5. OTRA DE LOS NUESTROS- total breackdown
Entonces lo entendí. Lo entendí todo. Era otra. Otra de nosotros. Otro bicho raro. Otra chica con poderes.
- ¿Y vamos a...?
- A aquella sala de ahí- dijo señalando mientras íbamos por el pasillo.
- Pero, esa es la sala donde.... ya sabes- dijo Matt
- Claro- declaró la directora- Ahora vosotros seréis espectadores.
Entramos a la sala con cierto miedo, ya que habíamos vivido un rato terrible durante nuestra estancia en esas urnas. Nos pusimos en el mismo sofá que antes, cuando vimos como llegaba Rodrigo con la chica desmayada en brazos.
- Estamos preparados Rodrigo- dijo un profesor que había allí, mientras pulsaba un botón para que se activase el micrófono.
Entonces Rodrigo soltó a la chica de forma rápida dentro de una de las urnas y salió rápido a la sala donde nos encontrábamos.
- Subid los niveles de hercios en la sala.- declaró la profesora- Haced que se despierte ya. Por cierto, pónganse estos tapones- nos dijo tendiéndonos tres pares- Puede ser muy molesto para vuestros oídos.
Mathew y yo nos los pusimos, mientras que Diego mostraba una actitud sobrada, diciendo que a él no le harían falta.
Mi hermano se colocó frente a la vitrina diciendo: prueba número 1. Empezó a darle a una rueda que supuse que sería la de los hercios, ya que me empezaba a doler la cabeza. Además Diego se colocó los aparatos en los oídos, lo que terminó afirmando la teoría.
La chica se despertó de golpe. Me recordaba a mí. A cuando me había despertado. Se me aceleró la respiración. Me levanté. Empecé a andar hacia la vitrina. Necesitaba verlo. Era como revivir la escena. De nuevo.
Tumbada en el suelo, apoyó las manos y se levantó con dificultad. Parecía mareada. Lo estaba.
Entonces, empezó a hablar
- Eh, ¿qué es esto? No... ¡ehh! ¡Holaaa! Me podeís oír, ¿no es cierto?
Entonces las paredes empezaron a juntarse. Esperaba que se pusiese furiosa, como habíamos hecho nosotros. Al menos que hubiese tenido un poco de miedo.
Y me miró. Fijamente. A los ojos. Empecé a oír una voz. Era la suya. Sonaba tan fuerte que caí de rodillas al suelo.
- ¿Os creéis que podéis conmigo? ¿Qué soy una principiante?
Empecé a chillar. Hablaba demasiado alto
- Ahhhh
Todos me miraron al caer y mi hermano se abalanzó sobre mí.
- ¿Qué pasa Dars? ¿Qué pasa, dime algo?
Todos empezaron a hablarme. Demasiado ruido.
Entonces un ruido estrepitoso salió de la urna donde estaba metida esa chica. La vi a lo lejos, todos la vimos a través del cristal. Giró su cuello de repente ligeramente a la derecha, y todos los cristales de la sala se rompieron. Todos, excepto los de las gafas del profesor.
Diego se levantó con cara de furia. Se giró hacía mi hermano, que aún estaba en el suelo intentando interactuar conmigo
- Ella ya sabía que tenía poderes. Más que claro
Lo miré. Se me pasó la agitación. Y me tranquilicé de golpe. ¿Qué acababa de pasar?
Entonces ella salió de la sala, y se metió en la nuestra.
- Soy Miranda. Encantada- dijo sonriendo falsamente. Se notaba que a Diego le molestaba su presencia. Se notaba que quería evitar que le quitase el puesto de prepotente y duro- ¿Pensaríais que no sabía a lo que iba? Llevo años con estos poderes- declaró mirando a la profesora. - Pero- siguió cambiando el tono- nunca pude estar con alguien de mi misma ¿especie? Cuando os vi a los tres por los pasillos sentí que algo pasaba. ¿Acaso me equivocaba?. Y merecía la pena arriesgar. Necesitaba unirme a alguien con mi misma manera de actuar.
Yo seguía en el suelo. La chica me daba cierta pena. Esa tal Miranda parecía solitaria cuando hablaba. Como si hablase al aire. Como si el aire, fuese ella. Entonces me miró
- Perdón. No era mi intención. No pensé que te fueses a marear. No lo he hecho intencionadamente
- Da igual no pasa nada, controlar este tipo de cosas cuesta mucho, supongo- dije levantándome y tragando saliva. Quería hacerme la maja, pero realmente no me había caído bien. Tal vez si lo hubiese hecho sin intención, pero quién sabe. Es otra como nosotros
- Yo soy Darcy, y ellos son Mathew y Diego
- No necesito presentación, princesita mocosa
Lo miré con los ojos entrecerrados. Esperaba que esta chica no se fuese a su bando, por que si no habría dos bandos muy enfrentados.
- Encantada chicos, de verdad. Quiero aclarar que yo no soy tan agresiva normalmente, solo cuando uso mis poderes- Entonces me sentí en parte comprendida, y aliviada
- Yo controlo los elementos, él ve muertos, ella tiene telequinesia, y la otra rompe cristales de forma siniestra. ¿Algo más? Ah sí, y EL OTRO SE TELETRANSPORTA CUANDO LE VIENE EN GANA- dijo Diego.
Sonó el timbre de nuevo que marcaba la última clase.
- Al final no vamos a entrenar, ¿no?- dijo Mathew- Podemos... ya sabe... ¿irnos a casa?- dijo a la directora.
- Adelante, id. Pero con una condición. Esta tarde debéis quedar y hablar sobre todo lo que ha pasado hoy.
- Podemos en casa, Dars. Mamá se va y eso.
Todos nos fuimos. Incluído Rodrigo. Cogimos un bus en la línea 3. Subimos, pagamos, y pasamos. Estaba vacío. Solo los 5, y un buen camino hacia casa. Qué bien...
Iba tan absorta en mis pensamientos, que no me di cuenta de que Mathew me hacía señas para que me sentase con él en la pareja de segundos asientos. Intentaba asimilarlo todo de nuevo. Vagaba por el pasillo con la mirada perdida. Como un fantasma. Entonces, el conductor arrancó y me hizo volver a la realidad. Me senté en un asiento que estaba casi en las puertas de atrás.
(suena someone like you, de Adele) El día se había nublado. Matt miraba triste y cansado por la ventana. Pensativo. Rodrigo estaba en los asientos de detrás. Me miraba igual que miraba a los gatos heridos por la calle. Se preocupaba por mí. Le dediqué una sonrisa pequeña.
- Sé que es difícil. Luego hablamos- me dijo por telequinesia
Asentí con la cabeza
Entonces Mathew se levantó y vino a mi sitio. Se sentó al lado y apoyó la cabeza en mi hombro. Hice los mismo. Me dio la mano y yo se la acaricié, como hacíamos cuando nos sentíamos pequeños frente a la situación. Mirábamos al infinito. No entendíamos nada. Y pensar nos ponía peor. ¿Y si teníamos alguna enfermedad rara, o nos lo causaba?
Miranda estaba de pie sujeta a una barra de la parte superior para no caerse en las curvas. Nos observaba y se acercó a nosotros. Se sentó en lso asientos de detrás y nos abrazó. No dijo nada. Ni nosotros. Simplemente mirábamos a la nada. Rodrigo se levantó y se puso en los de delante. Alzó la mano ya la puso sobre la nuestra. El autobús era grande, pero estábamos todos pegados. Estábamos todos dispersos, pero nos habíamos unido. Éramos un grupo. Diferentes edades. Diferentes cosas favoritas. Diferentes todo.
Diego estaba atrás mirándonos. La canción de la radio cambió. Empezó a sonar Heather, de Conan Gray. Miré hacia detrás. No podía tapar su fachada.
Me levanté lentamente. Me miró desafiante, pero me senté con él. Le miré a los ojos
- Estamos juntos en esto. Lo sabes. No mola- dije riendo levemente. Él también rió un poquito. Todos nos observaban.
Apoyé en su hombro mi cabeza y me pasó el brazo por detrás. Realmente no sabíamos por qué estábamos actuando así. Nos odiábamos. Todo nos superaba supongo. Estábamos tristes. Pero no había gran razón para ello. Tal vez, estábamos cansados.
El bus paró en la estación cercana a mi casa.
No queríamos bajar, se estaba bien así. Pero debíamos hablar y desahogarnos. Hacer nuestros deberes y pensar en qué haríamos. Ahora éramos una familia. No nos gustaba, y eso también nos ponía tristes. Pero era lo que había
Ya no era la chica tímida que pasa
Mathew ya no era el ex quarterback del colegio que ahora entraba por mi habitación
Diego ya no era el chico borde
Rodrigo ya no era el universitario de la familia
Miranda ya no era la que necesitaba ayuda y que luego rompía cristales
Ya no éramos quienes se suponía que éramos
Y eso nos destruyó por dentro, de algún modo u otro
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro