Capitulo 25
Había salido de unas pruebas de sangre que papá me hacía mensualmente para controlar mis poderes. Las pastillas estaban ayudando a mantenerlos a raya, pero a veces sentía que me nublaban tanto que Ben me pedía que las dejara de tomar. A veces me veía tan drogada que me prohibía continuar con ellas. Me había acostumbrado a la rutina de los análisis, pero algo me decía que esta vez era diferente.
Al bajar las escaleras hacia el despacho de papá, escuché sus voces, junto con la de Pogo. Estaban discutiendo algo en voz baja, pero pude distinguir claramente sus palabras. Mi corazón comenzó a acelerarse mientras me acercaba a la puerta, inquieta por lo que podría escuchar. Me quedé quieta, apoyada contra el marco de la puerta, sin atreverme a entrar.
—Los resultados son claros. Está desarrollando el otro poder, el que siempre temí que saliera a la luz. Y no es algo que podamos ignorar, se está volviendo más fuerte —con voz preocupada.
—¿Cómo lo sabes? ¿Qué lo está activando? —preguntó serio al ver los exámenes.
—Ah desarrollado visiones. Las imágenes que empieza a experimentar no son simplemente recuerdos o fragmentos de su mente, son señales de algo mucho más peligroso. Esas visiones están conectadas con el poder latente dentro de ella. —dijo serio explicando.
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que esto se vuelva incontrolable? —le preguntó y este negó con una mirada preocupada.
—No lo sé, pero ya hemos llegado demasiado lejos amo —dijo mirando a Reginald—Esto no es algo que se pueda detener simplemente con las pastillas. Necesitamos encontrar otra solución, o se desatará en cualquier momento.
Mi respiración se detuvo. El miedo me invadió al escuchar las palabras de Pogo. Estaba desarrollando algo que no entendía completamente, algo más peligroso de lo que ya conocía. Mis manos comenzaron a temblar y sentí que la sala se volvía más pequeña, como si la conversación que estaba escuchando me aprisionara.
—¿Y qué crees que pudo haber desencadenado este aumento en su poder? —dijo molesto— No tomo las pastillas o que
—Lo que ocurrió con Five… la ausencia de él pudo haber tenido algo que ver, sus emociones, la conexión entre ellos, todo eso podría haber sido un factor. Cuando él se fue, algo dentro de ella cambió y se volvió más vulnerable, más propensa a desarrollar ese poder con el que hemos estado luchando tanto. —explico y el mayor asintió.
Mi pecho se apretó al escuchar el nombre de Five. Algo dentro de mí se quebró, y de repente todo empezó a tener sentido. La ausencia de él, el vacío en mi corazón… todo lo que sentía ahora tenía una explicación. ¿Era esta la razón por la que mis poderes se habían descontrolado? ¿Por qué mis visiones se volvían más intensas y aterradoras? ¿Era esa la verdad detrás de todo lo que había estado sintiendo?
—Es una bomba de tiempo si no podemos encontrar una manera de detenerlo, la situación podría volverse aún más complicada. La última vez, sus poderes fueron lo que casi nos destruyó a todos. —habló con una expresión dura en su cara que me dio miedo.
—Lo sé, y me temo que esta vez puede ser mucho peor si no intervenimos a tiempo. Necesitamos asegurarnos de que esté bajo control, o no habrá forma de detener lo que vendrá. —advirtió el con miedo y tristeza.
Las palabras de Pogo retumbaban en mi cabeza, y sentí una mezcla de miedo y tristeza profunda. Me apoyé contra la pared, incapaz de procesar todo lo que acababa de escuchar. Mis ojos se llenaron de lágrimas que no pude evitar dejar caer, pero me los limpié rápidamente, intentando no dejar que me viera nadie. Lo que estaba por venir, lo que me esperaba… me aterraba. Sabía que, si no encontraba una manera de controlar mis poderes, todo podría desmoronarse.
Narrador...
La joven salió rápido de ahí tratando de que no se dieran cuenta que ella había escuchado; sin embargo el padre se dio cuenta.
—La única forma de detenerlos es que enfrente dolor —Dijo Reginald tajante
—Señor me temo que ella no podrá resistir lo que usted está planeando —dijo el primate preocupado por su niña.
—Lo hará y es mejor tenerla aquí. ..ahora corre con Grace y hazla tomar lo que hemos preparado y que se borre la memoria de lo que ha escuchado y aumentale la dosis —dijo y el mono se retiró sin decir nada.
Fue a buscar a Grace y le hizo preparar una bebida con un brebaje qué hacía perder la memoria de las últimas 02 horas que no recordaría para nada en toda su vida.
El primate y Grace subieron a su habitación y ella estaba hecha bolita en su cama.
—Grace —el mono susurró— Solo entra tú y intercambia las pastillas por estás —la robot asintió y entró donde su hija,mientras que este se escondía
La menor la miró y extrañada pero sonrió a pesar de todo.
—Mamá, ¿Qué paso? —dijo sonriendo leve.
—He preparado un nuevo jugo, ya le he llevado a tus hermanos y te traje a ti también —habló y ella tomó el vaso.
Ella miró y olio el vaso, dudo un poco y miró a su madre y esta le sonrió y con esa sonrisa ella tomó todo el contenido.
—Pero que desastre tienes pequeña —ordenó la mesa de noche y intercambio los frascos de pastillas en ese momento.
—Gracias mamá —empezó a bostezar y en eso cayó como si se hubiera desmayado.
Grace sonrió y el mono entró donde ellas.
—Cuando despierte no recordará nada de esto —Dijo Pogo y ambos salieron.
En la cena todos estaban comiendo pero faltaba número ocho y eso causó extrañeza pero no dijeron nada.
—Padre, ¿Dónde está ___? —preguntó Luther.
—Número ocho esta en su habitación descansando, tuvo exámenes de sus poder hoy día y se cansó prefiero que descanse para que mañana este bien —dijo serio mientras comía— Ben después quiero hablar contigo.
El asiático asintió y siguió comiendo, cuando todos acabaron se fueron a su habitación menos él que se quedo sentado en la mesa.
—¿Número ocho, esta tomando sus pastillas? —el joven se tenso.
—Si padre... ella las toma junto mi supervicion —dijo nervioso evitando mirar a su padre y el mayor simplemente asintió.
—Bien puedes retirarte —el se despidió y se fue rápido— Ya no me sirves —murmuró y se paró para irse a su habitación.
Ben no fue a su habitación y fue a la habitación de ella, la vio durmiendo tranquila sin ningún golpe o nada y uan vez que se aseguró que su hermano estuviera bien, la arropo y salió de su habitación para ir a la suya.
Pero la sensación de que algo no estaba bien con ella, se instaló en su pecho iba a averiguar que pasaba de todas maneras, aún así se demoré mucho.
A la mañana siguiente, el sol ya estaba en su punto máximo, iluminando cada rincón de su habitación. La joven despertó sintiendo un extraño vacío en su mente. Al girarse hacia su reloj, notó que marcaba las 9:30 a.m., mucho más tarde de lo que solía levantarse. La sorpresa hizo que se incorporara rápidamente, pero en cuanto sus pies tocaron el suelo frío, un mareo intenso la invadió.
Tuvo que agarrarse del borde de su escritorio para evitar caer. Sus piernas temblaban ligeramente y su respiración era irregular.
—¿Um, qué pasó ayer? —murmuró con la voz ronca, su garganta seca como si no hubiera bebido agua en días.
Buscó con la mirada algo que la ayudara a sentirse mejor y encontró la jarra de agua que su madre siempre dejaba en su mesita de noche. Tomó un vaso y bebió con avidez, dejando escapar un suspiro de alivio al sentir el líquido refrescante.
Se dejó caer en la cama, con la cabeza entre las manos.
—¿Cómo llegué aquí? —preguntó en voz alta, esperando que sus propios pensamientos le dieran respuestas. Intentó hacer memoria, pero su mente era un lienzo en blanco. No recordaba nada de lo que había ocurrido la tarde anterior.
Cerró los ojos con fuerza, buscando algún destello, alguna pista en su cabeza. Pero nada. Todo lo que obtenía era un vacío perturbador.
—¿Habré tomado mis pastillas? —murmuró, mirando hacia su mesa de noche. Allí estaba el frasco, pero algo no le cuadraba. Lo tomó entre sus manos y examinó las etiquetas, pero no había nada fuera de lo común. Aun así, algo dentro de ella se sentía extraño, como si hubiera olvidado algo importante.
Miró hacia la ventana, la luz del día le quemaba los ojos, como si el sol brillara demasiado fuerte para alguien que apenas estaba conectando con la realidad. Un susurro en su interior le decía que había algo que no estaba bien, pero no lograba descifrar qué era.
Se levantó lentamente, esta vez con más cuidado, y se dirigió al baño para refrescarse el rostro, intentando despejar esa niebla que nublaba sus pensamientos. Pero incluso mientras el agua fría recorría su piel, la sensación de que algo no estaba bien permanecía.
“¿Qué es lo que estoy olvidando?”, pensó, mirándose al espejo. Pero el reflejo no le daba ninguna respuesta.
De pronto, un suave golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Antes de que pudiera responder, Klaus apareció con una bandeja en las manos.
—¡Buenos días, bella durmiente! —dijo con una sonrisa despreocupada, mientras cerraba la puerta detrás de él con el pie.
Ella lo miró, aún confundida, mientras él colocaba la bandeja en su escritorio.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz aún algo ronca.
—Ben me pidió que te trajera algo de comer. Dijo que parecías un alma perdida ayer, y bueno… también noté que no bajaste a cenar. —Se encogió de hombros, como si la respuesta fuera más que obvia.
Ella frunció el ceño, intentando recordar.
—¿Ayer? ¿Qué pasó ayer?
Klaus dejó de juguetear con los cubiertos de la bandeja y la miró con algo más de seriedad de lo usual.
—No sé, querida. Cuando te vi por última vez, estabas con Grace, pero luego desapareciste. Supuse que te habías encerrado aquí, como siempre haces cuando necesitas un respiro.
Las palabras de Klaus no aclaraban nada, solo aumentaban su confusión.
—No recuerdo nada… —admitió, llevándose una mano a la frente, como si eso pudiera ayudar a desbloquear sus recuerdos.
—¿Nada de nada? —preguntó Klaus, inclinándose hacia ella con una ceja levantada.
—Solo recuerdo haber bajado después de unas pruebas... y luego, nada. Es como si mi mente se hubiera apagado.
Klaus la observó en silencio por un momento, su usual expresión despreocupada sustituida por una sombra de preocupación.
—Eso suena... extraño. Incluso para esta casa de locos. —Luego, sacudió la cabeza, intentando aligerar el ambiente—. Pero bueno, ¡come algo! Quizá te venga bien algo de energía para despertar esas neuronas.
Ella asintió lentamente, más por inercia que por apetito, y se sentó junto al escritorio. Klaus le pasó un tenedor y se sentó en su cama, observándola como si esperara algún comentario divertido que él pudiera aprovechar.
Pero en el fondo, ella sabía que algo no estaba bien. Algo se había perdido en ese vacío de su mente, y aunque Klaus intentaba actuar como si todo fuera normal, incluso él parecía sentirlo.
Klaus se me quedó mirando fijamente mientras yo levantaba la vista del plato, todavía con el tenedor en la mano.
—Sí que tenías hambre —dijo, riendo suavemente.
Sonreí un poco, aunque no sentía ganas reales de hacerlo. Algo en su tono, en su risa, siempre lograba relajarme, aunque fuera por un momento.
—Supongo que sí… —respondí, dejando el tenedor en el plato vacío y limpiándome la boca con una servilleta—. Gracias por traerme esto, Klaus.
—De nada, querida —respondió él con una inclinación exagerada de su cabeza, como si fuera un caballero del siglo pasado—. Ya sabes que siempre estoy a tu servicio.
Lo observé mientras se recostaba en mi cama, apoyando sus manos detrás de la cabeza. Su actitud relajada siempre contrastaba con el caos que solía reinar en mi mente.
—¿Por qué me estás mirando así? —preguntó de repente, sin abrir los ojos, pero con una sonrisa traviesa.
—No lo sé... —dije sinceramente—. Solo estoy tratando de entender cómo logras estar tan tranquilo todo el tiempo.
Klaus abrió un ojo y me miró, ladeando la cabeza.
—¿Tranquilo? ¿Yo? —se burló—. Oh, cariño, si supieras todo lo que pasa por aquí —dijo, señalando su cabeza—, probablemente cambiarías de opinión.
Lo observé en silencio por un momento, preguntándome si lo que decía era cierto. Klaus siempre parecía estar en su propio mundo, pero había algo más detrás de su sonrisa constante, algo que nunca dejaba que nadie viera completamente.
—Bueno, al menos aparentas estar bien —murmuré, jugueteando con el tenedor vacío.
Klaus se incorporó un poco, apoyándose en los codos, y me miró directamente.
—¿Y tú? —preguntó de repente, dejando a un lado su tono despreocupado—. ¿Estás bien?
No esperaba esa pregunta. Por un segundo, mi mente se llenó de flashes: la conversación de Pogo y papá, las pruebas, el vacío en mi memoria…
—Sí —mentí, devolviéndole una sonrisa forzada—. Estoy bien.
Klaus me miró por unos segundos más, como si tratara de leer algo en mi rostro, pero al final simplemente asintió.
—Bien, porque si no lo estuvieras, sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad?
—Lo sé —respondí, esta vez con un poco más de sinceridad.
Klaus sonrió de nuevo, se levantó de la cama y caminó hacia la puerta.
—Bueno, creo que es hora de que bajes. Los demás se van a preguntar por qué te estás escondiendo aquí.
—No estoy escondiéndome... —protesté, aunque no muy convencida.
—Claro que no —respondió él, guiñándome un ojo antes de salir de la habitación—. Pero igual, baja antes de que Luther venga a buscarte y te arrastre escaleras abajo.
Solté una pequeña risa, pero en cuanto Klaus cerró la puerta, mi sonrisa desapareció. Miré hacia la ventana, preguntándome cuánto tiempo podría seguir fingiendo que todo estaba bien.
Reginald es una mierda, basta después se pone raro.
Comentarios 🙌✨
Si quieren One Shots me avisan
Bye
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