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El fantasma de la navidad futura y el final

Katsuki termino de pronunciar esas palabras y entonces el espíritu se lanzo sobre él. Con un grito ahogado fue envuelto alrededor de las sombras oscuras. Sintió un frio escalofriante que le erizo la piel. Todo se revolvió a su alrededor y cuando parpadeo cambio de repente el ambiente, la oscuridad fue remplazada por una calle siniestra.

—¿Qué es este lugar?— el espíritu no contesto, pero no aparto su mirada de Katsuki—¡Oh, es mi casa!

Katsuki miro a su alrededor, era la calle frente a su hogar, esa calle que tantas veces había contemplado mientras se arreglaba para ir al trabajo. También era el lugar donde tantas veces había caminado junto a su esposo.

—¿Qué tengo que ver aquí?— el espíritu seguía callado, sus ojos miraron hacía a un lado, el cenizo siguió su mirada y el fantasma le dio espacio para observar.

Las personas se amontonaban alrededor de algo, Katsuki se acercó caminando confundido y el fantasma lo siguió de cerca. Cuando llegó al alboroto atravesó a las personas para poder ver mejor todo lo que ocurría. Entonces al ver al frente solo notaba los rostros afligidos de las demás personas, miro hacía abajo y por fin lo entendió. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su garganta se secó.

En el suelo sobre un enorme charco de sangre estaba Izuku.

Su rostro parecía estar en sufrimiento, sus rizos verdes estaban bajos por tanta sangre en ellos, por su rostro y sus ojos tenían un hilo de sangre que salía de su frente. Las personas lo movían y trataban de despertarlo, pero era más que obvio, estaba....

—Muerto— fue lo único que le dijo el espíritu.

Katsuki se arrodillo frente al cuerpo y con sus manos temblorosas tomo ese rostro, pero solo pudo atravesarlo, sus lagrimas comenzaron a caer sin control.

—¡Esto no puede ser!— grito Katsuki— ¡Él es el más bueno, no merece esto!

—Tienes razón— dijo el espíritu acercándose— Pero es el destino que tu le otorgaste.

—Es mi culpa.....—lloro.

—Lo es— Katsuki lo miro con el ceño fruncido— Entiendo, lo sabes, pero no quieres que yo te lo diga.

—No, no con ese tono— Katsuki lloro aún más— ¿Cómo le paso esto?

—Camino a verte, fue atropellado por un carruaje, el conductor huyo— Katsuki se movió y se arrodillo frente a él fantasma. El espíritu arqueo una ceja ante este comportamiento, parecía algo confundido, pero sobre todo sorprendido.

—Por favor salva a Izuku, no me importa morir yo—Katsuki imploro con la voz rota— Yo no merezco esta segunda oportunidad, pero el sí. Se que yo debo ser más amable, agradecido y no dejar que mi avaricia me consuma....—Katsuki se lamento con la garganta seca— Pero él es todo, es amable, es agradecido y esta feliz mientras tenga todo lo que necesita.....yo no soy así....no merezco esta oportunidad.....pero lo daría todo por cambiar lo que he hecho, por merecer esto y merecerlo a él.

Con eso el espíritu por primera vez lo miro a los ojos. Katsuki debía verse horrible por que el fantasma casi suelta una carcajada.

—¿Y yo para que quiero tu vida?— pregunto el fantasma— No la necesito.

En ese momento chasque los dedos y Katsuki de nuevo esta siendo arrastrado pese a sus negativas, pese a su rostro lloroso y su mano intentando alcanzar a su amado. Fue transportado hasta un lugar sin vida, seco y gris. Al mirar a su alrededor pudo notar que se trataba de un cementerio. Eso lo aterro, dio unos pasos adelante, frente a la lapida que estaba a sus pies y el ataúd frente a él. En el ataúd yacía el cuerpo de Izuku y también en la lapida estaba escrito el nombre de su esposo, con el apellido que él le había otorgado.

Antes de poder hablar el fantasma golpeo el ataúd y este cayó al fondo del agujero en el suelo. Katsuki salto para alcanzarlo, no esto no podía ocurrir. Mientras caía por ese agujero siguiendo el ataúd de su amado solo pensaba en esas cosas que hizo mal. Todas esas veces que despreció a la gente sin dinero cuando él fue uno de ellos, despreció a la gente que va a que los maltraten con una sonrisa, cuando su esposo amado era uno de esos y él mismo lo fue cuando era niño ante su madre. Creía que era el único que sufría, cuando en su dolor hizo sufrir a muchos otros, justo como hicieron los demás.

Cada vez que se acercaba más a su esposo, más se sentía ligero, una parte de él sabía que esto es lo que merecía, pero la otra estaba profundamente arrepentida y deseaba redimirse, deseaba resolver sus errores. La luz cegadora alrededor del ataúd lo cegaba, cerro los ojos para no sentir el golpe.

Sus ojos se abrieron y se levanto de la cama jadeando.

Estaba en su cama, estaba en su casa. Sonrió sin poder evitarlo y corrió a la ventana.

Cuando la abrió camino hasta el balcón. Pasando por ahí estaba el niño que entregaba el periódico, este lanzaba los periódicos y sonreía saludando a quien veía.

—¡Oye mocoso!— grito, el niño lo miro confundido y detuvo su paso— ¡¿Qué día es hoy?!

—¡Es 24 de diciembre señor, es noche buena!— grito el niño.

—Pensé que todo pasaría en más de una noche...— susurró para él mismo— Bueno supongo que los fantasmas hacen lo que quieren— sin poder evitarlo rio a carcajadas, aún tenía tiempo de corregir las cosas— ¡Hey niño! ¡Ve a la carnicería!

—¡¿A la que esta aquí cerca?!— pregunto el niño, Katsuki asintió— ¡¿Qué pasa con eso?!

—Ve y compra el pavo más grande— le dijo al niño— Ven aquí con él y te lo pagaré— Katsuki fue hasta su mesa de noche y tomo unas monedas, corriendo al balcón de nuevo le arrojo al niño las monedas. El niño las tomo y corrió agradeciéndole a Katsuki mientras arrastraba su pequeño trineo lleno de periódico.

Katsuki sonrió más grande y corrió a su armario tomando uno de sus trajes más bonitos, necesitaba verse lo más elegante posible y también necesitaba verse muy guapo. Todo para su amado esposo.

Bajo corriendo las escaleras, necesitaba hacer tres cosas importantes el día de hoy y mañana en la mañana podría hacer la última cosa.

Cuando llegó al final de las escaleras estaban Camie y la señora Chiyo estaban al pie de las escaleras limpiando la alfombra que llegaba hasta la puerta de entrada. Las mujeres se levantaron al verlo y la castaña sonrió en grande.

—¡Señor Katsuki— el cenizo la interrumpió y corrió hasta la señora chiyo.

—Señora Chiyo— la mujer lo miro con curiosidad— Limpie ese cuarto. Voy a recuperar a mi esposo.

Chiyo abrió los ojos con sorpresa y lo miro con la boca abierta. Parecía no creer lo que estaba pasando. Katsuki acaricio la mejilla de la mujer con suavidad y salió corriendo, tomando su saco dejo todo atrás sin importarle nada.

Cuando salió estaba el niño del periódico esperando con el pavo en su trineo. Le sonreía y lo saludaba.

—Señor, tengo el pavo— el niño presumió. Katsuki tomo el dinero que traía con él y le dio unas monedas de oro al niño. Este las miraba con sorpresa y agradecimiento— ¡Muchas gracias señor! Que tenga una feliz navidad junto a sus seres queridos.

—Muchas gracias niño, yo deseo lo mismo para ti y para mí— el niño se fue y Katsuki volteo a ver a su jardinero.

—Haz que alguien ponga esto en una cuerda o en una bolsa. Me lo llevare— el jardinero hizo lo pedido, tomo una bolsa y metió el pavo dentro, parecía tener una cara de molestia— Muchas gracias, dile a la señora chiyo que tu cena va por mi cuenta a partir de ahora y la de todos los demás.

El jardinero sonrió y comenzó a agradecer, todos los sirvientes parecían sorprendidos de verlo tan sonriente y tranquilo.

Con la bolsa en el hombro Katsuki corrió, no le importo ensuciar sus zapatos caros o su pantalón lleno de lodo. Corrió todo lo que pudo, su pecho ardía, su cara ardía por el aire frio e intenso. Su garganta estaba seca producto de la emoción y sus ojos ya irritados por tanto frio. El corazón le palpitaba en el pecho con mucha fuerza, estaba cerca, estaba tan cerca, a solo unos pasos. A pesar de que para él, el día apenas comenzaba, en realidad pasaban del medio día cuando se despertó. Así que ya sería la tarde para este momento. El sol estaba en su punto más alto, pero no le daba ni un poco de calor, era como una linterna lejana que no le daba tregua. Su boca soltaba vaho caliente que se perdía en el aire y en lo basto del cielo.

Atravesó la calle que estaba buscando, a penas la cruzó y las casas dejaron de ser bonitas o sencillas para ser pequeñas y casi descuidadas. Avanzó por el barrio con algo de timidez.

"¿Esto será buena idea"?

Se pregunto mientras avanzaba, todos a su alrededor reían y jugaban en la calle, pero apenas pasaba todos lo miraban con extrañez. Katsuki suponía que era por su traje caro, tal vez no debió traer esa ropa, a pesar de tener que verse con Izuku.

Pronto vio a un niño familiar, era uno de los hijos de Eijiro. Se acerco a él lentamente y se agacho a su altura, el niño a diferencia de lo que creyó, estaba tranquilo y parecía reconocerlo.

—Oh, es el jefe de papá— dijo el niño— ¿Qué puedo hacer por usted?— el niño sonrió con educación y al cenizo eso lo hizo sonreír.

"A pesar de lo horrible que lo trate....el hizo que sus hijos me hablaran bien"

—Necesito hablar con tu padre— dijo Katsuki— ¿Podrías guiarme a él?— el niño asintió y lo tomo de la mano para guiarlo hasta su casa. La pequeña casita era tan y como la vio con el fantasma.

Katsuki entro a la casa detrás del niño y este entro de inmediato a servirle un poco de agua. Katsuki estaba muy tranquilo, hace años que no se sentía así, que no se sentía tan bien. La casa a pesar de ser fría y oscura, se sentía calmada y cálida como una fogata. Por el cuarto salió ese omega que ya había visto, este lo miro sorprendido.

—¡Oh! ¿Qué hace aquí?— este omega si parecía enojado, tal vez él si sabía como Katsuki trataba a su esposo y que lo había despedido.

—Vine a hablar con tu esposo— dijo con voz sería.

El omega rubio lo miro mal, pero termino por aceptar sentándose frente a él.

—¿Qué tienes ahí?— dijo señalando la bolsa de tela.

—Mi disculpa— dijo Katsuki— Es un regalo.

El omega rubio lo miro con algo de duda, aún así permaneció sentado mirándolo con curiosidad. Parecía algo curioso mirando las ropas de Katsuki. Después de unos minutos la puerta se abrió y por la puerta vieja entro el hombre que esperaba ver.

—Señor Katsuki— susurró algo tímido, el niño en sus brazos también lo miraba con curiosidad— ¿Qué hace aquí?

—Vine a hablar contigo— explico.

Eijiro asintió con una sonrisa amable y bajo al niño en sus brazos sentándolo en una silla. Katsuki miro como el niño realizaba una pequeña inclinación de cabeza como saludo, un gesto que Katsuki imito con una sonrisa suave.

—¿Se le ofrece algo de beber señor?— Katsuki negó con la cabeza algo cohibido por la amabilidad con la que era tratado a pesar de como trata a Eijiro por tanto tiempo— ¿Algo de comer?— volvió a negar— Muy bien ¿que es lo que quiere hablar conmigo señor?

—Te quiero pedir disculpas— dijo rápido antes de poder sentir vergüenza o tener que pensarlo a fondo, esto es algo que necesitaba hacer— Te trate mal y no lo merecías, siempre has sido de gran ayuda y uno de mis mejores empleados. Lo lamento— agacho la cabeza como disculpa, el hombre jadeo sorprendido.

—Esta bien, yo también me pase con lo que dije— Eijiro sonrió con comprensión y Katsuki levanto la cabeza— Izuku siempre me hablo bien de usted, creo que entiendo un poco a lo que se refería....

Katsuki sonrió de solo escuchar su nombre y de pronto recordó que tenía algo que hacer.

—Te traje esto— dijo señalando la bolsa— es mi regalo para ti, una disculpa por mi comportamiento y también quiero decirte que si quieres volver a tu empleo, te contratare de nuevo y también aumentare tu sueldo. Podrías comenzar de nuevo el 26 de diciembre.

Eijiro rio con esto y asintió con una sonrisa.

—Muchas gracias señor— Katsuki estrecho su mano cuando se la ofreció— Ahí estaré.

Katsuki antes de salir acaricio la cabeza del niño sentado. Este sonrió en grande y por un momento se sintió muy satisfecho con lo que había hecho. Ya solo faltaban dos cosas más que resolver.

Katsuki salió corriendo en dirección a la gran ciudad, la gente lo miraba con curiosidad, no todos los días se podía ver a un hombre bien vestido corriendo por la fría noche de parís. Mientras corría pudo ver esa tienda, aquella donde Izuku siempre se detenía a ver la vitrina. En esa vitrina decorada elegantemente era exhibido ese precioso anillo de oro blanco que su omega siempre admiro y que siempre dijo no desear.

Sin pensarlo entro a la tienda y con algo de agresividad saco el dinero golpeándolo contra el mostrador. La mujer que atendía dio un pequeño salto de la sorpresa y lo miro con intriga.

—Quiero el anillo de oro blanco y esmeraldas— dijo señalando la vitrina— por favor.

La mujer, todavía algo sorprendida asintió y camino hasta la vitrina.

—Tiene suerte— dijo mientras tomaba el anillo— Un cliente lo estaba mirando en la mañana, dijo que le gustaría comprarlo, como no hizo reserva lo dejamos aquí— El anillo fue dejado en sus manos— ¿Gusta que lo ponga en una cajita?

—No— Katsuki sonrió al ver el anillo— Él ya es mi esposo.

Salió corriendo de nuevo, si no mal recordaba para este punto Izuku estaría por llegar a casa de su hermano.

Corrió lo más rápido que pudo. Los pulmones le ardían por respirar el aire tan helado. Sus manos temblaban y de su boca salía vaho a montones, pero nada de eso le importo cuando a lo lejos vio esa cabellera verde que le robaba el sueño.

—¡Izuku!– grito y todo el mundo a su alrededor pareció detenerse cuando esa espalda pequeña giro y esos rizos alborotados dieron paso a un hermoso rostro sorprendido.

—¿Kacchan?— Izuku ladeo la cabeza incrédulo. Sus ojos temblaron al ver a solo unos tres metros— kacchan.....—su voz se quebró al mismo tiempo que sus ojos se inundaban de lagrimas gruesas.

—No— se acercó rápido hasta su esposo, quien solo temblaba cubriendo su rostro— Ya te hecho llorar mucho. No quiero hacerlo más...— su mano se estiro para tocar su mano y bajarla. Ese rostro hermoso estuvo de nuevo frente a sus ojos. El cenizo acaricio la mejilla sonrosada apenas la tuvo cerca.

—Kacchan.....— Izuku se sonrojo por el toque tierno— Te he extrañado tanto kacchan.....perdón por solo enviarte cartas y jamás ir a verte, todo esto es mi culpa....

—Es mi culpa– el cenizo continuo acariciando todo lo que encontraba del rostro pecoso— yo ignore tus cartas....pudimos solucionar esto hace años.

—Es culpa de ambos entonces— Katsuki sonrió y el pecoso también— yo entendería kacchan, si tu quieres pedirme el divorcio.....

—¿Por qué haría eso? Tu eres mi esposo— el cenizo beso su mejilla suavemente— Eres el amor de mi vida.

—Tu también eres el mío— sin poder contenerse, Katsuki se arrodillo frente a Izuku, frente a su esposo quien tembló y jadeo ante esa vista tan familiar.

—Se que no he sido el Alfa de tus sueños, pero estoy arrepentido y te soy sincero cuando te digo que te amo más que a nadie y que quiero estar contigo. Izuku se mi esposo siempre— dijo finalmente sacando ese anillo. Izuku lloro cayendo de rodillas frente a él. Si las personas estaban mirando, ningún pareció notarlo.

—Claro que si kacchan— Katsuki tomo la mano de su esposo y con delicadeza retiro el antiguo anillo ante la mirada temblorosa del Omega y coloco el nuevo anillo.

Izuku se abalanzo a sus brazos llorando.

—Creí que me odiabas por nuestro bebé....—Izuku lloro en su hombro y el cenizo lo apretó por la cintura abrazando su cuerpo.

—Jamás podría odiarte.....eso no fue tu culpa— Izuku se separo para verlo a los ojos— tampoco fue mía, pero ninguno de los dos explicamos nuestras necesidades al otro.

—Kacchan....yo aún quiero un bebé— Katsuki sonrió y volvieron a abrazarse.

—Por supuesto, nosotros tendremos a nuestro bebé.

Katsuki aspiro el dulce aroma de su Omega, sintiendo lo mucho que lo había extrañado.

.....

Ambos estaban frente a la casa de su hermano.

Izuku apretaba su mano con firmeza y sonrió en grande.

—¿Estas listo?— Katsuki asintió— entonces vamos.

Izuku tomo el pomo de la puerta y esta se abrió, los corazones de ambos martillaban como locos y sus manos de apretaron juntas como siempre habían estado. Katsuki suspiro algo nervioso, pero Izuku lo animo con un beso en la mejilla.

Pasaron por ese pasillo y después las risas inundaron el ambiente, tragó grueso y la puerta se abrió, no noto cuando Izuku camino hasta ella. De inmediato llegó un niño corriendo, su sobrino.

—¡Tío Izuku...— el niño se quedo a medio camino cuando lo miro con la boca abierta— ¡Tío Katsuki, también viniste!— el niño corrió y Katsuki lo alzo en brazos. El pequeño niño se froto con fuerza en su hombro y después miro a Izuku con una sonrisa— ¡Los dos están aquí!

—Así será de nuevo Kota— Izuku acaricio su cabeza y los tres se abrazaron.

El cenizo sonrió, hace tiempo que no se sentía tan cálido. Con tanto amor.

Después de unos segundos Gogo salió de la sala. Sus ojos cafés demostraban sorpresa y una sonrisa enorme apareció en su rostro.

—¡Hermano!— kota bajo de sus brazos para ser remplazado por Gogo quien lo apretó feliz. Katsuki acepto el abrazo también apretando a su hermano menor. El ser gemelos tenía sus desventajas, pero también te regalaba un mejor amigo eterno— Me alegra tanto verlos a los dos aquí.

—Estamos juntos de nuevo— revelo Katsuki y Gogo aplaudió con una sonrisa orgullosa.

—Sabía que regresarían, vengan a la fiesta, justo hablábamos de ti— recordó lo que vio con el fantasma del presente y decidió hablar.

—¿Podemos hablar un momento?— pregunto, Gogo alzó una ceja confundido, pero termino por asentir.

—Vamos Kota, comeremos postre— kota celebro mientras era cargado por el pecoso omega, dejando a ambos Alfas solos.

—¿Qué es lo que quieres decirme?— Katsuki suspiro.

—No tienes por que deberme todo— Gogo se mostro aún más confundido— Yo nunca renuncie a mis cosas para que me debas algo— entonces Gogo pareció entender y sus ojos temblaron— Yo lo hice por lo mismo que tu harías eso por mí, por amor a mi hermano.

Gogo sonrió con lagrimas saliendo de sus ojos, de los dos Gogo siempre fue el más sentimental.

—Me alegra saberlo...—Gogo limpio sus lagrimas y sonrió en grande— Muchas gracias por todo....

Katsuki abrazó por los hombros a su gemelo menor, Gogo recargo su cabeza en su hombro, si Katsuki sintió la humedad, no dijo nada, solo mantuvo fuerte su abrazo.

La navidad estaba aquí, Katsuki paso la noche con el amor de su vida y su familia. Los años siguientes fueron iguales he incluso mejores cuando después de años por fin su bebé había llegado y en su oscura mansión Izuku iluminaba su vida de nuevo. Aunque en su corazón las espinas del pasado seguían atormentándolo, no dejaría que estas se apoderaran de él. Sus navidades ya no serían solitarias y tristes, ahora estaría junto a su familia.

FIN.

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