2. NADA ES LO QUE PARECE
-Pues ya me ha tocado uno roto
-Pues que mala suerte. El mío parece que arranca ya.
Tras unos segundos, me miró
-Oye pues cuéntame lo que va diciendo.
-No creo que pueda. Este está roto también. Se escucha como cuando la radio no capta la señal. Mira, escucha
Me pasó el casco:
-Pues yo ni siquiera escucho eso. No escucho nada. Lo mismo tengo los oídos tamponados de la ducha.
-¿No os funcionan, parejita? - dijo Mindy
-Si es que sois tontos hasta para escuchar unos cascos- dijo Diego
Mindy me quitó los míos y dijo:
-Fijate si son inútiles, Diego, que dicen que no se escucha y en realidad sí suenan.
-¿Qué dados Minderta? - Mindy era solo su apodo. La molestaba que la llamasen así No se escucha nada. No inventes y ve a lo tuyo.
Me lanzó los cascos y siguió con su hermano y las Mean girls hasta dentro del edificio.
Nos paramos a ver la estatua. Ponía:
En honor al poeta Sir Gladen IV
- ¿Quién será este? - dije- Porque tiene pinta de loco
Entonces, otro profesor nos sorprendió por la espalda.
- Sí. Estaba loco
Nos dimos al vuelta avergonzados, con miedo de que un castigo nos callera en aquel mismo momento, sin haber empezado ni la primera hora. Continuó hablando
- Perdió la cabeza buscando cosas sin sentido entre la naturaleza. Poder. Quería poder. Pero ... como poeta, supongo que era bueno.
Mathew y yo nos miramos un segundo diciéndonos con los ojos: "¿Cómo salimos de aquí, el loco es él?" Pero siguió hablando. No paraba de hablar
- Yo soy profesor de historia de primero y segundo. Podré resolveros las dudas que tengáis de este señor .... o .... podéis empezar por decirme qué hacéis tan alejados de vuestro grupo de presentación.
Ya veía el castigo. Lo estaba visualizando. Que horror. Pero mi amigo habló:
- No estamos tan aleja ...- paró cuando se dio cuenta que en unos minutos, el grupo ya no se veía siquiera a lo lejos- Además. Nuestros cascos no funcionan
El profesor cambión su expresión facial en cuestión de segundos. Se puso muy muy serio. Entonces me di cuenta, de que era el profesor que me estaba mirando cuando intenté ayudar a Mindy
- ¿Lo dicen en serio, alumnos? - habló de forma contundente y seria.
- Claro, ¿por qué íbamos a mentir? Puede comprobarlo usted mismo.
- Es verdad.- dije tímidamente
Nos miró muy por encima del hombro, y luego nos esbozó una sonrisa. Ese cambio tan radical en su actitud no nos gustó nada, ni a mí ni a Matt. Lo sé, porque me dio un toque en la espalda con sus nudillos cuando hacía de que me iba a rodear la espalda con el brazo para intentar "disimular". Aunque no había nada que ocultar. Era verdad. ¿Y si pensaban que habíamos roto los cascos, y nos hacía pagarlos? Nos empezamos a llenar de duda e incertidumbre.
- Acompáñenme- declaró. Nos miramos temerosos, pero sin demostrar nuestro estado de preocupación- Ah, y me llamo Aarón. Me podeís llamar así.
¿Ahora se hacía el amable? No lo entendía. Se dio la vuelta y lo seguimos a lo largo de parte del patio y del edificio. Había muchas taquillas, como dijo mi hermano. Muchas pintadas, otras abiertas por alumnos que incluían fotos y dibujos, tablones grandes con los nombres de los clubes de fútbol, teatro ... ¡Ah y las salas del bachillerato de artes! Mientras, el profesor, alias Aarón, marcaba en su móvil de tapadera un número dificultosamente, como si le hiciesen falta gafas. Se llevó el teléfono a la oreja y comenzó a relatar parte de lo ocurrido. Nosotros no nos habíamos atrevido a hablar todavía:
- Sí ..... sí .. sí ... No os lo vais a creer. Dicen que no lo escuchan ... ¡No! Lo dicen en serio. Además, creo que ella- dijo refiriéndose a mí, o al menos eso entendí- ¡sí! creo que su hermano es .... - empezó a bajar la voz, nos miró y siguió andando. Aceleró un poco el paso para que no lo oyésemos. O eso fue lo que pensamos.
Entonces me acerqué a la oreja de Mathew y le dije:
- ¿Crees que estamos en un lio? Porque no hemos hecho nada
- No entiendo lo que está diciendo, la verdad.
- Ni yo.
Entonces dejó el teléfono en su bolsillo de nuevo y se dio la vuelta para mirarnos
- Ya estamos casi. ¿A qué vienen esas caras? No os habéis metido en ningún lío ...
- Señor Aarón- dije yo- permítame que le pregunte .... pero, ¿a qué .....?
- Empiezas las preguntas igual que tu hermano el primer día.
Me quedé perpleja. ¿Mi hermano? ¿Estábamos refiriéndonos a Rodrigo los dos no? Le conocía ...
Me abrió la puerta de una clase y declaró
- Siempre supe que eras tú- dijo mientras pasaba por la puerta
Entré yo primera, después Mathew y luego el profesor. Era una clase de música, ya que se veían instrumentos y muchos libros con partituras sueltas y descolocadas. Las sillas eran diestras. Estas típicas sillas que solo tienen un brazo para utilizarlo de mesa. Si no me equivoco había al menos seis profesores.
Seis profesores que nos miraban
Que nos miraban fijamente
Algunos asombrados
Otros, como el profesor de historia, no tanto.
- ¿Así que no os funcionan los cascos eh? - dijo una profesora de 50 años, sonriendo- Encantada. Soy Maite. Profesora de ...
- No des más detalles- dijo la directora entrando al aula.- He de ver si son ellos.
- ¿Si somos quién? - dijo Matt
- ¿Eres la hermana de Rodrigo Skelton, no es así querida? - dijo la directora. Iba a asentir, cuando unas cortinas de un escenario que estaba al fondo de la sala, de color rojo, se movieron.
- Así es, señora directora. ¿No ve el parecido en la nariz?
Era mi hermano. ¿Qué narices hacía ahí? Empecé a sentirme contrariada. Al igual que Matt, porque los dos a la vez dijimos
- ¡¿Tú ?!
No lo entendíamos. Debería estar en la universidad.
Empecé a analizar la situación
Tampoco estaba en un descanso, porque la universidad queda lejos, y estamos en jornada lectiva, por lo que si tiene una hora o dos libre, le daría un margen máximo de dos horas. La universidad está a dos horas y media, yendo en el nuevo tren tardaría una hora solo, pero el tren está averiado, salió ayer en las noticias, cuando cenábamos todos juntos en casa de mi tía Clara.
- Deja de analizarme
Le hice un gesto de duda
- Se que lo haces, Sherlock Holmes. Lo has hecho siempre. Desde pequeña tan observadora ... Era fácil pensar que no escucharías los cascos.
Mathew y yo no hablábamos. Estábamos atónitos.
- Tomad un vaso de agua. Tranquilizaos- dijo otro profesor ofreciéndonos dos bebidas
Que inocentes éramos, ¿no es así? Nos fiamos de un simple vaso de agua. Pero ¿cómo no fiarnos? Estabamos en un centro educativo.
Entonces, Mathew habló, medio adormilado, tras haber bebido un trago.
- Darcy ....
- Dime- dije mientras bebía
- Dars.
Entonces cayó al suelo desplomado. Se había desmayado. SE HABÍA DES-MA-YA-DO. Con todas las letras. Fui a arrodillarme para intentar despertarle, pero caí también y, sin poder evitarlo. Dormí
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- Dars- escuché de lejos unos golpes. No quería abrir los ojos. Estaba a gusto así. - ¡Darcy despierta no entiendo nada!
Entonces sonó una sirena y una voz femenina. Abrí los ojos de golpe, y respiré profundo. Como si llevase sin respirar un rato.
Me levanté. Estaba en una urna. Una urna de cristal. Una habitación más bien. Mathew estaba dando golpes en la pared contigua. Estaba metido en otra habitación igual de transparente. Sorprendentemente, estaba Diego. Diego estaba en una habitación en el fondo. ¿QÚE ERA ESTO?
Tras observarlo todo después de haberme levantado, fui hacia Matt y ambos dimos golpes contra la pared de vidrio. Chillábamos desesperados. Entonces divisé unas cámaras. Me planté delante de ellas
- ¡Eh! ¿Qué pasa aquí? ¡Rodrigo contéstame ya! Entonces vi que mi hermano entraba en otra urna, que aparecía como por arte de magia. Pero el no estaba alterado. Sabía más que nosotros eso estaba claro.
Él mismo empezó a hablarme
- No es nada, Darcy.
- ¿WHAT? ¡AH! -Hablaba demasiado alto- CALLA. SE ESCUCHA MUY ALTO
- Eres estúpida Darcy está confirmado- dijo Diego. A él le escuchaba muy bajito- Tu hermano no está hablando.- Diego también estaba metido en otra urna diferente.
Miré hacia él. Era verdad. Hablaba con la boca cerrada. Estaba en mi mente. ¿Qué nos dado estado?
Entonces escuché un fuerte ruido. Las paredes de mi habitación se juntaban. Solo las mías.
- Prueba 1- dictó una voz robótica. Empecemos a establecer el estado de alarma y ansiedad
Las paredes se juntaban, se notaba aunque fuesen cristalinas
Todo el mundo chillaba. Menos Rodrigo. ¿Estaba soñando? ¿Era esto un Scape Room?
Empezaron a juntarse más y más y se quedaron casi aplastándome.
Notaba el frío del cristal, y mi respiración agitada creaba vapor en las paredes.
Entonces chillé. Chillé como nunca lo había hecho. Puse las manos a cada lado de la pared, como si fuese a pararlas con una especie de super fuerza. Entonces, al chillar, se empezaron a alejar. ¿Las estaba alejando yo, o era mi mente la que las veía así! Empecé a visualizar las paredes ya en su sitio, pero yo aún las estaba tocando. Seguí chillando y, como por brujería, se alejaron del todo. Una llama morada salió de cada mano y se pusieron en su sitio. Me dolían las manos. Y el pecho. Sentía una presión extraña, que nunca había experimentado. Entonces lo vi. A todos asombrados. No lo entendía. Y es cuando vi que mis pies no estaban sobre el suelo. Estaban a 30 centímetros al menos. Al darme cuenta, caí de golpe, haciéndome daño en el tobillo, y caí agotada en el suelo.
Todo se quedó en silencio. Todos estaban paralizados. Menos mi hermano y los "profesores" si es que se los podía llamar así. Me sentía tan débil, que no puede evitar quedarme dormida.
Mientras, las paredes de Matt fueron las que se empezaron a cerrar. Empezó a respirar muy fuerte y a ponerse muy nervioso. De pronto, se giró hacia su derecha al notar una presencia nueva. Algo que no estaba antes.
- ¡¿ CÓMO HAS ENTRADO AQUÍ?!
- ¡Serás estúpido, Mathew! Ahí no hay nadie- declaró Diego.
Pero él si veía a alguien. Lo veía realmente, y se estaba quedando pálido. Se olvidó prácticamente de las paredes que los rodeaban.
- ¡Niño! Hazme el favor y ayúdame
Se volvió pálido de nuevo.
- ¿No lo estáis oyendo? Hay un... un señor aquí
Entonces, el supuesto hombre cogió a Mathew y lo empujo hacia la pared. Mathew salió volando como por arte de magia atravesando la pared sin hacerse ningún rasguño. Pero, nada más atravesar aquella vidriera, el hombre se hizo visible. Fue cuando, me desperté de golpe. Diego me explicó rápidamente la situación, o por lo menos, lo que podía haber llegado a comprender.
Entonces, aquel hombre se hizo visible. Salió corriendo atravesando también el muro y corrió hacia un lado de la habitación. Le hablaba a Mathew, pero, nosotros no lo veíamos. No lo oíamos.
Entonces se iluminó la habitación, y el hombre volvió a desaparecer. Matt apareció desmayado también en el suelo. Al menos lo teníamos a la vista.
- Darcy, hay que salir de aquí.- me dijo Diego preocupado. Por una vez estaba de acuerdo.- Nos han hecho algo. Eso está claro.
Salí corriendo, cuando una fuerza me impidió seguir. Una puerta de mi urna se abrió dando a un pasillo hacia la de Diego. Corrí hacia él, alarmada. Se me olvidó que estábamos en una sala de pruebas, con profesores anotando todo lo que hacíamos, y siendo grabados por pequeñas cámaras.
Entonces, una voz salió de la habitación donde estaban metidos los docentes
- Prueba tres, Diego ---------.
Una neblina se apoderó de toda la habitación. Corrí hacia la otra punta, y, poniéndose delante mía, tapándome con un brazo, estiró el otro hacia donde provenía la nieva. Tras taparnos todo aquel polvillo, empecé a tener mucho calor. Entonces noté, que el que transmitía aquella temperatura, era Diego. Estaba ardiendo.
De repente, de sus manos salió una bola de fuego, haciendo que la niebla desapareciese. Ocurrió de forma muy lenta. De forma tranquila y espeluznante. Diego tenía los ojos cerrados, como si estuviese concentrado. Tenía la sensación de que no se daba cuenta de lo que estaba haciendo.
- Diego...- le dije para que se diese cuenta. Pero no abría los ojos. Creí no que no me oía. Ni siquiera era capaz de captar el sonido de mi voz. Estaba en una especie de trance extraño de meditación del que no podía salir.
Ida la niebla, en un abrir y cerrar de ojos, estábamos dentro de la sala de pruebas sentados en un sofá. Mi hermano estaba metido en otra habitación. Al igual que a los demás, se les cerraban las paredes.
Tenía la sensación de que sabía lo que hacer, pero, aún así, tenía miedo. Me levanté despacio, hacia el cristal por el que se veía todo. Antes de que em diese cuenta, había desaparecido. Se había esfumado. ¿Era esto una escuela de magia? Solo había venido al instituto. ¿Era una especie de broma de los de último curso, como salen en las películas americanas de la tele?
Entonces, apareció detrás mía. Se había movido de un lado para otro; sin darme casi cuenta; en menos de dos segundos. Me estaba empezando a doler la cabeza. Y no entendía nada.
Me volví a sentar en el sofá. Mathew miraba alertado a todo lo que pudiese moverse. Diego me miraba con resentimiento. No quería admitir que había intentado protegerme con un brazo.
- ¿Quieres explicárselo tú, Rodrigo?- declaró el profesor de historia.
- Mejor que empiece la directora.
Entonces la miramos sincronizados. Nos dado con unas mantas para taparnos un poco, ya que teníamos ligeros escalofríos.
Empezó a decir cosas, cosas asombrosas
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