24. A la defensiva
Noah
Cuelgo el teléfono y despacio muevo la cabeza. Heinz se ha quedado todo el rato observandome mientras hablaba.
—Me estás incomodando... —le aclaro y me levanto de la silla —ya me voy...
—Te acompaño a tu casa —me sigue, me detengo y lo miro —¿Qué? —continua sonriente.
—No hace falta...
—Yo insisto.
Frunzo el ceño.
—No quiero.
—¿Por qué siempre estás a la defensiva?
Me sonrojo.
—No estoy a la defensiva... —bajo la cabeza —ni siquiera sé qué quieres decir con eso...
Se acerca, agarra mi barbilla y me levanta el rostro.
—¿Me tienes miedo acaso?
—Conozco el miedo y tú no me lo das ni un poquito —me aparto —abre la puerta —exijo.
—Vale, no te enojes —se ríe y busca las llaves.
Una vez que abre la puerta, salgo rápido, me saluda con la mano y sólo me giro un segundo a verlo, antes de irme directo a mi casa.
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