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Los fantasmas de kacchan

El cenizo caminaba por el largo pasillo camino a su oficina. Sus costosos y lujosos zapatos resonando en la suave madera de roble, sus pisadas igual que toda su aura solo gritaban "corre" pues el jefe estaba cansado después de un día largo lleno de trabajo. Todos sus empleados se apresuraban casi corriendo al verlo pasar, no querían hacer enfadar su jefe. Su secretaria lo saludo desde su cubículo con una sonrisa y el solo respondió con un pequeño gesto. Una de sus empleadas Omegas llegó con una taza de café, Katsuki la miro y se inclino para olfatear, oh si, recién preparado justo como le gustaba. Tomo la taza y abrió la puerta de su oficina para ingresar.

—No me molesten—fue todo lo que dijo antes de cerrar su puerta de forma brusca. Casi de inmediato se fue a sentar y saco el periódico, desde hace días había tratado de empezar a leerlo, pero siempre tenía cosas que hacer y nunca le daba tiempo. A veces solo lo dejaba hasta que llegara el día que considerada apropiado.

Desde ahí podía escuchar el ajetreo que había en la ciudad, después de todo hoy era 23 de diciembre y todo el mundo estaba vuelto loco con la noche buena y navidad ya llegando a la hermosa ciudad de Paris. Katsuki se había mudado a Paris no mucho después de que su hermano gemelo menor terminara su carrera en una buena universidad. Carrera (obviamente) pagada por completo por Katsuki, quien era el responsable por él al ser el hermano mayor aunque sea por dos minutos.

Desde que eran niños Katsuki se había encargo de eso, de que su hermano tuviera buenas oportunidades, fue algo que su padre Alfa siempre le recordó hacer. Cuidar de los suyos. Su padre no era alguien muy serio, era lo contrario, a diferencia de su madre Alfa, ella era imponente he intimidante. Tal vez de ahí lo había sacado.

Katsuki Bakugo es un Alfa que impone respeto. Oh eso decían todos los que llegaban a conocerlo. A sus veinticinco años era uno de los hombres más ricos en el mundo con una enorme y exitosa empresa de moda en parís. Tenía una enorme mansión con vistas a la Torre Eiffel y un montón de servidumbre a su disposición, tenía un montón de empleados que le temían y trabajaban para él a la hora que él lo quisiese y cuando lo quisiese. Tenía un hermano gemelo muy bueno en los negocios y un sobrino muy lindo que era alabado por todos en la ciudad, un pequeño Alfa de cinco años. Tenía un cuñado serio, calmado y elegante, una familia refinada. Era una buena vida.

O al menos eso decían todos.

Katsuki se recargo contra su silla mientras leía su periódico, según las reseñas su pasarela había sido un completo éxito, sonrió engreído con cada palabra que leía donde lo llamaban un genio. Incluso lo llamaban un Dios de la moda, la elegancia y la clase. Katsuki arqueo una ceja ante las palabras "elegancia y clase" esas palabras le recordaban más a "él".

Con la otra mano llevo la taza de café a su boca y dio un sorbo, su cabello cenizo estaba todavía ligeramente peinado hacía atrás, después de todo acababa de llegar de una última pasarela de invierno con temática navideña, que odiara la navidad no significaba que no sacaría provecho de esta. Dinero es dinero le habría dicho su madre. Y Katsuki respetaba mucho al dinero.

De vez en cuando miraba la ventana, le ayudaba a pensar. Su mente estaba maquinando ideas de diseños para la próxima colección, la colección de año nuevo, su mente jamás descansaba y por ende sus empleados tampoco. Por algo su empresa de moda "Dynamight Mode" había crecido tanto superando a tantas otras en la capital de la moda Paris y en el resto del mundo. Sus diseños eran los número 1 tal y como a él le gustaba y si quería seguir así su mente debía trabajar todo el tiempo, debía ser primero en todo.

Sus colecciones salían literalmente cada mes y cada temporada del año. En primavera salían sus diseños con toques pasteles y florales, en verano la ropa en tonos pasteles y escotes más pronunciados y tela más suave, en otoño era su época favorita, pues tenían sus colores favoritos donde aprovechaba los colores anaranjados y cafés para sus ropas. En inviernos es donde más sacaba provecho de su cerebro diseñando elegantes trajes y sacos felpudos hechos con pieles sintéticas de excelente calidad. Katsuki no estaba de acuerdo en usar pieles reales y era otra de las razones por las que su publico lo amaba.

Claro que su mente siempre estaba maquinando ya que aprovechaba cualquier celebración para sacar una colección nueva muy diferente a la anterior. Su cerebro siempre tenía nuevas ideas y no salía a ningún lado sin papel, lápiz, borrador y pluma. Nunca sabía si desayunando en su cafetería favorita iba a llegarle la iluminación y diseñar un atuendo nuevo. O si camino a casa después del trabajo le llegaría otra idea. Toda su casa tenía papel dispersado por diferentes muebles, en su oficina en la empresa también tenía en cada rincón papel.

Justo ahora se encontraba reposando unos minutos mientras leía la reseña de su última pasarela, la de finales de noviembre donde predominaron los colores rojos y las pieles sintéticas de animales, además de los patrones geométricos, las cintas y muchas capas de ropa. Lo llamaban un genio y un innovador, nadie se atrevía a mezclar tantas cosas juntas y hacer que se viera bien, nadie excepto él. Su secretaria toco la puerta de su oficina, llevaba trabajando para él tanto tiempo que ya podía reconocer sus toques. Además se conocían desde que eran niños, una de las razones por las que la chica trabajaba con él.

—Adelante— respondió con un gruñido molesto. La beta entro por su puerta sosteniendo esa libreta donde anotaba las notas que se le ocurrían a Katsuki a mitad de una junta, todos sus horarios y recordatorios importantes. No recordaba tener nada pendiente, ya había llamado a sus tiendas para recordarles mañana temprano acomodar la ropa de la recién presentada temporada de invierno de 1920. Además ya se había visto con sus proveedores extranjeros y con una princesa para diseñar su vestido de bodas y el de su madre. Si, todo ya estaba cubierto al menos por ese día.

"Cubierto" pensó he ignorado a la mujer frente a él tomo una hoja y tomando un lápiz de su escritorio comenzó a hacer garabatos. La beta lo miro con una ceja alzada he intento ver que es aquello que a su jefe se le había ocurrido. El cenizo gruño apartando el diseño de su vista, no le agradaba que vieran sus ideas antes de estar perfectas.

—Habla— le dijo a la mujer despegando su vista de la hoja solo cinco segundos para decirle eso.

—Señor— dijo la mujer— Su hermano llamó hace una hora, le dije que estaba en una junta— Katsuki paro un momento de dibujar, pero se concentro de nuevo de inmediato.

—Bien— respondió Katsuki sin desviar sus ojos rojos de la hoja de papel, poco a poco iba tomando forma— ¿Qué es lo que Gogo quería?— la mujer abrió la libreta como si no lo recordara. Katsuki borro algunos trazos y soplo para eliminar basura que quedara en el dibujo. Alzó el dibujo frente a él y lo acerco a la suave luz de lampara para verlo con más claridad, una sonrisa satisfecha apareció en su rostro—Perfecto— susurró. Se trataba de un saco de felpa con mucho volumen, bordes en doble de afelpados y con patrones de ondas simulando corazones, planeaba que fuera rosado y los bordes rojos. Tenía al menos tres capas luciendo igual al volumen de un vestido pomposo visto por debajo.

—Quería saber si asistirá a la fiesta de navidad que organizará en su casa el 24 en la noche— Mina, su secretaria recito como un robot. Cuando eran niños fueron grandes amigos, no entendía cuando es que su relación había cambiado tanto. Tal vez fue cuando su empresa comenzó a crecer y dejo de salir con sus amigos y comenzó a tratarlos como sus empleados, aunque lo eran antes los trataba como su familia— Es noche buena.

—Se que día es ojos de mapache— le dijo en tono burlón, la chica rodo los ojos con diversión, le decía así desde que eran adolescentes y Katsuki comenzó a diseñar por primera vez, ella solía ayudarle a organizar sus ideas y terminaban trabajando hasta la madrugada y con ojeras enormes en sus rostros— Mmmm tengo mucho trabajo— respondió, movió su silla para darle la espalda a la beta y quedar frente al enorme ventanal de su oficina, desde ese lugar podía verse la Torre Eiffel, no era una vista tan buena como la de su habitación o la de su casa, pero era bastante bonita. Katsuki tenía cierta debilidad por ese hermoso monumento.

Le traía ciertos recuerdos que dolían. Pero para Katsuki el dolor era el único símbolo que le decía que seguía con vida, que seguía respirando y que seguía sintiendo. Porque a veces sentía que no lo hacía.

—Katsuki— hablo Mina— Quiero tomarme libre el 24 de diciembre y el 25 si es posible. Lo mismo para mi esposo— dijo y Katsuki se giro a mirarla sorprendido.

—¿Mañana?— la beta asintió— Pero sabes que es el día perfecto para trabajar, las calles siempre están llenas y las casas alejadas gozan de una increíble tranquilidad. Venir a mi casa a planear la colección de año nuevo sería perfecto.

La mujer suspiro y parpadeo despacio, sus ojos de un café casi miel rodaron con fastidio.

—Katsuki, ya planeamos la de navidad y ya tienes casi completa la de año nuevo ¿Qué más podría faltar?— Katsuki rodo los ojos como si lo pensara.

—Entonces nuevos diseños para la colección de San Valentín— la chica lo miro algo burlona, porque le causaba risa que Katsuki se prepara siempre con tanto tiempo de antelación.

—¿Nunca duermes acaso? Siempre que terminas de diseñar una colección estas planeando la pasarela de otra y cuando pasa esa pasarela ya estas diseñando la siguiente y la que sigue después de esa— la chica le sonrió pasiva— deberías tomarte un descanso, no hay un solo día que no te vea trabajar. No desde hace años.

—Eso es lo que he hecho siempre. Mis padres siempre lo hacían, sobre todo mi madre— respondió Katsuki— Desde que mis padres murieron y he tenido que mantener a mi hermano aún más.

—Él tiene tu misma edad, pudo haber trabajado también— Katsuki la miro serio— pero tu querías que el estudiara en una buena universidad sacrificando tus estudios— Katsuki desvió los ojos, no valía la pena hablar de eso, si lo decía de esa manera sonaba extraño— Katsuki no terminaste la secundaria y mírate— dijo señalando todo a su alrededor— Tienes mucho dinero, una empresa prospera y eres joven ¿Qué más necesitas que tienes que conseguir trabajando? Cuando apenas y tenías algo, entendía tu desesperación por trabajar y darle lo necesario a tu hermano y a ti, pero ya no es necesario. También se que lo hacías por él, pero ya no esta y...—fue interrumpida.

—Yo trabajo tanto porque quiero— dijo y la chica suspiro— ¿Para que demonios quieres los días libres?

—Yo quiero estar con mi familia en Noche buena, también quiero estar con ellos en navidad— Katsuki frunció el ceño, la beta suspiro nuevamente— Kats por favor, quiero estar en casa con mi esposo y mi bebé. Quiero estar con mi familia, siento que casi no conozco a mi hijo.

Mina se había casado con uno de sus socios, Sero Hanta hace ya casi seis años. Katsuki asistió a la boda y en ese entonces tenía la esperanza de casarse algún día también, claro que después de unos meses esas esperanzas se fueron a la basura al mismo tiempo que su empresa crecía de forma impresionante. Hace apenas un año Mina había tenido a su primer hijo, justo ahora acababa de cumplir su primer año de vida y Katsuki era por así decirlo su "tío".

—Bien— termino accediendo. La chica sonrió— pero te quiero aquí temprano el 26— su sonrisa titubeo, pero asintió— Lo mismo va para Sero y denle al niño mi regalo— Katsuki no sabía mucho de niños, así que solo le había dado dinero a una empleada y le pidió comprar un peluche o algo suave muy grande. Al final fue un oso enorme de color blanco con un moño o una corbata, no lo recordaba bien.

—Si Katsuki, muchas gracias— la beta salió de la oficina y el rubio suspiro.

Bueno eso sería otra navidad en la soledad de su casa. Sin poderlo evitar su vista escarlata se dirigió a un cajón especifico en su escritorio. Abrió el cajón solo un poco de donde saco una libreta de cuero café, acaricio los bordes con su dedo índice.

Por un momento pudo ver de nuevo esas esmeraldas y las constelaciones, cada caricia al lomo de esa libreta le recordaba a su suave piel como el pétalo de una rosa y que irónicamente olía igual a una flor en primavera y a la frescura de la menta. Podía recordarlo sentado en esa misma silla que ahora ocupaba él, aunque en ese entonces no poseía esa enorme mansión ni ese lujoso escritorio. Lo recordaba con solo una camisa blanca de botones puesta, una que apenas y cubría la mitad de sus muslos desnudos, él amaba también ver por la ventana y giraba la silla mientras leía sus amados libros. Siempre tenía la pierna derecha sobre la silla y la otra caía sin llegar por completo al suelo por su estatura, sus rizos suaves meciéndose con el viento y su mano responsando en su rodilla derecha sosteniendo su libro y la otra recargada en el reposabrazos de la silla sosteniendo su taza con té y bebiendo suavemente.

En ese entonces vivía en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad y tenía que tomar un ómnibus para llegar al pequeño local que con mucho esfuerzo logro abrir. Katsuki se recargaba en el marco de la puerta solo observándolo, siempre llevaba solo los pantalones puestos, el joven omega frente a él siempre se robaba sus camisas del suelo o del armario. El omega desviaba sus esmeraldas del libro para sonreírle con vergüenza. Katsuki bufaba y el chico se cubría la mitad de la cara con su libro. Se sentaba de forma correcta en la silla y lo miraba fijamente.

—Perdón Kacchan, se que tienes junta en un rato— se disculpaba con las mejillas sonrosadas, quizás de la vergüenza o por el frio del clima que parís disfrutaba casi siempre. El omega sabía que Katsuki necesitaría su escritorio para tomar sus documentos he irse a trabajar.

—Esta bien— respondía Katsuki— La junta puede esperar un rato— Katsuki se acercaba hasta la silla para encerrar al omega entre sus brazos, el chico reía y dejaba las cosas que sostenía aún lado en el escritorio— Tengo algo más importante aquí— el chico cubría su cara sonrojada.

—Kacchan por todo lo santo— el omega reía— tienes que tomar esa junta, es de vital importancia. Veras a tus primeros inversionistas— Katsuki lo miro con un claro "no me importa" en los ojos— kacchan...— regaño de nuevo.

Katsuki gruño, pero dejo irse al omega quien le dejo un beso en el mentón y tomo sus cosas.

—Me quedare en tu habitación— dijo sonriendo— si no te molesta.

—¿Cómo podría molestarme?— el omega le mando un beso con la mano y Katsuki fingió atraparlo y llevarlo a sus labios. El chico rio, una risa hermosa y que resonaba en cada cuarto del pequeño apartamento que solo contaba con una sala—cocina—comedor, un baño y dos cuartos. Uno de esos cuartos era su oficina y el otro su habitación. El omega vivía a unas cuantas cuadras con su mejor amiga —omega también— pero pasaba más tiempo en su apartamento que en su casa.

—Katsuki tu junta— dijo desde el pasillo sabiendo que Katsuki se quedo volando en sus pensamientos.

Katsuki suspiro de solo recordar esos días. Tomo el diario entre sus manos y lo abrió. En él solo quedaba una rosa conservada seca entre las paginas del diario, la ultima rosa que le quedo de él, del día en que se marchó. Una foto también estaba junto a la rosa, esa brillante sonrisa no podía compararse con verla en persona, con tenerla en frente.

De nuevo tocaron su puerta y Katsuki gruño.

—¿Qué?— una voz temblorosa salió del otro lado.

—Señor....soy Ejiro....Eijiro Kirishima— Katsuki chasqueo la lengua. Se trataba de uno de sus empleados más antiguos, era un Alfa que se encargaba de cosas simples como cerciorarse de algunas cosas he informarle esas cosas y los avances. Era como un verificador, por eso mismo no le pagaba demasiado, no hacía nada tan importante.

—Pasa— el Alfa paso, un alfa de cabellos rojos y ojos del mismo color, era de la misma altura y compleción que Katsuki, pero en palabras de Mina, el era un sol brillante y todo resplandecía a su alrededor y Katsuki era como la luna, todo a su alrededor era oscuro— ¿Qué es lo que quieres?

—Señor, termine de ordenar las nuevas telas que pidió y ya organice la ropa de la nueva línea en las cajas que pidió, vendrán los repartidores a recogerla mañana temprano y la llevaran a las tiendas— informo con voz tímida, algo rara para un Alfa, pero normal para un empleado.

—Bien— respondió Katsuki sin mirarlo, pero después de unos segundos noto que el Alfa no se movía— ¿Quieres algo más?

—Yo...quería pedirle el día del 24 libre— Katsuki arrojo el boceto en que escribía los colores y tipo de tela que usaría para ese saco al estilo San Valentín al escritorio y lo miro, la furia en sus ojos.

—No— negó. El hombre jugo con su saco y se quito el gorro de la cabeza avergonzado.

—Por favor señor, llevo un año entero sin un día de descanso en festividades. Mañana es noche buena y quiero estar con mi familia.

—Siempre dicen lo mismo— Katsuki rio con ironía— necesito gente que trabaje y tengo solo a un par de holgazanes que no quieren trabajar porque "es noche buena y navidad" excusas baratas para no venir y ganarse su sueldo que yo les estoy pagando. Un sueldo que al parecer no merecen.

—Señor, no es por ofender— Katsuki lo miro con una ceja alzada esperando— Pero usted no lo entiende por que no tiene una familia con quien pasar la navidad....— Katsuki gruño, el Alfa tembló al ver a Katsuki levantarse de su silla con furia. El aroma a caramelo y café negro en la habitación se volvió pesado, Eijiro sabía que había cometido un error, su aroma a madera cortada se paró en seco por el repentino miedo— Señor yo...— fue interrumpido.

—Largo— gruño Katsuki— Si tanto quieres holgazanear te lo concedo, lárgate, estas despedido.

—Señor— Eijiro intento arrodillándose en el frio suelo— por favor, necesito el empleo, no tenemos casi dinero y mi hijo esta— fue interrumpido de nuevo.

—¡Si tanto necesitabas el dinero, lo hubieras pensado antes de si quiera venir a pedir un día libre!— grito Katsuki— ¡Sabes que pago por cada día que vienes! ¿el dinero de ese día no habría ayudado a tu familia entonces?— Eijiro se quedo callado bajando la mirada— Largo de mi empresa. No necesito a holgazanes.

—Señor yo— Katsuki volvió a gritar.

—¡Largo!— esta vez Eijiro se calló— Tu inútil hijo no me interesa— la expresión de Eijiro fue de absoluta tristeza.

Sin más que hacer Eijiro se levanto y miro atrás un momento para ver a Katsuki.

—Señor, lamento mucho si dije algo que lo ofendió— Katsuki seguía con la cara arrugada del enojo— Pero déjeme decirle esto, con esa actitud de querer alejar a todos, nunca tendrá una familia en navidad.

—¡Ja!— se burló el cenizo— ¿Y yo para que demonios necesito una? He vivido sin una durante años ¿Qué te hace pensar que la necesito? La familia es inútil, no la necesito, igual que no necesito a inútiles que no quieren trabajar.

—Bien, eso es bueno— dijo Eijiro— Feliz noche buena señor y feliz navidad— dijo finalmente saliendo de la oficina.

Katsuki vio al Alfa salir y se dejo caer en su silla con furia.

Ese maldito, ese maldito no sabía nada.

Katsuki sostuvo su cabeza con las manos y contuvo un gruñido más fuerte.

Demonios creyó que lo había superado. Pero no, ese maldito tenía razón, estaba solo, no tenía a nadie. Su hermano solo lo inventaba a sus fiestas por mera cortesía, no lo quería cerca y su sobrino. Dios su pequeño sobrino hace casi cinco años que no lo ve. Además de él no tenía a nadie, lo tuvo antes, pero ahora estaba solo.

Se recargo en la silla y cerró los ojos. Su inspiración se había ido al caño.

Al final tomo sus cosas, su saco y su maletín, salió de su oficina. Todos sus empleados estaban terminando de guardar la ropa y se miraban nerviosos con su presencia, Katsuki se esperaba esto y le parecía de lo más normal.

Cuando salió su auto ya lo estaba esperando. No sabía con exactitud que modelo era, solo sabía que era negro y que funcionaba. Mando a Mina a comprarlo, él solo firmo el cheque y comenzó a manejarlo.

Las calles de Paris estaban llenas de gente, la luminosidad de la ciudad y frio aire golpeaban su rostro. Su mansión estaba justo frente a la Torre Eiffel, una vista impresionante.

—¡Guau kacchan!— dijo el Omega saliendo del auto, Katsuki había querido abrir su puerta como un caballero para que entrara, pero el pecoso he inquieto omega se le adelanto a saltar del auto, correr por el jardín y rodear la fuente hasta casi llegar a las escaleras que daban paso a la puerta de entrada. Katsuki rio con ganas y lo siguió— ¡Es preciosa!

—Me alegra que te guste— respondió Katsuki— la compre pensando en ti.

—¿En mí?— parpadeo despacio, un bonito sonrojo cubría como puente de oreja a oreja pasando por sus mejillas y nariz, Katsuki asintió y el pecoso se meneo jugando con sus manos avergonzado, el cenizo rio—Kacchan.......—replico con voz melosa.

—Si bonito, en ti— el omega cubrió con sus manos su rostro— ven quiero mostrarte todo.

El omega espero hasta que el cenizo estuviera a su lado y entonces tomo su mano. El cenizo lo llevo hasta la puerta y lo dejo pasar a la enorme casa. Le mostro el pasillo de entrada y como este guiaba hasta la cocina, una cocina amplia de madera blanca y con enormes ventanales que miraban al jardín. Esa cocina la mando remodelar justo del gusto del Omega, con mucha luz y madera blanca, varios estantes y lámparas suaves. El omega salto de felicidad al ver la cocina con las paredes en colores grises.

—El color de las paredes es horrible— dijo con voz de reproche— ¿podemos cambiarlas?— pregunto haciendo un puchero.

—Claro— dijo besando el puchero— lo que sea que quieras.

—Kacchan si me consientes así, será muy tarde cuando quieras detenerme— dijo respingando la nariz.

—Mmm no— Izuku sonrió y Katsuki lo cargó al estilo princesa— vamos a la sala.

Katsuki le mostro la hermosa sala, una con chimenea y enormes ventanas, si, el omega era fan de las ventanas y cortinas delicadas en colores suaves. Además de que le gustaban las vistas bonitas y la luz exterior, además de un gran fan de la noche.

El cenizo le mostro cada rincón de su mansión, desde la cocina y escaleras hasta cada baño y cuarto. Le mostro su oficina y la parte que sabía sería la favorita del pecoso. Su estudio de arte, si, su omega era un pequeño artista. Estaba lleno de caballetes y tapizada en colores suaves, justo como le gustaba al pecoso.

—¡Kacchan!— grito cuando lo vio— gracias, gracias.

El chico se había lanzado a sus brazos para abrazarlo. Katsuki lo había recibido en sus brazos y lo apretujo contra su pecho. Desde ese lugar se podía ver todo el jardín y la segunda vista más hermosa de toda la mansión.

Ahora esos jardines ahora estaban solitarios, tenía un jardinero especial que cuidaba de ellos, pero ahora no tenían esa vida que antes los llenaban. Ya no estaba su pecoso corriendo de la manguera con la que Katsuki regaba el jardín. Sus risas estridentes ya no estaban y menos sus sonrisas y ojos brillantes. Ya no estaba ese pecoso corriendo a toda velocidad por las escaleras y saltando en la cama matrimonial. La pequeña silla acolchonada colgando del árbol, ese columpio que el omega casi exigió por tener en el jardín, ahora estaba vació y los colchones sucios.

Katsuki paso por la cocina viendo de reojo ese columpio vació, el jardinero también se encargaba de cambiar las cuerdas que lo sostenían cada tanto. Una vez se calló y Katsuki casi había sufrido un ataque de histeria al verlo en el suelo. Desde entonces se mantenía bien amarrado al árbol. De la repisa tomo una taza y sirvió un poco de agua, no era fan de usar vasos cualquier cosa que tomara siempre estaba servido en una taza, excepto el vino.

Fue hasta su habitación y se despojo de su elegante traje, despeino su cabello y preparo la tina para el baño. Necesitaba una ducha caliente. Incluso en el maldito baño lo recordaba.

Su espalda pecosa pegada a su pecho, la maraña de rizos verdes empapados recargados en su hombro y la suave voz cantando alguna melodía que escucho en algún lugar. Sus pies moviéndose al ritmo de la canción mientras el agua se sacudía ligeramente por sus movimientos.

—¿Qué canción es esa?— había preguntado Katsuki al escucharlo después de un rato. El chico se giro para verlo y sonrió con mejillas rosadas por el vapor en la habitación.

—Oh no estoy seguro— respondió— ya sabes como es Ochako, me llevo a una fiesta con sus amigas "chicas del jazz" dice ella— Izuku sonrió— no estoy seguro que canción era, pero es bonita.

—Puedo imaginar como ibas vestido— dijo divertido— con esos estridentes vestidos largos sueltos y rectos con muchas lentejuelas y plumas ¿verdad? Con esos colores tan horribles— el omega rio.

—No son horribles kacchan— replico, después pareció pensarlo— Bueno...algunos no están tan mal.

—¿De que color ibas tu?— pregunto con una sonrisa traviesa. Izuku sonrió sonrojado, pero con esos ojos llenos de hambre, esa hambre que no es de comida. El maldito solo era un pequeño demonio lujurioso vestido de ángel.

—Blanco, iba de blanco— Katsuki beso su hombro desnudo y el chico chillo por la sorpresa— llevaba un montón de collares de perlas y cadenas doradas, tome prestados unos guantes que hiciste kacchan y también llevaba....

—Tus horribles votas rojas— recordó Katsuki— ¿estoy en lo cierto?

—¡No son horribles! Solo son anticuadas— respondió.

—Por favor Deku, eso es algo que nuestras madres usaban....¿cuando? ¿en 1890?

—Kacchan eso fue hace solo....—entonces Deku se quedo callado pensando— 20 años guau....

—Exacto, son anticuadas y horribles— Izuku hizo un puchero— yo diseñare unas botas para ti, unas muy lindas que combinen con ese precioso rostro tuyo— el omega se sonrojo, pero beso sus labios suavemente.

—Cuando los tengas, muéstrame— dijo dejando otro besito en los labios— Como tu esposo me veo en la obligación de usar todo lo que hagas.

—¿Todo? ¿Incluso esa lencería que diseñe para esa condesa?— el omega se torno rojo y se separo lanzándole agua tibia de la tina a la cara.

—Ni lo sueñes— dijo, Katsuki tomo su mano y comenzó a besarla siguiendo hasta sus hombros— soy tímido....lo sabes.

—Ya te he dicho que solo yo te vere— el chico hizo un puchero— después de todo solo yo soy tu esposo.

Esos días estaban muy alejados. Su cabeza miro hacía abajo, en ese espacio entre sus piernas, las cerro, a veces las dejaba abiertas por mera costumbre. Después de todo su esposo solía sentarse en ese lugar al bañarse juntos.

El agua estaba tibia, el vapor manchaba el mármol de las paredes blancas y el espejo. No era algo que le gustara así que después llamaría a alguien para que se encargase de limpiar el desastre.

Salió de la ducha con una cara más relajada y se puso su pijama, como hacía algo de frio decidió ponerse su bata encima y abrigarse. Aún tenía algunas ideas para la colección de San Valentín y necesitaba prepararse.

Se sentó frente a su sillón individual frente a la chimenea, el fuego daba la luz suficiente para dejarle ver sus dibujos, pero no tanta para aturdirlo. Sin más que hacer comenzó a dibujar. En el papel poco a poco comenzaba a tomar forma un omega varón de silueta esbelta y delgada, tenía un enorme sombrero elegante en colores blanco y negro y un vestido largo pegado a la silueta y con un par de metros de cola. En estos años donde los vestidos más de moda eran los vestidos sueltos él necesitaba destacar, es por eso que sus siluetas eran más pegadas en las partes necesarias y sueltas en otras. Le gustaba hacer diseños con espaldas atrevidas y descubiertas algo (bastante) reveladoras para estos años. Pero Katsuki sabía que dentro de poco esto sería la nueva tendencia.

Una de sus mucamas se acerco con una taza y galletas.

—Señor— lo llamó— ¿gusta algo de cenar? El cocinero esta a solo una hora de irse— informo.

—Si, quiero una sopa, tal vez una crema. Lo que sea como eso esta bien— la mujer asintió y se marchó meneando sus caderas. Incluso su servidumbre estaba bien vestida, no iba a dejar que estuvieran en su casa viéndose como vagos, no señor, claro que no. A los omegas y betas mujeres les daba vestidos pomposos un dedo debajo de la rodilla y con mangas abultadas hasta la muñeca. Algo anticuado, pero se veía clásico y elegante. Siempre tenían medias blancas debajo y zapatos negros, también les daba un pañuelo con bordes azul marino como el traje para que no ensuciaran su cabello y un mandil con un listón celeste en los bordes. Los hombres y mujeres Alfas usaban lo mismo que los betas hombres, un traje simple oscuro con corbata oscura también. Las mujeres usaban esto, pero en vez de pantalones usaban falda. Le gustaba que su servidumbre estuviera bien vestida.

La mujer regreso después de un rato y dejo la sopa en la mesa y también dejo una tetera con té. Cuando recogió el plato de galletas rozo "accidentalmente" la mano derecha de Katsuki.

—Lo siento señor— se disculpo jugando con sus manos— me siento avergonzada.

Katsuki la miro de reojo sabiendo sus intensiones, así que solo volteo la mirada y acerco su silla a la mesita.

—Puedes irte— respondió. La mujer parecía ofendida, pero acepto.

Mientras la escuchaba irse pudo notar que hablaba con otra mucama a unos metros de distancia casi a susurros, pero el podía escucharlas con un poco de dificultad.

—El no parece entender mis insinuaciones— se quejo la omega con la otra mujer— llevo un mes intentando, mi anterior amo ya había cedido después de una semana.

—¿Tu anterior amo era soltero?— pregunto.

—Si ¿Por qué?— la otra mujer bufo.

—Es cierto, llevas aquí apenas dos meses, el señor Katsuki es casado— dijo la mujer y la omega jadeo.

—No lo creo ¿Dónde esta su esposa?

—Es su esposo, no sabemos que paso entre ellos exactamente. Hace cinco años ellos discutieron como nunca, eran un matrimonio muy bonito, a veces sentía envidia— dijo la mujer— después de un rato se escucho como algo se rompió, el Omega bajo llorando con sus cosas y se fue. Desde entonces no lo hemos visto.

—¿Están separados?— pregunto la Omega.

—Creo que algo así. Es decir el amo no ha vuelto a ver otros Omegas, las betas no le gustan y su esposo no se ha aparecido por aquí desde entonces.

—¿Lo conociste?— pregunto la omega.

—Si, trabajo para el amo Katsuki desde que compro esta casa hace seis años— respondió la mujer y Katsuki ya sabía de quien se trataba. Era la señora Chiyo, una mujer ya mayor cuyo esposo había fallecido unos años antes de empezar a trabajar con ella. La otra omega era nueva, no recordaba su nombre completo ¿Camie? Algo así.

—¿Cómo era?— pregunto camie más interesada.

—Era hermoso, el omega más bonito que yo haya visto— respondió la mujer— era muy amable y atento, siempre estaba revoloteando en cualquier lugar de la mansión. Ese columpio por el que pasamos para entrar a la casa le pertenecía a él. Estaba muy entusiasmado con tener un bebé y siempre se la pasaba comprando cosas y tejiendo ropa para su futuro hijo o hija. Ese cuarto que tenemos prohibido limpiar, el omega lo había decorado por su cuenta para el bebe.

—¿Y que paso?— la charla comenzaba a exasperar a Katsuki.

—No lo sabemos, el omega perdió al bebé después de dos meses. Cuatro meses después fue que se fue.

—¿Sabes su nombre?—camie estaba tentando mucho su suerte

—Se llama Izu...— Katsuki ya había perdido la paciencia.

—¡En vez de hablar de quien les paga su mugrosa comida a sus espaldas, deberían trabajar! – las dos mujeres brincaron del susto cuando Katsuki giro a mirarlas— ¡Tú no tienes derecho a preguntar nada y tú no tienes derecho a contarle nada!— grito de nuevo— ¡Largo de mi vista y si no quieren que las despida no quiero volver a oír su nombre en este lugar!— arrojo el plato de galletas a los pies de las mujeres quienes chillaron asustadas— Limpien eso y largo.

Las mujeres comenzaron a limpiar los vidrios de la porcelana rota y Katsuki se giro al fuego. Como odiaba que hablaran de eso a sus espaldas. Como odiaba que hablaran de él.

Termino su cena y sin más apetito se fue a dormir. Había sido un día largo y estaba cansado.

..........

Katsuki despertó esa noche sintiéndose algo desconcertado. Su reloj de péndulo decía que eran las 10 de la noche. Algo tarde para él ya que suele irse a dormir a las 8. Se paso las manos por su cara, por un momento sintipo un extraño escalofrío, uno muy familiar. Sin importarle mucho volvió a recostarse en su cama.

Cerro los ojos para volver a dormir, pero escucho un ruido extraño. Abrió los ojos y miro a su alrededor, no había nada fuera de lo común. Volvió a cerrar los ojos y entonces lo escucho de nuevo, un sonido parecido a un objeto arrastrándose, un suave tintineo de las campanas en su ventana que su esposo había colocado hacía seis años como decoración. Le sorprendía que siguieran ahí después de tanto tiempo. Entre abrió los ojos y de nuevo el sonido se hizo presente, ya podía reconocer algunas cosas, frente a él unas enormes cadenas transparentes lo atravesaron. Jadeo sorprendido levantándose. Tal vez había sido una alucinación.

—Solo fue un sueño— dijo y entonces todo se fue al caño.

—Yo no soy ningún sueño mocoso— dijo una voz terriblemente familiar. Katsuki se crispo y miro lentamente a su derecha, en el borde de su cama vio el espejo a su lado y en él además de verse a si mismo reflejado estaba a sus espaldas su madre.

Katsuki dio un salto para bajarse de su cama y alejarse. ¿Qué demonios estaba pasando?

—Vaya no sabía que eras un gallina mocoso— dijo su madre riendo.

La mujer estaba justo como la recordaba, con ese aspecto joven, cabello largo suelto y ese vestido de seda largo y delgado que le gustaba usar y con el que fue enterrada. Su piel era translucida con tonos grises, Katsuki podía distinguir su rostro y sus rasgos que recordaba desde pequeño. La mujer flotaba unos centímetros del suelo y sus pies estaban descalzos, alrededor de sus tobillos unos grilletes y cadenas la enredaban. Alrededor de su pecho como una cruz estaban unas cadenas largas y delgadas que llegaban hasta el suelo donde estaban unas pesadas esferas de acero y grilletes en sus muñecas, la mayoría de las cadenas pasaban detrás de su espalda como una capa muy dolorosa de cargar, alrededor de su frente como una diadema y también terminaban en la espalda como un velo con terminación en pesadas cajas fuertes de acero. Katsuki sintió miedo, de verdad lo sintió. Su madre le sonrió con calidez. Una sonrisa que nunca había visto en su madre, o al menos nunca dirigida hacía él.

—¿Estas asustado Katsuki?— pregunto de nuevo la mujer.

—Esto es un sueño— dijo Katsuki— es un sueño, cuando despierte todo volverá a la normalidad— razono intentando llegar a su cama, pero su madre se lo impidió parándose frente a él. Katsuki retrocedió por la sorpresa. Y cayo al suelo de sentón.

—No soy ningún sueño— dijo la mujer.

—¿Cómo he de creerte?— pregunto. Debía estar loco por hablar con un sueño.

—Soy un fantasma Katsuki— la mujer elevó sus manos— ¿porque soñarías a tu madre con grilletes y estas cadenas?— Katsuki parpadeo despacio. Ese era un buen punto.

—¿Qué haces aquí?— la mujer tarareo como si lo pensara. Katsuki se levanto del suelo intimidado de verla desde abajo.

—He visto como tratas a tus empleados Katsuki— dijo la mujer— como tratas a tus amigos— Katsuki la vio rodearlo y las cadenas se movieron arrastrándose por el piso y generando un horrible sonido como de campanas estrellándose sin ninguna delicadeza.

—¿Ha? ¿y eso que?— la mujer se paro delante de él de nuevo.

—Has crecido mucho, estas muy guapo— Katsuki se sonrojo, después de todo hace años que no recibía un cumplido de su difunta madre, no los recibía a menudo cuando estaba viva tampoco, los cumplidos siempre iban para Gogo o cualquier niño menos él— Te pareces a mí, siempre me pregunte como se verían tu y Gogo de adultos.

—Puedes verlo justo ahí— dijo Katsuki señalando una pintura en la pared, una que su esposo había pintado cuando solo eran pretendientes y que lo hizo como un regalo de cumpleaños para ambos hermanos.

En la pintura ambos hermanos estaban lado a lado. Katsuki tenía una expresión seria con su habitual ceño fruncido, a su lado unos centímetros más bajo estaba Gogo sonriente con ese cabello rubio mucho más puntiagudo que el de Katsuki, ojos café chocolate, algo caídos como los de su padre, muy parecido al original, debajo de él en una silla se encontraba su Omega Yamikumo con esa expresión sombría y cabello oscuro en ondas descuidadas y con un bebé de un año en sus brazos, su sobrino Kota.

—Guau, los dos son tan guapos, mi nieto se parece tanto a él y a tu padre— Katsuki bufo, era cierto. A pesar de ser gemelos y básicamente iguales Katsuki daba un aire más a su madre mientras su gemelo menor daba un aire más a su padre.

—No me haz dicho que haces aquí— su madre dejo de sonreír.

—Es cierto— dijo aclarando su garganta— vine a advertirte.

—¿Advertirme? ¿sobre que?— la mujer alzó de nuevo sus manos mostrando sus cadenas.

—Katsuki, supongo que recuerdas que mi sueño era una empresa de moda— Katsuki asintió— luche muchos años por ella, pero jamás conseguí ser tan famosa como quería, siempre teníamos solo el dinero necesario. Para tu padre era suficiente, para mi nunca lo fue. Dañe a muchas personas.

—Si lo recuerdo— Katsuki había pasado la mayor parte de su infancia intentando que su madre le prestara un mínimo de atención, mientras el trabajo y Gogo la recibían por completo, siempre viendo los ojos tristes de su padre que añoraban un rato con su esposa— ¿Qué tiene que ver eso?

—Siempre fui demasiado ambiciosa, nunca descansaba y me relajaba, te trataba mal a ti, a tu padre, a mis empleados— la mujer suspiro— hay muchas cosas de las que me arrepiento, fui muy egoísta. Es por eso que ahora cargó con estas pesadas cadenas— dijo dando vueltas en el aire mientras sus cadenas resonaban y Katsuki podía ver todas y cada una de ellas— He pasado mucho tiempo viajando en todos lados, como un espíritu arrepentido y castigado no puedo quedarme en un solo lugar a buscar la paz.

—Así eso haz estado haciendo estos últimos doce años— afirmo Katsuki— ¿y mi padre? ¿Dónde esta él?— la mujer sonrió con nostalgia.

—Tu padre esta bien, siempre fue un hombre bueno. También tenía muchos sueños, pero jamás olvido que era lo importante, la familia, el amor. Todas esas cosas que yo abandone por perseguir los míos. Tu padre es un espíritu libre, puede ir a donde quiera, cuando quiera y puede permanecer el tiempo que lo desee en cualquier lugar.

—No respondiste mi pregunta ¿Dónde esta?— la mujer se giro a mirarlo.

—En nuestra casa, en ese pueblo donde estábamos en vida, solo estuve ahí una vez después de muerta, tu padre ha permanecido ahí desde siempre— dijo— le gusta pensar que algún día iras a verlo Katsuki, Gogo va todos los años— su madre floto sobre él riendo— aunque le advertí que probablemente jamás iras. El prefiere estar en ese lugar que disfrutar su libertad.

—Entonces...papá no carga con esto— su madre sabía que no era una pregunta, pero asintió.

—Si, este es mi precio a pagar por olvidar las cosas que verdaderamente importan. Por dejar aún lado la felicidad, el amor, la familia y pensar solo en el dinero, mis sueños y mis ambiciones. Mi precio por haber hecho sufrir tanto.

—No entiendo que tiene que ver todo esto conmigo, y menos que tiene que ver con tus cadenas— la mujer suspiro.

—Estas cadenas son mi condena— dijo la mujer— Fui demasiado egoísta, demasiado ambiciosa y tenía tanta furia— dijo con voz triste— Katsuki, tu eres igual a mí, me preocupa que termines igual.

Katsuki bufó sin gracia. La miro con los ojos brillantes de furia.

—¿Enserio? Nunca te preocupaste cuando era niño, no necesito que te preocupes ahora— dijo con tono rudo, demostrando su posición y también su enojo. Su madre lo miro con ojos tristes.

—Katsuki....yo me arrepiento de muchas cosas, tantas, quisiera estar viva para remediar todo el daño que provoque, todo el daño que te traje a ti— Katsuki no la miro— Por eso he venido, quiero disculparme y también quiero advertirte. Es tarde para mí, pero no para ti, aun tienes tiempo para cambiar tu destino. Te amo, no quiero verte igual que yo.

—¿Y quien dice que terminare como tu?— la mujer lo siguió unos pasos, Katsuki no dejaba de dar vueltas por la habitación— ¿Me amas? ¡Ja! Pues nunca me lo dijiste y jamás me lo demostraste— el cenizo negó con la cabeza— No, no pienso escucharte— su madre, mitsuki lo miro con tristeza y suspiro.

—Esta es tu última oportunidad Katsuki— el cenizo la ignoro caminando hasta su cama— Enviare tres espíritus para ti.

—¿Qué?¿Enviaras a tus amiguitos a disculparse por ti?— pregunto burlón— No me hagas reír.

—Son los fantasmas de la navidad pasada, presente y futura, ellos te visitaran. Espera al espíritu de la navidad pasada esta noche a la medianoche, cuando suene la última campanada. El siguiente vendrá la noche siguiente a la misma hora y después el siguiente de la misma forma— Mitsuki miro el reloj que tenía en el cuarto, ese péndulo molesto que se balanceaba de un lado a otro— No me queda mucho tiempo.

—Pues vete entonces— gruño Katsuki.

—Katsuki esta oportunidad la conseguí para ti, quiero que la aproveches, ellos te harán entender— Katsuki bufó— Jamás volveremos a vernos así que lo dire. Te amo, aunque no me creas.

—¿Entender que?— pregunto, pero cuando se dio la vuelta la mujer se había ido— También te amo, aunque se que tu no me amabas realmente.

Susurró lo último. Miro a su alrededor un rato y sin más que hacer se fue a dormir. Después de un rato el reloj comenzó a sonar, las campanadas eran tan fuertes que lo aturdían. Entre abrió los ojos solo para ver un borrón brilloso pasar frente a él. No le tomo mucha importancia, quizás era la vela junto a su cama. Se removió incomodo y entonces las palabras de su madre resonaron en su cabeza. "A la medianoche" Volvió a girar para entreabrir los ojos.

Abrió bien los ojos solo para notar a un chico brillante con ojos azules muy claros que le sonreía. El chico esta solo con su rostro y manos fuera, todo lo demás parecía absorbido por a pared.

—¡¿Qué demonios?!— grito levantándose de la cama.

—¡Oh! No quería asustarte, perdón— dijo el hombre que salió de la pared dejando ver su cuerpo completo, tenía una túnica blanca y todo su cuerpo brillaba— Soy Lemillion, el fantasma de la navidad pasada.

Oh demonios. 

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