Capítulo 11
Los oídos le zumbaban y la cabeza le daba vueltas por cada paso que daba. No quería llegar a eso, pero no había otra salida, así que simplemente se acercó sigilosamente y preparando sus afiladas garras para lanzarse contra su rival, ignorando el código guerrero.
– Ya no seré un guerrero, no necesito seguir el código.– Pensó, erizando la cola y preparándose para saltar, sin siquiera escuchar las palabras de Estrella Hueca, que aún estaba dando razones de porqué el gato blanco era una amenaza.
El felino blanco de manchas marrones seguía riéndose de su comentario, con una mirada victoriosa. ¡Cómo si eso pusiera al Clan del Viento sobre al Clan del Cielo!
El guerrero lo había llamado traidor, y no sólo a él, sino a todo el clan.
– Defiende a tu clan, ¡Eso es lo que estaría haciendo! – Pensó, tomando impulso y alzando sus patas delanteras para no dejar escapar a Mancha de Ratón.
No fue difícil clavarle las garras profundamente, haciéndole una buena herida en el omóplato. Luego de eso, tuvo que morderle el cuello varias veces con toda la fuerza posible hasta que el gato del Clan del Viento dejó de moverse.
El sabor de la sangre era fuerte, y el aroma del gato muerto era una fragancia desagradable. Manto de Luz se lamió los bigotes y observó sus patas llenas de la sangre de su rival. No había planeado matar a un gato esa noche, pero tampoco se arrepintió de hacerlo.
Los gritos de horror del Clan del Viento fueron intensos, pero con el pasar de los segundos, todo a su alrededor se fue desvaneciendo, hasta quedar en completa oscuridad y silencio.
● ● ●
– ¡Cardos y espinas! – Siseó el gato blanco al golpearse la cabeza. Había dormido completamente apretado en un tronco hueco, y ahora casi no sentía las patas.
El estómago le rugió fuerte, pero con lo ocurrido en la noche, el felino no tenía ganas de comer nada, o de hacer algo que le recordase que ya no era un guerrero.
La oscuridad que tenía el bosque del Clan de la Sombra, incluso de día, era una ventaja para él en ese momento. No podría quedarse allí toda su vida, pero por lo menos no iba a ser descubierto tan fácilmente y tendría tiempo de pensar en algo.
– Ahora que todos me reconocen, no puedo pasar por cualquier lado.– Pensó Manto de Luz, olisqueando el aire en busca de algún roedor que pudiese capturar rápido y en silencio.
Notando que ya aparecían los primeros rayos del sol, Manto de Luz se levantó lentamente del tronco hueco, teniendo especial cuidado de no hacer ruido. La primera patrulla probablemente ya estaría saliendo, y aunque su pelaje estaba lleno de barro, su olor podría ser reconocido de igual manera. No habían señales de vida cerca, así que el gato se limitó a caminar en dirección a las montañas, deteniéndose solo cada cierta cantidad de árboles para verificar si habían presas, o si algún gato se acercaba.
– Por lo menos los gatos de las montañas son algo torpes, podré encontrar algún lugar para quedarme por ahí.– El felino suspiró, recordando como los gatos del supuesto clan fueron ayudados por el Clan del Trueno y sobre todo sus aprendices, que peleaban mejor que los guerreros del clan al que ayudaban.
– Aunque fue una gata que me reconoció primero...¡Pude haber salido sin ser reconocido si ella no hubiese saltado como una liebre para atraparme! – Gruñó, tensando los músculos.
A medida que avanzaba, los árboles eran menos frecuentes, y la brisa era cada vez más fría y fuerte, dándole al gato la certeza de que las montañas estaban más cerca. Aún pensaba en lo que iba a hacer cuando llegara, pero por lo menos tenía una vaga idea al respecto.
– Lo importante será comer algo, después veo lo demás.– Dijo el gato blanco para sí, olfateando el aire nuevamente y creyendo reconocer una ardilla al hacer eso.
Las patas le dolían un poco, pero eso no le impidió saltar hasta los árboles y morder el cuello de la ardilla con rapidez, para luego volver a la tierra y zampársela en dos bocados sin siquiera pensar en agradecerle al Clan Estelar, dejando los restos enterrados debajo de un arbusto de bayas rojas a las que ningún guerrero se acercaría en un tiempo.
A medida que avanzaba, Manto de Luz notó como el aire se hacía más frío y como azotaba las copas de los árboles con mayor fuerza. El gato blanco no había pensado en lo cerca que se encontraban de la estación sin hojas, ni en lo peligroso que sería quedarse vagando solo por las montañas con ese frío.
– Pero tampoco tengo otra opción.– Masculló, al mismo tiempo que sentía el helado suelo rocoso bajo sus patas, indicándole que no estaba lejos del lugar que buscaba.
Todavía era posible oler a los gatos de las montañas, que debieron haber pasado por allí cuando iban de regreso al lugar donde pertenecían. A Manto de Luz le pareció oír maullidos que venían de más adelante, lo que significaría que ellos todavía estaban regresando a su hogar, y por lo tanto él no podría seguir avanzando.
– Puedo seguirlos...– Pensó el joven exiliado, sacando sus garras y caminando un poco más rápido para poder ver al supuesto clan desde lejos.
Efectivamente, había un buen grupo de felinos adentrándose en lo que debía ser ya su territorio. No caminaban en fila y ordenados como los otros clanes, si no que iban en grupos que intentaban mantenerse cerca unos de otros, con la excepción de una gata cálico esbelta y de pelaje medio corto que iba sola y de última, más concentrada en el cielo y en el paisaje que en sus compañeros de clan. El hecho de que estuviera sola era lo único que le confirmó a Manto de Luz que era la misma gata que había evitado su huida en la Asamblea, y no pudo evitar tensar los músculos y mirar con recelo a la felina.
– Su clan me ganaría en una pelea..... no puedo atacarla ahora que está con ellos.– Pensó el gato blanco, intentando dirigir su atención a algo que no le molestase tanto como ver a los gatos de las montañas caminando sin preocupaciones, mientras que él todavía no sabía ni a dónde ir.
Una hoja de color rojo vibrante que volaba casi a su lado llamó su atención, y Manto de Luz decidió enfocarse en ella y sus movimientos. Iba a ser como las hojas y moverse sin un destino claro.
Sin embargo, sólo dió tres pasos más cuando una fuerte brisa hizo que la hoja cambiara de dirección tan rápido que terminó perdiendola de vista.
– ¡Es como si el Clan Estelar no me quisiera! ¡Son solo unos puntitos brillantes en el cielo! – Siseó Manto de Luz, clavando sus garras en el suelo de roca y dejando una pequeña marca al hacerlo.
Estuvo caminando detrás de los gatos por un buen rato, consciente de que en algún momento iba a tener que separarse de ellos y buscar un lugar para quedarse, pero no había visto nada más que montañas desde que empezó su viaje. Sus patas no daban más y empezaba a preguntarse si de verdad los gatos de las montañas tenían su hogar en aquel territorio tan plano y sin nada más que varias plantas y probablemente algunas liebres y ratas, sin mencionar las águilas. Pero en un momento, el suelo plano y sin vida empezó a tener desniveles y pequeñas colinas, algunas más altas que otras, donde abundaba el olor a plantas y a ratones. Había una cueva con una entrada muy pequeña y que casi pasaba desapercibida, lo que le pareció perfecto al felino blanco, que se acomodó de inmediato en la pequeña guarida para descansar.
– Por fin algo no me sale mal...– Murmuró para sí, estirándose hasta quedar lo suficientemente cómodo pese a lo frío que estaba adentro. – Por lo menos servirá para quedarme un tiempo.–
Después de tanto tiempo caminando, Manto de Luz tenía la boca seca y no tenía el estómago tan lleno como antes, pero no pensaba arriesgarse a buscar algo de comida o agua, ya que ni siquiera sabía si era posible encontrar un arroyo o algún lugar abierto para tomar agua en ese territorio tan vacío. Ese ya sería un problema para mañana.
El silencio era total en aquel lugar, lo que le inquietaba un poco. Estaba acostumbrado a compartir su guarida con otros gatos desde que nació, pero ahora no tenía a nadie, ni siquiera al ruidoso Zarpa de Nube, a quien antes era posible oír desde cualquier rincón del campamento, lo que hacía que incluso gatos pacientes como Pluma de Paloma se quejaran del aprendiz algunas veces.
– Los extraño.... a Pluma de Paloma y a Zarpa de Nube.– Ronroneó Manto de Luz para sí mismo.
De no haber sido exiliado, estaría charlando con Pluma de Paloma o practicando movimientos con Zarpa de Nube para ayudarlo.... incluso podría haber ido con Garra de Abeja para disculparse y ella habría aceptado su disculpa y nada malo le hubiese pasado más allá de la frustración de Salto Marrón por tener que soportarlo.
O incluso si hubiese sido exiliado, pero no descubierto por la gata del Clan de las Montañas Altas, todavía podría ir ocasionalmente y a escondidas para visitar a su hermana, o incluso conversar con Zarpa de Nube un rato. Pensar en esas posibilidades le hizo tensar el cuerpo y erizar su pelaje blanco sucio de rabia.
– Me vengaré de alguna manera.... y volveré a ver a Pluma de Paloma cueste lo que cueste...– Musitó con los dientes apretados.
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