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   Era un cálido atardecer en la granja abandonada, ubicada al borde del territorio del Clan del Viento. Cerca de esa zona suelen habitar bastantes gatos solitarios, y de vez en cuando vienen Dos Patas a regar sus cultivos. Dentro de la granja, habitan dos gatos, que aprovechan los rollizos ratones que se refugian allí.

–¡Sunstream! –una gata marrón con rayas naranjas y algo de pelaje blanco gritó con preocupación.

–¿Qué pasó, mi pequeña Brownie? –su madre respondió en un tono calmado ante la situación.

–Tengo un mal presentimiento. Nada más...

–Tranquila, todo irá bien –su madre se preguntó a sí misma que en qué estaría pensando su hija–. Ahora, volvamos a dormir.

–Vale –Brownie respondió aún preocupada por sus presentimientos.

   La noche pasó normalmente, nada raro a la vista. Se veía el Manto Plateado en lo alto del cielo, la luna y un puñado de luciérnagas revoloteando. Nada más. Solo se escuchaban los ruidos de la naturaleza. Todo se sentía bastante vacío...

   El cielo empezó a aclararse con los primeros rayos solares del día. La pequeña gata abrió los ojos y se levantó agachada para no hacer ruido y despertar a su madre.

   Subió a la parte alta de la granja con cuidado, y allí olfateó el aire y distinguió el olor de varios ratones. Moviendo sus orejas hacia los lados para captar los sonidos de su alrededor, consiguió localizar a su primera presa. El rollizo ratón se movía debajo de una tabla de madera, en busca de algún fruto que solían dejar algunos animales en ellas. Brownie usó la pose de acecho para que el ratón no le escuchara al caminar. Cuando lo tenía acorralado, saltó sobre él ferozmente y acabó con su vida de un zarpazo.

   Dejó la presa recién atrapada enterrada en un montón de heno. Luego mató de la misma forma con rapidez a otros dos ratones más. Cogió las tres presas y se las llevó al nido donde dormía su madre.

–Buenas, Brownie. ¿Qué tal? ¿Uno de esos ratones es para mí? ¡Te has convertido en una excelente cazadora! –Sunstream maulló con felicidad por los progresos de su hija.

–Todo mejor. Puedes tomar estos dos ratones –dijo mientras inclinaba la cabeza y los depositaba delante de su madre.

   Brownie empezó a engullir el rollizo ratón junto a su madre. Luego de eso, las dos compartieron lenguas alegremente.

   El sol ya se había alzado lo suficiente en el cielo como para tener bastante luz para cazar en el claro cercano a la granja. Brownie y Sunstream salieron afuera y olfatearon el aire en busca de más presas.

   Encontraron más que nunca: cazaron un pequeño mirlo, un rollizo gorrión, un ratón de campo y una gran liebre.

   Tras una buena caza, se dirigieron a su granja con las presas colgándole de las mandíbulas. Las depositaron en una clase de tabla de madera para comer más tarde.

   Sunstream miró determinada a Brownie. Era hora de entrenar. Con las uñas envainadas para no hacerse daño, las dos empiezan su entrenamiento.
  
   Brownie le propina un zarpazo a Sunstream en el omóplato, mientras que esta aprovecha la debilidad de su posición para darle un zarpazo en la barriga y luego embestirla. Brownie se levanta y espera a que Sunstream ataque. Cuando lo hace, lo esquiva con gran agilidad, y mientras Sunstream pasa a su lado intentando atacar, ella le propina una embestida contra su costado.

–Esa ha sido una gran técnica, Brownie. Es perfecta para las embestidas o zarpazos directos del enemigo en posición frontal.

–Muchas gracias –maulló en tono alegre y determinado.

–¿Quieres ir a explorar?

–¡Vamos! –Brownie exclamó emocionada ante la idea.

   Se dirigieron hacia la frontera con el Clan del Viento, mirando si pasaba alguna patrulla o si habían presas en los arbustos. Pero no se escuchaba nada más que las hojas de los árboles moviéndose. 

   De repente, Brownie escucha un sonido a lo lejos, así que lo intenta localizar con sus orejas. Antes de que pueda hacer algo más, una patrulla del Clan del Viento pasa con velocidad ante las dos gatas. El grupo de gatos frena en seco. Tenían las pupilas dilatadas de temor, y agitaban la cola con impaciencia mientras tomaban aire e intentaban hablar con las solitarias. 

   Brownie distinguió a una gata llamada Flamepelt, y a su aprendiza Grasspaw. También les acompañaba otro gato, era Windfur.

–¡Vámonos todos de aquí! –Windfur maulló agitado, algo no muy propio de él.

–La causa de muerte de nuestro lugarteniente nos persigue –la gata respiró agitadamente–. ¡Perros!

   Justo cuando Sunstream escuchó la simple palabra "perros", tomó suavemente a Brownie con su boca, como una madre hace con sus cachorros pequeños. Pero Brownie ya era mayor para eso, tenía 7 lunas, y a su madre le iba a costar llevarla a la granja con rapidez.

–Venid conmigo –Sunstream se dirigió hacia los gatos del Clan del Viento–. Huyamos. Podéis quedaros en nuestra granja hasta que pase el peligro.

   Los gatos del Clan del Viento hicieron un gesto con la cola para agradecerle por su ayuda.

–Madre, es mejor que yo vaya caminando. Así todos llegaremos antes sanos y salvos –Brownie maulló comprensiva–.

   Brownie se bajó con rapidez de la boca de su madre, y lideró la marcha hacia la granja abandonada. Su madre la seguía a su lado, mientras que la patrulla la seguía rápidamente detrás suya.

   Sunstream agitó las orejas, y los gatos del Clan del viento giraron la cabeza preocupados. Algo no iba bien. Brownie agudizó el oído y escuchó ladridos de perros a lo lejos, que se iban acercando con gran velocidad.  Los gatos echaron a correr con más rapidez, pero era demasiado tarde...

   Todos se encontraban en la valla que llevaba a la granja, pero no tuvieron la oportunidad de saltarla. Ahora tenían frente a frente a dos grandes perros de color negro con el pecho anaranjado. De sus mandíbulas babeaba mucha saliva. ¡Eran terroríficos! 

–Oh, no –Flamepelt maulló agónicamente–. ¡Estamos muertos!

   Los gatos retrocedieron con lentos pasos, sin dejar de mirar a los ojos de las terroríficas bestias. ¿Qué estarían haciendo dos perros sueltos sin unos Dos Patas? 

   Las temibles bestias se acercaron a intentar darles una mordida. Los gatos la esquivaron solo a una garra de distancia. Aprovechando que sus caras estaban pegadas a sus patas, les propinaron varios zarpazos cerca del ojo. Brownie obedeció a su madre y se echó atrás. Los perros, doloridos, se abrieron paso entre el resto de gatos y agarró a la pequeña Brownie con su mandíbula.

   Su madre fue a su rescate, mordiendo el bíceps del perro que atacó a su hija. El perro la soltó del dolor, pero el otro se lanzó contra Brownie, la cogió con sus mandíbulas y la lanzó hacia el aire. La pequeña gata marrón con rayas naranjas se intentó levantar, pero estaba demasiado herida. 

   Sunstream se abalanzó contra el perro, pero al ver que el otro intentaba volver a atacar a Brownie, ella cogió a su hija y la puso en una colina de arena, donde salió rodando y escapó sin hacerse aún más daño. 

–¡Escapa! ¡No vuelvas aquí! En un par de lunas nos volveremos a encontrar, te lo prometo. Te amo, Brownie... –Sunstream dijo dolorida, con los ojos empañados de lágrimas.

   Su madre se abalanzó contra un perro que intentaba seguir a Brownie. Los gatos del Clan del Viento la ayudaron a atacar. 

   Brownie, triste y dolorida, corrió lo más rápido que pudo hacia los Cuatro Árboles. Allí se paró a descansar, pensando en qué hacer.

   Luego recordó que su madre provenía de un clan llamado Clan del Río, que tenía su campamento en una clase de isla rodeada del río. Pensó que la líder del lugar la acogería, ya que conocía a su madre y eran grandes amigas. 

   Después de pensar por un rato, la gata se decidió; iba a cruzar el pasadero hacia el Clan del Río. Con rapidez, fue hacia allí. Cuando ya se había adentrado en los exteriores del clan, Brownie se notó rara, como que perdía fuerzas. Unos instantes más tarde, todo se volvió oscuro para ella. La pequeña se había desmayado. Aún así, estaba consciente de los ruidos naturales de su alrededor, hasta que escuchó varios maullidos de gatos.

   Una patrulla fronteriza del Clan del Río se acercó hasta la gata, tirada en el suelo. 

–Podemos acabar con ella, ¿verdad? –dijo un fibroso gato amarillento con manchas negras.

–No seas así, Cheetahclaw –maulló un blanco gato con largo pelaje.

–¿Te callas, cara de pescado? –el amarillento respondió agresivo.

–Cheetahclaw, así no se trata a los demás. Es una gata ahora indefensa. No nos puede hacer nada. Nos la llevaremos al campamento, necesita que nuestro curandero la mire inmediatamente –una gata gris claro con manchas negras miró a la indefensa gata, con un presentimiento de conocerla.

   El gato blanco y el grisáceo cargaron a Brownie con cuidado, mientras que el amarillento se quedó en la retaguardia vigilando. Iban hacia el campamento del Clan del Río. 

–¡¿UNA PROSCRITA?! ¡¿ESTÁS LOCA?! –los gatos del claro maullaron enfadados, erizando el pelo.

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