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cap 4

Garra de Tigre esperó hasta que la patrulla estuvo casi encima de él antes de salir de detrás del grupo de
helechos frágiles. Bayas de Serbal se detuvo en seco, su pelaje marrón y crema ya estaba clavada en su espalda.
Detrás de ella, la patrulla se detuvo, mirando a Garra de Tigre con alarma.
Garra de Tigre agitó su cola. -Vengo en paz-, murmuró. -Sé sobre la enfermedad en el Clan de la Sombra.
Mis amigos y yo cazaremos por ti, y no pediremos nada a cambio, excepto que a tus antiguos compañeros de Clan
sean perdonados por su lealtad equivocada a Estrella Rota. Saben que estaban equivocados y quieren compensarlo.
Bayas de Serbal miró por encima de él. -Sin embargo, no los veo aquí.
Garra de Tigre inclinó la cabeza. -Ellos no saben que te estoy hablando. Estarían demasiado orgullosos para
pedirte perdón, por lo que estoy apelando en su nombre. Por favor, permítanos abastecer su pila de carne fresca,
encontrar hierbas para Nariz Inquieta al menos hasta que hayas vencido esta enfermedad.
Nube del Alba dio un paso adelante, su pálido pelaje brillaba a la luz del amanecer. -¿Quieren regresar al
campamento?-, Preguntó.
Garra de Tigre negó con la cabeza. -No, nos quedaremos aquí, en guarida que hemos hecho para nosotros
mismos. Lo prometo, no queremos nada más que ayudarte.
⎯ Puedo entender por qué nuestros antiguos compañeros de Clan podrían querer buscarnos-, maulló
Colmillo de Pedernal, un macho gris que parecía listo para unirse a los veteranos, si sus patas se sostuvieran lo
suficiente como para regresar al campamento. -¿Pero por qué tú, Garra de Tigre? Nunca has sido amigo del Clan de
la Sombra.
Garra de Tigre se encogió de hombros. -No soy rival para ningún Clan ahora que vivo fuera de cualquier
frontera. Tus compañeros de Clan me ayudaron hace no mucho tiempo y estoy en deuda con ellos.
El veterano entrecerró los ojos. -No sé qué diría Estrella Nocturna sobre esto.
⎯ Él diría: ¡El orgullo no abastecerá la pila de carne fresca! -, Replicó Nube del Alna enérgicamente.
– Garra de Tigre, es una oferta generosa, y la aceptamos.
⎯ Pero no es necesario que traigas la carne fresca al campamento-, maulló Colmillo de Pedernal. -
Nos encontraremos aquí mañana al amanecer y lo recibiremos.
Garra de Tigre asintió. -Por supuesto, si eso es lo que deseas. Tengan un viaje seguro de regreso a su
campamento. Mañana estaremos aquí.- Se volvió antes de que los gatos pudieran volver a hablar y se hundió en la
penumbra. La misericordia es un signo de gran poder. Para cuando el sol saliera de nuevo, el Clan de la Sombra
estaría en deuda con él.
Patas Negras y Enredo estaban encantados de saber que el Clan de la Sombra los dejaría cazar en su nombre,
pero Cara Cortada era desconfiado.
⎯ ¿Y si es una trampa?- Murmuró. -Pueden estar enfermos, pero todavía nos superan en número. Una
vez que estemos dentro del campamento, cualquier cosa podría pasar.
⎯ Nos están robando la carne fresca de la frontera-, maulló Garra de Tigre. No estoy poniendo a
ninguno de nosotros en peligro por el simple hecho de llenar sus vientres.
Los antiguos robles ofrecían una buena caza, aunque el suelo era más húmedo de lo que Garra de Tigre
estaba acostumbrado. Tocón logró derribar a una ardilla de un árbol con un solo golpe de su pata, y Enredo regresó
con un par de ranas colgando de su boca.
⎯ A los gatos del Clan de la Sombra les gustan-, ella maulló a la defensiva cuando Garra de Tigre
frunció el ceño.
Cuando regresaron a la mata de zarzas en la frontera, Garra de Tigre estaba satisfecho con su ofrenda.
Suficiente para hacer una contribución significativa a la pila de carne fresca del Clan, pero no tanto que parecía que
la caza del Clan de la Sombra era la única preocupación que tenían estos gatos en sus vidas. Incluso después de dos
largas cacerías el día anterior, Garra de Tigre había insistido en practicar lucha mientras el sol se ponía detrás de los árboles. Los fuertes músculos de Enredo le dieron un mordisco feroz en el cuello, y Garra de Tigre la había
alentado a afilar sus dientes en el tocón de un viejo manzano que tenía la corteza resistente. Tocón se estaba
volviendo menos cauteloso acerca de usar su peso para su ventaja, y a Rabón le tomó varios momentos recuperar el
aliento después de un golpe particularmente fuerte.
⎯ Viniste.
Garra de Tigre ignoró la leve nota de sorpresa en la voz de Colmillo de Pedernal. -Siempre cumplo mis
promesas-, maulló.
Guijarro bajó la cabeza y olfateó el montón de presas. -Esto llenará nuestra pila de carne fresca mejor de lo
que lo ha estado durante días-, comentó.
Nube del Alba parpadeó cálidamente a sus antiguos compañeros de clan. -Gracias. Me aseguraré de que
Estrella Nocturna sepa lo que has hecho. No habrá rencor contra ti después de esto.
⎯ Bien-, maulló Garra de Tigre. -Y para asegurarnos de que Estrella Nocturna sepa exactamente
quién lo ayudó, los ayudaremos a llevar esto al campamento.
Guijarro se tensó. -Dijiste que te quedarías fuera del territorio del Clan de la Sombra por ahora. No podemos
garantizar cómo reaccionarán nuestros compañeros de Clan.
Garra de Tigre cruzó con confianza la marca olorosa. -Como dijo Nube del Alba, tus Compañeros de clan
solo estarán agradecidos por nuestra ayuda-. Miró por encima del hombro a los gatos que esperaban junto a los
helechos. -Vamos, todos ustedes-. Los antiguos gatos del Clan de la Sombra se acercaron cautelosamente para
reunirse con él. Tocón bajó por la parte de atrás, sus fosas nasales se ensancharon cuando el olor del Clan lo
invadió.
Garra de Tigre recogió la ardilla (la pieza más grande) e hizo un gesto con la cola para hacer que los demás
ayudaran. Colmillo de Pedernal entrecerró los ojos pero no dijo nada. Nube del Alba guió el camino de regreso a
través de los pinos, extendiendo su cola para rozar contra Rabón. Garra de Tigre sabía que habían sido amigos
íntimos como aprendices, y decidió observar de cerca al atigrado marrón para asegurarse de que sus lealtades no
regresaran con demasiado entusiasmo a su antiguo Clan.
Cuando se acercaron a la espesura de zarzas donde el Clan de la Sombra hizo su campamento, una oleada de
hedor llenó las fauces y nariz de Garra de Tigre. Trató de no vomitar, y pudo ver, por la expresión de alarma en las
caras de sus compañeros, que ambos eran rechazados por igual.
Guijarro soltó el gorrión que llevaba y se detuvo justo afuera de la entrada del campamento. -Ningún gato ha
escapado de la enfermedad-, maulló en voz baja. -Si no quieres arriesgarte a infectarte, debes regresar ahora.
Garra de Tigre levantó la cabeza. -No tenemos miedo de prestar ayuda-, insistió con su boca llena de piel de
ardilla. A su lado, Patas Negras asintió, aunque Tocón parecía cada vez más reacio a seguir.
Siguieron a Guijarro a través de las zarzas, hasta el claro en el centro del campamento. Garra de Tigre vio los
restos de una pila de carne fresca en un rincón, ahora un lamentable resto de huesos y plumas, y se dirigió hacia él.
Depositó la ardilla y se volvió para mirar alrededor. Docenas de ojos brillaban desde las sombras bajo las espinas, y
el aire estaba lleno de susurros conmocionados.
Bayas de Serbal emergió de una guarida. –Nube del Alba nos dijo que ibas a cazar para nosotros. No
esperábamos que lo entregaran ustedes mismos.- Enredo dejó caer sus ranas en la pila y trotó hacia su viejo
compañero de Clan. -Teníamos que saber cómo estás-, maulló. -Por favor, no nos eches.
Había un leve susurro de ramas detrás de Garra de Tigre, y se giró para ver a Nariz Inquieta, el curandero del
Clan de la Sombra, que se tambaleaba al lado de un macho negro que estaba tan delgado que su pelaje parecía
como si se estuviera deslizando de sus huesos.
⎯ Hiciste algo valiente, viniendo aquí,- Estrella Nocturna dijo con voz ronca.
Garra de Tigre bajó la cabeza. -Tus antiguos compañeros de Clan no estarían de pie y te dejarían morir de
hambre, y mi lealtad es para ellos ahora. Esto no es coraje, es simplemente seguir el código guerrero.
Nube del Alba se acercó a Estrella Nocturna. -Mira, ¿Ves la pila de carne fresca?-, preguntó con suavidad.
¡Todos llenaremos nuestros estómagos esta noche!

⎯ Todavía podemos cazar por nosotros mismos-, gruñó una voz desde el claro. Patas de Venado
caminó hacia adelante, sus ojos brillaron con lo que Garra de Tigre pensó que podría ser el comienzo de la
infección. -Estos gatos dejaron nuestro Clan por una razón. Tal vez deberíamos pensar dos veces antes de darles la
bienvenida de nuevo.
Nariz Inquieta aplanó sus orejas. -Estos gatos, como los llamáis, pueden habernos salvado a todos de morir
de hambre-, maulló. -Muéstrales algo de gratitud, Patas de Venado.
Cara Cortada estaba mirando alrededor. -¿Dónde está Rescoldo?-, Preguntó. -Escuché que había sido
nombrado lugarteniente.
Bayas de Serbal se acercó a él. Garra de Tigre recordó que ella y Cara Cortada habían sido pareja hace
mucho tiempo, y Rescoldo era uno de sus cachorros. -Murió, Cara Cortada-, susurró ella, apoyándose en su
omóplato. -Él fue quien trajo la enfermedad al campamento, cuando atrapó a una rata infectada.
Cara Cortada se tambaleó y dio un paso atrás. -¿Murió?- Repitió. -Debería haber estado aquí, si hubiera
atrapado esa rata en su lugar...
La gata le dio un golpecito en la boca con la cola. -Silencio. Nuestro hijo ahora camina en el Clan Estelar. Él
sabrá lo que has hecho por nosotros hoy.
Garra de Tigre ladeó su cabeza. -¿Quién reemplazó a Rescoldo como lugarteniente?, Le preguntó a Estrella
Nocturna.
El viejo líder se levantó, como si se hubiera dormido mientras aún estaba de pie.
⎯ Estrella Nocturna ha estado demasiado enfermo como para elegir un nuevo lugarteniente,- agregó
Nariz Inquieta. Se acercó un poco más al gato negro para que pudiera soportar algo de su peso. Garra de Tigre
pensó que nunca había visto un par de gatos débiles y de aspecto lamentable. -Cumpliré los deberes de un
lugarteniente por ahora", continuó el curandero.
Garra de Tigre no podía imaginar que tomara mucho tiempo. No había suficientes gatos sanos para organizar
cazas regulares o patrullas fronterizas, como él y los demás habían notado desde el otro lado del límite. Sintió una
oleada de curiosidad en su vientre. Un líder anciano, enfermo, sin lugarteniente, un curandero andrajoso, tratando
de tratar la enfermedad que asolaba a sus compañeros de clan... El Clan de la Sombra se estaba hundiendo más
rápido que una piedra en un río.
Estrella Nocturna se irguió. –Garra de Tigre, eres muy bienvenido a quedarte y compartir la carne fresca con
nosotros-, maulló formalmente. Hizo un gesto con la cola. -Por favor ayúdate a ti mismo primero.
Garra de Tigre agachó la cabeza. -No lo soñaríamos, Estrella Nocturna.- maulló. -Cogimos esta presa para
ti. La necesidad del Clan de la Sombra es mucho mayor que la nuestra. Pero, si lo permites, continuaremos cazando
en tu nombre, hasta que tus Compañeros de Clan sean fuertes y estén bien de nuevo.
Estrella Nocturna dejó escapar un débil ronroneo. -Eres tan amable-, dijo con voz áspera. -Que el Clan
Estelar ilumine tu camino, siempre.
⎯ Oh, lo harán-, murmuró Garra de Tigre para sus adentros mientras convocaba a sus gatos con un
movimiento de cola. Cara Cortada se apartó a regañadientes de Bayas de Serbal, y Rabón lanzó una mirada
anhelante hacia Nube del Alba, pero todos lo siguieron mientras salía del campamento y se internaba en los pinos.
⎯ Te mostraré la frontera-, ofreció Colmillo de Pedernal, pero Garra de Tigre negó con la cabeza.
⎯ Quédate y come con tus compañeros de Clan-, instó. -Sabemos el camino de vuelta.
Detrás de él, los otros gatos se susurraron mutuamente, al encontrar a su antiguo Clan tan enfermo y débil.
Tocón fue amable, jurando atrapar a todas las ardillas en el bosque si eso es lo que se necesitaba para que los gatos
se recuperaran. Garra de Tigre escuchó a medias. No le importaba si todos los gatos del Clan de la Sombra se
enfermaban y morían. Por ahora, él tenía un Clan entero en deuda, y eso solo podía funcionar a su favor.
Si la misericordia es poder, entonces nunca he sido más poderoso.
Al día siguiente, Garra de Tigre dejó que los demás se fueran y cacen para el Clan de la Sombra nuevamente,
acordando que cuando el sol esté en lo más alto tendrían una sesión lucha. Cuando los gatos se habían insertado ruidosamente a través del helecho, más profundo en el bosque, Garra de Tigre se dirigió a la otra dirección, hacia
las viviendas de los Dos Patas. El recuerdo de Zarpa Corta le molestaba; el solitario pudo haber girado la cola y
huido durante el enfrentamiento con los guerreros del Clan de la Sombra, pero había algo en el joven gato marrón,
su ansia por aprender sobre la vida del Clan, su hambre por luchar, que sugería que todavía podría ser útil. Garra de
Tigre se imaginó la última vez que había visto a Zarpa Corta, luchando con Corazón de Fuego, apuntando sus
garras a la garganta del minino doméstico, antes de que Fronde lo desequilibrara y arrastrase lejos. Garra de Tigre
sabía que no podía juzgarlo con demasiada dureza, no después de que Corazón de Fuego lo venciera en la guarida
de Estrella Azul. Este granuja de las viviendas Dos Patas tenía habilidades que podrían ser de gran ayuda. Garra de
Tigre decidió que estaba dispuesto a darle una oportunidad más. Pero si el gato marrón fallara nuevamente, lo
lamentaría más que cualquier otra cosa en su vida.
Alcanzó una alta valla de madera y la apretó a través de un hueco entre los paneles. Su cabeza giró cuando
los aromas empalagosos de las viviendas Dos Patas se estrellaron a su alrededor: flores de colores que rara vez se
encontraban en el bosque, el olor enfermizo de la hierba demasiado corta, y debajo de todo, el hedor de los
monstruos, escupiendo su mal aliento en el laberinto del Sendero Atronador. Garra de Tigre atravesó un arbusto
con hojas de color verde pálido y saltó sobre un muro de piedra bajo. A cada lado, un estrecho sendero negro
conducía entre los nidos de piedra roja de los Dos Patas. Tenía un vago recuerdo de estar ahí antes. Si se fue por
este camino, se dio la vuelta y trotó sobre la piedra áspera, manteniéndose a la sombra a un lado, podría llegar a un
espacio polvoriento y abierto donde los perros callejeros se tumbaban al sol. Delante de él, la luz se hizo más
brillante hasta que tuvo que arrugar sus ojos. El camino resguardado llegó a un abrupto final, y Garra de Tigre se
asomó a la brillante extensión blanca. Varias formas peludas yacían en sus costados, las colas moviéndose
perezosamente.
Una cabeza se alzó cerca de él. -Tenemos compañía-, la gata de pelaje plateado maulló a su compañera.
Una gorda atigrada marrón miró a Garra de Tigre. -Él apesta-.
⎯ Así es como huelen los gatos del bosque-, maulló el primer gato. -¿Qué estás haciendo aquí,
extraño? ¿Olvidaste cómo atrapar ardillas?
Garra de Tigre los ignoró. Un destello de movimiento en el otro extremo del espacio había llamado su
atención. Entrecerró los ojos y distinguió una figura negra con un hocico puntiagudo distintivo antes de que se
desvaneciera detrás de un montón de piedras. Erizando la piel, caminó alrededor del borde del espacio. La mayoría
de los vagabundos no le prestaron atención, aunque uno le gruñó que dejara de proyectar una sombra. Garra de
Tigre llegó al lugar donde había visto desaparecer al gato marrón y olfateó las rocas rotas. Conocía ese olor...
⎯ ¿Zarpa Corta?- Llamó suavemente.
Oyó un susurro en la hierba larga detrás de las piedras. -¿Garra de Tigre?- Vino un susurro cauteloso. Hubo
una pausa, luego un delgado macho marrón se deslizó fuera. Sus ojos eran enormes y cautelosos, y el pelaje le
recorría la espina dorsal. –¿Viniste…Viniste a buscarme?
Garra de Tigre parpadeó. -No me acostumbro a entrar en las viviendas Dos Patas-, gruñó.
Zarpa Corta se acercó más, con la cabeza tan baja que su hocico casi tocó el suelo. -Lo siento, Garra de
Tigre-, maulló. -Sé que no debería haber dejado que el gato me persiguiera. Sé lo mucho que querías que mataran
al gato rojizo.
⎯ Los errores pertenecen al pasado-, gruñó Garra de Tigre. No iba a dejar que Zarpa Corta pensara
que no estaba decepcionado con él. -Quiero saber si lo dejarías pasar otra vez.
El gato marrón lo miró con sus ojos verdes ansiosos de aprobación. -¡Nunca!- Juró. -¡Derramaría la última
gota de mi sangre para luchar junto a ti otra vez!
⎯ No te lo pediré todavía-, maulló Garra de Tigre. -Las cosas han cambiado. Los otros gatos y yo
estamos viviendo cerca del Clan de la Sombre ahora, pero todavía tengo la intención de destruir el Clan del Trueno
algún día. Y mata a ese gato de jengibre-, terminó con un siseo.
Zarpa Corta se enderezó, a la altura del hombro de Garra de Tigre. -Déjame terminar lo que empecé-,
declaró. -No te arrepentirás, Garra de Tigre.

Me aseguraré de no hacerlo-, proclamó. -Vamos, tenemos mucho que hacer-. Se dio la vuelta y trotó en línea
recta a través del espacio abierto, arrastrando deliberadamente una pequeña nube de polvo hacia la calle. Los
escuchó toser y maldecir detrás de él, pero él y Zarpa Corta se habían desvanecido en la brecha entre los hogares de
los Dos Patas antes de que los gatos pudieran levantar sus cuerpos perezosos.

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