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Capitulo 36





La alarma de misiones estaba sonando y todos se preparaban lo más rápido posible.

____ se miró al espejo y se puso él antifaz y salió disparada de su habitación. Ella había sido la primera en llegar

____ llegó al centro de operaciones, donde la alarma seguía sonando con insistencia. El sonido resonaba por toda la mansión, haciendo que el ambiente se sintiera más tenso de lo habitual. Ella se quedó inmóvil por un momento, observando las pantallas que mostraban la ubicación del objetivo. Su respiración era rápida, pero intentó calmarse.

Pronto, sus hermanos comenzaron a llegar uno por uno. Luther entró ajustándose el traje, con su semblante serio como siempre.

—¿Eres la primera en llegar? —preguntó, mirándola sorprendido.

Ella asintió sin decir una palabra, aún concentrada en las imágenes de las pantallas.

—Bien. Prepárense todos, el objetivo es claro —interrumpió Reginald entrando al cuarto, con su presencia imponente haciendo que todos se tensaran.

Klaus llegó unos segundos después, con una actitud más relajada de lo que la situación ameritaba, pero al ver a su hermana, su expresión cambió. Sabía que algo en ella no estaba bien, pero no dijo nada.

—¿Qué hacemos, padre? —preguntó Diego, afilando sus cuchillos mientras esperaba órdenes.

Reginald señaló las coordenadas en las pantallas.

—Hay un grupo de criminales que están amenazando la ciudad. Su misión es eliminarlos y asegurar el lugar. Número Uno, liderarás la operación. Número Ocho, mantente en la retaguardia hasta que sea necesario.

Las palabras de su padre la hicieron apretar los puños. Sabía que, después de lo ocurrido, no la consideraba lo suficientemente fuerte para enfrentarse al peligro directamente.

—Entendido —respondió Luther, aunque notó la incomodidad de su hermana.

Todos comenzaron a salir, listos para la misión. Sin embargo, ____ no pudo evitar sentir el peso de las miradas de su familia, especialmente la de su padre, que parecía evaluar cada uno de sus movimientos con desdén.

Mientras subían al vehículo, Klaus le susurró:

—Oye, no hagas caso a lo que dice. Eres más fuerte de lo que él cree.

Ella lo miró y asintió, agradecida por sus palabras, pero sabía que demostrar su valía sería más difícil que nunca.

La misión fue intensa desde el principio. El equipo se infiltró rápidamente en el edificio donde los criminales se habían refugiado, un complejo de oficinas abandonadas en las afueras de la ciudad. Todo estaba en silencio, con solo el sonido de sus respiraciones y los pasos rápidos de los miembros de la familia avanzando por los pasillos oscuros.

Luther lideraba la carga, siempre al frente, con su imponente figura, mientras que Diego y Klaus se movían de manera sigilosa, buscando cualquier amenaza en las sombras. ____ caminaba junto a ellos, manteniéndose lo más alejada posible de la acción directa, como su padre había ordenado. Pero el aire estaba pesado, y el miedo era palpable.

Cuando llegaron a la sala central, un grupo de criminales los esperaba, armados hasta los dientes. Los disparos comenzaron de inmediato, y el caos se desató. Luther y Diego abrieron fuego, mientras Klaus usaba su habilidad para desorientar a los enemigos con palabras y movimientos impredecibles.

Pero en medio de la batalla, algo se rompió dentro de ____.

Una ráfaga de disparos pasó cerca de ella, y por un momento, el mundo se ralentizó. La visión se le nubló, y el sonido de los disparos comenzó a desdibujarse, transformándose en un zumbido distante. Sentía el peso de sus propios latidos en su pecho, como si estuviera atrapada dentro de su cuerpo, incapaz de moverse o reaccionar.

En un instante, uno de los enemigos, con una mira precisa, la apuntó directamente. ____ no lo vio venir, pero el rifle de asalto del criminal estaba apuntando hacia ella. El miedo se apoderó de su cuerpo, una oleada de pánico la inundó, y sus piernas comenzaron a temblar. Su mente entró en un estado de parálisis, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo.

Las imágenes de la misión se distorsionaron y sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su respiración entrecortada. Su pulso aumentó, y las paredes de la habitación parecían cerrarse a su alrededor. No podía moverse, no podía respirar con normalidad, y el frío sudor recorría su frente ella recordó en ese instante de peligro como actuaba hace un año atrás y enfrentaba al ladrón.

—¡___! ¡Muévete! —gritó Luther desde otro lado de la sala, pero su voz llegó apagada y distante.

No pudo hacer nada. La ansiedad la envolvía por completo. En su mente, veía el cañón del arma apuntando hacia ella, y en su corazón, sentía el peso de la impotencia. Solo había oscuridad y miedo.

De repente, el sonido de un disparo la despertó del trance. Pero no era el disparo que esperaba. Diego, con su habilidad para manipular los cuchillos tiró uno hacia el ladrón matado, había intervenido en el momento exacto.

El proyectil pasó por encima de ella, rozando su oreja, y el tiempo pareció volver a su cauce. Sin embargo, ____ seguía paralizada, sin ser capaz de reaccionar de inmediato. Luther, al darse cuenta de lo que sucedía, corrió hacia ella y la cubrió con su cuerpo, protegiéndola del posible siguiente ataque.

—¡Vamos, respira! —le ordenó, sosteniéndola con firmeza, intentando evitar que el pánico la consumiera por completo.

Pero ____ no podía. Su mente seguía atrapada en ese espacio entre el miedo y la parálisis, incapaz de regresar a la batalla o hacer frente al peligro que aún rondaba.

____ Sammy Hargreeves

Había llegado llorando a casa, me encerré en mi habitación y escuche a Luther y Diego discutiendo afuera.

—Qué esperas en ir a decirle las verdades a ese viejo —hablo Diego enojado.

—Sabes que no puedo si —dijo Luther también enojado.

—Claro el perfecto número uno nunca puede hacer nada por su equipo —dijo furioso— Ella se está muriendo por dentro y lo que te importa a ti es ser perfecto y sobresalir ante todos.

—Cállate Diego tu no sabes nada, absolutamente nada —habló furioso y se quiso tirar encima.

Lo joven no soporto y salió de su habitación llorando y sobre todo estaba realmente enojada.

—Dejen de pelear por una puta vez en su vida, malditos dementes

El grito de ___ resonó por toda la casa, deteniendo de inmediato la discusión que había escalado entre Luther y Diego. Las palabras de su hermana parecían haber detenido el tiempo, y ambos se quedaron en silencio por un momento. Ella estaba en la puerta, con la cara bañada en lágrimas y el cuerpo tembloroso por la rabia y la frustración acumulada.

—No tienes idea de lo que estás diciendo —dijo Luther, pero su tono ya no era tan seguro. Sabía que la situación había ido demasiado lejos.

___ respiró profundamente, intentando calmarse, pero la presión en su pecho era demasiado. Había guardado tanto dentro de sí misma, tanto dolor, y lo único que podía hacer en ese momento era explotar.

—¿Sabes lo que pasa, Luther? —su voz temblaba, entre la rabia y el llanto— No te importa, ¡nunca te ha importado! Te preocupas más por ser el hermano perfecto que por ayudar a los que realmente necesitan algo de ti.

Luther la miró, sus ojos llenos de un remordimiento que no había mostrado antes. Intentó acercarse, pero ___ dio un paso atrás, el miedo y el dolor que sentía de todo lo que había sucedido a lo largo de los años, el abuso y la falta de apoyo, se reflejaron en su mirada.

—No entiendo cómo puedes ser tan ciego —continuó, el enojo superando su tristeza— Papá nos ha hecho mierda. Nos ha hecho creer que nunca vamos a ser suficientes. Y tú, siempre te pones del lado de él, del lado del que nunca ha dado un carajo por nosotros.

Diego estaba quieto, observando el intercambio, con la cabeza gacha y los puños apretados. Sabía que la tensión estaba a punto de romperse, y el dolor de ver a ___ tan destrozada lo hacía sentirse impotente. Pero no dijo nada. No podía.

___ caminó hacia su habitación, intentando salir de la tensión que se había acumulado en la sala. Su corazón latía con fuerza, y sus ojos estaban llenos de rabia y desesperación.

—Te odio, te odio tanto —murmuró entre sollozos antes de cerrar la puerta de golpe detrás de ella.

El sonido del impacto fue el último eco en la casa. Dentro de su cuarto, ___ se derrumbó en el suelo, abrazándose a sí misma, sin saber cómo hacer frente a todo lo que sentía. La confusión, el dolor, la soledad. La sensación de estar atrapada en una familia rota, que nunca la había entendido. Y a pesar de todo, seguía luchando por algo que ya no sabía si valía la pena.

Fuera de la habitación, Luther y Diego se quedaron de pie en silencio, ambos conscientes de la fractura que ahora los separaba aún más de su hermana.

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