Heinz

Noah se revuelve el cabello seguidas veces y cuando tiene oportunidad corre en círculos.

—¡Ay! —grita cuando se le caen los lentes oscuros al suelo, por tercera vez.

Los levanto y se los doy sonriente.

—No te preocupes.

—Pero, pero, pero... —señala a Dan y a Lía —¡Se aprovecha, mira dónde está tocando, le voy a decir a Gregor!

—Solo es la cintura. Además, ¿Quieres mandar a Gregor a la cárcel por asesinato? Recuerda lo que hizo cuando lo vió besarla.

—¡Ay sí, el batazo!

—Exacto —levanto el dedo —. Así que sólo le avisaremos si vemos actitudes sospechosas.

—¿Y cómo me doy cuenta que es sospechosa? —expresa inseguro.

Levanto el puño.

—Si intenta hacer cosas que no se deben y Lía no sepa como seguir fingiendo.

—¿Por si se sale todo de control? —exclama tímido.

—Elemental mi querido rubio —le agarro la mano —¡Vamos que se nos van! —antes de avanzar me detengo en una tienda —cómo cuando vez cosas adorables ¡No es hora de comprar! —niego con la cabeza.

—¡Yo compraré este! —exclama Noah y agarra un conejito —¡Se lo regalaré a Bruno! La, la, la ¡Ay! —chilla cuando le tironeo el brazo.

—¡Vamos que se nos van!

—¡Pero no pague!

Me detengo, le doy la plata al vendedor, se queda con el vuelto mientras levanto a Noah entre mis brazos para correr, porque ya los estoy perdiendo de vista.