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Capitulo 33





La pulsera compartida con Ben teñida con la sangre de ella era la muestra del profundo dolor de su alma.

Nadie podía ayudarla, todos estaban en su mundo. Al desmayarse por la pérdida de sangre, su cuerpo se hundió más en el agua cubriendo su agua, era el propósito de alguna manera tenía que morir o eso pensaba ella.

—___ —dijo Luther tocando la puerta de su habitación y no recibió respuesta alguna— Sé que estas ahí —guardó silencio esperando respuesta o al menos sentir un sonido proveniente de adentro.

Supuso qué estaba dormida y empezó a a caminar directo a asu habitación pero la sensación que algo no estaba bien se instaló en su pecho y giro la cabeza a la habitación de su hermana.

Camino con seguridad y miedo a la puerta otra vez y no recibió respuesta, el pánico se apoderó de él y gracias a su poder pudo abrir la puerta de la habitación.

Su mirada recorrió toda la habitación buscando con la mirada a ___ pero no estaba, vio el frasco de las pastillas abierto al igual que el cajón del escritorio.

Desesperado pero intentando mantener la calma observó bien y vio la puerta del baño entre abierta, ella siempre cerraba la puerta de este y paso a paso se acercó hasta abir la puerta.

Luther abrió la puerta del baño con un temblor en las manos que no pudo controlar. Su corazón parecía detenerse al ver la escena ante él. ___ estaba sumergida en la bañera, con el agua teñida de un rojo pálido que era imposible ignorar. Su cuerpo parecía frágil, casi irreal, y su pulsera compartida con Ben brillaba a través del agua, como un símbolo de todo el dolor que cargaba.

—¡___! —gritó, corriendo hacia ella. Su voz resonó como un eco desesperado en el pequeño espacio. Sin pensarlo, metió las manos en el agua, levantándola con cuidado, me quito el cabello del rostro de su hermana. Su piel estaba fría, su pulso apenas perceptible.

El pánico lo invadió. Sabía que no podía perderla, no después de haber perdido ya a Cinco y a Ben en la misión y más antes Five que se había escapado por la terquedad de viajar en el tiempo. Luchando contra el nudo en su garganta, salió corriendo del baño con ella en brazos. Su voz grave resonó en la mansión mientras gritaba:

—¡Pogo! ¡Grace! ¡Necesito ayuda!

Su grito despertó a todos. Klaus y Diego fueron los primeros en aparecer, sus rostros llenos de confusión y alarma.

—¿Qué pasó? —preguntó Diego, corriendo hacia él.

—Intentó... —Luther no pudo terminar la frase; las palabras se le atoraron en la garganta mientras miraba el rostro pálido de su hermana.

Klaus se quedó congelado, su mirada fija en la pulsera teñida de sangre y la muñeca que aun goteaba sangre. Algo dentro de él se rompió al reconocer lo que esa pulsera significaba.

Grace apareció de inmediato, con su rostro sereno pero eficiente. Tomó a ___ de los brazos de Luther y comenzó a revisar sus signos vitales.

—Aún tiene pulso, pero es débil —dijo Grace con calma, mientras la colocaba en posición para atender sus heridas—. Necesitamos actuar rápido.

Luther se quedó de pie, su cuerpo rígido por la culpa y el miedo. Mientras Grace trabajaba para estabilizar a ___, las palabras de su padre resonaron en su mente: "La familia debe ser fuerte, ningún error será aceptado" . Pero ahora, sentía que todo se desmoronaba.

Diego le dio una palmada en el hombro.

—No podemos perderla, ¿me oyes? No después de todo esto.

Luther asintió, apretando los puños con fuerza. Sabía que tenían que protegerla, no solo físicamente, sino también del vacío que los estaba consumiendo a todos. La pérdida de Ben, Cinco y Five había dejado heridas profundas, pero perderla a ella sería el golpe final.

El silencio en el pasillo era abrumador, apenas interrumpido por los pasos ocasionales de Grace o Pogo que entraban y salían de la enfermería. Los chicos permanecían afuera, cada uno lidiando con su miedo e incertidumbre de maneras diferentes.

Allison estaba sentada en una de las sillas de madera, mirando fijamente la pared. Sus uñas tamborileaban nerviosas contra su rodilla, un reflejo de la ansiedad que sentía pero no podía expresar en palabras.

Diego, por su parte, caminaba de un lado a otro, sus manos apretadas en puños. Cada paso resonaba en el suelo de madera, un eco de su frustración y de su necesidad de hacer algo, cualquier cosa, para ayudar.

Klaus estaba sentado en el suelo, con la espalda contra la pared, abrazándose las rodillas. Su mirada perdida en algún punto del techo, susurrando cosas inaudibles que solo él podía entender. Quizá estaba hablando con Ben, o tal vez solo con su propia culpa.

Luther estaba de pie, apoyado contra la pared frente a la puerta de la enfermería. Su cuerpo parecía una estatua, rígido y tenso, pero sus ojos traicionaban la tormenta interna. No podía dejar de pensar en lo que había encontrado en el baño.

Entre las sombras, Vanya observaba a todos con el ceño fruncido. No se había atrevido a acercarse ni a decir nada. Sabía que, de alguna forma, siempre era la que quedaba al margen, pero esta vez el peso de la tragedia se sentía diferente. Había algo en la atmósfera que no podía explicar, una tristeza tan palpable que parecía impregnar el aire.

—¿Por qué no dicen nada? —murmuró Klaus de repente, rompiendo el silencio con su voz temblorosa—. Mamá lleva horas ahí dentro.

—Está haciendo lo mejor que puede —respondió Diego, aunque su tono traicionaba su propia desesperación.

—¿Y si no es suficiente? —preguntó Allison, su voz apenas un susurro, como si temiera que decirlo en voz alta pudiera convertirlo en realidad.

Luther cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. Sentía el peso de la responsabilidad como un yunque sobre sus hombros. Él había sido quien la encontró, pero no había sabido protegerla antes de que llegara a ese punto.

—Tiene que ser suficiente —dijo finalmente, su voz firme pero quebrada por el miedo.

Justo en ese momento, la puerta de la enfermería se abrió lentamente. Grace salió con una expresión serena, pero había algo en su mirada que no tranquilizaba del todo.

—Ella está estable —dijo, mirando a los chicos—, pero necesitará tiempo para recuperarse. Y cuidado.

Un suspiro colectivo llenó el pasillo, pero nadie se atrevió a hablar. Luther fue el primero en dar un paso adelante.

—¿Podemos verla?

Grace asintió con suavidad.

—Uno a la vez. No quiero que se sienta abrumada.

Luther miró a los demás antes de entrar. Cerró la puerta detrás de él, encontrándose con la figura frágil de ___ en la cama. Su rostro estaba pálido, pero su respiración era estable.

—No voy a dejar que esto vuelva a pasar —murmuró para sí mismo mientras se acercaba a su lado, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, el peso del mundo estaba realmente sobre sus hombros.

El se acercó poco a poco a la camilla donde estaba recostada su hermana, paso a paso se acercó a ella

—___, lo siento tanto... —murmuró Luther con voz quebrada mientras se sentaba junto a la camilla. Observó su rostro pálido, las sombras bajo sus ojos que reflejaban el dolor y la lucha interna que había enfrentado sola. Se sentía impotente, incapaz de haberla protegido cuando más lo necesitaba.

Apretó suavemente su mano, evitando tocar la pulsera manchada de sangre, un recordatorio físico de su intento desesperado por huir del dolor.

—Te prometo que no volverás a sentirte sola, ¿me oyes? —su voz era baja, casi como un susurro, pero cargada de determinación—. Esta vez voy a hacer las cosas bien.

Ella movió ligeramente los dedos, un gesto débil, pero suficiente para que Luther supiera que lo había escuchado.

—Descansa, ___ —continuó, sus ojos llenos de lágrimas que se negaba a dejar caer—. Cuando despiertes, estaremos todos aquí. Siempre.

Salió afuera de la enfermería y sus hermanos lo abordaron.

—Está estable...necesita descansar es la indicación de Pogo y de Grace —dijo Luther tratando de mantenerse firme.

—¿Estable? —preguntó Diego, dando un paso hacia él, su tono lleno de frustración—. Eso no explica por qué llegamos a esto, Luther.

—Diego, cálmate —intervino Allison, poniendo una mano en su brazo para detenerlo—. Lo importante ahora es que está viva.

—¡Pero apenas! —replicó Diego, apartando la mirada.

—No podemos cambiar lo que pasó, pero sí lo que viene —dijo Luther, respirando profundamente para mantener la calma—. Pogo y Grace dijeron que necesita descanso, y nosotros tenemos que asegurarnos de que lo tenga.

—¿Y luego qué? —preguntó Klaus, cruzando los brazos mientras trataba de ocultar el temblor en su voz—. ¿Fingimos que todo está bien? ¿Que esto nunca pasó?

—No, Klaus —dijo Luther, su voz baja pero firme—. No podemos ignorar lo que pasó. Ella llegó al límite porque no vio otra salida ha perdido personas importantes que ninguno de nosotros podrá reemplazarlos; sin embargo es nuestra responsabilidad asegurarnos de que sepa que no está sola.

—Y, ¿cómo se supone que hacemos eso? —preguntó Diego, claramente escéptico—. Somos un desastre, Luther. ¿Cómo vamos a ayudarla si ni siquiera podemos ayudarnos a nosotros mismos?

—Empezamos con pequeños pasos —interrumpió Allison, su tono sereno pero decidido—. Estando presentes, escuchándola, apoyándola en lo que necesite.

Klaus suspiró profundamente, mirando al suelo antes de murmurar:

—No sé si será suficiente, pero... supongo que no tenemos otra opción.

—Será suficiente —dijo Luther, con más determinación que antes—. Tiene que serlo.

El silencio se instaló entre ellos por unos instantes. No había respuestas fáciles ni soluciones inmediatas, pero estaban juntos. Y por primera vez, cada uno de ellos entendía lo que eso realmente significaba.

Basta 😭😭

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