Capítulo 1: De regreso a casa
¡Por fin había llegado el día! Después de un año de ausencia, volvía a mi querida ciudad natal. A mi lado, caminaba Joel, mi leal compañero de aventuras desde hacía apenas unos meses, pero con quien ya compartía risas, secretos y confidencias.
El aeropuerto estaba lleno de bullicio y movimiento mientras nos preparábamos para abordar el vuelo que nos llevaría a mi ciudad donde crecí.
—Estoy seguro que estás tomando la decisión correcta al regresar conmigo— afirmó Joel con una sonrisa cálida — Tú familia y amigos estarán felices de verte de nuevo — me abraza con cariño, tratando de transmitirme tranquilidad por la inseguridad que me invade.
— Lo sé.— dije con una sonrisa forzosa — Muchas gracias por acompañarme, príncipe — me burlé.
— ¡Hey! Prometiste dejar de molestarme con mi titulo — dijo ofendido.
— Lo siento, pero en la vida real eres el príncipe de Inglaterra.
— Y también los periodistas creen que mí novia es la grandiosa cantante Taishmara Russell — Se burló.
Cuando se dio a conocer mi relación con el príncipe heredero al trono de Londres, fue un gran escándalo mundial. Todos se volvieron locos por nuestra maravillosa historia de amor, donde una cantante y un príncipe estan felizmente en un relación, apostando que nos casaríamos y reinaríamos juntos. Si solamente supieran la verdad, se arrepentirán de todo lo que dijeron.
Lo terrible no fue el anuncio, sino cómo explicarles a tus padres que tu pareja es de la familia real de Inglaterra. Se suponía que su hija menor se fue a estudiar un año al mejor internado artístico en Nueva York y ahí encontró el amor. Fue un gran caos. Mi madre no estaba segura de lo que conllevaría este noviazgo y mi padre ardía de celos porque su hija pequeña no fue capaz de decirles que tenía pareja, y se tuvieron que enterar por una nota en un periódico.
Añadiendo otra cosa a esta situación, la cantidad de mensajes que recibí de mis dos mejores amigos de la infancia pidiéndome una explicación que no fui capaz de responderles. Desde que me alejé de ellos durante un año, estuvieron enviando mensajes aún sabiendo que nunca les respondí a ninguno, ellos dos seguían insistiendo.
— Todavía me sorprende la decisión de mi abuela en estudiar junto contigo en la Academia — mencionó incrédulo. Y si, a mí también me sorprende que haya aceptado, en especial que su nieto esté durante ese tiempo sin ningún guardia. Que sorpresas te da la reina de Inglaterra.
— Ya verás que te va a encantar la Academia — confesé emocionada —. Te voy a presentar todos mis amigos que son super geniales y los maestros ni se diga, se nota la pasión que tienen en lo que les gusta hacer.
— Estoy seguro de ello. Ahora vamos que el avión nos dejará.
Asentí con una sonrisa forzada, tratando de convercerme a mí misma que todo saldrá bien. Sin embargo, el nudo en mi estómago seguía apretándose, recordando las posibles reacciones de Matthew y Miran al conocer a Joel.
Mientras nos acercamos al mostrador de embarque, sentía como mi corazón latía con fuerza. ¿Cómo van reaccionar mis mejores amigos al verme llegar con una pareja que apenas conocían?.
El anuncio del vuelo interrumpió mis pensamientos.
— Es hora Taish, todo estará bien — me aseguró.
— Eso espero Joel — dije dudosa.
— Tus mejores amigos entenderán la situación, confía en mí — dijo, con una enorme sonrisa.
— Confiaré en tí. ¿Sabes? Voy a extrañar tanto Nueva York — murmuré, aparentando su mano con cariño.
— Siempre podemos regresar — murmuró también, besando nuestra unión con cariño.
Me forcé a mantener la compostura, a no dejarme llevar por las dudas y los miedos que me invade.
Mientras caminamos por el pasillo del avión, me preguntaba si estaba tomando la decisión correcta al regresar a casa con Joel. ¿Qué pensarían Matthew y Miran al conocerlo? ¿Aceptarían mi relación o juzgarían por haberme alejado de ellos durante tanto tiempo?.
El avión despegó y sentí como Nueva York se alejaba a medida que me acercaba a mi hogar. A medida que el vuelo avanzaba, los pensamientos y las dudas se golpeaba en mi mente, recordándome que no todo sería fácil al regresar. Fue mi último pensamiento antes de terminar durmiendo lo que faltaba del vuelo.
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Recuerdo claramente aquella noche en la que todo cambió. Había conseguido una beca para estudiar en el mejor internado artístico de Nueva York y estaba emocionada por contárselo a mis mejores amigos. Nuestro amigo Helian había organizado una fiesta en su casa para celebrar la victoria del equipo de básquet donde Miran y él pertenecían, pero lo que escuché al llegar aún resuena en mis oídos.
Mis mejores amigos estaban sentados en el sofá junto con varios de nuestros compañeros de clases, riendo y bromeando como siempre. Yo me acerqué a ellos, lista para compartir mi noticia, cuando escuché sus palabras.
— ¿Enamorados de ella? ¡Ja! Eso nunca va a pasar — dijo Matthew entre risas, seguido por el eco de sus palabras burlonas.
— Mi hermano tiene razón, solo somos mejores amigos y si ella está enamorada de alguno de nosotros es una lastima — suspiró — es poco para nosotros.
En ese momento sentí un profundo dolor en mi pecho. Había estado enamorada de mis amigos durante tanto tiempo, esperando en secreto que me correspondieran de alguna manera. Pero al escuchar esas palabras, me di cuenta de que nunca sería más que la amiga divertida y simpática para ellos. Cómo me odiaba
Tomé la decisión en ese instante. Acepté la beca sin mirar atrás y me fui de casa sin despedirme de mis mejores amigos. No contesté sus mensajes ni sus llamadas, dejándolos con la incertidumbre de por qué me fui sin dar ninguna explicación.
— Cariño— Escuché una voz lejano — . Ya llegamos, corazón. Despierta — Joel me acaricia lentamente mi rostro.
— Ya desperté — bostece —. Realmente no dejas dormir.
— Última vez que te despierto. Ahora levántate que hay que ir a tú casa.
— Entendido novio mío — me burle.
Al salir del aeropuerto, mis padres, mis hermanos mayores, Osiris que es corredor profesional de la fórmula uno y Alonso que estudia actuación en misma academia, estaban esperándonos en el aeropuerto con una gran sonrisa en el rostro.
— ¡Hija! ¡Qué alegría verte de nuevo! — exclamó mi madre, abrazándome efusivamente.
— Hola madre — sonreí — te he extrañado muchísimo — confesé, mientras correspondía el abrazo.
— Ya suéltala Clarissa, yo también quiero abrazar a mi pequeña — mencionó mi papá, con lágrimas en los ojos.
— ¡Papi! No llores, por favor — me separé de mi mamá asustada —. Aquí estoy, pero no llores.
— Por supuesto que aquí estás, mi niña. Solo entiéndeme, fue difícil que mi hija pequeña nos prohibiera a su familia irla a visitar — me abrazó con mucho cariño—. Mi mujer y mi hija me gobiernan — me dió un beso en la frente, desde que tengo memoria siempre lo hace.
— ¡Maximiliano! — se quejo mi mamá, provocando una carcajada a su marido. Me separé lentamente de mi padre.
— ¡Wow, mira quién ha vuelto! — dijo mi hermano Osiris, dándome una palmada en la espalda.
— Hola, pequeña, te extrañamos mucho — dijo mi hermano del medio, Alonso, dándome un fuerte abrazo.
Escuché un carraspeó. Por un momento me olvidé de la persona que me acompañaba. Me tomó de la mano con delicadeza y se presentó cortésmente.
— Soy Joel, es un placer en conocerlos — dijo con una sonrisa encantadora. Quería ganarse a los suegros y a sus cuñados.
Mi familia lo recibió con amabilidad y rápidamente iniciaron una conversación animada. Sabía que mi familia lo amaría tanto como yo lo amaba.
Cuando llegamos al auto de mis padres y de mi hermano Osiris para dirigirnos a casa, mi papá habló:
— Antes de regresar, debo decirte algo cariño. Tus mejores amigos están esperándote en casa.
Mi corazón se aceleró. Mis amigos. Habíamos pasado tantas cosas juntos antes que me fuera.
— Así estará el orden de partida. Alonso y yo llevaremos su equipaje en mi auto, Taishmara y Joel se irán con Max y Clarissa Russell — Ordenó.
— Ojalá así dieras ordenes en tus carreras, hermano — intento molestar Alonso.
— Cállate si no quieres irte caminando — Lo amenazó.
En el camino les conté a mis padres todo lo que había vivido en Nueva York y como conocí a Joel.
En eso cruzamos enfrente de la heladería de mi niñez y les digo a mi papá que está conduciendo que se detenga, que a partir de aquí Joel y yo los alcanzaremos caminando a la casa.
— Adiós papás — Me despedí.
— Nos vemos chicos — dijo mi papá para doblar a la siguiente calle y desaparecer de nuestra vista.
— Ahora sí. Ven, vamos a comprar helado.
— A la orden mi capitana — me dió un beso en la mejilla.
Había extrañado la calma y la familiaridad de aquel lugar, donde cada rincón estaba lleno de recuerdos de infancia y adolescencia.Entramos a uno de mis lugares favoritos: la heladería de la señora Clara.
Al entrar, el característico olor a helado recién hecho me invadió y me transportó a mi niñez. La señora Clara nos recibió con una sonrisa radiante en su rostro arrugado.
— ¡Mi querida niña! ¡Qué alegría volver a verte! — exclamó, abrazándome con cariño.— Y este debe de ser tu chico. Encantada de conocerte, joven. Bienvenidos a mi humilde heladería.
— Hola mucho gusto, señora. Soy Joel, novio de esta hermosa señorita — Saludó con cariño.
Cómo me encanta este chico. Pensé.
— Nada de señora, joven Joel. — lo regañó— Llámame Clara.
— Por supuesto, Clara. — Se rió.
— Yo también la extrañé, Clara. En Nueva York no hay un helado que le gane a la de usted. — confesé.
— Es bueno escucharlo, cariño. La voy apapachar todos los días con mi delicioso helado.
Joel y yo pedimos nuestros helados favoritos y nos sentamos en una mesa junto a la ventana, observando cómo el sol se filtraba entre las cortinas blancas. Mientras disfrutábamos de nuestro postre, la señora Clara se acercó a nuestra mesa.
—Te ves radiante, cariño. Me alegra tanto verte feliz —dijo con ternura, tocando mi mano con la suya arrugada. —No olvides traer a este apuesto caballero la próxima vez que me visites. Y, por supuesto, a tus amigos. Siempre serán bienvenidos aquí.
— Muchas gracias, Clara. Por supuesto que regresaremos muy pronto por aquí. —aseguré.
— Nunca lo olvides, hija. Nunca dejes de sonreír.
Después de agradecerle sus amables palabras, Joel y yo salimos del local, retomando nuestro camino hacia mi casa. A medida que nos acercábamos, sentí un cosquilleo en el estómago. Sabía que llegaría el momento de enfrentar a mis mejores amigos.
—Wow, este lugar es realmente encantador —dijo Joel, mirando a su alrededor con asombro.
Sonreí al escuchar su entusiasmo. Había sido difícil para mí tomar la decisión de regresar, pero la presencia de él hacía la situación mucho más llevadera.
Antes de entrar, me detuvo con gentileza y me tomó las manos.
—Estaré a tu lado en todo momento. Sé fuerte y confía en ti misma. Ellos te adoran, al igual que yo. Todo saldrá bien— susurró con cariño.
Con su apoyo, abrí la puerta y entré a la casa, lista para reunirme con aquellos que habían sido mis compañeros de aventuras durante tantos años.
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