—¿Qué pasó? ¿Nadie se lastimó? —escuchó a alguien decir en esa extraña casa. Por lo que rápidamente fue hacia la heladera para comer y recuperar energía, no sabía si ese lugar era hostil o no. Debía estar preparado para usar sus poderes de todos modos.

Mientras comía lo más rápido que podía, escuchaba los pasos de una persona acercarse. Al estar ambos en la misma habitación, se quedaron paralizados con la misma expresión de susto y sorpresa al verse.

Era como estar frente a un reflejo de carne y hueso, Castel tragó su bocado y luego escuchó una voz que le parecía muy familiar. Es... es el abuelo, se dijo pensativo. Él había muerto hace años, cuando era niño, todo era tan confuso.

—Puta madre, el abuelo pensará que rompí la promesa por tu culpa —maldijo su otro yo para luego tomarlo del cuello de su ropa.

—Espera, espera... ¿dónde estoy? —le preguntó al salir del shock.

—Fuera de tu universo, volverás por donde viniste —ordenó el otro rubio al comenzar a arrastrarlo.

—Los otros no creerán esto, yo apenas puedo puedo creerlo... —dijo sorprendido mientras miraba todo a su alrededor. Lo habían enviado a otro universo por accidente, su otro yo se veía bastante imponente aunque no tenía la cicatriz en su brazo izquierdo, sino que había una en su cuello.

—¡Matías, tu café se enfría! —ambos escucharon el grito del hombre desde otra habitación.

—El abuelo... ¿puedo verlo? —preguntó, casi suplicando. Ese Castel pareció pensarlo y asintió. Sin que nadie los viera lo llevó a si habitación para entregarle un conjunto igual al que estaba usando, para que nadie notara el cambio.

—Puedes estar con él hasta la tarde, planeó actividades y todo eso —respondió, aunque había unas condiciones—. A las 5 de la tarde regresarás a tu universo, no menciones nada de tu mundo, no muestres esa enorme cicatriz a nadie y no intentes nada raro porque soy tú, conozco todos mis trucos.

—E-Entiendo, después de todo llegué aquí por error. Pero si eres yo... ¿por qué tienes una cicatriz en el cuello? —cuestionó, estaba muy intrigado por saber la respuesta.

—Suicidio, para deshacerme de Iron Hell.

—¿También hay una Lady aquí? ¿Conoces a un doctor enojado o a alguien llamado Nathaniel? ¿Ya vencieron a Cy? —preguntó rápidamente, quería saberlo todo.

—¿Quieres que responda o irás con el abuelo? —lo interrumpió mientras lo empujaba hacia la entrada del comedor. Entonces asintió y siguió el camino que le indicó hacia el lugar donde se encontraba el hombre. Allí estaba él, su cabello más canoso y tenía una mueca en su rostro.

—Ya era hora, ¿no? —le dijo en un tono molesto—. Tengo hambre y no puedo comer hasta que estés en la mesa.

Castel se acercó a pasos lentos mientras sus ojos comenzaron a nublarse, sus lágrimas cayeron finalmente cuando abrazó a su abuelo. El cuerpo del rubio comenzó a sufrir leves temblores en ese instante.

—¿Estás bien Matías? ¿Por qué lloras? —preguntó, dándole unas palmadas en su espalda.

—E-Estoy bi-bi-bien... sólo m-me entró polvo e-en los ojos —respondió, limpiando su rostro húmedo con la manga de la camiseta de su otro yo.

Eso le pareció extraño al hombre pero revolvió su cabello para luego pedirle que tome asiento, un momento después llamó a los sirvientes. Ellos trajeron un pequeño pastel de chocolate, el mismo tenía velas con forma de números, 19 años.

—Feliz cumpleaños —le dijo con una sonrisa—. Pide un deseo, adelante.

—Si —respondió para un momento después apagar las velas. Sin embargo él no pidió ninguno ya que por mucho, ese era sin duda, el mejor día de toda su vida.

~~~~~Continuará~~~~~