Capitulo 09
Cinco estaba en la terraza de la mansión, observando el cielo nublado mientras jugaba con un lapicero entre sus dedos. La tensión entre él y su hermano, Five, no había desaparecido desde que todo este asunto con ella había comenzando y dentro de él odiaba rotundamente la idea de que ella pudiera salir lastimada por la situación pero sabía que no sería fácil, no cuando ambos sentían lo mismo por la misma persona. Aun así, él no estaba dispuesto a dejarla ir sin luchar.
El sonido de la puerta de la terraza abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Era ella, Ocho, con una expresión de calma, aunque sus ojos mostraban preocupación.
—¿Puedo unirme? —preguntó ella suavemente, acercándose lentamente, sabiendo que Cinco no siempre era fácil de leer.
—Claro —respondió él sin apartar la vista del cielo—. Siempre puedes.
Ella se sentó a su lado, sintiendo la frescura del aire. Durante unos momentos, ninguno de los dos habló. Cinco seguía con la mirada fija en el horizonte, mientras ella lo observaba de reojo, tratando de encontrar las palabras correctas.
—He estado pensando mucho en todo lo que ha pasado —dijo finalmente, rompiendo el silencio.
Cinco dejó de jugar con el lapicero y lo guardó en su chaqueta, girando para mirarla directamente.
—¿Y qué has pensado? —preguntó, con un tono que mezclaba curiosidad y cierta amargura controlada.
Ocho suspiró, sabía que no sería fácil hablar de esto, pero no podía evitarlo. La situación entre Cinco y Five la tenía atrapada en medio, y aunque intentaba mantener las cosas neutrales, cada vez era más difícil.
—No quiero que ustedes dos se lastimen más, no tengo la menor idea de porque sea su conflicto pero hay una posibilidad que no me deja dormir y.... si el problema es por mi culpa déjenlo —dijo, su voz tranquila pero cargada de preocupación.
Cinco soltó una pequeña risa irónica y negó con la cabeza.
—Sabes, eso es lo irónico, ¿no? Hemos estado compitiendo toda nuestra vida, pero esto... esto es diferente —dijo él, volviendo a mirarla—. No se trata solo de ganar o perder, Ocho. Se trata de ti.
Ella lo miró, sus ojos mostrando la misma confusión que había sentido desde que todo esto había comenzado. Sabía que la tensión entre los gemelos iba más allá de simples peleas y por más que quiso negar esa idea, en ese preciso instante las piezas se unieron y le dieron sentido a todo, y que lo que sentían por ella solo lo complicaba todo.
—Cinco, no quiero ser la causa de esto. Me importan los dos, pero esto no es justo para ninguno de nosotros —confesó ella, su voz quebrándose ligeramente al final- Éramos amigos lo recuerdas, jugábamos juntos -miró al suelo.
Cinco la observó en silencio por un momento, su expresión más suave, pero sus ojos aún mostraban una intensidad que no podía ocultar.
—No puedes evitarlo —dijo él finalmente, con un tono más bajo, más íntimo—. No puedes evitar lo que sientes, ni lo que yo siento, ni lo que él siente. Pero lo que sí puedes hacer es ser honesta contigo misma. ¿Qué es lo que realmente quieres?
Ella bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras. Cinco siempre había sido directo, pero en ese momento, su vulnerabilidad estaba tan expuesta como nunca antes lo había visto, él no la estaba presionando, pero tampoco estaba dispuesto a fingir que nada estaba pasando.
Pero en la mente de ella todo estaba hecho un remolino, odiaba la situación en la que se encontraban porque en estos 6 meses que habían pasado ella había pasado tanto con Five como con Cinco y era difícil porque todo había cambiado en este tiempo ya que ella sentía cosas por ambos...
—Yo... no sé qué hacer —admitió, su voz apenas un susurro.
Cinco dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente hacia ella. Podía sentir su respiración, la cercanía entre ellos haciendo que su corazón latiera con más fuerza.
—Está bien no saber —dijo en voz baja—. Pero no te confundas, no estoy dispuesto a renunciar. Y lo que sienta él... eso es entre nosotros, pero tú... —su mano se levantó suavemente, casi tocando su mejilla, pero se detuvo justo antes de hacerlo— tú eres lo más importante en esta ecuación.
Ocho lo miró a los ojos, sintiendo la tensión entre ellos, una mezcla de emociones no resueltas y algo más profundo que los conectaba. Sabía que la situación era más complicada de lo que quería admitir, pero estar tan cerca de Cinco la hacía sentir algo que no podía ignorar.
—Cinco... —empezó, pero sus palabras se desvanecieron en el aire.
Él sonrió levemente, una sonrisa que no era ni de satisfacción ni de triunfo, sino de comprensión. Dio un paso atrás, dándole el espacio que necesitaba.
—No espero que tomes una decisión ahora —dijo con un tono suave—. Solo quería que supieras cómo me siento.
El viento sopló con más fuerza, y el cielo se oscureció un poco más, como si reflejara la confusión interna de ambos. Cinco se quedó ahí, a su lado, en silencio, pero con una mirada que decía mucho más de lo que sus palabras podían expresar.
El peso de la elección que eventualmente tendría que hacer flotaba en el aire, pero en ese momento, lo único que importaba era que estaban juntos, aunque fuera en medio de la tormenta de emociones que ninguno de los dos podía controlar del todo.
La joven cerró la puerta de su habitación de golpe, su corazón latiendo frenéticamente en su pecho y sin esperar mucho las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, mientras una mezcla de confusión, miedo y amor la abrumaba. Sabía que los sentimientos de Cinco y Five por ella eran intensos, pero lo que más la aterraba era darse cuenta de que ella también sentía algo profundo por ambos.
Al caer sobre la cama, su cuerpo temblaba de frustración, su mente giraba en círculos, incapaz de encontrar una salida. Había crecido con ellos, los conocía mejor que a nadie, y ahora el peso de esos sentimientos estaba rompiendo la imagen perfecta de su amistad, no podía procesarlo, no quería elegir, no sabía como afrontar la situación ella no estaba lista para la realidad
Sin embargo, sus emociones parecían estar fuera de su control, y al igual que su corazón, el clima afuera también reflejaba el caos dentro de ella. Una tormenta se desató de repente, los truenos resonaban en el cielo y los rayos iluminaban la noche, el viento arremolinaba las hojas del jardín, y el sonido de la lluvia golpeaba violentamente las ventanas. Su poder, vinculado a sus emociones, manifestaba todo lo que ella intentaba contener.
—No puedo... —susurró entre sollozos, su voz quebrada por la angustia—. No puedo hacerlo, no puedo elegir...
Se cubrió el rostro con las manos, tratando de sofocar sus gritos, pero la energía en el aire era palpable. Las cortinas de su habitación ondeaban por la fuerza del viento, y los rayos brillaban cada vez más cerca, como si fueran una extensión de su dolor.
De repente, la puerta de su habitación se abrió de golpe. Cinco entró, empapado por la tormenta, pero sin detenerse. Su rostro mostraba preocupación, pero también una determinación que no podía ignorar.
—¡Ocho! —exclamó, acercándose rápidamente a ella—. ¡Tienes que calmarte!
Ella levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas y furia. Su mirada era una mezcla de dolor y confusión.
—¡No puedo, Cinco! ¡No puedo hacer esto! —gritó, mientras otro trueno resonaba en el cielo, haciéndolo temblar—. ¡No puedo elegir entre ustedes, no quiero perderlos a ninguno!
—¿Qué está pasando? —la voz de Five resonó en la habitación, firme y sorprendida. Al voltear, la presencia del otro gemelo, Five, llenó el espacio con su energía particular. Estaba empapado por la tormenta, pero eso no importaba ahora. Su mirada alternaba entre Ocho y Cinco, buscando una respuesta a la confusión y la tensión que se respiraba.
Ocho sintió que su corazón se aceleraba aún más. Ahora ambos estaban allí, los dos que habían sido sus amigos, compañeros de vida... y ahora, la fuente de su mayor dilema emocional. Se sentía atrapada entre dos fuerzas opuestas, entre dos personas que significaban el mundo para ella.
—¡Nada, nunca pasa nada! —exclamó, todavía intentando controlar sus emociones, mientras su poder vibraba en el aire—. ¡No puedo seguir con esto!
Ben corría con desesperación por los pasillos de la academia. Él había sentido el cambio en el aire, esa tormenta que solo podía significar una cosa: Ocho estaba en crisis y mientras sus pies lo llevaban más rápido de lo que jamás había corrido, un solo pensamiento lo dominaba el cual era llegar a ella antes de que fuera demasiado tarde.
Al llegar a la puerta, Ben la empujó con fuerza, sin molestarse en tocar. Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con la escena, Ocho estaba en medio de la habitación, rodeada de una energía desbordante, su respiración agitada y sus ojos rojos de tanto llorar. Al otro lado de la habitación, Five y Cinco estaban frente a frente, discutiendo acaloradamente, con las tensiones acumuladas a punto de estallar.
—¡Basta! —gritó Ben, entrando en la habitación como una tormenta propia la voz de él resonó con fuerza, cortando el aire entre los gemelos. Ambos se giraron para mirarlo, sorprendidos por su repentina aparición.
Ocho, que hasta ese momento había estado luchando por controlar sus emociones, sintió un alivio inmediato al ver a Ben allí. Él siempre había sido su ancla, su refugio en medio del caos.
—¿Qué diablos están haciendo? —preguntó Ben, mirando a Five y Cinco con una mezcla de furia y preocupación—. ¡Ella está en medio de una crisis y ustedes dos se están peleando como niños!
Five abrió la boca para responder, pero Ben lo interrumpió antes de que pudiera decir una palabra.
—Esto no es sobre ustedes. No ahora. ¡Esto es sobre ella! —Ben se acercó rápidamente a Ocho y la envolvió en un abrazo protector, intentando calmar su respiración y su agitación—. Ocho, estoy aquí. No estás sola, todo va a estar bien —susurró con voz suave, tratando de reconfortarla.
La tormenta afuera continuaba rugiendo, pero poco a poco, gracias a la presencia de Ben, Ocho empezó a calmarse. Sus lágrimas aún caían, pero su respiración se hizo más regular, y la energía que había estado arremolinándose en la habitación empezó a disiparse.
Cinco y Five se quedaron en silencio, observando la escena. Ninguno de los dos podía negar el vínculo especial que Ocho y Ben compartían. Era un lazo que, por más que intentaran competir por su afecto, siempre estaría allí, sólido y profundo.
—Tienen que parar —dijo Ben, mirando a los gemelos con una expresión dura—. No se trata de quién tiene razón o quién gana. Se trata de ella, de lo que necesita en este momento.
Five y Cinco se miraron brevemente, ambos comprendiendo que Ben tenía razón, aunque sus corazones seguían divididos por sus propios sentimientos hacia Ocho.
Un capitulo más y dejó de subir por hoy. Denle apoyo 🥺☝️✨
Adiós, cuídense
💋La escritora.
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