa, ve y pregúntale a Diego directamente. Seguro que él también tiene una versión "divertida" para ti.
Klaus rió fuerte y se puso de pie.
—Oh, lo haré, pero no te preocupes. Guardaré tus secretos, por ahora.
La dejó sola en la mesa, con el cigarro todavía sin encender frente a ella. Soltó un suspiro, sabiendo que con Klaus nada nunca quedaba en secreto por mucho tiempo.
Klaus soltó una carcajada, apoyándose aún más en la mesa mientras la miraba con diversión.
—¡Ves! ¡Sabía que había algo! —dijo, señalándola con un dedo acusador—. ¿Una escena de celos? Eso suena como una historia que quiero escuchar. Vamos, suelta los detalles, hermanita.
___ negó con la cabeza, fingiendo molestia mientras seguía jugando con el cigarro entre los dedos.
—No fue una escena de celos... exactamente —dijo finalmente, con una sonrisa nostálgica—. Pero sí fue raro. Estaba con Ben en la biblioteca, solo estudiando, y Five apareció de la nada. Se quedó parado ahí, mirándonos, y luego dijo algo como: "¿No tienes nada más que hacer, Ben? Seguro que ___ puede estudiar sola".
Klaus soltó otra carcajada, golpeando la mesa con la mano.
—¡Eso es oro puro! Five, el pequeño gruñón, actuando como un novio celoso. ¿Y qué hizo Ben?
___ se encogió de hombros, aunque no podía evitar reírse también.
—Ben solo lo miró como si estuviera loco y siguió leyendo. Yo intenté ignorarlo, pero Five se quedó ahí, cruzado de brazos, mirándonos como si estuviera esperando que Ben se fuera. Fue... incómodo, pero también un poco tierno.
Klaus se llevó las manos a la cara, riendo aún más fuerte.
—¡Sabía que ese enano tenía algo contigo! Siempre tan serio, pero cuando se trataba de ti, se volvía humano.
___ sonrió, aunque esta vez la risa se desvaneció un poco al recordar a Five.
—Era complicado...sabes bien que escogí a Cinco antes que él—murmuró, mirando el cigarro en su mano.
Klaus notó el cambio en su tono y decidió suavizar el ambiente.
—Bueno, Five puede haber sido complicado junto al situación que escogiste a Cinco, pero al menos Diego no es tan sutil. Así que, hermanita, ¿cuándo vas a admitir que tienes algo con él?
Ella le lanzó una mirada de advertencia, pero esta vez no pudo evitar reír un poco más.
—Cállate, Klaus.
—Nunca —respondió él, riendo mientras se recostaba en su silla, satisfecho por haber conseguido al menos una pequeña sonrisa de su hermana.
Creen que ella amo a Cinco o no? Porque ella tiene el recuerdo de Five todavía y ahora está en algo con Diego.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro