1.5 Accidente sorpresivo
Esa misma noche Lumine me dijo que le había hablado de mí a Amber, y que ella había reaccionado de manera positiva, diciendo lo que ya sabía: que le podía agradar.
Eso sí, me comentó que le parecí alguien bastante distraído, ya que en toda oportunidad que había tenido de conversar con ella...resultaba notarme justamente eso: distraído.
Pasaron los días en donde ambos nos solíamos ver poco tiempo, segundos que se pueden contar con los dedos de una mano, o con los dedos de ambas, pero siempre era igual: la vida me regresaba al verla, al admirarla con vehemencia con la que solo el amor adolecente puede ser.
Esos segundos eran lo mejor de mi día, esa sonrisa que ella me dedicaba, o ese "hola" que murmurábamos y el que leíamos en nuestros labios, ya que la distancia era bastante entre nosotros.
La adoraba en toda regla, solo veía perfección en su imperfección (si es que Amber tenía algo que pudiera decirse imperfecto, que yo dudo grandemente), mi amor no podía ser más impoluto, pero quería demostrarle que estaba loco por ella de una forma no tan enloquecida.
Escribía y escribía cada noche, y de forma exclusiva para ella los más hermosos poemas, los escribía bajo la luz de la luna o cerca de los rosales para que esas hojas se llenaran con la esencia de los mismos, y que cuando ella los leyera fuera como si la luna la arropara o las rosas la embriagaran con su aroma y que sintiera el latido de mi corazón en cada verso, en cada rima, en cada descripción que le hacía.
Todo hombre suele ponerle un apodo a la chica que adora y ama con locura, algunos la llaman mi diosa coronada, Gloria, Alondra, mujer bonita, Delgadina; yo a Amber la llamaba: Atalanta de fuego. ¿Por qué? Simple: ella me había flechado el corazón con una sagita prendida en llamas.
Fue que, un día por azares del destino, la profesora Ninguang, que es también directora general de la escuela, tenía una reunión de Consejo Técnico. Al ser viernes, nos dejó la actividad de tarea, así que yo, Sacarosa y Xingqiu nos movimos al club de poesía, estábamos felices.
Mi buen compañero me preguntó si es que había escrito algunos poemas más.
-No he encontrado mucho sentido en hacerlo, quizá ya se me pasó esa fiebre de querer hacer algo distinto. –Mentí, no quisiera que mi amor fuera delatado.
-Entiendo... -Xingqiu revisó su mochila, vi que su mirar se tornó sorprendido a mal. -¡Carajo, olvidé mi libro en el salón, seguramente lo dejé en el cajón de mi banca! –Salió con prisa del club.
Sacarosa miraba por la ventana, yo me acerqué a ella, mirando en su misma dirección. -¿Qué es lo que te turba?
-Hace un lindo sol, me gustan los días como estos. –Contestó, sin mucho interés en realidad. –No me gustan los días de lluvia, me ponen melancólica.
Sacarosa suele ser molestada por otras chicas del salón por ser demasiado estudiosa, y le desagrada a las que pretenden tener calificaciones más altas. La pobre siempre se siente rechazada por eso, y sí, la rechazan, de ahí que siempre suele estar conmigo o con Albedo, de veces con Xingqiu o con Bennett.
Malamente corre el rumor de que ella es una mustia que se hace la santa y la inocente, pero que más de uno de nosotros ya ha pasado por su falda, lo que le hace hervir la sangre a Albedo y hace a Sacarosa llorar. (Paréntesis, me han dicho algunas amigas que no les gusta mucho juntarse con puros vatos porque luego las malas lenguas chismean que nada más anda de buscona y yo de...¿khe? A lo mejor alguno no le encuentra sentido como yo, quizá otros sí).
Justamente por eso le desagradan los días lluviosos, a la pobre la dejaron afuera en la lluvia, en la ventisca fría, las gotas de lluvia que le cubrían el rostro hacía parecer que no lloraba, pero cualquiera que lo escuchara sabía perfectamente que ella lo hacía.
Al día siguiente, Albedo fue a quejarse con el profesor Diluc y con el profesor Kaeya, se puso rojo de la ira mientras explicaba lo sucedido, pero eso solo hizo empeorar los rumores, así que, a petición de Sacarosa, él no volvió a quejarse de las injusticias que le hacían ya que eso no arreglaba nada; lo empeoraba.
-Te escribí un poema. –Soltó, yo regresé a mi mundo tras recordar ese amargo recuerdo que me hace enojar, y ni se diga del mismo Albedo.
-¿Un poema?...¿A mí? –Sonreí con cierto empacho. –Me halagas.
Vi que volteó a verme, cuando nuestros ojos coincidieron, ella volteó a ver a medias la ventana, pude ver que sus mejillas se coloreaban de rosa pastel; sus lentes de botella quedaban a la mitad de su nariz.
Extendió sus dos manos, entregándome un sobre blanco que tenía escrito en letras cursivas "para Aether". La letra de Sacarosa se destaca por ser muy bella y refinada.
El sobre incluso estaba sellado con cera, lo que me pareció muy lindo de su parte, sonreí más amplió. El poema, en sí: escrito a pluma fuente con tinta violeta, en cursivas y con un olor a malvaviscos que era el mismo perfume que ella suele usar, eso me conmovió el corazón como nada lo había hecho en mi vida.
Más que ser el típico poema que ella escribiría y que me parecería lindo, más no a mi gusto, era ahora uno que se notaba tenía un trozo, por pequeño que fuera, del corazón de mi amiga en él, como si hubiera sido planeado por noches enteras de insomnio, sentada en el suelo, pensando en la bondad de la vida y en la magia del amor.
Aquel poema me hizo darme cuenta de la claridad de lo diáfano...
La respiración de Sacarosa se escuchaba agitada, nerviosa, apretaba en sus manos su chaleco de algodón, sin poder verme a la cara. Apretaba sus ojos.
-Tienes algo en la cara... -Me tomó de una mejilla, quedábamos casi a la altura, yo me asusté, ¿Será que me dará un beso en los labios?
Sentí que casi estuvo por hacerlo, pero, por alguna u otra razón, me quedé congelado, sentí sus labios en mi mejilla y sus manos en mis hombros. La puerta se abrió: eran Albedo y Xingqiu, quien entraba al último con el que se notaba era un aire de tener mucha prisa.
-Ah, perdón por interrumpirlos. –Cerró la puerta tomando el hombro de nuestro compañero para sacarlo del salón del club.
Yo tragué saliva de manera muy pesada...
Sacarosa me miró con las mejillas al rojo vivo, tomando sus cosas y abriendo la puerta, se notaba muy apresurada, casi como si alguien la persiguiera.
-Perdón... -Dijo, apenas la entendí por la enorme prisa que tenía y el golpe de sus palabras.
Me llevé las manos a los ojos, tallándomelos con algo de fuerza, todo sucedió tan rápido que no me había dado tiempo de reaccionar a nada, así que mi reacción, un poco tardía debido a la confusión, fue de sentarme, vi a la ventana para procesar lo que había pasado, tenía marcado el lápiz labial color durazno que usa Sacarosa, me lo quité con un pequeño sonrojo en mis mejillas.
Dos pitidos sonaron en mi alarma, eran diez para las dos, por lo que abrí los ojos, tomé mi mochila y me fui corriendo, casi había olvidado lo que tenía que hacer. No estaba muy de animos, pero no puedo dejar pasar una oportunidad tan brillante como esta, así que mejor reduje lo más que pude mis pensamientos confusos.
Llegué al patio, algunos compañeros de la tarde andaban ya en esa zona, pude ver a Albedo en la lejanía siendo llevado de la mano por su hermana Klee, ella sonreía animadamente, desesperada, empero lo que era él...no sería muy diferente a la realidad el mencionar que parecía tener ganas de morirse, y yo también lo haría si es que me pasa a mí.
Mañana hablaré con él.
-¡Oye! -Gritó una voz desde adentro de mi edificio, alcé la vista, era Amber y Lumine, ambas me saludaban con sus manos, yo sonreí tratando de verme lo menos abatido posible, lo que seguramente sería complicado.
Vi por los ventanales cómo es que Amber bajaba de forma apresurada las escaleras, Lumine no podía seguirle el paso por más que quisiera, nos vimos frente a frente cuando ella llegó al lugar dónde yo estaba.
-Tú y yo tenemos algo que resolver. -Me señaló, viéndome con suspicacía.
-Lo admito, cometí crímenes de guerra de Yugoslavia. -Alcé las manos, ella me miró con una sorpresa mal, riendo, confusa.
-Okey...no era lo que tenía que arreglar contigo, pero al menos lo admites, luego te mandaré a un juicio militar. -También reí. -Sin embargo, algo me dice que estás triste, es bastante evidente.
-Me siento un poco ofuscado por algo que le pasó a un amigo, pero quisiera no recordarlo.
-Eso se puede arreglar de forma sencilla. -Amber revisó rápidamente en uno de los bolsillos de su falda, sacando un pequeño pañuelo que, al abrirlo, contenía algunas almendras. -Son almendras dulces, ta' exquisito, fíjate. -Formó el gesto italiano con sus manos.
No soy muy aficionado de las almendras, pero jamás se debe rechazar algo que se ofrece con tan buena fe, lo hacía para quitarme un poco la ansiedad de la situación y ese gesto tan lúgubre que vi en el rostro de Albedo.
Le declaré que estaban deliciosas, según lo mencionó la misma Amber, me obsequió las almendras con todo y pañuelo, de cualquier manera, Lumine podía devolvérselo, o incluso yo mismo, era cuestión de que nos volviéramos a ver.
Los más o menos veinte minutos que platicamos fueron maravillosos, era una conversación que fluía tan natural como lo haría un río colina abajo, nos llevamos bien y conectamos perfectamente, y tenía un poco de sentido.
Los temas que tratamos fueron cómo nos había ido en la semana y en los días que no nos habíamos visto, recordando el accidente que tuvimos cuando nos pusimos a gritarnos antes de despedirnos después de los entrenamientos, ella se llevó una mano a la cara.
-Me dio mucha vergüenza, el profesor Diluc me regañó horrible cuando tuve clase con él, después el profesor Kaeya se burló un poco de mí por las ocurrencias que tuve, pero me dio una paleta de caramelo.
-Kaeya es muy buena persona y mantiene un enorme estoicismo en todo momento...Diluc, por su parte, es muy serio y suele enojarse con facilidad, para desgracia de los alumnos.
Así es. -Sonó la campana, Amber se levantó con prisa, tomándome de un hombro. -Hablando del rey de Roma, tengo clase con el profe Diluc y nadie entra después de él, así que nos vemos. -Me dio un beso rápido en la mejilla, yo abrí los ojos de la sorpresa, era el mismo lugar dónde Sacarosa me besó anteriormente. Ella corrió unos pasos, pero después formuló un "Agh" y se regresó, yo seguía en la misma posición. -Por cierto, como casi no nos vemos, y Lumine me lo propuso, ¿Qué tal si nos escribimos cartas? Aquí va la mía, espero la conserves bien. -Sonrió, poniendo una hoja de papel blanco y doblado en cuatro dentro del bolsillo de mi chaleco, retomando su rumbo.
Tomé presurosamente la carta, viendo que la misma no había sido desarrollada de forma tan cautelosa y cuidadosa como la de Sacarosa, pero tenía un enorme valor para mí, así Amber me la hubiera entregado rota y escrita a crayón.
Aether.
Espero darte esta carta en un momento adecuado, la verdad es que hay tanto que quisiera decirte, te has ganado mi curiosidad, y Lumine no hace más que agrandarla, ya me ha dicho que eres un chico bastante interesante. Espero no encontrarte distraído o sufriendo un accidente como suele ocurrir siempre que nos vemos. ¿Seremos algo así como la manzana de la discordia? Quién sabe, debo reconocer que esta discordia, en todo caso, me parece de lo más divertida. Deberíamos salir a dar un paseo, ¿qué dices?
Con una sonrisa en sus labios al firmar:
-Amber.
¿Un paseo con la chica que me gusta? Nada mal, y mucho menos si ella es quién me lo propone. Quisiera que esta buena noticia me llegara en un momento menos turbio.
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Hula. Bien, ¿recuerdan que dije que publicaría capítulo cada tercer día? Bueno...quizá sea ahora dos veces por semana, ¿por qué? Siento que, para la cantidad de capítulos que llevo escritos, el avance en la historia es muuuy poco, así que fusionaré algunos capítulos, ya que tengo pensado más o menos que cada arco tenga entre 25/30 capítulos, y con lo que llevo escrito del de aether ya me voy acercando a los 20 y siento que he dicho muy poco, que no se deja ver mucho el ship, que hay muchas subtramas, en fin.
Otra cosa, si en este arco dejo varias cuestiones abiertas, no es que me haya olvidado de ellas, no, son cuestiones que se resuelven o se tratan más a detalle en algún siguiente arco, para llevar un poco más calmadas las cosas.
Sin más, me despido, espero les haya gustado la idea de capítulos más largos, pero eso sí, publicados cada menos tiempo.
Siempre tuyo:
-Arturo.
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