Capitulo 3
Capitulo 3:
Dos días después comenzaron a llegar los alumnos a la Isla. Rubí fue una de las primeras. Al verla desde la puerta principal la saludé moviendo mis brazos para llamar su atención.
Cuando me vio se despidió de su hermano y bajo la atenta mirada de éste, corrió hacia donde me encontraba subiendo la escalera de entrada saltando los escalones de dos en dos. Su hermano me reconoció con saludo desde lejos antes de marcharse con una sonrisa melancólica en sus labios, como ocurría siempre que nos encontrábamos.
—¡Tres! —grita Rubí y envuelve sus brazos a mi alrededor —. ¡Te extrañe tanto!.
—¡No respiro, Rubí! — le advierto intentando apartarla de mi lo suficiente para que el aire llegué a mis pulmones. Ella rie aflojando su agarre un poco. La observo luego de meses separados, sigue igual que siempre con su cabello rubio brillando como un sol, su sonrisa iluminando su rostro y su mirada soñadora —. Veo que estas bien — nos sonreímos y la acerco para besar su frente.
—Rubí, Rubí, Rubí... — nos separamos al escuchar la voz conocida de nuestro amigo acercarse —. ¿Cómo está, mi pequeño saltamontes? — Henry pregunta divertido subiendo las escaleras despreocupadamente con las manos en los bolsillos. Cuando llega a dónde estamos le revuelve el cabello a ella.
—¡Henrrrry! —exclama Rubí alargando las "r" de su nombre. Se lanza sobre él para golpearlo pero cambia de opinión rápidamente y se aleja riéndose cuando Henry comienza a hacerle cosquillas —. ¡No hagas eso! ¡No es justo! — se queja.
— ¡Vale, vale! Que quejosa eres — dice dejandola tomar aire y limpiarse las lagrimas que soltó por la risa. Ella le clavó la mira en la nuca cuando Henry se dió vuelta, si las miradas matarán...—. ¿Cómo estas, Tres? —me saluda con un golpe en la espalda ignorando a la rubia detrás de él.
—Bien. Un verano relajante — le respondo sonriendo. Extrañaba ver a este par hacer sus locuras.
—Me imagino —respondió suspirando.
Henry es un joven alto y atlético, pelirrojo y con los ojos de un verde intenso. Siempre lo vas a ver con unos auriculares rodeando su cuello, y caminar como si el mundo fuera su escenario particular.
Él podría ser tranquilamente el chico popular y cool si viviéramos en una serie o película. Si ese fuese el caso, estoy más que seguro de que yo sería el amigo del protagonista, no tengo la apariencia ni la actitud de un principal. Por suerte ésta es la vida real y no una barata telenovela de las tres de la tarde.
Nosotros somos amigos desde que llegué aquí con once años, asustado y confundido. Fuimos compañeros de cuarto en los primeros años y al inicio, a consecuencia de nuestras personalidades tan distintas, chocamos unas cuantas veces hasta que simplemente y sin darnos cuenta nos volvimos amigos.
—A ver quién de los dos me ayuda con las maletas — nos interrumpe Rubí apareciendo entre ambos haciendo ojitos tiernos.
Henry pone los ojos en blanco, aún asi, ambos la ayudamos porque ninguno puede resistirse a aquella mirada.
Pasamos el resto de la mañana ayudando a Rubí a acomodar su habitación y escondiendonos de el alboroto que hacian los alumnos que llegaban y se acomodaban en sus respectivas habitaciones.
Los más pequeños que recién ingresaban a la Isla debían compartir habitación con otros alumnos, de esta manera, se fomenta la comunicación entre los mismos.
Los alumnos de los últimos tres años podemos tener dormitorio individuales. Lo cual es genial.
A la hora del almuerzo, habían llegado a la Isla la mitad de los alumnos y el comedor era un revuelo de gente y charlas.
Se formaban diversos grupos en las mesas hablando sobre sus vacaciones y expectativas para el inicio oficial de clases que sería esta noche.
Henry contó lo que había hecho en sus vacaciones en la casa de campo que tenía un tío suyo.
Rubí comentó como tuvo que sobrevivir a un verano con todos sus hermanos y la visita de su tía abuela Clavel.
Yo sólo los escuchaba y me imaginaba lo divertido que hubiese sido haber podido vivir esas experiencias.
Mi verano consistió en estar en la Isla y pasar algúnas semanas en la casa de Lázaro, lo equivalente a muy aburrido; a pesar de que admito que tampoco pongo mucho de mi parte para estar más del tiempo cortésmente adecuado con él.
Luego de comer decidimos caminar por los alrededores y ahí fue cuando Henry la vio.
—¿Quién es ella? —se detuvo de golpe mirando a la entrada —. No sé ve muy contenta.
Dirijo mi mirada hacia allí y concuerdo con él. De un auto amarillo bajaba una chica, su ceño fruncido y una mueca de disgusto en los labios. Refunfuñaba al conductor del vehículo antes de cerrar la puerta del copiloto con un golpe seco.
—Parece que alguien no se despertó con él pie correcto — Rubí murmura divertida a mi lado. Le estoy por responder algo ingenioso cuando me doy cuenta quién es el conductor del auto.
Este sale y le grita enojado a la chica que lo espere en la entrada mientras él va a estacionar el automóvil.
No puede ser verdad. Mi mirada vuelve a la chica que pisando fuerte y cruzada de brazos obedece y espera en la entrada.
—¿Tres? —Rubí toca mi brazo y salto del susto. Me encontraba tan asombrado contemplando a aquella chica que no noté que tanto Rubí como Henry me estaban observando midiendo mi reacción.
—¿Qué?.
—¿Ella es la hija del señor Dólope? —Rubí levanta una ceja, ella siempre presume de poder hacerlo bien y quedar tierna, en cambio yo sí lo intento lo único que consigo es parecer sorprendido.
—¿La hija del profesor de psicología? ¡Me estas jodiendo! No sabía que tuviera familia —Henry vuelve a ver a la chica de largo cabello castaño claro, como una cascada de oro cayendo por su espalda.
—Sí, es su hija —logro decir frunciendo el ceño —. Aunque la recordaba de otra manera.
—La gente cambia... ¿la última vez que la viste cuántos años tenías?.
—Hay veces en las que me sorprende las cosas que sabes de todos aquí.
Como hablaron ambos a la vez, decido obviar la pregunta de Rubí aún sabiendo que ella notaría que lo hice adrede, y contesto a Henry encogiéndome de hombros.
—Ayudar a Sherman tiene su lado bueno.
—¿Sabías que vendría la hija del señor Dólope? —pregunta Henry.
—Sí, no paró de hablar de ello por casi dos días —Rubí responde por mi, mientras intento ignorar mis mejillas sonrojadas —. Ella es como el primer amor de Tres...
Definitivamente Rubí no es buena manteniendo los labios cerrados. La observo con los ojos entrecerrados, tal vez si hago un esfuerzo pueda dejarla muda con la mirada.
Henry me mira de arriba a abajo como sí fuera la primera vez que me ve y luego a la joven que espera a su padre en la entrada.
—¡Naah...! —mira de Rubí a mi y luego nuevamente a la rubia—. ¿Tres? —le pregunta y ella asiente sonriente.
—No estoy seguro de sí debo sentirme ofendido o apagado... —declaro pasandolos para continuar caminando hacía el lado contrario a la entrada.
—¿Entiendes que es raro que a ti te guste una chica, verdad? — Henry corre para alcanzarme seguido de Rubí —. Hasta creía que ya te habías cambiado de acera.
Rubí suelta una carcajada que asusta a algunas aves. Yo sólo sonrío por el comentario de Henry y cuando estoy por contestar Rubí me gana de antemano.
—No todos los chicos andan alardeando todas las chicas con las que salieron como lo haces tú.
—¡Hey! — Henry finge estar ofendido.
—Lo siento, pero tiene razón —le digo bromeando y contento de ya no ser el centro de atención.
—Bueno la segunda opción era que ustedes tenían algo en secreto y no querían decirme...
—¡Henry! —Rubí ríe y lo persigue alrededor de los árboles —. ¿Pero que cosas dices? Quédate quieto para que pueda golpearte.
—Pero eso no es verdad — le aclaro a mi amigo.
—Ahora lo se... Rubí sólo tiene ojos para mi, ¿Verdad que sí, pequeño saltamontes? — el pelirrojo se detiene logrando que Rubí choque con su cuerpo. Él le sonríe divertido y seductor.
Me río al ver el rostro rojo de Rubí antes de que ella comience a correrlo nuevamente.
—¡Ya quisieras! Eres un...
—¡Me amas!—grita antes de que ella salté en su espalda y comience a despeinarlo.
—¡No es cierto!.
—Puede ser... —los interrumpí sentándome en el pasto mientras los veo pelear —. ¿No me habías dicho el otro día algo sobre que los pelirrojos eran... ¿calientes?.
Ambos se quedaron quietos y luego Henry la miró por encima del hombro con un brillo de diversión en los ojos.
—¿Te parezco caliente, Rubí?.
—¡Iuh! ¡No! —de alejo lo más que pudo de él dando un salto hacia atras—. Dije que parecían estar en llamas — sonrió esperando que nosotros hiciéramos lo mismo, pero ambos nos miramos y nos encogimos de hombros —. ¡Vamos! es gracioso. ¿Son pelirrojos?, ¿están en llamas?¿Rojo?¿Fuego?.
—El hecho que tengas que explicarlo muestra cuan gracioso fue, pequeño saltamontes —Henry se deja caer a mí lado mientras niega con la cabeza.
Sonrío cuando Rubí se acerca y coloca sus manos en las caderas.
—Lo importante es que no estaría con ninguno de los dos...
—Es mentira —me susurra Henry.
—...ni aunque me paguen una fortuna...
—Creo que se lo pensaría un poco —le contesto a mi amigo de la misma forma.
—Tú eres arrogante, engreido....— señala a Henry —. Y tú...— le sonrío con mi mejor cara de inocencia —... tú sabes demasiadas cosas...
Ambos reímos y ella se deja caer con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados.
—Ustedes son imposibles — arranca un puñado de pasto y nos lo arroja.
Es tan relajante estar con ellos nuevamente, pero aún así no puedo quitar de mi cabeza el rostro de aquella chica, ¿Cuanto puede cambiar una persona con los años?.
...
Para la hora de la cena habían llegado todos los alumnos y nos encontrábamos pulcramente vestidos con nuestros uniformes formando filas ordenadas en el gimnasio donde esperábamos a que el director comenzara su discurso de bienvenida al nuevo año escolar.
Desde mi posición podía observar la cabellera larga y perfecta como una cascada de miel de la hija del señor Dólope.
Estaba en una clase diferente a la mía e ignoraba a las compañeras que hablaban a su alrededor.
—¿Qué tanto miras embobado? —Henry me pregunta colocando su brazo sobre mis hombros. En la fila en la que nos ubicamos él se encontraba detrás de mí por ser solo cinco centímetros más alto.
—Nada — le respondo evasivo dirigiendo mi vista al pequeño escenario que habían colocado los profesores que en esos momentos rrevisabansi andaba el micrófono, estaba allí para que el director pudiera ser visto y escuchado por todos los alumnos presentes.
—No estabas mirando a Rubí, ¿O si? — me interroga mi amigo, divertido —. Lo que dije hoy fue una broma, hombre.
—Lo sé —lo tranquilizo con un gesto de mano —. No miraba nada, en verdad. Solo quiero que ésto terminé para poder ir a cenar ¡Muero de hambre!.
—Yo estoy igual. —Me doy vuelta para mirarlo sacudir su cabello y aflojarse un poco la corbata azul —. Además de que no me aguanto este uniforme.
—Eso lo dice porque no puede hacerse el chulo y desarrollarse en la ceremonia de inicio — dijo una voz a mi lado. Una joven de cabellos rojos y ojos verdes como los de mi amigo nos sonríe maliciosamente —. ¡Hola, Tres!.
—Vete de aquí, chismosa —. La echa Henry un un gesto de las manos—. ¡Shu, shu!.
—Eres insufrible — le sacó la lengua —. Además hablaba con Tres.
—Él es mi amigo, búscate uno para ti sola — siento como Henry me jala de un brazo para abrazarme contra él.
—¡Vale! Basta chicos — les detengo riendo y alejándome del pelirrojo —. ¿Todo bien, Sarah?.
—Perfectamente bien — me guiña un ojo —. Aunque estaría mucho mejor si no tuviera que soportar al idiota de mi hermano.
—¡Hey! ¿A quién llamas idiota? — exclama Henry ofendido —. Te recuerdo que soy mayor que tú.
—¡Por diez segundos!.
—El será el mayor pero tú eres la más hermosa —le dijo Rubí apareciendo a su lado y dándole un beso en la mejilla.
—Deja de idioteces, pequeño saltamontes — le tiró de la coleta de cabello rubio que se había hecho la recién llegada —. Todos saben que me amas.
—Todos saben que ama a Tres — lo corrige Sarah abrazando a su amiga —. Tu solo sirves de juguete.
Siento que mis mejillas se sonrojan y me salvó de tener que seguir escuchando las tonterías de esos tres gracias a que el director se apiadó de nosotros y decidió dar el discurso protocolar.
Demir Server, el director, es un hombre de unos cincuenta y pocos años, canoso, bastante alto y de complexión fuerte; los rumores dicen que antes de convertirse en profesor y posteriormente en director, él era un boxeador en las ligas clandestinas, por ello su nariz estaba rota y tenía una cicatriz en la ceja izquierda.
Si uno lo ve por primera vez puede resultar intimidante e incluso un poco atemorizante pero era un hombre bueno.
Pude observar la fila de los alumnos de primer año mirar nerviosos al escenario, precisamente al director que iba vestido con su traje negro y pulcro que se ajustaba en los brazos dejando inevitablemente a la vista los musculosos bíceps y tríceps. Sí eso no era intimidante, no sé que puede ser.
—Buenas noches a todos — comenzó a hablar a través del micrófono con su voz gruesa y algo ronca, que retumbó en todo el gimnasio logrando que los alumnos guardarán silencio enseguida y le prestarán atención —. ¡Bienvenidos! Bienvenidos a otro año escolar en el Instituto San Luis Almora.
»Como todos los años, les damos la bienvenida a los nuevos alumnos —señaló a los más jóvenes con un gesto de la mano y una sonrisa—. Este será su segundo hogar durante muchos años, las personas a su alrededor serán su familia. Por ello mismo les pido respeto para sus compañeros y personal docente, como para el establecimiento en sí.
»Ahora, para los viejos conocidos — continuó luego de darles una mirada significativa a los niños—, saben ya las normas... Nada de fiestas ni merodear por los pasillos luego de la hora de dormir. Sí, te lo digo a ti Gutiérrez — se escuchó el quejido del alumno—. No acercarse a las zonas del barranco ni los acantilados y por último el ferry para ir al pueblo pasa cada mes solo para aquellos de último año que tengan autorización, de no ser así, no podrán salir.
»Ahora, nos dirigiremos al comedor a cenar porque mañana será un nuevo día y al que madruga Dios lo ayuda —se escucharon algunas risas por el gimnasio.
»Dicho esto, damos por comenzado otro año escolar.
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Holi, aqui con otro capítulo, como estoy subiendo del celular por lo que puede que tenga algunas faltas de ortografía. Lo siento :S.
Pero espero que les guste.
Gracias por leer y votar...
Luces y aviones.
Dani.
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