29
-¡¿Llegamos tarde?! -Brownpaw chilló, pensando en la destrucción que estaría sucediendo en los Cuatro Árboles.
-Se supone que hoy iban a intentar persuadir a los clanes de que se unan a ellos. No creo que vaya a suceder nada -en el fondo, Sunstream estaba preocupada-. Eso sí, que el ritmo sea rápido -ordenó con fuerza.
Los cuatro aprendices estaban a la zaga, siguiendo a la líder del Clan de la Libertad, Sunstream. Al lado de ella, estaba Jay, antiguamente un minino doméstico y ahora un solitario del clan provisional.
-¿Por qué huele a humo? -Lightpaw olfateó el aire, haciendo gestos de asco con su cara.
-No puede ser... -Sunstream se quedó atónita-. ¡Los Cuatro Árboles, las presas, los clanes! No voy a dejar que esto se eche a perder... -rabia inundó sus ojos verdes claros.
-¡Tenemos que ir a ayudar! -Darkpaw gritó, ya corriendo hacia el claro.
-No podemos hacer nada contra un incendio -Jay objetó.
-Puede que no podamos salvar todo el bosque, pero si a nuestros clanes. ¡En marcha! -Darkpaw habló entre dientes y gruñidos, sus garras siendo clavadas en la tierra.
Sunstream aceptó con un movimiento de su cabeza, y seguido de esto, los aprendices se lanzaron al claro, los dos gatos mayores a la zaga de ellos.
El claro se veía claramente, aún el fuego no había creado demasiado humo para nublar la visión. Las llamas eran de un color rojo vivo, ondulando con el viento que se acababa de levantar e intentando apoderarse de la corteza de los cuatro robles que le daban el nombre al lugar, aunque estos resistían; así corría peligro de que el fuego se extendiera con rapidez y provocara daños considerables.
Los aprendices frenaron en seco, cada uno reuniéndose por un breve momento con sus clanes. Gingerpaw se abalanzó cariñosamente contra la aprendiza, acurrucándola con su cola. Luego se separaron al saber que debían hacer algo contra aquello. Rainstar dio un par de pasos hacia adelante, levantando la voz para que todos los clanes oyeran lo que le tenía que decir a su aprendiza y al resto. El curandero blanco con grandes manchas marrones, Flowerfur, estaba sentado al lado del grisáceo líder, sus ojos naranjas posados en algo invisible. Con brío, sacudió su cabeza al líder.
-Gatos del Clan de la Libertad; sobre todo, los aprendices -remarcó de forma rápida. Cuando los aprendices le estaban mirando, posando toda su atención en él, Rainstar continuó-. Lo salvaje y lo libre salvarán a los cuatro clanes. Ustedes son lo elegidos, los elegidos por el Clan Estelar -su tono fue muy seguro.
-¿Qué ha pasado mientras llegábamos? -Brownpaw preguntó, tosiendo porque un par de cenizas habían chocado contra su cara.
-Cheetahclaw les comanda. Han prendido fuego a este lugar, como podéis ver -sus ojos verdosos se llenaron con tristeza-. Debemos salir de aquí, ahora -el líder ordenó lo último con más fuerza.
-¿Por qué no habéis escapado de ellos? -esta vez fue Stripedpaw.
-Nos rodearon demasiado rápido con el fuego -su líder, Flamestar, se acercó a él, frotando su pelaje contra el suyo como una bienvenida.
-Debemos escapar cuanto antes -el tono de Darkpaw fue serio, tenía prisa, pero se mantuvo calmado-. No creo que los veteranos puedan aguantar mucho con el humo que se está formando -miró con preocupación a los veteranos.
-Evacúen a los más débiles primero -Brownpaw ordenó, los trozos naranjas de pelaje que poseía brillando por la luz de las llamas, el viento haciendo que su pelaje ondeara con este mismo.
-Este es nuestro destino, todos tuvimos el mismo sueño con la misma profecía -los ojos de Flowerfur brillaron con alivio al saber que ellos conocían lo que debían hacer. Darkpaw ordenó a los demás que le siguieran-. Puede que esta sea nuestra última batalla... ¡Pero lucharemos como los más poderosos guerreros!
Mientras, los líderes ayudaban a todos los gatos a que subieran por la empinada que llevaba al territorio de los distintos clanes. Justo cuando pensaban salir, casi asfixiados, una sombra bloqueó el paso, su mirada reflectaba la sed de sangre que tenía. Cheetahclaw salió de entre las sombras con hierba entre sus patas. Las secas plantas fueron arrojadas en el espacio que el fuego no había conquistado, pero sus vivas llamas se extendieron con rapidez con la hierba seca. No había escapatoria alguna.
Llenos de terror, salieron corriendo hacia el centro del claro, pero no había ninguna forma de escapatoria, solo podían huir del fuego y de los enemigos en un círculo que se iba cerrando con cada minuto que pasaba.
Un chillido sonó de detrás de la Gran Roca, parecía que alguien estaba siendo atacado, sufriendo de la forma más silenciosa que podía. Tras un par de segundos, un felino de pelaje anaranjado llameante salió de detrás de la roca, con un gato marrón oscuro a la zaga.
-¡Foxtail! -Brownpaw miró la parte más alta de la roca, donde se encontraba el exiliado parecido a un zorro-. ¿Qué...? -miró a sus patas, el terror le había paralizado. ¿Por qué su amigo estaba ahí? Recuerdos sobre las extrañas cosas que Foxtail había dicho inundaron la mente de la aprendiza del Clan del Río-. ¿Qué haces ahí?
-¡Soy Foxpaw! -el anaranjado bufó de forma agresiva, levantando su pata delantera derecha para luego desenvainar sus garras en modo de amenaza. Se colocó más al borde de la Gran Roca-. El Clan del Río me ha hecho daño, y hoy pagarán mis abusadores. ¿Qué tal ven eso? -varias lágrimas brotaron, cayendo por sus mejilllas.
-¡No queremos hacerte daño! -Brownpaw tenía sus ojos verdosos bien abiertos por el dolor que le provocaba ver aquella escena. Su amigo no podía hacer eso.
-Y nunca me lo harán -él terminó-. Acabaré con los que me hayáis dañado. Siempre fui el que reaccionaba de forma exagerada, el celoso, el inútil... ¡Y me volví lo que decían! ¡Todo es vuestra culpa! -estiró su cuello, dando un gran grito-. Pero no os preocupéis, no voy a castigarles a todos, no voy a hacer lo que me hicieron a los que quiero -su tono se volvió más calmado, parecía estar más frágil.
-Iremos a casa, todo estará bien. Pero por favor, -Brownpaw le persuadió, lloriqueando- ¡no te unas a ellos!
-Luego comprenderán... Habré sido un traidor todo lo que tú quieras, pero tuve mis razones. Siempre hice lo máximo por ellos, aunque me odiaran. ¿Por qué no les pude dejar afrontar su destino? ¡Idiota! -volvió a gritar de forma agónica-. Llámame loco, no me importa, ya estoy demasiado dañado para sufrir. Ah, es verdad, nunca he tenido sentimientos -empezó a reírse de forma irónica-. Alguno de ustedes comete un fallo, -apuntando a todos los gatos congregados con la punta de su uña- seréis perdonados. Pero si yo cometo un fallo, todos cargarían contra mí.
-Basta, monstruo -Cheetahclaw le susurró en el oído.
-Fuera un momento -lo empujó suavemente para poder saltar a la zona donde se encontraban los miembros del Clan del Río-. Te agradezco que hubieras matado por mí -no se dirigió a nadie en particular, aunque en el fondo era hacia alguien. Volvió a subirse a la Gran Roca de un salto.
-Foxpaw, la señal -el de pelaje de guepardo le susurró.
-La sangre que derramaré determinará toda la muerte que habrá ahora. ¿Qué les parece? -Foxtail empezó a reírse, y seguido de esto, extendió su pata delantera, que tenía un corte del que brotaban varios pequeños hilos de sangre. El resto de su cuerpo estaba lleno de heridas. La levantó bien alto, dejando que su sangre cayera debajo de la Gran Roca.
Un gato negro con rayas naranjas y una gata calico aparecieron al oler la sangre; se trataba de una señal de ataque. Darkfur atacó a Sunstream, clavando sus colmillos en el costado de la solitaria. Treepaw se acurrucó junto a Spottedpaw, para luego ordenarle que matara a Shadownight, Whitetail y Snowfur.
-¿Tú sufrir? -Treepaw se burló, gruñendo entre dientes-. Verás lo que es sufrir cuando los mates. Tus traiciones al Clan del Odio serán pagadas con ellos -su sonrisa era grande y maliciosa.
-Nunca lo haría. No me vais a quitar lo único que me queda -se puso delante del marrón, sus uñas siendo clavadas en el suelo con furia.
-Entonces, lo haré por ti -Spottedpaw dio un paso hacia adelante, desenvainando sus garras.
Shadownight, Whitetail y Snowfur habían sido rodeados, el fuego detrás de ellos, dejándoles sin escapatoria. Shadownight se puso en frente de sus dos hijos, bufando con furia y atacando el aire por si cualquiera se lanzaba contra ellos en cualquier momento.
Cuando Spottedpaw se abalanzó para atacar, Foxtail se lanzó contra ella, sus patas delanteras bien extendidas para lanzarla lejos. La gata calico abrió bien sus ojos heterocromáticos, sintiéndose traicionada. Cuando Foxtail desapareció, su pelaje se erizó por completo.
Foxtail salió de detrás de uno de los árboles que estaban muy cercanos al fuego. Le costaba respirar mucho más que a los demás gatos, pero no le importaba. Se desplazó hacia adelante al resbalar en la tierra, y luego frenó en seco a un ratón de distancia de ella.
Desenvainó sus garras otra vez, y levantó su pata a la altura del cuello de su antigua pareja. Sus garras rajaron el cuello de la felina con precisión, haciendo que sangre goteara en grandes cantidades por todos lados. La calico se sacudió en el suelo, había caído boca arriba. Foxtail aprovechó y se puso encima suya, sus patas apoyándose en la tierra manchada de sangre, mientras pasaba sus garras por su barriga blanquecina, que en un par de momentos se volvió roja con el líquido rojo.
-No... ¡No me dejes aquí! -Spottedpaw gritó bien alto para que su voz no se quedara estancada entre la sangre que iba bloqueando su boca y su sistema respiratorio.
-Simplemente me dejaste por mi herida en la pata. ¿Te parece eso algo normal? -su tono fue tan cortante como el hielo, sus ojos verdes claros clavados con malicia en el cuerpo de la gata que tosía sangre-. Te amé, lo admito -tristeza surgió dentro de él por unos segundos, para luego ser inundado con rabia-. Pero peor que todo eso... ¡Intentaste matar a mi familia, y eso es imperdonable!
Foxtail dejó de observar a la calico, girando todo su cuerpo para irse caminando con la cabeza bien alta. Se pasó su lengua varias veces por su hocico salpicado con sangre. Spottedpaw tragó la sangre que seguía surgiendo de la herida en su cuello, hasta que llenó sus pulmones y no pudo respirar más.
Treepaw se quedó en silencio, muy atónito para hablar. Estaba tumbado sobre el cuerpo de su pareja, ahora muerta. Miró hacia arriba, su mirada llena de rabia. Quería vengarse contra Foxtail.
Los demás gatos del Clan de la Libertad defendían a sus clanes, atacando a varios pícaros que se unieron a los proscritos. Stripedpaw luchaba omóplato con omóplato junto a Lightpaw. Darkpaw estaba ayudando a algunos veteranos a llegar a una zona más segura. Luego de eso, el oscuro gato con rayas blancas en su cabeza fue a por Foxtail. Al abalanzarse contra él, ambos rodaron, Darkpaw aferrado a él para no dejarle escapar.
-No quiero hacerte daño, no te lo mereces, Por favor, vete -Foxtail se liberó del gato sin ningún movimiento brusco, y lo dejó en paz.
Jay estaba atacando a un pícaro con un collar, debía de haber sido un minino casero en el pasado. Brownpaw atacaba a Cheethaclaw, que se acercaba a los gatos de su clan. Mientras, Sunstream atacaba a aquel gato oscuro con rayas naranjas.
-Deberías haberles matado -el gato negro bufó.
-¡Tú solo querías ser un aliado de los gatos del Bosque Oscuro! El Clan Estelar quería que protegieran a los clanes -los ojos verdosos de Sunstream reflejaban furia.
Darkfur se quedó en completo silencio, su mirada y sonrisa eran frías. En un par de segundos, el gato oscuro se abalanzó contra ella. No pudo reaccionar ante su ataque. En unos instantes, estaban enzarzados en una pelea de zarpas y sangre. Darkfur mordió a la líder del Clan de la Libertad en el cuello con sus afilados colmillos. No quiso soltarle, así que no pudo respirar. Ya estaba muy herida, y no podía hacer presión contra su enemigo. Se sentía muy débil.
-¡Madre! -Brownpaw esquivó con técnica a un proscrito, le hizo un corte en el costado y salió corriendo hacia donde se encontraba Sunstream.
-Hija... -tras ser liberado del proscrito, cayó al suelo y habló débilmente-. Te amo. No quiero irme aún, pero el Clan Estelar me llama. Pasos solitarios... Sé que el Clan Estelar te aguarda un largo camino para llegar a la paz.
-¡Madre, no! -varias lágrimas recorrieron su pelaje marrón-. No te vayas, no quiero quedarme sola. ¡No, no, no!
-Adiós, mi pequeña Brownie. Nos veremos en el Clan Estelar. Siempre estaré para ti, siempre... -suspiró por última vez, cerrando sus ojos.
-¡No puede ser! ¡Vuelve, por favor! ¡Clan Estelar, no os la llevéis! -Brownpaw apoyó todo su peso sobre sus patas delanteras. Todo le dolía, le daba rabia, la hacía sentir con más y más tristeza.
Gingerpaw estaba a su lado, consolando a la aprendiza. Con su pata secó sus húmedas lágrimas. La visión de Brownpaw se aclaró, y su corazón empezó a palpitar con más fuerza y velocidad. No podía creer lo que veía; Sunstream le estaba observando. Su espalda y costado marrón relucían con la luz de la luna llena, y tenía su pelaje plagado de pequeños rastros estelares brillantes, ondeando armoniosamente al viento. El reflejo de las llamas de fuego brilló en sus ojos verdes claros.
¡¿Madre?! -sorpresa inundó a su hija.
-Toma esto -extendió su pata semi-transparente, con la que agarraba una pluma parecida a la de un ave de presa. Era marrón con rayas de tal color, pero con un tono más oscuro-. Comprenderás su significado cuando lo necesites -antes de que Brownpaw pudiera maullar algo, con la punta de su cola, que era de un marrón más oscuro, tapó su boca.
Brownpaw tomó la pluma entre sus fauces, pero esta salió volando por el viento. Aún así, regresó a ella por las corrientes del aire, y chocó contra su nariz. Al hacer contacto con su piel, energía fluyó por todas las venas de su cuerpo. La pluma desapareció, dejando polvo brillante en el cielo. Se encontraba más decidida que nunca; debía romper su promesa, por el bien del Clan Estelar, y sobre todo, para vengar a su madre. Empezó a recordar...
...
-Yo nunca sería capaz de matar a un gato, madre. Solo quiero la paz -se encontró a ella misma de pequeña hablando con su madre.
-¿Y si tuvieras que hacerlo para lograr la paz? -la voz de su madre sonó cálida.
-No sería necesario, siempre la paz se puede lograr con la propia paz -la pequeña Brownie expresó con mucha seguridad y calma.
...
Había vuelto a la realidad. Se encontraba con su cabeza mirando hacia el suelo, observando sus patas e imaginándolas manchadas de sangre.
-Para conseguir la paz, a veces necesitamos realizar las opciones más precipitadas. Si el mal no puede cambiar, debe ser eliminado -su tono fue muy confiado-. Lo siento por romper mi promesa, pero es por el bien de todos.
Con su cabeza bien alta, decidida, tensó los músculos de sus patas traseras para correr a gran velocidad y desenvainó sus garras. Empujó con poca fuerza a Gingerpaw, que estaba aferrado a su pata trasera. El gato frenó en seco y fue a por ella. Pero luego lo comprendió, y se quedó donde estaba, pidiéndole al Clan Estelar su victoria.
-Darkfur, ¡pagarás por tus acciones! -Brownpaw gritó, para luego saltar con la fuerza de sus patas traseras contra él.
Atónito por el precipitado acto de la aprendiza, no pudo moverse. Las garras de la gata marrón fueron clavadas en el oscuro pelaje de su enemigo. Haciendo fuerza, lo logró empujar hacia uno de los grandes robles. Cojeando un poco, tras salir de la nube de polvo que había generado al haber sido lanzado por la tierra, se dirigió hacia Brownpaw, sus ojos ámbar pálido reflejaban seguridad.
-Yo soy tu padre. Únete a nosotros, querida hija. No deberías tratar a tu padre de esas maneras -el proscrito marcó autoridad en su última frase.
-¡Nunca! -el grito de Brownpaw recorrió todo el claro-. Tú echaste a Orangepaw del clan. Era mi hermano. ¡Era tu hijo!
-¿Te crees todas las cosas que te ha contado tu madre?
-¿Por qué no lo haría? De no ser por ti, habría nacido en el Clan del Río, y podría haber estado con mi hermano, como debería ser. Antes de nacer, simplemente me querías muerta. ¿Ahora quieres que me una a tu panda de bolas de pelo asesinas? -dijo entre dientes-. ¡Eres un asesino, mataste a mi madre! ¿Y sabes qué...? ¡Lo pagarás!
Sin esperar ni un segundo más, se lanzó contra él, sus garras bien extendidas. Arañó su costado con profundidad, haciendo que su pelaje marrón fuera salpicado por la sangre de su padre y su enemigo. Darkfur fue a morder su pata delantera, pero la aprendiza le propinó una patada con su pata trasera. El proscrito negro y naranja soltó sangre por la boca por todo el daño que había sufrido. Aprovechando que Brownpaw no podría reaccionar ante un ataque con tanta rapidez, la empujó con fuerza. La aprendiza cayó al suelo, trastabillando para levantarse. Todo su cuerpo le dolía, pero la energía seguía surgiendo por el interior de su cuerpo. Darkfur aprovechó la arena para deslizarse con técnica para atacarla, pero no contaba con algo.
¡La aprendiza había saltado más alto que ningún otro gato! Curvando su cuerpo en el aire, localizó su cabeza hacia el suelo. Luego paró su salto y cayó con rapidez contra su enemigo, sus afiladas garras dirigidas hacia abajo. Cuando sus garras fueron clavadas en su costado, abrió una profunda herida. Con la fuerza y rapidez de la caída, la herida se hizo más grande y dolorosa, dañando internamente el omóplato derecho del gato negro y naranja. Aprovechando su dolor, mordió con fuerza en la yugular del oscuro enemigo, hasta que la sangre empezó a brotar como si de un volcán se tratara.
Brownpaw bajó de su cuerpo inmóvil, tendido en el suelo. Tras soltar mucha sangre al toser, Darkfur paró de respirar. Brownpaw se encontraba allí, respirando agitadamente, sus patas bien separadas, su cabeza bien alta. De su hocico goteaban varias gotas de sangre de su enemigo, que teñían la arena de un color rojizo. La herida que tenía en el lado derecho de su costado se había abierto otra vez, y de su cuello brotaban pequeños hilos del rojo líquido. Al bajar su cabeza, su fría y cortante mirada fue posada en el cuerpo del gato que había asesinado.
Pensaba que, al girarse, se toparía con Gingerpaw, quién tendría una mirada aterrorizada, y tendría miedo de ella.
-¡No soy una asesina! ¡No, no, no! -los gritos de la marrón fueron agónicos.
Al darse la vuelta con lentitud, su respiración aún más agitada, atemorizada, vio que su amigo no se encontraba allí. Una punzada de miedo recorrió toda su espina vertebral. Gingerpaw fue rodeado en un árbol por un pícaro. Su vista se aclaró, y salió corriendo a toda prisa hacia la otra esquina de los Cuatro Árboles. Cuando empezó a subir la cuesta, el pícaro se dio cuenta de su presencia y empezó a huir, tan cobarde como una gallina. Pero realmente no era así, había aceptado a algo con una sacudida de su cabeza.
Allí se encontraba, mirando hacia la cuesta opuesta. Vio como el cuerpo de su malévolo compañero estaba tendido, sin vida, en el suelo. Sabía quién lo había hecho, y ahora, más decidido y furioso que nunca, se dirigió a ambos aprendices, que miraban con horror al proscrito. Su pelaje amarillento con manchas similares a las de un guepardo estaba salpicado con montones de sangre. Aún así, no habían muerto más gatos; por el momento... Treepaw quería atacar a Rainstar, el líder del Clan del Río. Los aprendices intentaron escapar para ir a ayudarle, pero su única salida fue bloqueada por Cheetahclaw. Su miraba irradiaba sed de sangre y venganza. El viento hacía que el humo de las llamas que estaban detrás de ellos se dirigiera a los aprendices, haciendo que Brownpaw tosiera. Cuando una nube de humo se quitó de su campo de visión, pudieron verlo mejor. Estaba a solo un ratón de distancia, sus garras desenvainadas. Un paso más, y Cheetahclaw mataría a los aprendices sin piedad alguna.
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