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Capítulo 5 "Anima Sola"

       Henry llega a su casa, abre la puerta, entra y cierra la puerta detrás de él, dejándose caer en ella y quedando recostado, da un profundo suspiro a la vez que cierra los ojos, los  vuelve abrir, se impulsa hacia delante y comienza a caminar a paso calmado, inclina su caminar ligero hacia la derecha esquivando una mesita, luego dobla hacia a la izquierda y camina unos tres paso quedando delante de su sofá, luego se inclina hacia delante y se deja caer hacia atrás sentándose en éste, dejando caer su espalda en el respaldar, se lleva sus manos a la cara estirándosela de arriba hacia abajo, dejándolas caer entre sus piernas, reclinando su cabeza hacia atrás dejándola reposar en la parte superior del respaldar, sus ojos solo veían el techo, a pesar de que estaban inquietos su mirada no era estable en un solo punto y sus pensamiento tampoco, recordaba una y otra vez el momento de la discusión, la mirada y actitud iracunda de Eduardo y la confundida mirada de José, el incidente en el Ávila, todo lo recordaba, su mente estaba totalmente inquieta, a la vez que también quería entender porque tanto él, como los demás tenían éstos poderes, porque Dios los eligió, se cuestionaba muchas cosas.

       Manuel entró a su cuarto, caminó directo a la cama y dándose media vuelta se dejo caer en ésta, soltando un quejido de cansancio, cierra los ojos internándose en sus pensamiento, recordaba el incidente en el Ávila, la discusión de Eduardo, pero en lo que su mente lo atrapó fue en recordar a Andrea, el momento en que la atrapó en aquel cruce de miradas que tuvieron, el momento en que hablaron subiendo la montaña, recordarla le daba una sensación de comodidad, como si no tuviera nada de que preocuparse, luego éste abre los ojos, se lleva la mano izquierda al bolsillo izquierdo del pantalón y de éste saca el teléfono, lo toma con las dos manos colocándoselo en frente, presiona un botón en el lado superior derecho que encendió el teléfono, comienza a darle toques a la pantalla con los pulgares, comienza a redactar un mensaje y una vez que lo termina, presiona en donde dice “enviar” y luego deja caer el teléfono en la cama.

       Andrea entra a su cuarto, cerrando la puerta detrás de ella, mete su mano derecha en el bolsillo derecho y de éste saca su teléfono y lo coloca en su mesa de noche, luego ella se da media vuelta y va hacia la puerta del baño, entra en éste, enciende la luz y medio cierra la puerta, se coloca en frente del espejo apoyando las manos de la repisa donde está el lavamanos, se mira ella misma por un corto tiempo en el espejo, luego baja la mirada y llevando su mano derecha a una de las perillas del grifo, la gira liberando el agua, ella se inclina, junta las manos con las palmas hacia arriba y flexionando los dedos, recoge agua y llevándose las manos a la cara se la unta, luego gira la perilla cerrando el grifo, toma el paño que tiene colgando al lado de la repisa, se la pasa por la cara secándose y las manos también, vuelve a colgar el paño, se da vuelta, abre la puerta halándola, apaga la luz, sale del baño y cierra la puerta, en ese momento su teléfono suena, y lo busca con la mirada y va hacia él, lo toma de la mesa y se sienta en la cama; comienza a presionar la pantalla del teléfono y abre un mensaje, éste mensaje venia de parte de Manuel y lo lee.
       —Hola, cómo estas? Llegaste bien? —dice el mansaje.
       Ella sonríe, y luego comienza a escribir, redactando otro respondiéndole y se lo envía.

       José estaba caminando por la calle, solo, con la cabeza hacia abajo y la mirada al suelo, luego éste gira hacia la derecha y sube la acera, se mete la mano derecha en el bolsillo y de éste saca unas llaves, sostiene una y cuando va a introducirla para abrir la puerta, se detiene, se queda viendo la llave por un rato, luego baja el brazo y suelta un profundo suspiro, después mete la mano izquierda en el bolsillo izquierdo del pantalón y de éste saca el teléfono, lo enciende y comienza a presionar la pantalla y a mover los dedos sobre ella, luego se lleva el teléfono a la oreja esperando un rato.
       —¡Aló! ¿Stephani?... ¿Podemos vernos? Necesito hablar con alguien… ¿En tu casa? Si está bien, voy para allá. —dice José.
       Éste se aparta el teléfono de la oreja, cuelga la llamada, todo lo que tiene en las manos se los guarda en los bolsillos del pantalón y se va de allí.

       Una mujer se encuentra dentro de una casa, sentada en un sofá grande con las piernas también arriba del sofá y estiradas a lo largo de éste, con las luces apagadas y con el televisor encendido delante de ella, la mujer con el cabello negro, largo, piel morena, ojos oscuros, bonita, tiene puesto una camiseta rosada y una pijama blanca y los pies descubiertos, en una esquina detrás de ella hay una iluminación débil del suelo, éstas son unas velas encendidas, éstas iluminaban unas imágenes de un cristo, unas vírgenes y un santo, ella escucha que toca a la puerta y voltea a donde está ésta, ella baja las piernas del sofá y se coloca unas sandalias que están allí en el suelo, se inclina hacia delante y se levanta, luego va hacia la puerta, una vez que llega, enciende la luz y abre la puerta cuando se asoma para ver, ahí está una mujer con la piel muy pálida, el cabello negro, largo y liso, ojos oscuros y ojeras en ellas, la mujer un poco alta, vestía todo de negro y su mirada era fija a ella y espeluznante.
       —¡Hola, Claudia! ¿Qué haces aquí, a ésta hora? —pregunta la mujer.
       —Hola, Candelaria, ¿Puedo pasar? Tengo que hablar contigo. —dice Claudia.
       —¿Tiene que ser horita? Es muy tarde, ¿No puede esperar a mañana? —pregunta Candelaria.
       —No, es muy importante, por favor. —dice Claudia.
       —Bueno está bien, pasa. —dice Candelaria.
       Ella se hace a un lado y deja que ella entre, Claudia entra a la casa y Candelaria cierra la puerta.
       —Ven, siéntate. —dice Candelaria.
       Caminando delante de Claudia y ésta camina detrás de ella.
       —¿Quieres agua o café? Hice un poco hace rato... —dice Candelaria.
       Ella se da vuelta y al ver a Claudia ésta está parada viéndola fijamente, Candelaria comienza a sentir incomodidad y algo de miedo, Claudia inclina un poco la cabeza hacia la derecha y de pronto sus ojos se pusieron de color negro por completo, Candelaria se impacta al ver ésto, haciendo un grito ahogado, luego Claudia comienza a cambiar y su cuerpo se comienza a transformar en un humo negro y a crecer, luego éste humo muestra un rostro espeluznante, con los ojos rojos y brillantes, una boca grande y colmillos en ella, éste humo forma unos brazos y manos grandes con dedos puntiagudos, toma a Candelaria del cuello con la mano derecha y con fuerza, la alza y la arremete contra la pared detrás de ella.
       —¿Crees que puedes hacer lo que te da la gana y no pagar por ello? —pregunta el humo con una voz gruesa, ronca y tenebrosa. —Pagarás por tu imprudencia y aprenderás que no debes burlarte de las almas. —agrego.
       El humo al lanzó arremetiéndola contra el suelo, Candelaria al caer se lleva la mano derecha al cuello y lleva la mirada hacia arriba, viendo el rostro tenebroso y los ojos rojos de ésta cosa, luego el humo lleva el brazo izquierdo hacia atrás con la mano abierta, pero los dedos puntiagudos flexionados, arremetiendo contra Candelaria y ésta expulsando un fuerte grito. Mientras, detrás de lo que estaba sucediendo, al lado de la puerta hay una ventana y del lado de afuera estaba la sombra de un hombre, viendo todo lo que estaba pasando.

       José llega hasta una casa y toca la puerta, del otro lado le abren y al ver era Stephani.
       —¡Hola! —dice Stephani con una sonrisa en su rostro.
       —Hola. —contesta José devolviendo la sonrisa. —¿Puedo entrar? —pregunta él.
       —Sí, ven, pasa. —dice Stephani.
       José entra y Stephani cierra la puerta.
       —Siéntate. —dice ella.
       José y Stephani caminan hasta un sofá grande y se sientan en él.
       —José… ¿Qué pasa? —pregunta Stephani.
       José voltea a verla, luego le aparta la mirada, su mente divagaba, no sabia como empezar y eso lo perturbaba.
       —Stephani… ¿Alguna vez te ha pasado que comentes un error y…? ¿Es tan grave que afecta a tus amigos y ya no sabes o tienes como arreglarlo? —pregunta José en forma retorica.
       —Dime que tan grave es el problema y se buscara una solución. —contesta Stephani.
       —Es muy grave, la verdad es que… me siento mal por lo que hice y ellos se molestaron mucho conmigo. —dijo José.
       —Y... ¿Tú qué crees? —pregunta Stephani.
       —Que tienen razón en molestarse. —contesta José.
       —José… estoy segura que ellos sabrán comprender, no van a estar molestos contigo para siempre, si sabes cómo arreglarlo José, solo que todavía no sabes cómo. —dice Stephani.

       Henry seguía sentado en el sofá de su casa con la cabeza recostada de la parte superior del respaldar, de pronto su teléfono suena, levantando la cabeza rápidamente, estira la pierna derecha y levanta esa misma parte del cuerpo de un lado, mete la mano derecha en el bolsillo derecho del pantalón y saca el teléfono, comienza a tocar la pantalla y ve que llegó un mensaje de número desconocido, lo abre, lo lee, se queda unos segundos viendo y después se levanta del sofá, se va hacia la puerta de la casa, la abre, sale y la cierra.

       Manuel está acostado en la cama de su habitación con el teléfono en la mano, escribiendo en él y sonriendo, termina de escribir y envía el mensaje, luego baja el brazo izquierdo dejándolo caer a un lado de la cama y el derecho lo recuesta en su abdomen, sosteniendo el teléfono en esa mano y su mirada se queda perdida en el techo, el teléfono suena y éste levanta el brazo para ver el teléfono y torpemente éste le cae en la cara, soltando un quejido, luego lo toma, lo levanta y ve que llegó un mensaje, pero era de un número desconocido, Manuel lo abre y lo lee, después se levanta de la cama rápidamente y sale de la habitación.

       Andrea está en su habitación, sentada en la cama, viendo el teléfono y sonriendo, ella comienza a escribir, respondiendo el mensaje y en ese momento llega un mensaje de un numero desconocido, ella abre el mensaje y lo lee, luego se levanta de la cama, se coloca los zapatos, va hacia la puerta, la abre, sale y cierra la puerta.
       Eduardo está fuera de su casa, Henry es el primero en llegar, aterriza y camina hacia Eduardo.
       —¿Qué paso? —pregunta Henry.
       —Esperemos un momento. —dice Eduardo.
       Luego llega Manuel y más atrás llego Andrea, se acercaron hasta donde estaban Henry y Eduardo.
       —¿Dónde está José? —pregunta Eduardo.
       —No sabemos. —dice Manuel.
       —Eduardo, ¿Qué pasa? —pregunta Andrea.
       —Percibí la presencia de algo. —dice Eduardo.
       —¿El Silbón otra vez? —preguntó Henry.
       —No, esto es diferente, pero igual de peligroso. —dice Eduardo.
       —¿Dónde hay que ir? —pregunta Manuel.
       —No muy lejos, tienen que ir al centro ahí lo encontraran, vayan ahora. —dice Eduardo.
       —¿Qué pasará con José? —pregunta Henry.
       —Si llega le diré que vaya allá, ahora no pierdan tiempo, váyanse. —dice Eduardo.
       Los muchachos alzaron el vuelo y se van.

       José y Stephani siguen sentados en el sofá de la casa de ella.
       —Gracias por escucharme Stephani, ya no supe a quién más recurrir. —dice José.
       —Cuando quieras. —dice Stephani.
       —Gracias… al final no fue tan malo hablar contigo. —dice José.
       —Ah, ¿No fue tan malo? —dice Stephani retóricamente, mofándose.
       Luego los dos se ríen mutuamente de los comentarios, luego dejan de reírse y se quedan viendo uno al otro, sus ojos brillaban, se perdían en la mirada del otro, una extraña sensación les recorría a cada uno por sus cuerpos, sus corazones se aceleraban y sin darse cuenta se iban acercando lentamente, dejándose llevar por el momento, las manos de José sudaban y los nervios le aumentaba, sus rostros estaban cerca y sus labios lo suficiente como para tocarse, en ese momento el teléfono de José suena, interrumpiendo abruptamente el momento, José se aleja de pronto y Stephani también, ella sonríe riéndose en silencio, José mete la mano izquierda en el bolsillo izquierdo del pantalón y saca el teléfono, lo enciende y ve que hay un mensaje de un numero desconocido, abre el mensaje y lo lee, José frunce el entrecejo y aparta el teléfono de él.
       —¿Paso algo? —pregunta Stephani.
       —No, bueno… sí, pero no sé qué hacer. —dice José.
       —¿Es grave? —pregunta ella.
       —Tiene que ver con mis amigos. —dice José.
       —Bueno, sea lo que sea has lo que creas correcto. —dice Stephani.
       José voltea a verla, cruzando miradas, luego él la aparta dando un suspiro.

        Luego de un rato, llegan a lo que es el Centro de Caracas, descienden y aterrizan en plena calle, es de noche y todo el lugar está solitario, Henry de pronto se dirige a la puerta de una casa.
       —Henry, ¿Qué estás haciendo? —pregunta Manuel.
       —No, se. —dice Henry. —Pero siento que hay que ir a esa casa. —agregó.
       Cuando llega a la puerta su cabeza le comienza a doler un poco y se lleva la mano derecha hacia ella, luego comienza a ver hacia todos lados, luego toca la puerta cuatro veces, Manuel y Andrea notan desde la ventana que encienden la luz y escuchan unos pasos del otro lado que se acercan a la puerta.
       —¿Quién es? —pregunta una mujer desde adentro.
       —Hola, disculpe la hora, me llamo Henry. —dice éste.
       —¿Qué quiere? —pregunta la mujer.
       —Fui informado de que tuvo una experiencia… paranormal, quisiera que pudiéramos hablar. —dice Henry.
       —No, quiero hablar. —contesta la mujer.
       —Hola, disculpe, me llamo Andrea, yo vengo con Henry, sabemos que estás cosas pueden ser algo traumáticas, pero estamos aquí para ayudarla, queremos saber que fue lo que vio. —dice Andrea.
       —Por favor váyanse, no quiero hablar. —dice la mujer.
       —¿Cree que al menos nos puede decir, que fue lo que vio? —pregunta Henry.
       —Esa cosa horrible… era la Anima Sola. —dice la mujer.
       Los muchachos se ven las caras, cruzando miradas entre ellos, no tenían ni idea de que les estaban hablando, de pronto escuchan un fuerte grito que les llamó la atención.
       —¿Qué fue eso? —pregunta Henry.
       —Yo voy. —dice Manuel.
       Luego éste corrió usando su velocidad, al llegar a la puerta principal de un pequeño edificio residencial, Manuel hace que su cuerpo comience a vibrar, haciendo que su cuerpo se mueva con tanta velocidad que emitía el sonido de un zumbido, al estar en ese estado traspaso la puerta del edificio logrando entrar, luego subió dos pisos y entró en uno de los departamentos, ahí consiguió a una mujer mayor tirada en el suelo, gritando asustada y frente a ella estaba un humo negro denso, grande, con brazos y manos grandes y un rostro macabro, con ojos rojos, Manuel fue hacia esta cosa y la empujó llevandosela por delante y saliendo por una ventana, Manuel no dejó de vibrar su cuerpo, por lo tanto no causaron ningún daño, una vez que salieron, Manuel cae de pie, pero se tira al suelo dando una vuelta y levantándose de inmediato, Henry y Andrea llegan a donde está él.
       —Manuel ¿Estás bien? —pregunta Andrea.
       —Sí, estoy bien… ¿Dónde está? —pregunta Manuel.
       —¿Quién? —pregunta Henry.
       —La nube negra que saque de haya arriba. —dice Manuel.
       —Me buscaban. —dice la voz de una mujer.
       Manuel se voltea mientras que Henry y Andrea llevan la mirada más atrás de Manuel y ven que alguien camina hasta estar frente a ellos a lo lejos, era una mujer, alta, de piel blanca, cabello negro liso y largo, delgada, cara bonita, ojos oscuros, sombra en los ojos, los labios pintados de rojo, lleva un vestido rojo, largo, con una abertura que expone la pierna derecha, abierta desde debajo de la cadera dónde empieza la pierna, el vestido termina hasta por encima de los tobillos y también lleva unas zapatillas negras de tacón alto.
       —Acaban de interrumpirme de saldar una deuda. —dice la mujer.
       —¿Una deuda? Casi matas a esa mujer. —reprocha Manuel.
       —Pues se lo merecía, por pedir tantos favores sin pagar, ya era hora que aprendiera de que no se juega con los espíritus. —contesta la mujer.
       —¿Quién eres tú? —pregunta Andrea.
       —Mi nombre es Celestina Abdenago, soy una de las mujeres de Jerusalén que vió a Jesús morir, fui condenada por Dios a vagar como un espíritu errante, y todo porque decidí no darle agua a su hijo mientras moría. —contestó ésta.
       —Imagino entonces que tú eres la Anima Sola ¿No? —pregunta Henry.
       —Sí, soy yo. —dice Celestina.
       —¿Eres quien se le apareció a esa chica hace rato? —pregunta Henry.
       —Sí, también fui yo, así que imagino que ustedes son Los Elegidos de Dios. —dice Celestina.
       —Sí, somos nosotros, ¿Quién te mandó? —contesta Manuel.
       —No, se quién me mando. —dice ella.
       —¿Cómo que no sabes? —pregunta Henry dudoso.
       —No lo sé… —contesta Celestina.
       —Al menos su nombre debes saber. —pegunta Henry.
       —No sé su nombre… —dice ella mientras levantaba la mano izquierda, echando la mano hacia atrás, dejándola caer, mostrando sus largas uñas de color negro, colocando el antebrazo derecho en el abdomen y reposando el codo del brazo izquierdo en éste. —Solo sé que me dio poderes, inimaginables y me ordeno… matarlos a ustedes. —agregó mientras volteaba a verlos y sus ojos de pronto se pusieron totalmente negros a la vez que sonreía.
       En eso ella se comenzó a transformar, su cuerpo empezó a convertirse en un humo negro denso, y crecía, al humo le salieron brazos largos y grandes así como las manos con dedos puntiagudos, su rostro era macabro, con una boca grande, con dientes filosos y ojos grandes y rojos, luego este comenzó a elevarse, despegándose del suelo, Henry da un salto, alzando el vuelo hacia la Anima Sola, con el brazo derecho hacia atrás, una vez que llega extiende el brazo dispuesto a propinarle un golpe al espectro, la mano empuñada entra en el cuerpo del espectro, saliendo del otro lado, sin hacerle ningún daño, Henry queda sorprendido a ésto, cruzando miradas con el espectro, éste también lo ve, le sonríe, mostrando sus grandes dientes filosos, llevando el brazo izquierdo hacia atrás y le propina un golpe a Henry, éste reacciona moviendo la cabeza hacia la izquierda y luego el espectro lo toma por el cuello y lo alza, Henry toma el antebrazo del espectro con las dos manos, tratando de apartarlo, pero el espectro cada vez apretaba mas la mano y Henry se alteraba, y eso hacía que su respiración se disminuyera, sentía como su cuello se comprimía y perdía el habla, intentaba respirar por la boca, pero era inútil, el espectro coloca la mano izquierda a nivel del estómago de Henry, creando en ésta una esfera de poder de color roja. Manuel alza el vuelo hacia ellos, y con la mano derecha empuñada, la lleva hacia atrás y cuando la extiende con fuerza del puño expulsa una onda de aire fuerte que va hacia el rostro del espectro y lo golpea en la mejilla izquierda, éste reacciona al golpe y luego voltea buscando a Manuel, éste lanza cinco ondas mas que golpean seguido al espectro, Manuel se coloca a un lado de él, pero a distancia, el extiende los brazos hacia delante con las manos abiertas, pero la Anima Sola levanta el brazo izquierdo hacia Manuel estirando el brazo, Manuel al darse cuenta se cubre con los brazos cruzándolos en equis y es golpeado por el espectro, empujándolo hacia atrás, Henry aprovechó y estiró la mano derecha hacia el espectro creando una esfera de poder y expulsándola y explotándole al Anima Sola en la cara, soltando a Henry y deshaciendo el estirado brazo de humo del espectro, Henry cae al suelo, Andrea corre hacia él, Manuel luego va hacia el espectro y le propina un golpe en el rostro al espectro con la derecha, seguido de otro con la izquierda y un tercer golpe hacia el mentón, luego un cuarto golpe directo a la cara, la Anima Sola se la bloqueo, tomando el puño con su mano izquierda y le propina a Manuel un golpe en le rostro con mucha fuerza, suelta el puño y toma a Manuel de la cabeza, propinándole tres golpes seguidos en el rostro. Andrea al llegar donde Henry, lo ayuda a levantarse y lo mueve seis pasos hacia atrás, luego Andrea voltea a ver a Manuel y observa lo brutalmente que es golpeado, luego ella ve a su alrededor y nota los postes de luz que iluminan la calle y voltea a ver a Henry.
       —¿Estás bien? —pregunta Andrea.
       —Sí, si estoy bien, no te preocupes. Necesitamos un plan. —dice Henry con la voz un poco débil.
       —Tengo una idea, se cómo podemos vencerla. —dice Andrea.
       —¿De qué hablas? —pregunta Henry.
       —Hablo de que, si hacemos que la Anima Sola deje de ser ese humo negro, podremos vencerla. —dice Andrea.
       —Te entiendo, bueno, ¿Qué hacemos? —dice Henry.
       —Eso déjamelo a mí. —contesta Andrea.
       Andrea lo suelta dejándolo sentado en el suelo, se da vuelta y extiende los brazos hacia los lados y cierra los ojos, luego los seis postes cercanos comienzan a titilar, y rayos de electricidad salen de estos hacia Andrea y estos comienzan a recorrer los brazos de ella seguido de todo el cuerpo, Manuel extiende los brazos hacia delante expulsando un ventarrón hacia la Anima Sola, que lo empuja más atrás, Manuel se encima hacia él, dispuesto a propinarle una golpe, pero el espectro lo esquiva desfigurándose y moviéndose tras de Manuel, luego él se da la vuelta y el espectro se vuelve a formar, Andrea tiene una gran cantidad de electricidad acumulada, abre los ojos y éstos están blancos he iluminados.
       —¡Manuel! ¡Quítate de ahí! —le grita Andrea.
       Manuel voltea hacia ella y se echa para atrás, Andrea lleva los codos hacia atrás y luego extiende los brazos hacia delante expulsando toda la electricidad que había acumulado, ésta le impacta al espectro, causándole dolor, haciéndolo soltar un fuerte chillido y causando una explosión, Andrea cae al suelo con la respiración agitada y el corazón palpitándole rápidamente.
       —¡Andrea! —exclama Manuel.
       Manuel va hacia ella rápidamente al igual que Henry se levanta y la toma del brazo, el espectro cae al suelo también y rueda en el pavimento y mientras esto le sucedía, se transformó en Celestina, termina de rodar quedando mas lejos de los muchachos y luego se trata de levantar, Henry ayuda a Andrea a levantarse, pero ésta solo se queda hincada en una pierna, Manuel llega a donde están ellos.
       —Andrea, ¿Estás bien? —pregunta Manuel.
       —Sí, sí estoy bien. —responde ella. —Es momento de que hagamos algo. —agregó.
       —Bien, yo iré. —dice Manuel.
       —Manuel, ten mucho cuidado. —dice Andrea.
       Manuel se queda viendo Andrea y luego ve a Henry.
       —Cuídate. —le dice Henry.
       Manuel asiente con la cabeza y se levanta, viendo a Celestina, ella también se levantó viendo hacia donde están ellos, Manuel se fue inclinando hacia delante moviendo la pierna derecha también y comienza a correr usando su velocidad, todo alrededor de Manuel comienza hacer sumamente lento hasta detenerse, mientras que el solo corría, mientras se iba acercando a Celestina, él la veía fijamente, ella estaba paralizada viendo hacia donde están Henry y Andrea, de pronto ella mueve la mirada hacia Manuel, viéndolo correr, éste se sorprende al ver eso, luego ella le sonríe con los labios cerrados, Manuel comienza abrir la boca de lo sorprendido que estaba, pero aun así no se detiene y sigue corriendo con la intención de pasar por detrás y darle la vuelta, pero en lo que está más cerca, Celestina toma impulso y levanta la mano izquierda, tomando a Manuel por el cuello, empujándolo hacia abajo, arremetiéndolo contra el suelo.
       —¡No, puede ser! —exclama Henry.
       —Henry, ve ayudarlo. —dice Andrea.
       Él se levanta y da un salto hacia delante alzando el vuelo hacia ellos, rápidamente llega y llevando el brazo izquierdo hacia atrás con la mano empuñada y con fuerza la extiende, para propinarle un golpe a Celestina, pero ella levanta su brazo izquierdo bloqueando el golpe, Manuel levanta le brazo derecho y expulsa un ventarrón de su mano, empujándola, haciendo que lo soltara, Manuel se levanta y Henry se va hacia Celestina, levanta la pierna izquierda para darle una patada, Celestina levanta el brazo derecho bloqueando la patada, crea una esfera de poder en la otra mano, la levanta hacia Henry y la expulsa, explotándole en el cuerpo, empujándolo y cayendo en el suelo, Manuel se le va encima a Celestina con el brazo derecho hacia atrás y le propina un golpe, Celestina se inclina hacia atrás esquivando el golpe, luego extiende el izquierdo para propinarle otro golpe, pero Celestina lo detiene tomando el puño con la mano derecha, con la izquierda le toma el antebrazo y lo hala hacia la derecha, lanzándolo lejos y cae al suelo y da un par de vueltas.
       —¿Ya se están cansando? —dice Celestina como una pregunta retórica, mientras camina hacia ellos.
       Henry se levanta y levanta los brazos hacia delante, Celestina corre hacia él, Henry fue creando una esfera de poder, Celestina en lo que está más cerca de él, se inclina hacia atrás dando un salto, levanta la pierna derecha golpeando las manos de Henry, deshaciendo la esfera, Celestina termina de hacer el mortal hacia atrás y cae de pie, luego le propina tres golpes seguidos al rostro, haciendo que Henry de unos pasos hacia atrás.
       —No podrán contra mí. —dice Celestina. —Terminemos esto. —agregó.
       Ella levanta la mano derecha y crea una esfera de poder; de pronto la rama de un árbol se enreda en la muñeca de Celestina, deshaciendo la esfera y halando el brazo hacia un lado, luego otra rama se enreda en la muñeca izquierda y la hala hacia el otro lado, luego dos montañas de concreto cubren los pies de ella sosteniéndola con fuerza, Henry, Manuel y Andrea, no logran entender que está pasando y llevando la mirada más allá de Celestina, logran ver a José detrás y lejos, con los antebrazos medio levantados y las manos abiertas y los brazos tensos.
       —¿José? —susurra Henry.
       —¡Rápido Henry, acaba con ella! —exclama José.
       Henry vuelve a levantar los brazos creando una esfera de poder más grande.
       —¡Ahora! —exclama José.
       Henry expulsa una gran ráfaga de poder, chocando contra ella, haciendo que grite de gran dolor, desintegrándola rápidamente, luego la ráfaga desaparece quedando todo en silencio, José baja los brazos y camina hacia donde está Henry.
       —Bien hecho. —dice José.
       —Gracias por venir. —le dice Henry.
       Luego Manuel va hacia ellos y los dos chocan las manos y se van hacia donde está Andrea.
       —Gracias, José. —dice Andrea. —Qué bueno que viniste. —agregó.
       —No se preocupen, no podía dejarlos solos. —dice José. —Muchachos discúlpenme por lo que hice en el día, no estuvo bien, lo lamento. —continuo.
       —Amigo tranquilo, no te preocupes por eso, nos preocupaba mas era que no llegaras. —dice Manuel mofándose.
       Los demás sonríen al comentario.
       —Mejor vámonos. —dice José.
       Luego todos lazan el vuelo yéndose de ahí.

       De noche en lo más profundo de un bosque, un muchacho de unos dieciséis años de edad, color de piel morena, cabello oscuro liso, franela de mangas cortas color beige, pantalones marrón oscuro y zapatos estilo botines negros, arrodillado, delante de él un pentagrama dibujado en la tierra con sangre de animal, la forma del pentagrama es un círculo grande, dentro de ésta una estrella de David, pero alargada tanto hacia arriba como hacia abajo y en cada punta de la estrella hay una vela encendída. De pronto, detrás de él aparece alguien masculino que camina acercándosele, su estatura alta, cabello largo, caído y oscuro que hace difícil notar su rostro, su vestimenta toda negra con un sobretodo largo encima y botas negras, se acerca al muchacho esquivándolo por la izquierda, rodeándolo.
       —Sabes lo que tienes que hacer, saca al animal. —le dice éste hombre con voz un poco gruesa.
       El muchacho toma un saco pequeño color marrón claro, que está a su izquierda, introduce la mano derecha, toma lo que está dentro y al sacarlo sale un gato pequeño casi recién nacido, suelta el saco y toma el gato con la mano izquierda, con la derecha toma un cuchillo de hoja filosa que está de ese lado, lo levanta y apunta con él al pequeño gato.
       —¿Qué estás esperando?... mátalo. —le dice el hombre.
       El muchacho con toda la sangre fría, sosteniendo con fuerza al gato, arremete contra él a puñaladas una tras otra, el pequeño gato maúlla de dolor y sufrimiento con todo lo que puede, la sangre del pequeño animal salpica en la cara al muchacho a lo que también llena de sangre la hoja del cuchillo, el muchacho le propina todas las puñaladas posibles hasta que el gato dejo de maullar quedando su cuerpo sin vida, él se detiene, rasgando al gato del medio abriendo su piel, quitándole los órganos internos, dejando nada más los huesos.
       —Ahora comienza. —dice el hombre.
       El muchacho con las manos completamente ensangrentadas toma los huesos del animal y se los coloca de bajo de la lengua.
       —Mundi vita et mortuorum resurrectionem expecto et. Peccatorum remissionem ad baptisma unum confiteor. Apostolica et catholica, sancta, est una ecclesia in credo. Prophetas per est locutus qui conglorificatur et adoratur simul et filium et, patre cum, filii et patris ab procedenti; vivificantem et dominum, sanctus spiritum in credo... —recitaba el muchacho.
       En lo que lo hacía, el hombre, levanta los brazos hacia los lados extendidos, levanta la cabeza hacia arriba, cierra los ojos y en cuestión de segundos los vuelve abrir repentinamente y sus ojos se colocaron completamente negros, comienza a mover los dedos saliendo de ellos unos rayos de luz rojos intensos que rodearon al muchacho.
       —... Finis erit non ejus regnum et, motuos et vivos iudicare est, Gloria cum este venturus iterum et Dei dextris a sedit et, caelum in ascendit Et scripturas secundum die tertia resurrexit Et inferno in est sepultus et, passus Pilato Pontio Sub; Pilato Pontio sub reddidit In nobis pro etiam Crucifixus... —siguió el muchacho.
       En eso su piel poco a poco se fue poniendo transparente, poco a poco, hasta desaparecer totalmente.
       —... est factus homo et, Vírgine María ex Sancto Spíritu de est incarnátus et caelis de descendit salutem nostram propter et, homines ut; sunt facta omnia quem per, Patris natura est idem, factum non, genitum, vero Deo de verum Deum, lumine de lumen, Deo de Deum saeculorum saecula omnia ante natum Patre ex et, unigenitum Dei Filium, Christum Jesum, Dominum unum in Credo. Invisibilium et omnium visibilium, terrae et caeli Factorem, omnipotentem Patrem, Deum unum in Credo.—culminó el muchacho.
       El hombre baja la cabeza y los brazos y comienza a caminar rodeando al muchacho entrando al pentagrama, hasta colocarse delante de él, extiende sus manos al piso y toma un espejo que está allí, lo levanta y lo coloca de frente al muchacho, éste al ver, nota que su reflejo no está, el invisible toma su ropa y coloca a los pies de un árbol cerca de allí.
      —Bien, ahora haz tu trabajo. —dice el hombre.

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