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4. Hombre prohibido


Semanas más tarde

Maldecía mentalmente sus decisiones y su incertidumbre por saber cómo Elijah se veía en las fotografías. Quizá, ese había sido el motivo por el cual no tuvo el valor de ver las fotografías la primera vez; temía encontrar algo que le desagradase. Cuando el enemigo aceptó su solicitud puso el grito al cielo, no pudo evitarlo, estaba emocionada, después de cinco días revisando su perfil falso, Elijah aceptó iniciar una amistad con ella sin saberlo. Tendría al enemigo más cerca —naturalmente solo por chat —, trataría de conocerlo por medio de sus publicaciones.

Los primeros días después de haber concluido su tercer semestre de preparatoria se dedicó a estar en casa con sus padres, pasaba la mayoría del tiempo en la cocina con el celular en sus manos o en su cuarto; esperando noticias de a quien ya podría llamar por su verdadero nombre, Elijah. Le gustaba su nombre y pronto ese nombre llegaba por si solo a sus pensamientos y se sorprendía sonreír siempre que lo recordaba.

Ahora que su amistad por chat se extendió a poco más de dos semanas, averiguó demasiadas cosas que le gustaría haber preferido no saberlas. La más dolorosa aunque no lo admitiera aun, era saber que Elijah tenía una novia llamada Lyzty, la chica no contaba con más de diecisiete años, estudiaba en otro instituto y eso lo inquirió al ver el uniforme de ella en una de las tantas fotografías que ella publicaba etiquetándolo. No le agradó la chica, de hecho, ya la odiaba y no tenía por qué hacerlo.

Ya se lo dijo Olivia, le gusta Elijah.

Lo curioso, era esa acusación. Ese chico se atrevió a burlarse de ella, y su amiga creía que lo suyo era el típico cliché, en definitiva no surgiría del odio un amor verdadero, terminando en un característico final feliz. No existía un amor verdadero, al menos no para ella. El tipo ya contaba con una novia poco agraciada que sin duda no quedaba con él. No debía importarle demasiado eso, ella era libre y joven, en los próximos años podrían ocurrir cualquier cosa y encontraría el amor, sin embargo le entristecía saber que Elijah ya es un hombre prohibido.

Estaba arrepentida.

No debió engañarse a sí misma, diciéndose que lo que hacía era para contradecir al destino.

No debió suponer que solo sería una de sus tantas amigas silenciosas que dan "me gusta" a cada fotografía que publica.

Y no debió creer que su enemigo era soltero.

Todo era perfecto hasta que la realidad la obligó a bajarse de las nubes ficticias. La realidad era ésta: Él no es más que un chico que se cruzó en su vida sólo para empañarla un poco, se burló de ella, la sostuvo en sus brazos para evitar que cayera en el transporte y su deber era limpiar el empaño que hizo en su vida. Un chico cualquiera, concluyó una de las tantas noches que observó una de sus fotografías.

No lo eliminó de Facebook, pero prefirió abandonar esa cuenta por tiempo indefinido y centrarse en su verdadera cuenta. Ingresar nuevamente a su cuenta la reanimó, contaba con un gran número de notificaciones en donde la mayoría de ellas sus amigas la etiquetaban en publicaciones donde se mostraban fotografías de pequeños restaurants familiares de la ciudad de Guadalajara, invitándola a unirse a cualquiera de ellas y pasar un rato entre amigas contándose lo acontecido las últimas tres semanas de sus vacaciones. Hasta ahora se había perdido cinco reuniones de amigas, le parecía increíble, sus amigas divirtiéndose y ella observando día y noche un perfil de Facebook ahora prohibido para ella.

Delia al ver finalmente en línea a su amiga, envió un mensaje para saludarla.

Panda dando rastros de vida después de tanto tiempo. Comenzaba a preocuparme por ello, ¡Ya iba a llamar a tu madre! Oh, y hola.

Susana sonrió al leer su mensaje, y rápidamente escribió.

Vuelvo a recordarte que ni siquiera tienes el número de teléfono de mi mamá, además, aunque lo tuvieras no llaSusanas, o puede que si... y te diría lo mismo que yo: estoy sana y salva, pero agotada. Te extrañé, chona.

El pitido de un nuevo mensaje alertó a Delia, dejó de escribir en su ordenador y desvió la mirada a su celular, leyó el mensaje en silencio y soltó una risilla al terminar, ¡La llamó chona! Cerró el ordenador, pausando su novela de suspenso, y decidiendo continuarla más tarde, se acostó en su cama y respondió:

¡Me habéis llamado chona! ¿Tengo cara de chona? Te recuerdo, tengo cara de ser un pollito tierno. Y lo de tu madre tienes razón, soy bien cobarde para pedir su número y estar al pendiente de una persona que decide olvidarse de nosotras.

Suspirando, Susana tecleó.

Un pollito tierno para asarlo (literalmente, ya lo sabes). ¡No las olvidé! Estuve ocupada, revisando mi otra cuenta, ¿sabes? Elijah aceptó mi solicitud...

Delia leyó el mensaje sin responder, su amiga necesitaba una opinión sobre ello y no se lo daba. Los siguientes seis minutos Delia estuvo en línea sin responder, y Susana estaba a punto de desconectarse cuando un nuevo mensaje entrante la detuvo.

Dejemos tus burlas para otra ocasión. ¿He leído bien? ¿Elijah y tú ya son amigos? Pero esas son buenas noticias, ¿no crees? Es lo que querías, ya tendrás al enemigo de cerca y podrás acosarlo.

La respuesta fue instantánea.

Tiene novia.

El celular cayó en su rostro, ¿Novia?

No me jodas, pero si siempre está con chicos todo el tiempo, ¿es gay? No espera... no entiendo.

En otras circunstancias Susana hubiese reído ante la idea de que Delia considerase que el adonis de Elijah fuese gay.

No todos están obligados a tener pareja del mismo instituto, Delia. Su novia es de otra preparatoria, se llama Lyzty y aquí esta lo sorprendente, ¡tiene como diecisiete años! Y si reviso su fecha de nacimiento en Facebook podría asegurarte que puede que tenga menos. Elijah ya ronda los pasados dieciocho años ¿verdad?, acabo de recordar algo, ¿no se supone que los hombres mayores no salen con las menores, porque es delito?

Delia frunció el ceño al leer el mensaje.

¡Alto! Lo que leo me es difícil de creer, ¿Estás diciendo que sólo porque Elijah sale con una chica de dos o un año menor que él, vas a denunciarlo? Eso suena absurdo, hoy en día eso ya no se usa, ¿Es acaso esa tu venganza con él?

Se quedó perpleja, observando la pantalla luminosa de su celular, ¿Pero en que estaba pensando? Actuaba como si fuese una de sus exnovias despechadas, deseando arruinarle su nuevo romance.

—Esto está mal. —Susurró para sí misma.

Muy cierto, no sé cómo se me pudo ocurrir algo así. No quiero vengarme o algo por el estilo, solo tenía la intención de conocer quien realmente era y averiguar si en su tiempo libre acostumbra a burlarse de la gente y salvar a chicas distraídas. Olvida todo lo que te dije.

Delia contestó cuatro minutos después.

Porque no dices que sentías curiosidad por conocer al chico que te gusta y lo admites ante nosotras. Olivia tiene razón, a ti te gusta. Y ahora tal parece os molesta saber que ya tiene novia.

— ¿Yo, molesta? —Frunció el ceño a su dispositivo.

Evadiendo la realidad, decidió despedirse con la excusa de irse a dormir.

Ante el resto debía negar que le atraía Elijah.

Seis días más tarde y ante la insistencia de Leslie de hacer una reunión en la que por fin asistiese Susana, decidió alistarse temprano poniéndose la ropa más casual para un desayuno entre amigas en un restaurant de obregón, lugar donde la música y el Susanachi tapatío eran populares y común de escuchar.

El transporte llegó mucho antes de lo previsto, bajó y caminó tranquilamente con los audífonos en los oídos escuchando a Crecer German. La música regional mexica era su debilidad, día a día disfrutaba esas canciones, y si tan solo poseyera una excelente voz no dudaría en cantarlas mientras camina por la calle a todo pulmón.

Al adentrarse entre las calles de obregón revisó los mensajes de WhatsApp, Leslie le decía en uno de sus mensajes que el restaurant llevaba el nombre de Oasis, no recordaba un restaurant con un nombre así, pero tenía entendido que se trataba de un bar familiar y no un restaurant de comida. Indecisa se dirigió al lugar, en menos de quince minutos sus amigas podrían llegar y para entonces debía idearse un discurso de reclamo por mentir sobre el supuesto restaurant.

Al entrar al Oasis la música que se escuchaba en un tono más bajo desde en la parte exterior se intensificó, tuvo que quitarse los audífonos y pausar su música. La música en vivo le parecía pegajosa y mucho más siendo de su tierra querida. Observó el lugar buscando una mesa libre en la que sentarse y esperar a sus amigas, no le sorprendió ver que un sábado a las diez cuarenta y cinco de la mañana tuviese a demasiada gente en un bar bebiendo y jugando cartas animadamente; bien lo decía el nombre del ahora comprobado bar, un respiro o recreo.

— ¡Aquí! ¡Te hablo, Susana! ¡Ey, mírame! —En la mesa pegada a la pared del otro extremo del bar, una animada Delia con un Tecate en sus manos, gritaba por su atención.

Automáticamente Susana desvió su mirada hacia ella y se escandalizó, ¡¿Qué carajos hacia Delia bebiendo?! Delia enloqueció, no debía beber en un bar, ¡continuaba siendo menor de edad!

Relajándose y evitando gritarle que lo que hacía estaba mal, se dirigió a la mesa de Delia, le dedicó una sonrisa falsa a modo de saludo y tomó asiento en una de las sillas libres.

— ¡Me ha pasado algo triste! —Gimoteó, Delia—. Terminé mi noviazgo con Rogelio, mi detestable novio de Facebook, ¿Sabías que todo este tiempo me estuvo viendo la cara? Se atrevió a decir en una publicación que es soltero, ¿Entonces que carajos era yo? No, que tristeza, ¡que tristeza! Desperdicié mi tiempo, pude haberle hablado bonito a otros chicos o tener más amigos. —Se quejó.

Apretando los dientes, Susana le reprendió su comportamiento.

—Deja ese Tecate ahora mismo en la mesa, Delia —ella negó—, por el amor de Dios, no te emborracharás tan temprano y mucho menos frente a mis ojos, esto no está bien. ¿Cómo es posible que te hayan permitido beber? —Susana le arrebató el Tecate de sus manos de mala gana, alejándolo de ella.

—Conozco al de la barra, es un buen amigo de mi padre —se relajó en su silla, y saludo al chico castaño de la barra—. Vamos panda, devuélveme la cerveza, que esto apenas comienza.

—Error, esto acaba de terminar. Vine aquí a convivir, ¿no era lo que Leslie y tú querían? —Beber no son sus planes, si sus amigas desean hablar, hablarían, pero no con bebidas; le preocupaba hablar de más si terminaba ebria, además no podría presentarse en casa en ese estado—. ¿No llegarías en un rato?

—Solo me adelanté porque conozco el lugar. —se encogió de hombros.

— ¡Pero que agradable coincidencia! —Esa voz varonil, tensó a Susana.         

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