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Capítulo 8

Capítulo 8

Antes de darme cuenta, comienzo a ir a las reuniones organizadas por Sherman. No es un club, pero él se conforma al saber que estoy tratando de usar mi tiempo libre conociendo a más alumnos e intentando encajar en la "sociedad".

Era un grupo de estudio extraño donde nos tomábamos unos minutos (por órdenes de Sherman) para hablar de nosotros y nuestros problemas. Solo unos pocos se animan a hablar, los demás permanecemos en silencio.

Consistía en sentarse en un semicírculo y luego comentar algunas cuestiones que nos inquieta o simplemente decir lo que se siente en aquellos momentos. Nos ayudamos con temas de estudios y tareas que no conseguíamos entender en clases. Era entretenido, debo confesar, y ayudaba a que mis notas continuarán altas.

Una tarde Raquel apareció en la puerta y se sentó en una de las puntas del semicírculo. 

No presté mucha atención a lo que decía una de las chicas sobre los problemas en la tierra por culpa de la contaminación. No puedo apartar mis pensamientos de ella. 
Esta sentada a tan poca distancia jugando con los anillos en su mano y a diferencia de mí, si le prestaba atención a la compañera que se preocupa por la tierra. 

Habían concurrido algunos días desde la última vez que hablamos, pero más que una sonrisa aquí o allá en los pasillos no recibo nada de su parte, pareciera que nos volvimos dos completos desconocidos del día a la noche. 

Ra comenzó a ir algunos días al grupo, sola o con un chico al que creo que es su amigo. Incluso Rubí y Henry me acompañaron un par de veces cuando no estaban ocupados con sus cosas. Me servía para mantener la mente concentrada que era lo más importante, pero cuando ella aparecía por la puerta lo importante parecía salirse de foco. 

Una tarde al acabar la esperé a la salida, quería hablar con ella.

—Hola.

—Hola— Ra me miró sorprendida.

—¿Podemos hablar? — pregunté a lo cual me respondió asintiendo y haciéndole una seña a modo de despedida a su amigo, luego comenzó a caminar a mi lado. 

—¿Err... de qué quieres hablar? —me preguntó cuando llegamos a un asiento en el patio cerca de los árboles. Ella se sentó y me miró expectante.

—¿Te he hecho algo? — sus hermosos ojos se agrandaron con sorpresa mientras negaba —. Es... yo siento que estas molesta por algo y no sé qué hice. Primero está todo bien luego dejas de hablarme de la nada, después de nuevo pareciera que todo está bien y nuevamente dejas de hablarme.

— Yo...— juega con sus anillos mientras piensa en que responderme. Estoy sudando hasta la vida, ¿Por qué la encaré? Ahora parezco un estúpido que necesita constante atención —. No sabía como... no quería molestarte, yo... Tengo algunos problemas para adaptarme al estar aquí y siempre te encontrabas con tus amigos... Yo simplemente no quería molestarlos...

Balbuceó nerviosa mirando a nuestro alrededor, al cielo, al césped bajo nuestros pies. A todos lados exceptuando mi rostro.

— No me molestas, Ra— le susurro luego de soltar el aire que estaba conteniendo —. Yo quiero ser tú... Amigo. 

Ella sonrió y aunque parecía cansada, pude notar algo en su mirada que inevitablemente me daba esperanzas. Era extraño que actué tímida... me daba la impresión que ella era una chica con un poco más de carácter. Tal vez se deba a lo cansada que se ve. 

Desde entonces, algunas tardes nos encontrábamos para conversar, allí bajo el árbol, luego de alguna clase e incluso algún que otro almuerzo.

 En una de nuestras charlas comentó como es ir a una escuela normal, como fue vivir con su tía y primo... mientras yo le contaba historias de la Isla, de Rubí y Henry, de algunas de las cosas que me gustaban, ella me hablaba del jardinero que conoció y le caía bien, de su amigo Luis y de muchas cosas más.

Una vez, en el almuerzo, estaba buscando un lugar para sentarse y Rubí (quien la vio primero) me da un codazo en las costillas para que la invite a unirse a nosotros en nuestra mesa, fue agradable y parece llevarse bien con Henry y la rubia. La noté tranquila y relajada como nunca la vi con otras personas, le regale mi postre y ella me miró como si le hubiese dado un anillo de diamantes. Me agradeció y no tardo en desaparecer del plato. Y yo no podía borrar la sonrisa de mi cara, ella se encontraba sentada a mi lado... Frente a otros alumnos. Me gustaba cuando estábamos solos, pero me alegraba saber que no me ignoraba cuando había más personas alrededor. 

En ningún momento dio a entender que me recordara de cuando éramos pequeños. Sabía por algunas charlas que tuve con el profesor Marcos que ella tenía un problema, pero ¿Quién era yo para juzgar a otro por como maneja las perdidas? 

Esta mañana Rubí se estaba preparando para una competencia importante con las porristas. Le dijeron que una de ellas no podría participar, por lo tanto, la rubia podría ocupar su lugar. Estuvo chillando y feliz desde entonces.

—¿Qué tal lo he hecho? —nos preguntó luego de mostrarnos su rutina por quinta vez esa mañana. 

Nos encontrábamos en la entrada de la escuela, sentados en la escalera que da a la puerta principal mientras ella realizaba su rutina frente a nosotros.

—Bien, pero tienes que caer más derecha en la última voltereta que hagas — le contesta Henry sin quitar sus ojos de su cuaderno.

—¿Otra vez haciendo los deberes a última hora? — pregunto a mi amigo mientras Rubí comienza nuevamente a dar saltos frente a nosotros.

—Estuve toda la noche tratando de escribir algo de música. Tengo una melodía en la mente, pero no la puedo plasmar en las partituras — me respondió concentrado en lo suyo.

—Es horrible cuando sucede eso...— ambos nos miramos y sonreímos porque si bien no se nada, NADA, sobre música, entiendo lo que se siente al estar bloqueado —. El profesor Marcos me dijo que hablo con Antonio y que pronto se iba a comunicar conmigo.

—¡Que bien! —Chilló Rubí, lanzándose sobre nosotros. Literalmente.

—¡Cuidado! —Henry corrió su trabajo a tiempo antes de que ella lo aplastara.

—¡Esas son buenas noticias, Tres! — sonrió y no pude evitar hacer lo mismo. Rubí tenía una de esas sonrisas contagiosas. Cando lo hacía se le ilumina todo el rostro y aparecen pequeños hoyuelos en sus mejillas.

—Aún no me ha dicho nada en concreto — intenté restarle importancia al hecho de que faltaba poco para poder cumplir mi sueño.

— “Aún” es la palabra clave, ¿No es así, Hen? 

—Si no te mueves de arriba de nosotros, yo te voy a dar palabra clave — gruñó el pelirrojo.

Ella se río levantándose y revolviendo su cabello en el camino. Rubí tenía razón en una cosa, que Antonio quiera hablar conmigo eran buenas noticias, solo que tendría que terminar de arreglar algunas ciertas cuestiones antes de que suceda. Aún contaba con algo de tiempo.

 Aún.

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Espero les guste el capítulo.
Voten y comenten :) eso me ayudaría mucho y siempre me hacen feliz.
Los quiero.
Dani.

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