Capítulo 32
Me tomé unos segundos para meditar mi respuesta. Javier era un chico muy guapo y bueno conmigo, me agradaba mucho su compañía y debía admitir que de vez en cuando me preocupaba cuando él se alejaba y se iba por su cuenta. Pero había una palabra para definir lo que podría pasar entre ambos: imposible. Él debía descartarlo en el momento pues estaba muerto y no importaba cuánto lo deseara, nunca podríamos sostener una relación. Con Leo nada era mejor. Si bien disfrutaba estando con él, sentía que él me comprendía y ya habíamos tenido algunos actos que no corresponden a amigos precisamente, no podíamos estar juntos y nuestro problema tenía nombre oficial: Valeria. No importaba cuán mal ella me cayera, nunca le habría hecho algo así por el simple hecho de que es parte de mi familia, y aunque no lo fuera, nunca creí que fuera correcto entrometerse en una pareja por la ambición propia.
Pese a todo, no podía admitir que estaba enamorada porque no sentía aquello como tal, no estaba segura de que mis sentimientos pudiesen llamarse amor. ¿Qué se sentía estar enamorada? No lo sabía con exactitud, pero sí sabía que lo que sentía podría tener otro nombre, como atracción pasajera.
—¿Y, Belén? —Lauren habló por fin para sacarme de mis pensamientos, sonriéndome como siempre de una forma amable que en aquel momento no me desagradó tanto como antes, quizás porque estaba distraída.
—No estoy enamorada.
—Ya, está bien, pero ¿No hay alguien que te guste? —Siguió con el tema con tonos juguetones, como si fuera una de las adolescentes de mi colegio.
—Creo ya haber dicho que no estoy enamorada.
—Sí, lo has dicho, pero hay mucha diferencie entre que te guste alguien y que estés enamorada de alguien. ¿No lo crees?
Volví a sumirme en mis pensamientos con aquellos dos chicos acaparándolos por completo. Frente a mí, detrás de Lauren estaban mis acompañantes mirándome expectantes, sobre todo Nico quien se notaba que comenzaba a sospechar algo de lo que me ocurría. <<Después me tocará un interrogatorio con él>>, me dije.
—Sí, lo creo pero no, no es mi caso... creo que el amor no es algo en lo que piense mucho —respondí finalmente.
—Oh, entiendo. ¿Prefieres concentrarte en las amistades?
—Últimamente sí, prefiero mantener mis amistades en vez de preocuparme por el amor.
—¿Por qué?, ¿Le tienes miedo al amor?
—No... no se me ha presentado la oportunidad y no me interesa del todo enamorarme, eso es todo.
Comenzaba a aburrirme dentro de aquella consulta y todavía quedaba media hora más con aquella mujer. Me estaba hartando que insistiera tanto con el amor, no tenía nada que contarle sobre eso, era tan inexperta en eso como un anciano en tecnología, ni siquiera había dado un beso en mi vida. Recordé a mis padres, quienes debían pensar que le estaba contando a la psicóloga todo acerca de mis queridos "amigos imaginarios" pues ellos me enviaron con la esperanza de que dejara de verlos, pero en vez de eso tratábamos otros temas que ni siquiera se acercaban.
El resto de la consulta fueron variando los rumbos que tomábamos y casi todos los evadía pues no me agradaban del todo. Agradecí en mi mente que se haya terminado el tiempo, lo único que quería era tomar un bus para irme directo a mi casa y encerrarme en mi dormitorio. Nos despedimos amablemente, ella exagerándolo siempre con algo más de cariño y me citó para dos semanas después. No creí que me apeteciera volver, había sido demasiado extensa esa sesión, no quería nada más. Ya en casa mamá me llenó de preguntas acerca de qué tal me había ido y cuando se dio por satisfecha logré subir a mi cuarto, donde me encerré con mis amigos e hice las tareas. Estaba concentrada resolviendo un ejercicio de matemáticas cuando mi celular sonó. Era un mensaje de Diego:
<<Llevamos varios días sin hablar... enserio lo siento, sé que te molesté y lo lamento mucho. No he sido muy buena persona contigo>>
No pasaron ni cinco minutos cuando llegó el segundo:
<<Me gustaría poder hablar contigo con calma y empezar de cero>>
Lo pensé varios segundos para finalmente terminar cediendo, no me apetecía llevarme mal con alguien más después de haberme quitado de encima a Anabel. Tampoco quería que mi último año de colegio fuera tan malo como hasta ese día, por lo que le escribí:
<<Está bien, mañana nos conoceremos nuevamente>>
Sonreí mirando el celular y me pregunté si la sonriente tenía razón en insistir tanto con el amor. Agradecí que de momento Nicolás no me interrogara al respecto porque tenía mucho que pensar y me tomé varios minutos bajo mis cobijas para hacerlo, lo que no significa que me haya salvado. A la mañana siguiente empezaron las preguntas de forma sutil, para después ir directo al grano. Nicolás era realmente insistente y Javier no hacía nada por detenerlo, se quedaba parado en una esquina de mi pieza solo observándonos, como si él también esperara la respuesta.
—Enserio te digo que dudé porque no entendí la pregunta al principio, pero nada más —le juré a mi tío esperando que me creyera.
—No mientas, Belén. Nadie duda tanto porque sí, dime quién es él ¿Acaso es Diego y por eso sonreíste con sus mensajes?... ¿o es Leo y por eso te gusta juntarte con él?
Quise gritarle que eso no tenía ni siquiera un mínimo de sentido, con el primero con suerte había cruzado un par de palabras y últimamente no hacía más que bajar mi estado de ánimo, mientras que con el segundo no corría mejor suerte. No habíamos tenido más que un par de conversaciones por mera casualidad y a la vez necesidad, bien sabía Nicolás que éramos los únicos capaces de comprendernos en el mundo.
Dejé que hablara solo en mi cuarto, desayuné junto a mis padres y salí de casa rumbo al colegio como todos los días. La mañana fue igual que todos los días, monótona, hasta que en el segundo recreo escuché a alguien llamar mi nombre desde la puerta. La primera vez lo ignoré, creí que podía ser mi imaginación, pero cuando me nombraron por tercera vez dejé de lado mi dibujo y miré a quien pronunciaba mi nombre, encontrándome con Diego. Me paré con cierto nerviosismo de mi asiento y caminé hasta él con la mirada de mis curiosos compañeros sobre mí. Me habría gustado gritarles para que dejaran de hacerlo, pero mi personalidad nunca dio como para ese tipo de actos, detestaba llamar la atención y ser tema de conversación. Mejor era pasar desapercibida y sin nadie que me molestase.
Caminamos uno al lado del otro hasta el patio y nos sentamos en una banca, la misma donde antes habíamos hablado a escondidas y donde la presencia del chico suicida me molestaba. Nos separaban varios centímetros, ocupábamos casi la totalidad del asiento solo nosotros dos, pero no me importaba, me gustaba tener mi espacio y, por lo visto, a él también. Nos quedamos en silencio durante un tiempo que me pareció una eternidad y me preguntaba qué hacíamos ahí dos jóvenes perdiendo los pocos minutos que debían quedar de recreo.
—Lo siento —rompió el hielo, obteniendo al instante toda mi atención—, no te he tratado bien, como un amigo debería y lo lamento.
—Nunca acordamos que seríamos amigos —recordé en voz alta.
—Porque esas cosas no se acuerdan, solo suceden Belén.
Asentí mientras metía mis manos a mis bolsillos, el clima comenzaba a ser frío pese que todavía era otoño. Conversamos los pocos minutos que nos quedaban libres y, cuando ya tocaron el timbre, habíamos aclarado todos nuestros temas y prometido empezar desde cero. A lo mejor ese sí era el inicio de una amistad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro