Capítulo 12 "La Chinigua"
Dentro de la casa de Eduardo están él y Julián sentados en la oscuridad, alumbrados por la vaga luz de una vela, en silencio.
—Oye, amigo, no sé porque, pero… ¿Recuerdas nuestro primer caso? —dijo Julián.
Eduardo de pronto suelta una pequeña carcajada.
—Sí, me acuerdo, ese día estabas tan asustado que empezaste a cuestionarte de porque decidiste se exorcista. —dijo Eduardo.
—Jaja, tienes razón, me comencé a cuestionar todo, estaba… aterrado. —dice Julián.
—Casi te ibas corriendo. —dijo Eduardo mofándose.
—Es verdad. —afirmo Julián.
En ese momento los dos se reían sin parar.
—Aunque, si no hubiera sido por tí, yo nunca fuera entrado a esa casa. —dice Julián.
Las risas pararon y Eduardo miró a Julián un poco extrañado.
—Recuerdo que me aconsejaste, a pesar de que tú… también ibas por primera vez a realizar un exorcismo, lo que me dijiste fue lo que me ayudo a no huir… y te agradezco mucho por eso. —dijo Julián.
Eduardo en silencio lo miró y asentía con la cabeza.
—La verdad es que yo también tenía mucho miedo, pero tenía que mantener la compostura por tí, lo que te dije fue para convencerte de que te quedaras y no me dejaras solo. —dijo Eduardo soltando una risa nerviosa. —Si me mataban, a tí también, yo no me iba a ir solo. —agregó de forma burlona.
En eso los dos comenzaron a reírse otra vez a carcajadas, por un breve momento, luego de que todo volvió a estar callado, Eduardo quedó pensativo, frunciendo el entrecejo.
—¿Qué raro?… los muchachos no han regresado. —dice Eduardo.
—¿Cómo sabes que no han regresado? —pregunta Julián.
—Logro sentir cuando ellos se aproximan, pero sé que ellos aún siguen allá… ¿Será que esta pelea les está llevando mucho tiempo? —se preguntó.
—Puede ser. —dice Julián.
—No, algo no está bien. —contesta Eduardo.
De pronto a Eduardo le comenzó a dar un fuerte dolor de cabeza que lo hace llevarse ambas manos a ella y a quejarse muy fuerte, Julián se levantó yendo hacia él.
—¡Eduardo! ¡¿Qué te pasa hombre?! —le pregunta Julián alterado y sin saber qué hacer.
Eduardo quejándose fuertemente y con los ojos cerrados tuvo visiones en movimiento, de una chica con un lindo rostro y una capucha sobre su cabeza, a otra persona con la mitad del rostro cubierto y un ojo completamente negro, el mar y la orilla de una playa. Luego el fuerte dolor se detuvo y Eduardo se calmó, su respiración estaba agitadas y su corazón le latía de una manera que le iba a salir del pecho
—Eduardo, ¿Qué te ha pasado? —preguntó Julián.
Este lo miró alterado. —Ya sé porque los muchachos no han regresado. —dice Eduardo.
En la playa los muchachos tienen un momento de tensión.
—Bueno, estoy esperando… —reprocha Andrea. —Explíquenme ¿Por qué hicieron lo que hicieron? —agregó.
—Ya, está bien Andrea… discúlpame Manuel, no debí ponerme así. —dice Henry.
—No, no, no, no, no, no, no, no. —dice Andrea rítmicamente. —Con que te disculpes no es excusa, ahora quiero que los dos expliquen ¿Por qué hicieron esas…? —dice interrumpiéndose a sí misma. —Estupideces, como tú dices. —dijo haciendo una expresión de comillas con los dedos.
—Andrea… —dice Manuel.
De pronto escuchan unos choques de palmas, como si alguien aplaudiera pausadamente, todos se quedan algo consternados, Manuel y Andrea se dan media vuelta mientras que José y Henry observan más allá de ellos y Declan voltea la mirada hacia la derecha, todos vieron que ahí está Arioch aplaudiendo pausadamente a medida que se acerca a ellos con pasos cortos, luego de diez pasos y aun así seguir un poco lejos de ellos, se detuvo y los plausos también, los demás lo veían intrigados, como si no comprendieran su presencia en ese momento.
—Esto me encanta. —dice Arioch en un tono alegre. —Me encanta verlos así, siento que las cosas me las van hacer más fáciles. —agregó.
Henry camina por entre los muchachos, deteniéndose delante de ellos, dándoles la espalda.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta.
—¿Es que no entienden? —pregunta Arioch retóricamente. —Que se peleen entre ustedes, hacen que mi plan se realice solo. —dijo.
—Y ¿Cuál es exactamente tu plan? —pregunta Henry.
Arioch suelta una risa nerviosa. —Es simple, lograr distraerlos el mayor tiempo posible, ponerlos en contra entre ustedes mismos, disolverlos y eliminarlos a cada uno, así lograre que mi plan se haga. —dice Arioch.
—¿Por qué nos confiesas tu plan? —pregunta Andrea.
—Porque voy dos pasos delante, mientras que ustedes siguen estancados, caen en mis trampas muy fácil y no tienen ni idea de cuanta gente trabaja para mí, les aconsejo pensar muy bien en quien confiar. —contesta Arioch.
—¿Lo van a seguir escuchando? Vamos a acabar con él. —dice Declan alterado.
En eso él desenvaina su espada y va corriendo hacia Arioch, Declan levanta la espada dispuesta a blandirla, Arioch levanta la mano izquierda dando un manotazo hacia un lado, al mismo tiempo Declan salió volando solo hacia su derecha, chocando contra la pared, cayendo sobre la arena.
—No soporto más, voy a terminar con esto. —replica Henry.
En lo que dan un paso hacia delante, se escuchó el fuerte grito de una mujer a lo lejos, los muchachos voltearon hacia atrás del susto.
—Y ¿Ese grito? —preguntó José.
—No sé, pero… —dice Henry.
Este voltea hacia delante y observa que Arioch ya no está y comienza a buscar viendo para todos lados.
—¿Dónde está? —preguntó.
Los demás voltearon también hacia delante y quedaron consternados al no ver a Arioch.
—¿Dónde está? ¿Dónde está Arioch? —pregunta Manuel.
—Se fue, escapó. —dijo Henry.
—¡Otra vez! —exclamó José.
—Ya van tres veces. —dijo Henry decepcionado.
—¿Cómo es que puede escaparse sin que nos demos cuenta…? —pregunta José retóricamente.
En eso se volvió a escuchar otro fuerte grito y los muchachos se alteraron.
—Tenemos que ir a ver lo que pasa. —dice Andrea.
—Debemos ir. —dice Henry.
—Esperen y ¿Qué vamos hacer con Declan? —pregunta Manuel.
Los demás se detuvieron y se vieron las caras.
—Estará bien, sabrá qué hacer cuando despierte. —dice José.
—José, no podemos hacer eso él nos ha ayudado, no podemos dejarlo solo. —contesta Andrea.
—Tiene razón, alguien se tiene que quedar con él hasta que despierte. —dice Henry.
—Yo me quedo… me quedare con él hasta que despierte. —dice Manuel.
—Está bien, nos alcanzas más tarde. —dice Henry.
—Está bien. —dijo Manuel.
Henry, José y Andrea alzaron el vuelo y se fueron.
Luego de unos pocos kilómetros más adelante Henry comenzó a sentir un intenso dolor de cabeza, haciéndolo fruncir el rostro y soltar un quejido, José volteo a verlo dándose cuenta y frunció el entrecejo.
—¿Pasa algo Henry? —pregunta José.
—Me duele mucho la cabeza, siento que estamos muy cerca. —contesta Henry. —Bajemos. —agregó.
Henry, Andrea y José descendieron, aterrizando en la arena, dieron unos pasos y Henry sintió una fuerte punzada en la cabeza y se detuvo, llevándose la mano a la cabeza, soltando un gemido de dolor.
—¿Dónde estás? —susurro.
—Henry, ¿Estás bien? —preguntó Andrea.
—Ya estamos en el lugar, pero no sé dónde está… —dice Henry.
En eso se oye el masticar de una boca y gruñidos, los tres quedaron en silencio al escuchar esto, voltearon viendo en la parte oscura de la playa hacia la pared, ahí ven una sombra que hace unos cortos movimiento, Henry enciende su mano en llamas y lo extiende hacia delante, iluminando vagamente delante de ellos y ven a alguien de espaldas, con un manto negro puesto, ahí se escuchaban más gorgueos y como si alguien masticara con la boca abierta.
—¿Quién eres? —preguntó Andrea.
De pronto los ruidos cesaron, no se escuchaba nada más que las olas, la persona hizo un brusco movimiento y hacia un lado cayó un cuerpo sin vida, sin rosto solo se veía la pura calavera, los muchachos se alertaron, un temor les invadió sin aviso, lo que está ahí parado se giró hacia la derecha su rostro de perfil no se distinguía estaba cubierta por una capucha, luego eso comenzó a caminar despacio, girando hacia la derecha saliendo de la oscuridad, Henry apagó la flama de su mano, mientras que la seguían con la mirada, luego ella se detuvo girándose quedando frente a ellos y ellos de eso, la intriga los llenaba no tenían idea de que era, luego eso levantó la cabeza lentamente y la luz de la luna iluminó su rostro, el rostro de una bella joven, piel blanca y tersa, ojos azules, labios pequeños y rosados con una mirada tierna, Henry y José quedaron perplejo al verla.
—¡Wao! —exclamó José.
—Es… muy bella. —dice Henry.
Andrea los miró extrañada y luego vio a la chica. —¿Quién eres? —le preguntó.
—Vengan… vengan. —dice la chica con voz tierna.
—Sí… iré contigo. —contestó Henry inconsciente.
En ese instante comenzó a caminar hacia la chica, Andrea lo veía aún más extrañada, frunciendo el entrecejo, ella fue y se le colocó frente a él.
—Henry, ¿Qué te pasa? —pregunta Andrea preocupada.
Pero este seguía caminando llevándose a Andrea por delante, ella caminaba de espaldas mientras trataba de detener a Henry.
—Henry… Henry… ¡Henry! —exclamó.
Luego ella llevo su mano derecha hacia atrás. —¡Despierta! —exclamó propinándole una fuerte cachetada a Henry en el rostro.
El fuerte golpe casi tumba a Henry, llevándose la mano a la mejilla, luego miró a Andrea desconcertado.
—¿Qué pasó? ¿Qué… qué pasó? —preguntaba.
Andrea sonrió en ese momento. —Tuve que cachetearte para que reaccionaras. —dijo.
—Duele. —contestó Henry aun desconcertado.
En ese momento desvió su mirada hacia José que iba hacia la chica, levantó su brazo derecho con la mano abierta formando en esta una esfera de poder que expulsó directo a la chica explotando en el momento que impacto con ella, Henry y Andrea corrieron hacia José parándose frente a él.
—José, José, ¿Estás bien? —preguntó Henry.
José pestaño varias veces, giro bruscamente la cabeza de un lado a otro, subió la mirada viéndolos a ellos.
—¿Qué pasó? ¿Qué pasó? —preguntó José con desesperación.
—Al parecer esa chica o lo que sea eso los estaba controlando a los dos, los tuvo como hipnotizados… solo Dios sabe que hubiese pasado si la hubieran tocado. —dice Andrea.
Luego se oyó un quejido de mujer, sollozante, los muchachos se voltearon y vieron a la chica con la cabeza hacia abajo, quejándose, llorando.
—¿Qué le pasa? —preguntó Henry extrañado, frunciendo el entrecejo. —¿Está llorando? —agregó
De forma repentina la chica dejó de llorar y no se escuchó más, todos quedaron extrañados al ver eso y de pronto la chica levantó la cabeza, soltando un fuerte rugido, su rostro era diferente, sus ojos eran completamente negros, su cara estaba más alargada, su frente tenía dos líneas muy fruncidas hacia abajo y su boca grande mostraba un centenar de colmillos dentro de ellos, los muchachos se impactaron al ver eso.
—¡A su pu…! —exclama José.
—¡José! —exclama Andrea volteándolo a ver, interrumpiéndolo abruptamente.
—¡¿Qué… pero no estás viendo eso?! —exclama José.
—Claro que lo estoy viendo. —contesta Andrea.
—¿Entonces? —pregunta José alterado y confundido.
La cosa convirtió la parte de su cuerpo de la cintura para abajo en humo negro y se les fue encima a los muchachos estos al percatarse se hicieron a un lado dando un salto y cayendo sobre la arena y la cosa siguió de largo, los muchachos se voltearon buscándola, se levantaron de la arena y la siguieron buscando, pero no la encontraban, escuchaban risas chillonas y macabras, pero no la veían, de pronto la cosa le fue encima a Andrea golpeándola haciéndola volar dando una vuelta y cayendo sobre la arena.
—¡Andrea! —exclama Henry.
Este corre hacia ella y la cosa le hizo lo mismo a él, tumbándolo y Henry cayó sobre la arena, la cosa estando en el aire se dio vuelta, levantó su mano derecha y en esta formó una esfera de energía roja, de pronto a ella la golpea una esfera de agua haciendo que soltara la esfera de energía, se desviara hacia el agua y se fuera, la cosa voltea a ver a Andrea y esta la veía con el entrecejo fruncido, la cosa soltó un rugido chillón y fue hacia Andrea, ella se percata dirigiendo sus brazos hacia el mar tensó los brazos y las manos, intentando controlarlo, pero no podía, a la vez veía como la cosa se acercaba a ella rápidamente y sin lograr lo que intentaba, en ese momento Henry le fue encima a la cosa empujándola, apartándola de Andrea, cayeron los dos sobre la arena dieron unas vueltas y en unas de esas se separaron y tomando impulso se levantaron quedando de rodillas de frente uno del otro viéndose fijamente, luego los dos al mismo tiempo se levantaron y fueron uno hacia el otro, Henry llevó el brazo derecho hacia atrás empuñando la mano, una vez cerca este le fue a propinar un golpe a la cosa, pero esta de pronto se transformó en el humo negro esquivando el golpe pasando por debajo del brazo volvió a su forma anterior a un lado de Henry y sorpresivamente le propinó un golpe a Henry en el rostro, Henry le fue a propinar otro golpe con la derecha, pero ella lo volvió a esquivar transformándose en el humo negro, se movió hacia arriba de Henry y volviendo a su forma anterior estaba con la cabeza hacia abajo, tomó a Henry de ambos lados de la cabeza y con fuerza moviendo la rodilla derecha hacia abajo le propinó un rodillazo a Henry en la cara haciéndolo retroceder, extendió sus brazos hacia delante con las manos abiertas y de estas formó una esfera de energía, sin titubear la expulsó y al golpear a Henry explotó haciendo volar a este lejos de allí, Andrea y José vieron lo que sucedió y Andrea comenzó a emanar chispas de electricidad de sus dedos, extendió sus brazos y expulsó rayos de electricidad al espectro electrocutándola y esta soltó quejidos de dolor, luego se detuvo y el espectro cayó arrodillada, Andrea tenía la respiración agitada, la cosa levantó la cabeza y mostró el rostro hermoso de la joven chica, viendo a Andrea con dolor y tristeza.
—Andrea, no sigas lastimándola. —dice José.
—A mi ella no me engaña. —contestó Andrea.
Andrea dio un brinco yendo hacia la chica volando rápidamente, la chica volvió a transformar su rostro, soltando un rugido chillón, se levantó y también fue hacia Andrea, ella llevó su brazo derecho atrás empuñando la mano y una vez cerca le fue a propinar un golpe y la cosa se transformó en el humo negro esquivando el golpe, se colocó arriba de Andrea, ella se voltea y la cosa volvió a su apariencia anterior y le propinó una patada en la espalda a Andrea tumbándola sobre la arena, la cosa le fue encima con la intención de aplastarla con los pies, pero Andrea esquivó rodando hacia un lado, así que la cosa cayó encima de la arena, luego con las dos manos empuñadas le fue a propinar golpes a Andrea, pero ella rápidamente se levantó esquivándola, se dio vuelta y le fue a propinar otro golpe a la cosa, pero esta se volvió a transformar en el humo negro esquivando el golpe, se movió detrás de Andrea y al volver a su forma anterior, Andrea con el brazo derecho lo movió hacia atrás propinándole un codazo en el rostro de la cosa seguido de una patada, tumbándola sobre la arena luego Andrea fue hacia ella y la cosa giró su cuerpo y se levantó, luego le fue encima a Andrea transformando la mitad de su cuerpo de abajo en humo negro, volando empujó a Andrea llevándosela por delante y la tomó de la ropa, la cosa giró su cuerpo llevándose a Andrea con ella y con fuerza la arremetió contra la arena, Andrea se dio un fuerte golpe, pero se logró levantar, la cosa se volteo y al verla de pie le fue encima otra vez, al llegar a ella rápidamente la tomó de las brazos y Andrea la tomó a ella del manto, impulsada hacia atrás se inclinó, colocó su pie sobre el cuerpo de ella y tomando impulso la empujó arrojándola lejos, Andrea hizo el mortal hacia atrás y cayó arrodillada, la cosa cayó sobre la arena dio una vuelta y se levantó, Andrea se volteo quedando frente a frente.
—No me puedo quedar aquí sin hacer nada. —dice José. —¡Andrea! —exclama comenzando a correr hacia ellas.
Andrea dirige su mirada hacia José y la cosa voltea a verlo también.
—¿Qué está haciendo? —se pregunta Andrea extrañada, frunciendo el entrecejo.
La cosa sonríe y le fue encima a José.
—¡José cuidado! —exclamó Andrea.
José de pronto se frenó al ver la cosa llegando hacia él rápidamente y ella lo empujó llevándoselo por delante tomándolo de la ropa, luego lo arremetió contra la arena, arrastrándolo hasta que se detuvieron, ella estaba encima de él, José la veía con ojos de vulnerabilidad y con la respiración agitada, la cosa al verlo de pronto transformo su rostro de vuelta a la joven hermosa, José la miró extrañado, ella comenzó a acercarse a él y cerrando los ojos pegó sus labios con los de él, dándole un beso, José estupefacto y confundido quedó paralizado, Andrea veía extrañada lo que estaba sucediendo, frunciendo el entrecejo, hacia ella se acercó Henry frotándose el frente, apartó su mano he intentado ver pestaño varias veces enfocando sus ojos y cuando su vista se aclaró vio a la chica besando a José, quedando anonadado a tal suceso.
—¿Lo está… lo está… lo está, besando? —pregunta Henry tartamudeando.
—Así parece. —contesta Andrea.
—Esto si es nuevo. —dice Henry.
La chica se apartó de José, abriendo los ojos lo miraba con ternura y le sonreía, José la miraba inexpresivo, tenso y tragando grueso.
—¡José! —grito Andrea rodeando su boca con las dos manos.
José apartó la mirada intentando ver a los muchachos, pero en cuestión de segundos la devolvió hacia la chica.
—¿Qué? —preguntó.
—Parece que tú le gustas a ella. —dice Andrea.
—¡¿Qué?! —exclama José sorprendido y preocupado.
—Que le gustas a ella. —repite Andrea.
—¿Le gusto? —pregunta José haciendo eco.
—Sí José, le gustas. —contesta Andrea.
—Pero… —dice José.
—Escucha, tienes que mantenerla distraída mientras pensamos en algo. —dice Andrea interrumpiendolo. —Henry, ¿Qué podemos hacer? —pregunta volteando a verlo.
—No sé, Andrea, no sé qué podemos hacer, no sabemos qué es eso, ni quien es, ¿Cómo sabremos qué hacer? —contesta Henry.
—¡Muchachos! —exclama José con la voz temblorosa.
Henry y Andrea voltean y ven a la chica acercándose a José, inspirando profundamente desde la parte arriba de su cuello hasta la mejilla derecha y exhalando como un suspiro, sonriendo y mirándolo una vez más con ternura.
—Esto es muy raro, como le puedo gustar a un espectro. —dijo José.
De pronto la sonrisa y la mirada tierna desapareció del rostro de la chica, José la miró y se tensó, su corazón se aceleró y los nervios lo invadieron, le rostro de la chica volvió a transformarse en ese rostro monstruoso soltando un rugido chillón, luego ella tomó su manto y lo abrió mostrando su cuerpo esquelético, las costillas se desprendieron del centro y en el oscuro interior una enorme boca con grandes colmillos y una gran lengua roja, se abrió soltando un fuerte rugido grave y espeluznante, Henry, José y Andrea quedaron estupefactos en cuanto vieron eso, las costillas de la cosa rodearon la cabeza de José rápidamente, tomándolo con mucha fuerza, Andrea y Henry comenzaron a correr hacia ellos José gritaba atemorizado y las costillas lo comenzaron a acercar hacia la boca dentro de esta, de pronto al cabo de unos segundos algo pasó tan rápido que golpeo a la chica haciéndola volar, logrando que sus costillas soltaran a José y se alejara de él, ese algo se detuvo justo donde esta José, este levantó la mirada y vio que quien lo salvó era Manuel.
—¿Manuel? —preguntó José.
Este volteo, lo miró y le sonrió. —¿Estás bien? —preguntó.
—Sí, sí, estoy bien. —contesta José mientras se levanta.
Andrea y Henry se detuvieron cuando notaron que era Manuel.
—¿Qué es eso? —pregunta Manuel.
—No sabemos y tampoco nos ha dicho nada. —dijo José.
La cosa se levantó un poco aturdida.
—¿Qué será? —se pregunta Manuel en voz baja.
—Es la Chinigua. —contestaron.
Manuel y José se dieron media vuelta viendo tras de ellos, Declan se acercaba hacia ellos corriendo, hasta que llegó.
—¿Ese es Declan? —pregunta Henry.
—Sí, vamos con ellos. —dice Andrea.
Ellos fueron corriendo hacia Manuel y José.
—¿Declan? —dice José, luego él miró a Manuel y volvió a ver a Declan entre cerrando los ojos. —¿Cómo…? —agregó.
—El infeliz me soltó en el camino para salvarte. —contestó Declan abruptamente, señalando a Manuel.
José miró a Manuel y este cruzo miradas con él.
—Me lo traje corriendo. —dijo Manuel.
José asintió y apartó la mirada, en ese momento Andrea y Henry llegaron, Manuel miró a Andrea y ella a él.
—¿Están bien? —pregunta Manuel.
—Sí. —contesta Andrea mostrando una sonrisa. —Y ¿Ustedes? —pregunta.
—también. —contestó Manuel sonriéndole.
Henry miró a Andrea inexpresivo y luego a Manuel, observándolos, apartó la mirada buscando desviar su atención de ellos.
—Declan, ¿Qué fue lo que dijiste? —pregunta José.
—Esa cosa, es la Chinigua. —dice Declan.
—Y ¿Qué se supone, que es? —pregunta Henry.
—No está muy claro. —contesta Declan. —La Chinigua es un espectro temible por los hombres, se dice que ella se les aparece a los pescadores y los seduce con su hermoso rostro y cuando estos quedan cautivados por ella e intentan quitarle el manto lo que encuentran debajo es un montón de huesos, así los asusta y ella se burla de ellos, la verdad es que no se sabe exactamente cuál es su historia, algunos dicen que era una joven que abandonó a su familia para irse con un marino y este la abandonó en la playa de Macuto donde murió de tristeza, otra historia es que es el espíritu femenino de las diosas ancestrales que siempre han gobernado el oriente del país y están para cobrar venganza de los hombres que le dan una mala vida a las mujeres. —contó.
—Pues debajo de ese manto hay algo peor que solo huesos, es horrible. —dice José.
—De casualidad se sabe ¿Qué hace ella? —pregunta Henry.
—Bueno, nunca se ha sabido que hace ella con los hombres, pero lo que si se ha sabido es que ellos desaparecen. —contesta Declan.
—Y ya se la razón. —comentó José.
—Hay algo aquí que falta y es obvio que eso tiene que ver con Arioch. —dice Henry.
En eso se escucha un fuerte rugido chillón, los muchachos y Declan abrumados llevaron su atención hacia la Chinigua.
—¡Yo no soy un espectro! —exclamó fuertemente la Chinigua.
Todos quedaron un poco extrañados al escucharla decir eso.
—Híbridos insignificantes, yo soy una Diosa, una gobernante de estos parages… y su amigo ha sido un abusador al ofender mi naturaleza y eso se paga. —dice ella enojada.
La Chinigua con los brazos extendidos hacia abajo y las manos abiertas formó dos esferas de energía rojas, luego rápidamente subió los brazos llevando el codo hacia atrás y extendiéndolos hacia delante expulsó dos ráfagas de energía de las esferas directo a los muchachos, estos atónitos reaccionaron rápidamente y se apartaron tirándose a la arena y las ráfagas siguieron de largo, luego las ráfagas se disiparon y los muchachos tirados en la arena alterados, miraron a la Chinigua, esta con los brazos extendidos hacia abajo, levantó un poco los brazos con las manos abiertas y comenzó a levitar hasta que se detuvo a una gran altura, de pronto sus ojos se pusieron totalmente negros y de sus manos se formaron dos esferas de energía rojas, la Chinigua inclinó un poco la cabeza la giró y la volvió a enderezar.
—Tiene mucho poder. —comenta Henry.
—¡Psss…! Manuel. —susurra José.
Manuel volteo a verlo.
—Escucha, yo voy a llamar su atención, tú vas a correr hacia ella y la vas a distraer, ¿Me entendiste? —dice José susurrando.
Manuel solo lo mira y asiente con la cabeza, luego voltea mirando a la Chinigua, pasaron segundos en que todos estaban en silencio y lo único que se escuchaba eran las fuertes olas de la playa.
—¡Ya! —exclamó José.
En eso la Chinigua movió su cabeza bruscamente mirando a José, levantó los brazos apuntando hacia él y comenzó a expulsar rayos de energía, unas tras otras, Manuel se apartó usando su velocidad, Declan rápidamente se levantó y corrió hacia Henry y Andrea, José también se levantó rápidamente y comenzó a correr hacia la orilla de la playa, Manuel corrió rápidamente hacia la Chinigua, con la misma velocidad dio un largo salto, alcanzándola apartando sus brazos, interrumpiendo la expulsión de energía, la Chinigua lo vio seguir corriendo y volvió a levantar los brazos, José también lo hizo, los tensó y provocó que la arena debajo de la Chinigua subiera cubriéndola y sosteniéndola con fuerza, ella voltea a verlo y comienza a gritar muy fuerte, la arena que sostiene comenzó a moverse.
—¡José no la sueltes! —le grita Henry.
—Es, muy… fuerte. —dice José forzando la voz.
En eso la Chinigua se logra liberar de agarre que José le tenía, estirando sus extremidades con fuerza y expulsando la arena de ella.
—¡Su… madre! —exclama José sorprendido.
La Chinigua enfurecida los ve a todos, su manto se abrió, sus costillas se desprendieron y dentro de esta una enorme boca con colmillos y una gran lengua rugía con fuerza, luego de esta boca se formó una gran esfera de energía roja y en cuestión de segundos esta expulsó una ráfaga de energía de la esfera, la Chinigua se movía de un lado a otro intentando lastimar a alguien, pero todos se movían esquívando la ráfaga de energía.
Eduardo se encontraba sentado en su sofá, inclinado hacia delante, apoyando sus codos de sus rodillas y sus manos en forma de penitencia, cubriendo su boca, su pierna derecha se movía rápida e involuntariamente por la ansiedad, Julián caminaba por todos lados de la casa angustiado.
—Ahora lo entiendo. —dice Eduardo.
Julián se detuvo, caminó hacia Eduardo se sentó de nuevo en la silla.
—¿Por lo menos sabes o visteis contra quien pelean? —preguntó Julián angustiado.
—Sí… —contestó Eduardo.
Julián se le quedó mirando y luego hizo señas con su cabeza y rostro.
—¡Aja! Y… ¿Quién es? —pregunta más ansioso y haciendo señas con los brazos muy pronunciados.
—Están peleando con la Chinigua. —dijo Eduardo muy calmado.
—¿la Chinigua? —dijo Julián. —Pero ese espectro… lo que hace es defender su territorio. —agregó.
—Sí, pero ella no fua la única que ví. Resulta que ella está siendo controlada por Arioch. —contestó Eduardo.
—Claro… —dice Julián echándose para atrás, dejándose caer con el respaldar de la silla. —Ahora tiene sentido. —dijo. —¿Cómo puede ser que siga haciendo de las suyas? —agregó consternado.
—Solo espero que los muchachos sepan lo que están haciendo. —dice Eduardo.
Quedando los dos en silencio y en la incertidumbre.
Los muchachos seguían esquivando las ráfagas de energía que la Chinigua les lanzaba. Henry harto de seguir esquivando, la Chinigua se distrajo atacando a José, Henry tomó la oportunidad y dando un brinco despegó volando directo a ella, llevando el brazo izquierdo hacia atrás, el espectro lleva su mirada hacia la derecha, viendo a Henry acercarse rápidamente y sin previo aviso este le propinó un fuerte golpe en el rostro, interrumpiendo la expulsión de energía y alejándola de allí, Henry fue tras ella, fue a propinarle otro golpe, pero esta lo bloqueo, Henry siguió con otro, ella responde lanzando un golpe con la derecha, pero Henry lo detiene tomando el puño con sus mano izquierda, luego toma el antebrazo de ella con la otra mano y sosteniéndola con fuerza la hala y la suelta hacia abajo para arremeterla contra la arena, la Chinigua rápidamente abre las costillas de su cuerpo esquelético estas se expanden hacia Henry sosteniéndose de la cintura de él, llevándoselo con ella, el espectro cae sobre la arena, las costillas seguían halando a Henry, este rápidamente colocó las manos delante de él formando una gran esfera de energía amarilla delante de ellas, al mismo tiempo la gran boca que está dentro del cuerpo esquelético de la Chinigua se abrió y también formó una esfera grande roja de energía y sin pensar los dos expulsaron ráfagas de energía que chocaron entre sí, eso detuvo a Henry aunque las costillas lo seguían halando fuertemente, causándole un dolor en la espalda y una fuerte presión en la cintura, sentía que en algún momento lo iban a partir por la mitad, emitiendo fuertes gritos de dolor.
—¡Lo está lastimando! —exclamó Andrea.
—Vamos a ayudarlo. —dice Manuel.
Los muchachos fueron a socorrerlo, pero en el camino de pronto hubo una fuerte explosión en los choques de energía entre Henry y la Chinigua y ellos se detuvieron repentinamente, Henry salió volando cayendo cerca de la orilla de la playa mientras que del espectro no se vio nada y había una densa nube de humo en donde ella estaba, Manuel observa en donde cayó Henry.
—Ya lo vi. Voy a ir a ver como está. —dice Manuel.
Luego usó su velocidad para llegar donde Henry, Andrea y José vieron a Manuel alejarse y llegar hasta él, en eso Declan llegó a ellos corriendo.
—¿Cómo está? —preguntó con la respiración agitada.
—No sabemos todavía. —dijo Andrea.
Manuel se hincó y tomó a Henry por la nuca, levantándole la cabeza.
—¡Henry!… ¡Henry, despierta! —dice Manuel preocupado.
Henry repentinamente reacciona tosiendo fuerte y respirando con fuerza, Manuel soltó un suspiro de alivio.
—¿Estás bien? —preguntó.
Henry mira a Manuel un poco desorientado. —¿Manuel? —preguntó.
—Sí, Henry ¿Cómo estás? —preguntó Manuel una vez más.
—Manuel… todavía no se ha terminado… —dice Henry.
—¿Qué? —pregunta Manuel.
—Ella todavía está ahí. —dice Henry.
Manuel se sorprende con lo que Henry dice y voltea a ver hacia la nube de humo que aún no se terminaba de disipar, los demás notaron que la reacción de Manuel y también vieron la nube de humo, de pronto de esta salieron disparadas las costillas de la Chinigua que tomaron fuertemente a José alzándolo y arremetiéndolo fuertemente contra la arena dos veces y luego lo arrojó lejos, luego tomó a Andrea la arremete una vez contra la arena y la arrojó también, seguido de Declan que solamente lo tomó, lo alzo bruscamente lo arrojó con fuerza, la nube de humo se disipaba, mostrando la figura de la Chinigua con su largo manto negro, ella giró la cabeza repentinamente viendo hacia donde están Manuel y Henry, gira el resto de su cuerpo hacia ellos con el manto abierto mostrando su esquelético cuerpo, disparó sus costillas hacia ellos.
—Henry párate rápido, nos tenemos que mover. —dice Manuel alterado.
Ayudando a levantar a Henry de la arena lo tomó con fuerza y usó su velocidad para moverse de ahí halando a Henry, logrando esquivar el ataque, se detuvo solo unos pequeños metros, la Chinigua lanzó otro ataque con sus costillas y Manuel volvió a tomar a Henry volviendo a usar su velocidad comenzó a correr esquivando el ataque una vez más, ella siguió atacándolos, pero Manuel corría tan rápido que los ataques no los alcanzaban, Manuel llegó hasta donde se encontraba José y dejó a Henry junto a él.
—Por favor, cuídalo… —dice Manuel mirando a José.
Luego Manuel se fue corriendo usando la velocidad, llegó hasta donde la Chinigua se detuvo y propinó un golpe en el rostro y se aleja corriendo, regresando a ella en cuestión de un segundo por otro extremo, propinándole otro golpe, luego se vuelve a ir corriendo y regresa de la misma manera frente a ella y le propina otro golpe en la cara y así hizo otra vez y una vez más, a la sexta vez que iba a hacerlo una de las costillas de la Chinigua salió del manto tomando la muñeca derecha de Manuel, lo alzó, lo arremetió con fuerza contra la arena y lo lanzó hacia la orilla de la playa.
—¡Hey! —exclamaron.
La Chinigua se da vuelta y ve a Declan detrás de ella, este desenvaina su espada y se posiciona para pelear, colocando la pierna derecha hacia atrás, tomando el mango de la espada con las dos manos y posicionándola frente a él.
—Atácame, espectro. —dice.
La Chinigua furiosa expresa un fuerte grito y de su manto sale una de sus costillas hacia Declan, este bloquea el golpe levantando la espada haciendo que estas dos cosas choquen, luego con la misma espada el empuja la costilla alejándola, el espectro comenzó a lanzar múltiples golpes con sus costillas, Declan con destreza fue bloqueando y esquivando cada una.
—José… —dice Henry. Este voltea y lo mira. —Tengo una idea para vencerla y quiero que me ayudes. —dijo.
—Bueno, dime cual es. —dice José.
Henry se queda en silencio por un momento, pensativo y dudoso de su idea.
—Puede que no te vaya a parecer buena, pero quiero saber si la podemos salvar. —dice.
Mientras que la Chinigua y Declan siguen luchando llega un momento en que el espectro al lanzar un golpe con una de sus costillas, Declan blandió la espada atacando también, logrando cortar un pedazo de la costilla, el espectro soltó un grito de dolor, Declan muestra una sonrisa de satisfacción, pero en eso la Chinigua clavó una mirada asesina hacia él y la sonrisa de Declan desapareció instantáneamente, el espectro rabioso le lanzó nuevamente múltiples golpes con las costillas, Declan comenzó a bloquear los golpes con la espada y a esquivarlas, en un momento lo atacaron por la derecha y él bloqueo el golpe, seguido por la izquierda y rápidamente bloqueo el otro golpe, luego iba un golpe desde arriba y el para esquivarlo se lanzó hacia la derecha y en ese momento en el aire una de las costillas lo tomó de la rodilla, lo alzó y con fuerza lo arremetió contra la arena luego lo volvió a alzar y lo arremetió tres veces más, lo halo hacia atrás arremetiéndolo nuevamente, después hacia adelante, arremetiéndolo otra vez, lo alzó, el espectro lo miró, este tenía raspones en el rostro y de una de las fosas nasales le salía sangre, curiosamente su sangre era color morado, luego con ferocidad lo lanzó lejos, de pronto un rayo golpea al espectro haciéndole daño, al voltearse vio a Andrea caminando hacia ella con los ojos blancos y brillantes y rayos de electricidad recorriendo su cuerpo, la Chinigua emite un rugido al mirarla y Andrea con ferocidad extiende su brazo derecho expulsando otro rayo, chocando con el espectro, este intentó protegerse con sus costillas y de forma repentina Andrea se acercaba a ella rápidamente volando y le propinó un fuerte golpe en el rostro, seguido de otro y una patada desde abajo haciendo un mortal hacia atrás, golpeando al espectro en el mentón, alzándola, haciéndola volar hacia arriba, Andrea subió también y en el aire tomó a la Chinigua del manto y girando con ella la posiciono de espaldas a la arena, Andrea tomó impulso y descendió con fuerza arremetiéndola contra la arena, haciendo que esta se alzara y formara un gran hoyo, luego con la Chinigua ahí boca arriba de la arena, Andrea comenzó a propinarle golpes en el rostro, siete para ser exactos, al octavo la Chinigua bloqueo rápidamente el golpe tomando el puño con su mano y con una de sus costillas la tomó del cuello y halándola hacia atrás la lanzó para apartársela, Andrea salió volando, cayó sobre la arena arrastrándose y con la misma velocidad que iba se impulsó para girar sobre ella llevando las piernas hacia atrás y levantar el cuerpo quedando de rodillas, la Chinigua se levanta y las dos cruzan miradas amenazantes, Andrea levanta los brazos lentamente, al igual que ella se va poniendo de pie y sin que el espectro se diera cuenta el mar se fue levantando, luego flexionó los dedos hacia atrás, el mar se vino hacia ellas, la Chinigua escucha el estruendo del agua y se voltea, mirando una inmensa ola que se aproximaba, de pronto sus ojos negros se normalizaron, luego Andrea extendió los brazos hacia los lados, haciendo que se formaran dos extensiones de agua, luego con ferocidad juntó las manos entrelazando los dedos, haciendo que las dos extensiones de agua se juntaran y tomaron a la Chinigua, atrapándola, luego Andrea desenlazo los dedos lentamente y girando las manos colocándolas de lados opuestos y con la izquierda delante de la derecha, gira las manos cambiando sus posiciones, esto hacía que el agua volteara a la Chinigua hasta colocarla de frente con Andrea y las manos de ella quedaron la derecha delante de la izquierda, Andrea con la respiración agitada, miraba a la Chinigua moviéndose bruscamente intentando liberarse.
—Ya te tengo. —dice Andrea.
De forma inesperada la Chinigua se quedó quieta, mirando a Andrea fijamente, ella se extrañó al igual que José y Henry, siendo espectadores, de pronto el espectro se le volvieron a colocar los ojos totalmente negros, contrajo un poco el cuerpo y con una increíble fuerza deshizo el agarre de agua, tanto Andrea como José y Henry quedaron anonadados, la Chinigua expandió sus costillas hacia Andrea y con ellas la tomó entrelazando sus costillas en ella y la halo hasta tenerla frente a frente, mirándola fijamente, acercó su cara a la de ella, mirándola detalladamente.
—Te matare. —dice el espectro.
Volteo a Andrea colocándola de forma horizontal, con los pies apuntando hacia ella y despacio se la fue acercando a la gran boca que está dentro del manto de la Chinigua, se abrió mostrando sus grandes colmillos y sacando su enorme lengua humedeciéndose sus grandes labios negros, Andrea angustiada comenzó a moverse intentando zafarse, pero mientras más se movía la Chinigua más apretaba, tanto que impedía que los pulmones de Andrea se expandiera al momento de respirar, haciendo que Andrea sintiera que perdía la respiración.
—¡No, Andrea! —exclama Henry.
Rápidamente José y Henry se levantaron. Los pies de Andrea ya se estaban acercando a la boca y mientras que ella luchaba por liberarse, cada vez más le costaba respirar, luego de forma inesperada algo golpeo a la Chinigua rápidamente, pasando por detrás de ella, esta soltó un quejido de dolor, luego recibió otro golpe del otro lado y luego otro de regreso haciendo que soltara a Andrea, esta cayó sobre la arena y la Chinigua cayó de rodillas, Henry y José se quedaron quietos al notar que quien la golpeaba era Manuel, este se regresó para ir hacia la Chinigua nuevamente, ella lanzó un ataque con una de sus costillas, Manuel logra esquivarla haciéndose a un lado, luego la Chinigua le lanzó más ataques, uno detrás de otro y Manuel las fue esquivando mientras se le acercaba y una vez lo suficientemente cerca dio un salto y le fue encima llevando su brazo derecho hacia atrás, con la mano empuñada le fue a propinar un golpe, esta al darse cuenta levantó su antebrazo izquierdo y cubriendose el rostro bloqueo el golpe, Manuel sin detenerse siguió con otro y así uno tras otro y la Chinigua fue bloqueando cada uno, en una oportunidad luego de bloquear uno de los golpes llevó su mano derecha hacia el abdomen de Manuel y formó una esfera de energía roja y la expulsó, explotando justo en el momento que tocó a Manuel, un humo denso lo cubrió y en segundos salió volando de ese abrumador humo, cayendo boca arriba sobre la arena y esta emitió un grito chillón.
—Oye… —dice una voz detrás de ella.
La Chinigua se da vuelta y ve a José parado.
—Espera… —dice él levantando las manos. —No voy a pelear, solo quiero hablar. —agregó.
La Chinigua solo se quedó viéndolo sin hacer nada.
—Escucha, quiero pedirte perdón por lo que te dije, no debí llamarte así, no sabía quién eras y con toda sinceridad te pido que me perdones. —dijo José.
El espectro lo miró extrañado.
—Por favor detente y nosotros nos detendremos también, no tiene caso seguir luchando yo sé que me entiendes. —dijo.
La Chinigua volvió a su forma humana como la hermosa chica de ojos azules, estos dos se miraban, callados.
—Sabía que comprenderías. —dice José rompiendo el silencio.
—Sí… te entiendo. —contesta la chica, José sonríe con satisfacción y ella muestra una de vuelta. —Pero… —agregó. —No hago esto porque me hayas ofendido. —dice; y la sonrisa de José desapareció. —Tengo ordenes específicas de mi señor para matarlos y así ser totalmente dueña y señora de mis tierras. —dijo.
—¿Tu señor? —preguntó José confuso.
—Sí. —contestó ella.
—Él está mintiendo, te engaña, él no hará nada por tí. —dice José.
—Él me dio los poderes que ahora tengo y yo confió en él. —contesta ella. —Me gustas, de verdad, pero te tengo que matar. —agregó.
En eso ella se comenzó a transformar otra vez en el espectro.
—¡Henry! —grita José.
La Chinigua lo fue a atacar y en eso notó un gran resplandor que venía de su izquierda y al voltear vio a Henry formando una gran esfera de energía y sin pensarlo expulsó la ráfaga de energía, José se apartó y la ráfaga le dio a la Chinigua pasando de largo, luego de un corto rato la ráfaga se disipó y todos quedaron estupefactos al ver que la Chinigua aún seguía de pie, ilesa, sin un rasguño, esta fue hacia Henry volando rápidamente y se detuvo frente a él, este la miraba confundido, no comprendía como ella seguía viva, las costillas se desprendieron abriendo el manto y la enorme boca dentro del cuerpo esquelético de la Chinigua mostró sus grandes colmillos, mientras se acercaba poco a poco a Henry, de pronto una explosión sucedió en la Chinigua, Henry se cubrió y al echar un vistazo vio un gran agujero en el cuerpo de la Chinigua, donde se encontraba la enorme boca, Henry podía ver entre ella, la Chinigua gemía de dolor, sus ojos volvieron a la normalidad y al voltear vio a José con la mano extendida y con una mirada de enojo.
—Trate de ser condescendiente, pero no colaboraste. —dijo.
La Chinigua volvió a ver a Henry y se sorprendió al ver que este tenía la mano derecha extendida hacia ella y desde su codo las llamas emanaban recorriendo su antebrazo hasta llegar a sus manos y una vez allí este expulsó una gran llamarada que calcinó por completo a la Chinigua, la llamarada se disipó y el espectro fue convertido en polvo, Henry respiraba por la boca agitado y cansado y dejó caer su cabeza sobre la arena y soltó un suspiro, José, Manuel y Andrea se acercaron a él.
—¿Está bien? —preguntó Andrea.
—Sí… estoy bien. —contestó.
José extendió su mano hacia él. —Bien hecho. —dijo.
Henry miró la mano, luego a él y la tomó. —Gracias. —contestó.
José lo ayudó a levantarse hasta ponerse de pie.
—Por fin, ya terminó. —dijo Henry.
—¡Muchachos! —gritó Declan. —Tienen que venir. —agregó.
Ellos voltearon hacia donde estaba él a unos pocos metros y caminaron hasta allá, al detenerse vieron el cuerpo que la Chinigua había soltado hace rato.
—¡Hay, ¿Qué es eso?! —exclamó Manuel exaltado.
—Esto no está bien. —dice Declan.
—¿A qué te refieres? —pregunta Henry.
—Esta persona, era una bruja de Luz, no se quien exactamente, pero si se que causará un grave problema. —contesta Declan.
—Iré a reportar esto con mi rey, luego les avisaré lo que me digan. —dijo Declan al mismo tiempo que volteo a mirarlos.
Los muchachos se sorprendieron al ver su rostro rasguñado y moreteado.
—¡Hay, dios mío! —exclamó José.
—¿Qué pasó? —preguntó Declan asustado.
—Declan, no te preocupes, podemos ayudarte. —dice Henry.
—Lo dicen por mi cara, ¿Verdad? —preguntó Declan. —Se que esta feo. —agregó.
—No, feo no, está horrible. —dice José.
—José… —dice Andrea con énfasis a la vez que le lanza una mirada asesina.
—Pero, lo está. —contesta este.
—No se preocupen, cuando vuelva al reino con un poco de magia me curaran las heridas, no es para tanto. —dice Declan.
—¿Estás seguro? —pregunta Henry.
—Sí. —contesta Declan.
—Okey, bueno ya nos tenemos que ir. —dice Henry.
—Bien, igual yo, nos vemos luego. —dice Declan.
—Adiós. —dijo Henry.
Los muchachos alzaron el vuelo y se fueron emprendiendo su viaje e regreso, dejando a Declan atrás, luego de unas horas llegan a Caracas y cada quien después tomó su ruta a sus casas, Henry llegó a la suya, entró cerrando la puerta detrás de él, caminó hasta el sofá y se dejó caer sobre él, en eso soltó un quejido de dolor, llevó su mano hacia atrás de sus pantalones y sacó la daga que usó el Tirano Aguirre cuando lo hirió, esta esta tenía un mango un poco plano, de catorce centímetros de largo, incluyendo la punta redonda y tres de ancho, el mango bordaba un adorno en espiral, desde la punta hasta la base de la hoja, la base es triangular con la punta hacia la hoja y de los lados sobre sale en dos puntas redondeadas, el mango desde la punta hasta la base de la hoja es todo negro y la hoja afilada de unos dieciocho centímetros de largo, Henry lo coloca en la mesa de centro delante de él y lo miró quedando pensativo.
Al día siguiente Henry llegó a la casa de Eduardo, tocó y luego de escuchar unos pasos aproximándose abrieron la puerta era Eduardo.
—Hola. —dijo Henry.
—Todavía estas vivo. —contestó Eduardo. —Pasa. —agregó.
Henry entró, Eduardo se asomó echando un vistazo afuera y luego cerró la puerta, adentro en la única habitación de la casa, iluminada por la luz de la vela, Henry se detuvo esperando a Eduardo.
—Siéntate, cuéntame ¿Cómo les fue? —dice Eduardo.
Henry tomó una silla y se sentó, Eduardo fue al sofá y se sentó allí.
—Todo salió bien, peleamos contra dos espectros… —dice Henry.
—¿Vieron a Arioch? —pregunto Eduardo interrumpiéndolo abruptamente.
Henry quedó en silencio pensando, mientras cruzaban miradas. —No. —respondió desviando la mirada.
Eduardo asintió como aceptando la respuesta.
—Eduardo, quiero hablar de algo que pasó anoche. —dice Henry.
—Dime. —dice Eduardo curioso.
Henry llevó su mano hacia atrás y de su pantalón sacó una daga y se lo mostro a Eduardo, este frunció el entrecejo desconcertado.
—¿Qué haces con esa daga? —preguntó.
—Se lo quite al Tirano Aguirre en un momento que estábamos peleado, Manuel lo tenía inmóvil de los brazos y mientras yo lo golpeaba le logre quitar la daga. —dice Henry.
—¿Por qué? —pregunta Eduardo.
—Aguirre, me atacó con esto, me logró apuñalar, me hirió gravemente, sentí que iba a morir y que mis poderes se debilitaban poco a poco, era extraño… —contesta Henry. —Si no fuera por Andrea que me curó, no sé qué hubiera pasado. Lo que me llama la atención de esto es que siento una energía maligna de esta daga. —dijo.
—Sí, tienes razón, yo también la siento. —dice Eduardo.
—Siento que la piel se me eriza, me pongo nervioso y el corazón se me acelera, necesito que averigües que tiene esto. —dice Henry.
Eduardo lo mira y asiente con la cabeza. —Bien, lo hare… dámela. —dice Eduardo extendiendo su mano.
Henry se le queda viendo por un segundo y recordó las cosas que Arioch les dijo, miró la mano y le entrego la daga.
—Hablare con Julián para ver que puede hacer. —dice Eduardo.
Henry lo mira un poco angustiado y asiente con la cabeza, Eduardo toma la daga y se le queda viendo, sosteniendolo con sus manos, luego Henry se dejó caer al respaldar de la silla, miró a Eduardo y la daga, viendo que este la observaba mucho, frunció en entrecejo extrañado.
—¿Eduardo?—preguntó.
Luego de unos segundos, Henry seguia mirándolo extrañado, de pronto Eduardo apretó el mango de la daga y lo fue a apuñalar con ella, Henry reaccionó rápidamente y se lanzó hacia la derecha esquivando a Eduardo y llevándose la silla con él, luego Eduardo se lanzó sobre él dispuesto a apuñalarlo, pero Henry rodó hacia la derecha esquivando y la daga golpeó el suelo. Henry se levantó rápidamente viendo a Eduardo notó que sus ojos estaban completamente negros y venas negras brotadas alrededor de los ojos.
—¿Eduardo? —dijo. —¿Qué te pasó? —preguntó.
Luego Eduardo le fue encima a Henry llevando la daga al lado contrario de su brazo derecho rodeando su cuerpo, blandiendola de un lado a otro, Henry lo esquiva dando un brinco hacia atrás, llevando la cintura también hacia atrás, luego Eduardo blandio hacia el otro lado a nivel de la cara y Henry esquivó inclinando la cabeza hacia atrás, luego Eduardo blandio hacia delante para apuñalarlo, Henry esquivó moviéndose hacia su derecha.
—¡Eduardo, pará! —exclama Henry.
—Debes morir Elegido, tú y los tuyos. —dice Eduardo con la voz más grave de lo que es.
—¿Qué? —preguntó Henry extrañado, frunciendo el entrecejo.
Eduardo comenzó a pasear la daga de una mano a otra lanzandola y mostrando una gran sonrisa macabra, luego teniendo la daga en su mano derecha, volteo la daga con la hoja hacia abajo y se cuadro para atacar, comenzó a dar pasos cortos hacia Henry, intimida solo para confundirlo, luego lanzó un ataque diagonal hacia arriba, Henry esquivó inclinándose hacia atrás, luego Eduardo blandio hacia abajo y Henry esquivó moviéndose hacia la derecha, luego Eduardo lanzó otro ataque hacia arriba y Henry esquivó moviéndose hacia la izquierda, luego Eduardo se le fue encima con la daga y los brazos arriba y Henry rápidamente bloqueo el ataque sosteniendolo de la muñeca, forsejeando por un rato, luego Eduardo soltando una risa burlona, Eduardo soltó la daga y en lo que caía rápidamente la tomó con la otra mano, para clavarsela a Henry, este al percatarse, rápidamente tomó la muñeca de la mano izquierda de Eduardo, bloqueando el otro intento de Eduardo para apuñalarlo, aún los dos forsejeando, Henry comenzó a juntar las manos subiendo la derecha y bajando la izquierda, junto con las manos de Eduardo, luego juntas Eduardo mostró una vez más su sonrisa macabra y luego movió su pierna izquierda hacia delante pateando la pierna izquierda de Henry, desequilibrandolo, haciéndolo caer, quedando incado con la derecha, Eduardo se abalanzó sobre él, tumbandolo al suelo, este se le encimó con la daga apuntando hacia Henry, empujando la mano de la daga con la otra, Henry intentaba no perder la fuerza, seguía forcejeando con él, pero su posición era incómoda y temia perder, luego de los diez segundos más largos de Henry, empujó los brazos hacia su derecha, chocando la daga con el piso, rápidamente le propinó un golpe a Eduardo en la mejilla, seguido de otro y un tercero haciendo que Eduardo cayera, rápidamente se levantó y el antebrazo en dónde sostenía la daga y sin pensarlo se la medio torció hacia atrás haciendo que soltará la daga, le dió una patada a Eduardo tumbandolo y luego pateó la daga lejos, Eduardo se llevó las manos a la cara y comenzó a gritar ferozmente; y a revolcarse en el suelo, Henry solo lo veía de lejos, luego se le acercó y lo tomó de los antebrazos.
—Eduardo, Eduardo... —dijo al apartarle las manos de la cara.
Eduardo tenía los ojos cerrados y las venas negras que rodeaban sus ojos comenzaron a desaparecer, luego abrió los ojos y aún seguían negros, Henry lo veía y se sorprendía, luego lo soltó y Eduardo volvió a cerrar los ojos y a taparse la cara, soltando otro grito de dolor se tiró al suelo y luego de uno segundos se fue calmando, emitiendo gemidos de dolor y luego de alivios, con la respiración agitada apartó sus manos de su cara, abrió los ojos y al voltear miró a Henry, este al verlo notó que sus ojos volvieron a la normalidad.
—Eduardo... Eduardo ¿Estás bien? —preguntó.
Eduardo asintió. —Sí... sí... gracias. —contestó sudoroso y cansado, se levantó quedando solo sentado en el suelo, luego miró a Henry otra vez. —¿Qué pasó? —preguntó.
—No se, de repente estabas como poseído y comenzaste a atacarme, tuve que hacer que soltarás la daga y ver que pasaba. —dijo Henry.
Eduardo asintió evadiendo la mirada. —Bien. —dijo. —¿Y la daga? —preguntó.
Henry volteo a la izquierda y señaló. —Allá. —dijo.
Luego fue hacia ella, la tomó del suelo y miró a Eduardo.
—Creo que mejor la tengo yo, para evitar que pase otra vez lo que sea que pasó. —dijo Henry guardándose la daga atrás, dentro del pantalón.
—Sí, está bien. —dijo Eduardo.
Luego poco a poco se levantó despacio hasta estar de pie, luego mira a Henry y este cruza miradas con él.
—Eduardo lo que pasó fue muy extraño y... —dice Henry.
—Lo se. —dice Eduardo interrumpiendo abruptamente a Henry. —Con más razón hay que llevarle eso a Julián y saber que pasa. —agregó.
Henry lo escuchó en silencio y asintió, luego Eduardo se dió vuelta, se inclino para levantar la silla y se sentó en ella, luego en eso escucha que tocan la puerta, Eduardo se levanta y va hacia la puerta, Henry también se puso de pie y se quedó esperando, este nota cuando Eduardo abrió la puerta viendo como la luz de afuera se adentraba a la casa iluminando gran parte de ella, Henry escucha tres voces además de la de Eduardo, dos de hombres y una de mujer, luego la puerta fue cerrada quedando en oscuridad y vagamente iluminada por la vela, luego a la sala entraron Manuel, José, Andrea y tras de ellos Eduardo.
—¡Henry!... hola. —dice José.
—Llegaste antes. —comentó Andrea.
—¡Mmm!... sí. —dijo Henry.
—Hola Henry. —dice Manuel.
—Manuel. —dijo Henry.
—¿De qué han hablado? —pregunta Andrea.
—No hemos hablado mucho, llegó hace poco. —contesta Eduardo.
Henry se acercó a Manuel y lo tomó del hombro.
—Manuel, ¿Podemos hablar un momento? —pregunta Henry.
—Sí, claro. —contesta este.
Los dos se apartan de los demás hacia un rincón de la casa, Andrea los miró intrigada.
—¿Qué paso? Henry. —pregunta Manuel.
—Manuel, ahm… con respecto a lo de anoche… —dice Henry interrumpiéndose el mismo, soltando un largo suspiro. —Discúlpame por mi comportamiento, no debí ponerme así, estaba molesto y pagué la rabia contigo y no fue correcto… —dice Henry.
—Henry. —dice Manuel interrumpiéndolo abruptamente. —Está bien, no estoy molesto contigo, yo también cometí errores anoche, sería injusto que no te pidiera disculpas a tí también. —dijo, mostrando una sonrisa nerviosa.
—Sí, los dos nos volvimos locos anoche. —dice Henry.
En eso los dos soltaron risas nerviosas, alivianando la tensión.
—Entonces, ¿Estamos bien? —preguntó Henry.
—¡Por mi sí! —exclama Manuel. —¿Y tú? —pregunta.
—Claro que sí. —contesta Henry sonriendo.
Manuel alegre le dio la mano levantada, Henry la choco, tomándola y seguido se dieron un medio abrazo, sellando la reconciliación entre ellos y luego se separan, Andrea los observaba discretamente y al mirar ella mostró una sonrisa de alivio.
—Bueno, ya que estamos bien, quiero preguntarte algo. —dice Henry.
—Sí, dime. —dice Manuel.
—Anoche cuando llegamos, después de que nos encontramos con Declan… ¿Cómo supiste que Aguirre estaba detrás de nosotros? ¿Recuerdas? Cuando lo atacaste. —pregunta Henry intrigado.
—Ah, pues… no sé, yo de pronto sentí una presencia, algo mas además de nosotros y de Declan; y pude sentir que era algo malo, sentí como un escalofrío en la espalda así creo que supe dónde estaba. —dijo Manuel.
Henry desvió la mirada, asintiendo, luego lo volvió a mirar.
—¿Por qué lo quieres saber? —pregunta Manuel.
—Es que me intriga dado que tú y yo tenemos la misma manera de percibir estas cosas y nos sucede siempre después de que pasan las cosas y casi nunca sentimos la presencia de estos seres en el momento, solo me intriga un poco. —contesta Henry.
—Bueno, tal vez yo ahora lo esté desarrollando también de esta forma, sabes que Eduardo dijo que poco a poco iremos descubriendo nuestras habilidades. —dice Manuel.
—Sí, es verdad, si es así, esa habilidad nos sería muy útil. —dice Henry.
—¡Exacto! —exclama Manuel.
—Bien, eso era todo, que bueno que ya arreglamos las cosas. —dice Henry.
—Está bien, tranquilo, lo importante es que podamos estar todos juntos. —dice Manuel.
—Claro. —dijo Henry sonriendo.
Manuel le da una palmada en el brazo a Henry y se va con los demás, luego Andrea caminó hasta donde Henry, Eduardo nota las acciones, pero se mantiene callado.
—Henry, ¿Qué pasó? ¿Todo está bien? —pregunta Andrea.
Henry la mira a los ojos. —Sí, todo bien, no te preocupes, Manuel y yo ya arreglamos las cosas. —dijo.
Andrea suelta un suspiro de alivio. —Qué bueno, menos mal, me alegra que hayan hecho las paces. —dice sonriendo.
—Sí, ahm… Andrea, no te agradecí lo que hiciste por mi anoche, me salvaste la vida, de verdad muchas gracias. —dice Henry mostrando una tierna sonrisa.
Andrea lo miró y le devolvió una sonrisa también.
—No te preocupes, lo importante es que tenemos que cuidarnos entre nosotros. —dice Andrea. Luego ella voltea observando a los demás hablando entre ellos y vuelve a mirar a Henry. —Por cierto, ¿Le dijiste a Eduardo que Arioch se nos apareció anoche? —preguntó.
—No, no le he dicho nada de eso y espero que tú tampoco lo comentes. —dice Henry.
—¿Qué…? Y ¿Por qué? —pregunta Andrea desconcertada.
—Porque si le decimos eso y le decimos que no pudimos combatir con él y que lo que hicimos fue hablarle, no solo nos dará un sermón, también nos pondrá a entrenar y de verdad me siento cansado, la cosa es que desde que regresé me ha retumbado en la cabeza todas las cosas que él nos dijo y quiero saber quién es la persona que él usa como recipiente, tengo que averiguarlo y necesito que ustedes me ayuden con eso. —dice Henry.
—Henry, yo también me siento cansada y también quiero saber quién es esa persona, pero no podemos ocultarle eso a Eduardo, sé que él dijo que tuviéramos cuidado en quien confiáramos, pero no creo que Eduardo sea alguien en quien no podamos confiar, él a estado con nosotros desde el principio y nos ha ayudado mucho, no creo que debamos dudar de él. —replica Andrea.
—Y estoy de acuerdo, tampoco creo que debamos desconfiar de él, solo pienso que si eso es verdad tenemos que ser más cuidadoso con las personas que se nos acerquen. —contesta Henry.
—Bien… ¿Tampoco le has dicho sobre los cadáveres que encontramos y que uno de ellos era una bruja? —preguntó ella con un poco de ironía.
Él la mira seriamente. —No, tampoco se lo he dicho. —responde él.
—Y ¿Se lo piensas decir? —pregunta Andrea.
—Sí, sí, eso si se lo vamos a decir. —contesta Henry como para salir del paso. —Ya volvamos con los demás. —agregó.
Henry y Andrea regresaron con los demás.
—¿Paso algo que tengan que contarme? —preguntó Eduardo.
—Sí. —contesta Andrea. —Cuando llegamos encontramos dos cadáveres, un chico y una chica, Declan también se apareció allá y luego de que vencimos a Aguirre la Chinigua mató a otra persona. —dijo.
Eduardo se lleva la mano a la nuca y suelta un suspiro exasperante. —¡No puede ser! —exclama. —¿Algo más? —pregunta.
Los muchachos se miraron las caras y de pronto Andrea, José y Manuel miraron a Henry.
—Ahm… Declan identifico que el tercer cadáver era una bruja de Luz. —dijo Henry.
—¡¿Otro brujo muerto?! —exclamó Eduardo. —Esto no me está gustando. —agregó.
—Declan dijo que nos mantendrá al tanto cuando sepa quien, es. —dijo Henry.
—No me confiaría tanto. —dice Eduardo. —¿No se apareció Arioch por allá? —preguntó.
Los muchachos miraron a Henry de nuevo, intrigados y este cruzó miradas con ellos.
—No, no se nos apareció. —contestó Henry.
—Okey… bueno, hay cosas que hacer. —dijo Eduardo.
Todos se dirigieron a la puerta trasera y salieron al patio.
Dentro de un templo Católico Julián sale de la sacristía ubicada a la derecha detrás del altar, camina hacia el frente de esta y se inclina delante de ella, luego se da media vuelta y al bajar unos escalones levanta la mirada y observa a una persona sentada en una de las bancas, Julián se acerca más y nota que la persona tiene lentes de sol, el cabello peinado hacia atrás con gel y está vestido todo de negro, con un sobretodo del mismo color puesto encima, Julián hace un suspiro exasperante y se acerca, se sienta en la banca delante del otro.
—¿Qué hacéis aquí? Rubén. —pregunta.
Rubén bajó la cabeza, se quitó los lentes y se inclinó hacia delante, apoyando sus codos de los muslos.
—Estoy aquí porque… estoy buscando respuestas. —contesta Rubén.
Julián frunce el entrecejo confundido. —¿De qué? —preguntó.
—¿Sabes algo de lo que pasó anoche? —preguntó Rubén.
—¿Qué pasó anoche? —pregunta Julián curioso.
Rubén se echó hacia atrás, recostándose del respaldar. —Me lo imaginé, no lo sabes. —dijo.
Julián se da vuelta para mirar a Ruben. —¿Qué es lo que no sé? —preguntó impaciente.
—Anoche pasó algo en Margarita, se enviaron miembros de la Legión a investigar y encontraron dos cadáveres en el puerto de El Tirano, también conocido como el puerto Fermín, uno es el de una chica y el otro es el de un muchacho, el cuerpo de la muchacha presentó signos de violación, abuso físico y estrangulación y al muchacho le torcieron el cuello, lo curioso de todo eso es que el lugar, la arena se ve agitada como si algo, una especie de batalla hubiese pasado ahí, pero no solo eso se encontró… resulta que a unos cinco kilometros al norte de la playa se encontró otro espacio de arena muy agitada y otro cadáver y lo sorprendente no es solo eso, lo sorprendente es que el tercer cadáver que se hayo es el de una bruja de Luz, así que como tú tienes muchos contactos y como últimamente haz estado volviendo a tus hábitos de legionario pensé que podrías orientarme al respecto. —dice Rubén.
Julián quedó estremecido y sin palabras. —Ah… ah… pues, ahm… —tartamudeaba aun estremecido. —Pues, no sabía nada de eso Rubén, me estoy enterando por tí. —dijo.
Rubén hace un pequeño mugido a la vez que asiente con la cabeza de forma incrédula.
—¿Saben quién era la bruja? —pregunta Julián.
—No, no sabemos aún, solo sabemos que era una muchacha joven, a pesar de que no tenía rostro, era pura calavera. —contestó Rubén.
Este se vuelve a colocar los lentes de sol y se levanta de la banca.
—Bueno, si llegas a averiguar algo, avísame, a la Legión no le está gustando nada lo que está pasando. —dijo.
Luego este se va, dejando a Julián solo y pensativo dentro del templo.
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