Lía

Estoy exhausta, limpiar todo el gimnasio ha sido un fastidio. Miro a Tyrone sentado en su pupitre muy relajado, ayer no ayudó en nada, incluso aunque él también estaba castigado.

Me acerco hasta él y lo miro irritada.

—¿Estás cómodo? —me cruzo de brazos y gira su vista hacia mí sonriendome —¿Te crees muy listo?

—No me hables cuando estás vestida de hombre, me darás sida en los ojos —exclama aún alegre y muy tranquilo.

Ignoro su comentario burlesco y miro el aula en varias direcciones.

—¿No vino Gregor?

Se pone serio.

—No vendrá, su padre se enteró del castigo y seguro lo dejara un tiempo encerrado en su cuarto.

Me sorprendo.

—¡¿Qué?! Es una broma ¿cierto?

Frunce el ceño y se señala.

—Me ves cara de bromista acaso, no seas estúpida, chica bruta.

—Pero eso es...

—¿Inhumano? —se ríe —es normal, no te preocupes, volverá en una sola pieza —se estira —sabe lidiar con eso.

—Te ves muy relajado...

—Porque mi padre se ha ido de viaje y no tengo que comportarme como su muñequito de torta —suspira —paz...

—Tyrone Bleiker —se a un profesor entrar al curso y acercarse hasta nosotros —¿Puede mostrarme su mochila?

El morocho frunce el ceño.

—¿Qué con eso?

—Han desaparecido documentos importantes de la institución y nos ha llegado una acusación sobre usted, si no tiene nada que esconder, solo muestre su mochila.

—¡Esto es estúpido! —grita molesto —¡¿Me acusa de ladrón?! —se levanta del asiento furioso —¡¡¿Para qué querría esos documentos?!! —tira la mochila sobre la mesa y la abré —¡Revise! Va a oír mi queja... —entrecierra los ojos.

—Es sólo un procedimiento, no te enfades —el hombre intenta calmarlo y mira dentro —¿Y esto? —saca unos papeles y Tyrone se sorprende.

—Yo... Yo no sé qué es eso...

—Los documentos —responde el profesor revisandolos —llamaremos a tus padres.

—A mis padres... —traga saliva y luego levanta el puño —¡Yo no tengo nada que ver! —señala el papel y su mochila —¡Ni sé cómo llegó eso ahí! —mira a todos irradiando ira —¡¿Quién fue?! —de repente me agarra de la ropa —¡¿Fuiste tú?! —me grita.

—¡No caería tan bajo! —lo empujo y me aparto —¡Estás loco!

—Bleiker, a dirección —ordena el profesor y Tyrone lo mira tan sólo un segundo para luego observar a Dan. El cual rápidamente entiende su gesto.

Cuando el hombre no lo está mirando, de una forma asquerosa, el castaño se pone los dedos en la boca, forzando un vómito, lo que provoca que el adulto corra en su auxilio y Tyrone aproveche para huir.

¡Esto es de locos!