Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 26





Bajé las escaleras y Pogo me busco diciendo que tenía que entrenar con Luther ya que fue el único que se ofreció entrenar conmigo, a lo cual me ofendía bastante porque mi novio, ni me mejor amigo se ofrecieron.

—¿Estás enojada? —me preguntó Cinco, mientras que yo me hacía una coleta.

—No —respondí y me mire en el espejo antes de ir a la sala de entrenamiento.

—Vamos se que estás enojada —me dijo y yo me pase de largo, me tomó suavemente del brazo y me jalo hacía él.

—Si lo sabes para que preguntas —respondí de mala gana y intenté soltarme pero no me dejo ya que me tomó de la cintura más fuerte— Suéltame —le dije amenazante.

—Amor, perdón —susurró Cinco con un tono que no había escuchado antes, uno lleno de arrepentimiento.

Intenté mantener mi mirada dura, pero algo en sus ojos me hizo dudar. Su cercanía, el calor de su mano en mi cintura, y el susurro de su voz empezaron a desmoronar mi enojo.

—¿Por qué no te ofreciste a entrenar conmigo? —le pregunté finalmente, mi voz temblando entre molestia y tristeza.

—Porque sabía que sería peor para ti —respondió con honestidad, mirándome fijamente—. No soy el más paciente, y tú... tú necesitas a alguien que te apoye, no que te presione.

Fruncí el ceño, tratando de procesar sus palabras.

—¿Y Ben? —le espeté—. Ni siquiera él...

—Ben pensó lo mismo aparte el no le gusta lastimarte, odia eso de los entrenamientos—interrumpió Cinco, acariciando mi mejilla suavemente—. Pero eso no significa que no nos importe. Solo queremos lo mejor para ti, aunque a veces no lo hagamos de la mejor manera.

Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo mi enojo se desvanecía lentamente, dejando lugar a una mezcla de frustración y tristeza.

—No quiero entrenar con Luther —admití finalmente, dejando caer los brazos a los costados—. Él siempre actúa como si supiera todo, y yo... no quiero sentirme más débil de lo que ya me siento, aparte me cae mal y tus lo sabes

—No eres débil —dijo Cinco con firmeza, sosteniéndome el rostro con ambas manos para obligarme a mirarlo—. Eres fuerte, más de lo que crees. Pero también eres humana, y está bien sentirte así a veces y no le hagas caso a Luther es un idiota pero se que algún día aprenderás a llevarte bien con él.

—Eso no ayuda mucho ahora... —susurré, evitando su mirada.

—Entonces dame una oportunidad para ayudarte —dijo, con una sonrisa apenas visible—Ben y yo iremos a verte entrenar con él y si pasa algo pues detenemos el entrenamiento.

—Si claro, como si Luther fuera a aceptar detenerlo —le dije, entrecerrando los ojos con escepticismo.

—¿Y quién dijo que necesitaríamos su permiso? —respondió Cinco con una sonrisa traviesa antes de inclinarse y besarme suavemente.

Su beso era la mezcla perfecta de ternura y determinación, como si intentara asegurarme que todo estaría bien, aunque todavía dudara. Me dejó sin palabras por un momento, pero no pude evitar responder.

—Eres un tramposo —murmuré contra sus labios cuando nos separamos, pero mi tono ya no tenía rastro de enojo.

—Y tú me amas por eso —dijo con una confianza que casi me hizo reír, pero opté por rodar los ojos en su lugar.

—Lo pensaré —respondí, tratando de sonar indiferente, aunque la sonrisa en mi rostro lo traicionaba.

—Perfecto, eso me basta —dijo con satisfacción antes de tomar mi mano—. Vamos, no quiero que Pogo te regañe por llegar tarde —tomé la toalla y mi botella de agja

Con un suspiro resignado, lo seguí hacia la sala de entrenamiento. Al menos con Cinco y Ben cerca, sentía que podría soportar cualquier cosa, incluso a Luther y su actitud arrogante.

Llegamos a la sala de entrenamiento, donde Ben ya nos esperaba. Su sonrisa amable me recibió, pero su mirada me estudiaba con cuidado, como si intentara leer algo que yo no decía en voz alta.

—¿Estás bien? —me susurró mientras nos acercábamos.

—Sí, todo bien —mentí, esforzándome por sonar despreocupada. No quería preocuparlo, ni a él ni a nadie, aunque la confusión seguía en mi mente como un eco persistente de algo que no lograba recordar.

Ben alzó una ceja, claramente poco convencido, pero no insistió.

—Klaus me dijo que... estabas rara —añadió en voz baja, mirándome fijamente, como si intentara encontrar la verdad en mis ojos.

—Klaus siempre exagera —respondí con una media sonrisa, intentando restarle importancia.

—¿Segura? —preguntó, dando un paso más cerca.

Cinco se cruzó de brazos a mi lado y lanzó un leve suspiro, Ben se cayó y solo me sonrió.

—Es hora —los tres miramos a Luther calentando.

—No se cansa nunca —bufe y mire a ambos.

—Aparentemente no —Ben lo miró y alzó los hombros para mirarme a mi— Lo harás bien —me dio ánimos y suspiré.

—Confío en ti, corre demuéstrale qué puedes —Cinco me sonrió y yo empecé a avanzar lento.

Tenía miedo Luther era demasiado exigente, seguía las órdenes de papá al pie de la letra y los entrenamientos para mí que daba papá no eran fáciles qué me dejaban mentalmente y físicamente agobiada.

—No tengo todo el día... número ocho —mencionó burlón— Vamos peleemos, papá dijo que hay que incluir poderes... Chica del clima —dijo la último con un tono demasiado burlón.

Respiré hondo mientras escuchaba las palabras de Luther, intentando ignorar el apodo que utilizó. Sabía que lo hacía para provocarme, pero no podía dejar que eso me afectara.

—¿Chica del clima? —repetí, arqueando una ceja—. ¿Es lo mejor que tienes, Luther? Porque si es así, esto será más fácil de lo que esperaba.

Vi cómo su sonrisa burlona se desvanecía un poco, y eso me dio una pizca de confianza. Miré de reojo a Ben y Cinco, quienes observaban con atención desde el borde de la sala.

—Bien, si quieres hablar, hazlo mientras peleamos —dijo él, poniéndose en posición—. O mejor aún, déjame ver si puedes mantenerte de pie más de cinco minutos.

Tragué saliva y di un paso adelante. Sentía el peso de las expectativas, pero también la presión de no defraudarme a mí misma. Tenía que demostrar que no era débil, aunque por dentro estuviera llena de dudas.

El primer ataque de Luther fue rápido, casi demasiado para reaccionar. Logré esquivarlo por poco, pero sentí la ráfaga de aire al pasar su brazo cerca de mi rostro.

—¿Eso es todo? —le pregunté, intentando sonar segura, aunque mi corazón latía con fuerza.

—Solo estoy calentando —respondió, avanzando de nuevo hacia mí.

Mientras él lanzaba un nuevo ataque, recordé las palabras de Cinco: "Confío en ti". Me llené de determinación y me enfoqué, buscando un momento para usar mi poder. Con un giro rápido, creé una ráfaga de viento que lo hizo retroceder unos pasos.

—Eso es lo que quería ver —dijo Luther, sonriendo con un toque de orgullo—. Pero tendrás que hacer más que eso para vencerme.

La batalla continuó, con cada movimiento desafiándome más. Sabía que no sería fácil, pero no estaba dispuesta a rendirme. Desde el borde, pude escuchar la voz de Ben alentándome, y eso me dio la fuerza para seguir luchando.

Luther fue demasiado rápido. Aunque di todo de mí, esquivé cada golpe que pude y usé mi poder hasta quedar exhausta, él seguía un paso adelante. Su fuerza, su resistencia, su entrenamiento eran aplastantes, y yo lo sabía.

Con un último giro intenté usar otra ráfaga de viento para desequilibrarlo, pero Luther anticipó mi movimiento. Antes de que pudiera reaccionar, me bloqueó el paso con su brazo y me lanzó al suelo con un movimiento calculado.

El impacto me dejó sin aire. Sentí el frío del piso y un peso aplastante en el pecho. Mi visión se nubló por un segundo, pero la frustración quemaba más que el dolor físico.

—Eso es todo, número ocho —dijo Luther, mirándome desde arriba con una mezcla de superioridad y lástima—. No puedes depender siempre de tus poderes. Aprende a luchar de verdad.

Quería responderle, pero las palabras no salían. Sentía un nudo en la garganta, no solo por la derrota, sino porque sabía que, en el fondo, él tenía razón.

Ben y Cinco corrieron hacia mí. Ben se arrodilló a mi lado, preocupándose por mi estado, mientras Cinco le dirigía una mirada fulminante a Luther.

—¿Era necesario ser tan duro? —espetó Cinco, con los puños apretados.

—No fui duro —respondió Luther, cruzándose de brazos—. Solo le estoy enseñando lo que papá quiere que aprenda.

—¡No eres papá! —gritó Cinco, acercándose a él—. No tienes derecho a tratarla así.

—Cinco, ya basta —murmuré, todavía en el suelo. Mi voz sonaba débil, pero no quería que las cosas empeoraran—. Él solo hizo lo que tenía que hacer.

Ben me ayudó a levantarme, pero mis piernas temblaban. Me sentía pequeña, derrotada, y lo peor era que ellos lo sabían.

—Lo siento, chicos —murmuré, evitando sus miradas. Sin esperar respuesta, salí de la sala tambaleándome, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.

Me odiaba por haber perdido. Me odiaba por no ser lo suficientemente fuerte. Pero, más que nada, odiaba esa sensación de vacío, esa duda persistente: ¿Algún día seré lo que esperan de mí?

Fui a mi habitación llorando y me senté en mi cama en eso ingreso Ben qué cerró la puerta y me miró.

—Vete por favor —dije mientras las lágrimas bajaban de mi rostro— Soy una tonta débil, ahora papá me va a castigar.

Ben no se movió. Se quedó ahí, mirándome con esa mezcla de preocupación y tristeza que siempre me hacía sentir aún más vulnerable. Dio un par de pasos hacia mí, pero yo aparté la mirada, abrazándome las piernas.

—No digas eso —susurró, acercándose hasta sentarse a mi lado—. No eres débil, y mucho menos tonta.

—¡Lo soy! —grité, levantando la cabeza para mirarlo con furia—. No puedo ni siquiera ganar una pelea con Luther. Papá tenía razón al decir que soy una decepción.

Ben suspiró y negó con la cabeza. Su voz era suave, pero firme:

—Papá siempre dice cosas así porque quiere controlarnos, porque quiere que creamos que nunca somos suficientes. Pero tú... tú eres más que eso.

—¿Más? —reí entre lágrimas, una risa amarga que me dolió en el pecho—. No soy más que un experimento fallido. Un poder que no puedo controlar. Un...

Antes de que pudiera terminar, sentí cómo Ben me tomaba de la mano. Su toque era cálido, reconfortante.

—Eres mi hermana, y eres increíble —dijo, con una leve sonrisa—. ¿Recuerdas cuando salvamos a Klaus de aquella vez que se quedó atrapado en su propio desastre? ¿O cuando ayudaste a Vanya a superar su miedo de fallar al tocar el violín? Tú eres el pegamento que mantiene esto unido, aunque no lo veas.

—Eso no cuenta en los entrenamientos —respondí, con la voz rota.

—No todo se trata de los entrenamientos —dijo, serio por primera vez—. Papá nos ha hecho creer que solo valemos por nuestras habilidades, pero tú eres más que eso. Mucho más.

Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora no eran solo de tristeza. Me sentí entendida, aunque una parte de mí aún dudaba.

—Gracias, Ben —murmuré, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano—. Pero no puedo evitar sentir que siempre voy a fallar.

—Fallamos todos, hermana —dijo, levantándose y dándome la mano para que hiciera lo mismo—. Pero eso no te define. Lo que importa es lo que haces después.

Me quedé mirando su mano, dudando un momento antes de tomarla, en su muñeca vi la pulsera del yin-yang qué compartíamos y sonreí leve al ver que el miró también mi pulsera. Ben siempre sabía qué decir, siempre sabía cómo hacerme sentir que, aunque el mundo se estuviera derrumbando, no estaba sola en eso ingreso Cinco.

—¿Interrumpo algo? —preguntó Cinco con su tono sarcástico habitual, cruzando los brazos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

Ben rodó los ojos y me soltó la mano suavemente antes de girarse hacia él.

—No, solo estoy tratando de que tu novia deje de pensar que es una "decepción" —respondió Ben, con un leve toque de reproche en su voz.

—¿Decepción? —repitió Cinco, frunciendo el ceño mientras caminaba hacia mí. Su expresión pasó rápidamente de sarcasmo a seriedad al ver mis ojos aún hinchados por las lágrimas—. ¿Quién te hizo pensar eso?

Bajé la mirada, incapaz de responder. Cinco se arrodilló frente a mí, tomando mis manos entre las suyas con una ternura que rara vez mostraba frente a los demás.

—Mírame —me pidió con firmeza, pero su voz estaba cargada de preocupación. Lentamente levanté la mirada y me encontré con sus ojos intensos—. Tú no eres una decepción. No para mí, no para Ben, y definitivamente no para ti misma.

—Pero perdí... —susurré, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con volver.

—¿Y qué? —interrumpió Cinco, su tono ahora desafiante—. Luther no es invencible, solo es un idiota con músculos. El hecho de que lo enfrentes una y otra vez, sabiendo lo difícil que es, demuestra más fuerza que cualquier otra cosa.

—Cinco tiene razón —intervino Ben, con una pequeña sonrisa—. Te subestimas demasiado.

—Es fácil para ustedes decirlo... —murmuré, mirando nuestras pulseras—. No tienen que lidiar con el miedo constante de perder el control de sus poderes, o de decepcionar a papá...

—Papá no importa —dijo Cinco rápidamente, su tono duro. Luego, suavizó su expresión al notar mi reacción—. Lo único que importa aquí eres tú. Si no puedes hacerlo por ti misma ahora, hazlo por nosotros, porque nosotros creemos en ti.

Ben asintió, colocando una mano en mi hombro.

—Siempre vamos a estar aquí, sin importar qué pase.

Miré a ambos, mi corazón latiendo más rápido al sentir esa conexión con ellos. Cinco y Ben, mis pilares, de maneras tan diferentes pero igual de esenciales.

—Gracias... —murmuré, dejando escapar un suspiro mientras una sonrisa leve se formaba en mis labios.

—No tienes que agradecer nada —dijo Cinco, poniéndose de pie y extendiendo su mano para que me levantara—. Ahora vamos, no pienso dejar que sigas aquí sintiéndote miserable.

Tomé su mano, y al levantarme, Ben me dio un leve empujón en la espalda como señal de apoyo.

—No estás sola —dijo Ben con una sonrisa— Nunca lo estarás.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro