1.9 Mona y una charla ante el sol junto a Amber.
(No permitiré que me excites de nuevo, vieja sabrosa) (mentira, eso es imposible, lo único malo que no tengo al personaje :c)
Habían pasado dos semanas, en las cuales seguí escribiendo algunas notas en la Gaceta, una de ellas fue llena de melancolía, pues Amber no había podido acompañarme el domingo a mi paseo vespertino, que esa tarde me supo de lo más amargo que el chocolate obscuro, en vez de estar con la miel natural del amor.
La semana siguiente el que no pude fui yo por cuestión de un entrenamiento de futbol, lo que puse en la Gaceta del Jueves fue lo siguiente: "No desesperaré, pues la paciencia es un árbol de raíz amarga pero de fruto dulce, así como los besos que he de guardar para ti con mi corazón"
Esas confesiones de amor siguieron causando cierto furor entre mis compañeros, me llegaban felicitaciones de toda clase y esos poemas y "cartas" habían sido las más elogiadas de la semana, como era costumbre. El poema de Sacarosa fue el segundo más destacado la semana pasada, ésta semana fue turno de Fichsl, quien parece que ya me alcanzará si no meto desenfreno a mi amor.
Lumine me comentó que Amber ya estaba convencida de que esas poemas y cartas eran para ella, pero yo me abstenía de afirmarlo o negarlo; prefería que siguiera existiendo la tensión del secreto entre nosotros, pues cuando el amor se hace público se pierde la emoción del amor ciego que puede caerse en un pozo por admirar la luna, como ocurrió con Tales del Mileto.
Ahora calmaba las preguntas, y debido a que muchas veces Sacarosa estaba cerca de mí, diciendo algo que pasaría por creíble. "¿Han leído a Lenin?" Preguntaba, todos me respondían que no (por excepción del club de Marxismo), "Él escribió 'Carta a un camarada' que es más que nada un libro para que cualquiera sienta que Lenin le escribió esas palabras explicitamente a él, algo así es mi objetivo"
Algunos le encontraban sentido, y sí lo tenía, otros no me creían del todo ya que pensaban se trataba de un amor contrariado e imposible por lo que narraba, que era un amor lleno de dolor y deseo de reencuentro, como aquel hambriento que desea comer: yo me convertí en un hambriento de amor y un caritativo de lo mismo: deseaba comer el amor de Amber y darle a ella todo mi amor.
Las veces que nos encontrábamos sonreíamos como los enamorados que somos, al menos mi sonrisa era de esa clase, la del loco de amor. La de ella era casi igual a la mía, pero no podía saber si es que ella era tan divina que es amor hecho persona o por estar enamorada de mí.
Tenía la respuesta a la palma de mi mano aunque prefería sentir el nerviosismo necesario para que éste quedara bien plasmado en mis palabras. Estaba centrado en ello, sin embargo, y mientras escribía en el club de poesía, la puerta fue corrida.
-Sacarosa, llegaste un poco tarde. -Dije, sin revisar quién era.
-¿De verdad parezco esa clase de persona que jamás entraría a este club? -La voz me era desconocida, en cuanto alce la voz, unos hermosos ojos negros se encontraron frente a los míos, además de una coleta que se menaba en el aire cuando la dueña de la misma la movió para acomodarse el cabello.
No era otra más que Mona.
Mona es la chica más hermosa de mi clase, no hay chico que no le haya dado chocolates, rosas, dedicado canciones o confesado su amor...ella los ha mandado a volar a todos de la forma más impiadosa existente.
Me sonrojé un poco, pues sentí el nerviosismo de estar frente a una chica hermosa, alabada por su belleza y su buen cuerpo, además de una personalidad exquisita que encanta a cualquiera, es una mezcla entre "dime más cumplidos" y "exageras, no soy eso que tu describes".
Ella no le habla casi a los hombres, los ve a todos como unos lobos hambrientos, desesperados y degenerados que no la desean a ella, si no más bien solo desean su cuerpo o presumir ser novio de la chica más hermosa (según encuestas que no me toman en cuenta), de la escuela.
Naturalmente su belleza radica en sus senos firmes y rectos, lo que podríamos llamar, de manera un poco de mal gusto pero adaptado muy bien a la situación, "un buen trasero de negra" (referencia :v), su sonrisa radiante, de verdad una lindura de voz y rasgos muy finos y bien detallados en su rostro.
Mi corazón se mantuvo en calma en cuanto a los sentimientos del amor se refieren: mi corazón está para Amber. Sin embargo, debía lidiar con el nerviosismo de tener en frente a la segunda chica más bella que he visto en mi vida.
-No es tanto eso, el club de poesía tiene hasta oyentes, y las estrellas son un tema muy poético, más me sorprende el no haberte visto por aquí antes.
-En eso tienes razón. Aunque, siendo honesta, los poemas no me interesan y, con respeto, los detesto.
-¿Por qué? No hay nada más bello que un poema.
-¿Y cientos de poemas llenos de palabras hipócritas o de lujuria?
-La cosa cambia si cambias las circunstancias. Ya me hago una idea, y ahora me siento más sorprendido, alguien que odia los poemas viene a ver al más destacado en poesía.
-Vaya modestia. -Rió ella, su sonrisa era muy linda, debo admitir. -Imagino que no solo eres bueno con temas de literatura...me refería más bien a un ensayo.
-¿Ensayo? Escribir uno es la cosa más fácil del mundo, solamente hay que saber...
-Habla por ti. -Ella junto sus indices. -L-la verdad es que se me da terrible escribir ensayos, por eso quería pedirte que me ayudarás con el ensayo de historia.
-¿Con el profesor Zhongli? Dalo por hecho, será de mi agrado el ayudarte.
-Gracias. -Sonrió, emocionada, me pareció tan tierna así. -Si llegas a tener dudas en geografía, no dudes en preguntarme. -Yo regresé el gesto.
-Quizá más de una vez te pida ayuda.
Revisé el borrador que ella tenía, la idea central me parecía buena, pero es como si le diera pena exponer su pensar del tema, aparte de que había algunas otras cosas que sentí eran confusas. Como diría el profesor Zhongli "dale una boleada más y quedará como zapato de charol".
Le dije que le daría instrucciones detalladas en una carta, que lo mejor es que ella marchara en paz ya que, para mí, no había forma alguna en errar con todos los consejos que le daré, los que me sé de la mano, para la forma de citar, que es en realidad lo más complicado a la hora de hacer un ensayo, le pasé una página que hace las citas automáticamente, así que eso era pan comido.
-Gracias por la ayuda, Aether. -Se fue despidiéndose con la mano, sonriéndome, yo no pude hacer más que regresarle el gesto.
Justamente Sacarosa iba entrando, miró de arriba abajo a Mona, sorprendiéndose mucho al momento en que ella se retiró, yo ya hacía una carta para ella, empezaba "En cuanto al tema que dejamos...", mi querida amiga se notaba hasta un punto temerosa.
-¿Escribes una carta para Mona?... -Sonrió, derrotada.
-Sí, pero no es para publicación de la Gaceta. Es para decirle como escribir un ensayo, Mona no sabe escribirlos y me pidió ayuda.
-Y-ya veo. Por cierto, Aether, no te tomes a mal lo que te diré pero... -Ella jaló de su suéter. -N-no me gustaría verte al lado de Mona, sé que yo no soy para prohibirte nada, lo que pasa es que no quisiera que te pasara lo que a casi todos los chicos les pasa con ella.
-¿Que terminan enamorándose de ella para ser bateados en home run? -Reí un poco. -Tranquila, Sacarosa, seguramente no le volveré a hablar después de entregarle esta carta, así que no mal pienses.
-No mal pienso. -Riñó, como si hiciera un pequeño berrinche. -No me gustaría que te enamoraras de ella...po-porque seguramente te rompería el corazón, ¡y no quiero eso!
-Eso no va a suceder. -Suspiré pesadamente, moviéndole los cabellos a Sacarosa. -Deja termino de escribir esto para que acabar este asunto más rápido.
-Te ayudo.
No pensé que Sacarosa fuera tan proteccionista conmigo, incluso puedo decir que le dio un pequeño ataque de celos de Mona, y la verdad es que lo entiendo, todas las chicas con novio tienen celos de Mona al ser tan bella.
Me pregunto si es que Sacarosa tendrá celos de Amber...
Apenas empezaría los entrenamientos, calentaba bajo el ardiente sol de esa tarde, deseando acabar lo más pronto posible esa parte para ponerme a la acción inmediatamente. También quería tirar algunas veces para tener oportunidad de entrar a jugar en caso de que Chongyun fuera portero titular. Eso de quedarme en la banca la verdad me aburre.
Hacía algunos saltos cuando vi a Amber casi saltar escalón por escalón hasta llegar a lo más bajo del suelo, los dos nos vimos, fue ahí cuando puse un pequeño pretexto para zafarme de ese tedioso entrenamiento e ir a platicar con mi Atalanta de fuego.
Ella me vio, deteniéndose, tenía en sus manos una libreta y estaba vestida con nuestro uniforme, ese que la hace ver tan hermosa y que me ha dejado loco por ella.
¿Será que extrañaré ese conjunto de camisa, chaleco, faldas y mallas en ella cuando nos veamos fuera de la escuela? Quizá sí, pero no puedo estar seguro hasta el domingo. Suerte de mí que era viernes.
-¿Tendrás partido el próximo domingo? -Preguntó, un poco irónica y esperando que mi respuesta a esa pregunta fuera negativa.
-No, este fin de semana descanso...¿qué hay de ti? -Cuestioné, un poco con timidez, aunque estaba casi seguro que me diría que sí.
-Hum...no lo sé, pero podría hacer un espacio por ti.
Palabras altaneras que me dejan saber que yo soy prioridad y que ella es la que tiene tiempo para mí, no yo para ella. Un juego sucio, pero no por eso menos emocionante al tratarse de ella.
-Gracias, supongo. -Sonreí, quitándome los guantes de portero para sacar algo de mis bolsillos, más precisamente una carta. -Es la carta que te debía, olvidé dársela a Lumine. -Mascullé al estar mordiendo el guante para que no se me cayera.
-Oh, gracias por eso. Me gustaría que nuestras pláticas fueran menos por la carta y más en persona.
-Tengo una idea para solucionar eso, aunque no sé que tan prudente sea. -Me puse el guante y de inmediato me llevé una mano al mentón. -Me guardo los detalles para mí, prefiero que sea sorpresa para ti.
-Oh rayos, no me gustan mucho las sorpresas ya que me dan amsiedad. -Rió inocentemente. -Me tendrás pensando en ti y en tu sorpresa todo el día.
-No mentiría si te digo que ese es mi objetivo.
-Malvado. Pero yo tengo una jugada más sucia todavía. -Abrió la carta, comenzando a leerla, yo me sorprendí al no esperarme esa jugada.
Leyó lo que era prácticamente una confesión de mi emoción por el día domingo, mi ansia de que llegara ese día y de que finalmente se daría un encuentro largo y formal, del que esperaba lo mejor, pero vaya que fue algo que sucedería antes, estando frente al sol de esa tarde.
-Me alegra saber que no soy la única a la que le emociona esa fecha. Sé que hay muchas cosas que decirnos y, la verdad me gustaría platicar contigo, me pareciste muy simpático desde la primera vez que nos encontramos.
-Lumine me dijo que me viste con algo raro en los ojos, ¿qué era? -Dudé, con suspicacia y poniendo y poniendo una expresión constante de sospecha.
-Ay, Lumine, le pedí que no te dijera nada, ¿cuánto no te ha dicho ya? Eso es lo de menos, y sí, es verdad, te vi con ojos...no lo sé, con unos ojos que no eran normales en ningún chico que yo hubiera conocido antes, eso es todo.
-Tus ojos también me parecen curiosos.
Sus pupilas tenían en tamaño de una moneda pequeña, eran las pupilas más grandes que hubiera visto, solo por detrás de las de Albedo cuando veía a Sacarosa radiante cada mañana, lo que, si no estoy equivocado, la persona que Amber tiene en frente, le gusta. Esa persona solo puedo ser yo. Ya no necesitaba que Lumine me respondiera si es que yo le gustaba a ella; ya sabía la respuesta.
-¿Por qué lo dices?
-Tienes las pupilas dilatadas...eso solo pasa cuando se ve algo que te atrae.
-¡¿Eh?! -Amber se puso tan roja como su listón, tallándose los ojos, sus pupilas se hicieron pequeñas, pero al verme, se volvieron grandes de nuevo.
-Acaba de pasar otra vez, ¿qué tienes para decirme?
-¡Qué tus pupilas también estaban muy grandes la primera vez que nos vimos! Seguramente por eso me parecía una mirada tan extraña, ¿Qué tienes que decir al respecto?
-Que es verdad. -Me sinceré, estaba caminado por terrenos fangosos y con posibilidad de caerme de culo si es que pisaba mal y resbalaba, pero iría confiado de que eso no pasaría.
-Aether...vaya que eso es tener valor. -Me desvió la mirada, seguía viendo sus pupilas, ahora eran pequeñas, pero se volvieron grandes al regresarme la vista al rostro. -¡Oye, deja de mirarme a los ojos, ya sé por qué lo haces!
-Je, je. Irónicamente no ha dejado de suceder.
-¡N-no veas mis ojos ya! -Se quitó su moño y se lo puso en los ojos, como si la fueran a fusilar. Curiosamente, ella misma se acababa de fusilar sola, delatando sus sentimientos por mí de la forma más imposible, ¿Bennett le habrá transmitido su mala suerte? Es lo más seguro.
-De acuerdo, no lo haré... -Aproveché la oportunidad de oro que tenía, así que le robé un beso en la mejilla a Amber, me fui corriendo sin mirar atrás, pero escuché que ella rió.
-¡Oye, no creas que esto se va a quedar así, Aether! ¡Me la cobraré! -Su risa no paro al igual que la mía.
No necesitaba más para ser el hombre más feliz del mundo: sabía que la mujer a la que amo me ama, le di un beso en la mejilla y quizá ella quisiera darme uno también. Me sentía vivo, vivo como todo lo que me rodeaba en ese momento.
No necesito más; ya quiero pasar toda mi vida junto a Amber.
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