Rato antes...

Noah

Bruno ha venido de nuevo a la escuela, usa los lentes de contacto azules, para que los profesores piensen que es Heinz y pueda caminar tranquilo por la institución. Aunque lo más alarmante no es esa actitud que tiene, sino sus palabras que son tan confusas.

¿Plan? ¿Acción? ¡¿Dan?!

¡¿Qué tiene que ver Dan?!

—Bruno, será mejor que regreses a casa —opina Heinz y se le acerca, intenta agarra su brazo pero este de aleja.

Apoya su dedo en su boca.

—Y perderme la diversión, ni hablar.

—¿Qué diversión? —levanta una ceja —¿De qué hablas?

—Yo te diré de qué... —oigo la voz irritada de Dan y me giro a ver, se nota muy enfadado.

Eso no es bueno...

—Llegas justo a tiempo —aclara Bruno y luego me mira —justo a tiempo como cuando me guió al almacén ¿no enano?

—¿Al almacén? —repite Heinz frunciendo el ceño.

Es obvio que Bruno le insinuó algo sobre la situación que tuve que pasar con Tyrone, pero claro, con mentiras.

—¿Así que esta es tu venganza? —vuelve a hablar Dan y se le acerca. Aunque realmente ni Heinz ni yo sabemos de qué hablan. Lo agarra de la ropa furioso —¿Creíste que te la ibas a librar así de fácil?

Bruno sonríe.

—No, contaba con esta reacción —lo señala y el castaño levanta una ceja.

—Es una trampa... —susurra dándose cuenta de algo que no lo logro comprender.

—Sí, soy una doncella en apuros... —de repente Bruno se pone a llorar de la nada.

—¡¡Cabeza de tornillo!! —oigo a Tyrone gritar y Dan enseguida suelta al morocho.

—Maldita seas —el castaño se queja y mira como el demonio se acerca furioso hasta nosotros —esta me las pagas —le avisa a Bruno y se retira a paso veloz.

—¡¡Cabeza de tornillo, regresa aquí, cobarde!! —antes de seguirlo, se detiene delante del que llora y le agarra la barbilla, levantándole el rostro —Copito, ¿Estás bien? ¿Qué te hizo? —pregunta con preocupación.

—Sí... —señala el pasillo —se está escapando...

Maldice por lo bajo, lo suelta y sigue su camino, para seguir al otro. Cuando está lo suficientemente lejos, Bruno se seca las lágrimas y sonríe complacido.

—¿Pero qué hiciste? —expresa Heinz desconcertado.

—Si Dan va a pedirle ayuda a Gregor —levanta un dedo —la segunda parte de mi plan estará hecha —se gira —si me disculpan, deje un poco de lado esto, así que debo ir a atender la que me falta —vuelve a darse vuelta y me señala, entonces me sobresalto —y en esa estás tú —se ríe.

Ay ¿Por qué a mí tenía que incluirme? ¿Yo que le hice?