Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11 "El Tirano Aguirre"

       Es oscuro y a lo lejos se escucha una melodía chillona y repetitiva, como el rington de un celular que poco a poco fue creciendo, luego Henry se despertó acostado en el sofá y la melodía la escuchaba fuerte y directo en el oído izquierdo, agregando también el ruido del televisor, Henry voltea hacia la izquierda y se encandila de la claridad del televisor, entrecerrando los ojos, luego toma el teléfono y observa la pantalla, viendo una llamada entrante de Manuel, Henry se levanta, sentandose y contesta la llamada.
       —Aló… —dice estrujándose los ojos con el pulgar y el dedo del medio. —Sí, algo… ¿Qué pasó? —agregó.
Henry se queda callado por unos segundos. —¿Cómo? —pregunta algo desconcertado y luego de unos segundos. —Okey voy para allá. —dijo y luego colgó la llamada.
       Henry se levantó del sofá, toma el control remoto de la mesa, apaga el televisor, se guarda el teléfono en el bolsillo del pantalón, toma las llaves, abre la puerta, sale y la cierra detrás de él. Henry va volando en el cielo nocturno, sobre las luces de los edificios de la ciudad, se dirige hacia las afueras de esta y en unos minutos llegó a la casa de Eduardo, descendiendo enfrente de esta y ve que afuera de la casa están Eduardo, Julián y Manuel, Henry aterriza y se acerca a ellos.
       —Que tal —dice Henry.
       —Hola. —contesta Manuel.
       —Hola Henry. —dice Julián.
       —Manuel, ¿Qué haces aquí? —pregunta Henry.
       —Bueno, yo vine para hablar con Eduardo y… —contesta Manuel.
       En ese momento Andrea y José llegaron, aterrizaron y se acercaron.
       —¡Ya llegamos! —exclama José.
       —¡Hola muchachos! —exclama Julián.
       —Hola Julián. —contesto Andrea sonriente, luego llevó su mirada hacia Manuel. —Hola. —dice Andrea mostrando una sonrisa.
       —Hola. —contesta este mirándola y sonriendo.
       —Bien, ya están todos. —manifiesta Eduardo.
       —¿Por qué Manuel nos llamó a todos? —pregunta José.
       —Manuel vino a mi casa para hablar sobre lo que pasó. —contesta Eduardo.
       —¿Qué te dijo? —pregunta Henry intrigado.
       —No pudimos hablar bien. —contesta Manuel.
       —En ese momento percibí la presencia de algo. —dice Eduardo.
       —¿Qué es? —pegunta Andrea.
       —Otro espectro, pero este es muy poderoso. —dice Eduardo.
       —¿Por qué? —pregunta Henry.
       —Porque lo percibí lejos. —contesta Eduardo.
       —¿Dónde? —pregunta José.
       —En Margarita. —contesta Eduardo.
       —¡¿Qué?! —exclama José. —¡¿En Margarita?! —exclamó otra vez.
       —Eso es muy lejos. —dice Manuel.
       —Pero tienen que ir. —replica Eduardo. —Deben ir ya. —agregó.
       —Está bien. —contesta Henry. —Vamos. —agregó.
       Henry y los demás alzaron el vuelo y se fueron, Eduardo y Julián se quedaron mientras los veían alejarse.
       —Ya se fueron, apúrate. —dijo Eduardo entrando a la casa.
       Julián volteo, viéndolo desconcertado.
       —Eduardo… Eduardo. —manifestaba mientras iba tras él.
       Julián entró a la casa deteniéndose en la sala, viendo la puerta trasera abierta.
       —¿De verdad vamos a ir? —preguntó Julián desconcertado.
       Eduardo apareció por esta puerta, entrando con un martillo grande en la mano.
       —Para eso te hice venir. —contestó Eduardo.
       —Pero creí que porque los muchachos se fueron ya no… —dice Julián.
       —Eso para mí no es motivo para no buscar respuestas de algo que me importa. —contesta Eduardo interrumpiéndolo.
       —¿Pero no te preocupan? —pregunta Julián.
       —Claro que me preocupan… pero no puedo quedarme con la intriga de no saber sobre esto, necesito respuestas. —contesta.
       Los dos quedan en silencio por unos segundos.
Julián suelta un suspiro. —Ya no importa, vamos. —dijo resignado.
       —Okey. —contestó Eduardo.
       Este cierra la puerta trasera luego se van hacia la puerta principal, salen de la casa, Eduardo cierra la puerta y luego se van.

       Luego de una hora de trayecto los muchachos llegan a la isla y comienzan a recorrer sobre ella.
       —Estamos cerca. —dijo Henry.
       —¿Estás seguro? —pregunta José.
       —Dice la verdad, estamos cerca. —contesta Manuel.
       Ellos bajan y descienden cerca de un muelle, aterrizan sobre la arena y siguieron caminando, más adelante vieron algo, caminaron a paso rápido hacia eso y más cerca notaron que era un cuerpo, los cuatro lo veían intrigados y nerviosos, José se agachó viéndolo con mas detalle, luego miró a los demás, volvió a ver el cuerpo, le dio vuelta y la cabeza calló de lado, José la tomó para enderezarla y vieron que era un hombre, con barba, peinado de copete hacia delante y bien parecido, luego José lo soltó y su cabeza cayó de lado con mucha facilidad y su cuello hizo un pequeño crujido.
       —Le torcieron el cuello. —comenta José.
       Henry levanta la mirada más allá del cuerpo viendo la arena y en esta ve unas pisadas.
       —¿Esas son pisadas? —pregunta Henry señalando con el dedo.
       Los demás observan hacia donde el apunta.
       —Sí, son huellas. —dice Andrea.
       —Vamos a seguirlas. —dijo Henry.
       Luego los cuatro rodearon el cuerpo y siguieron las huellas, mas adelante las huellas terminan yendo hacia un rincón oscuro, los muchachos se acercan a este y de pronto notan una silueta que se levanta, esta es pequeña y en su cabeza tiene un gorro en forma de cono con la punta caída, los muchachos se detienen.
       —¿Quién eres? —pregunta Henry.
       La silueta se da vuelta y comienza a caminar hacia ellos, esta persona se muestra desde los pies hacia arriba con la luz de la luna y se muestran unos zapatos de duende azules, pantalón azul, un cinturón con una espada envainada, camisa azul de duende con botones dorados y por último muestra su rostro y su gorro.
       —Tranquilos, soy yo. —dice este.
       —¿Declan? —preguntó Henry.
       —¿Cómo están? —pregunta Declan, luego lleva su mirada hacia Manuel. —Todavía estas vivo, eso está bien. —dijo.
       —¿Qué haces aquí? —pregunta Henry.
       —Nos enteramos de lo que sucedió y me mandaron a venir. —dijo.
       —¿Cómo fue que llegaste? —preguntó José. —No vuelas y tampoco creo que tengan un barco tan rápido. —agregó.
       —Teletransportación. —contestó Declan.
       —¡Wao! —exclama José. —¿Tienen una máquina que hace eso? —preguntó entusiasmado.
—No. —contestó Declan. —Para eso existe la magia. —agregó.
José frunce un poco el ceño. —Prefiero la máquina. —comentó. —Sería un buen avance tecnológico. —agregó.
       —Eso no tiene relevancia, la magia es solo ciencia que ustedes no entienden. —contesta Declan.
       —¡Suficiente! —exclama Henry inesperadamente. —Tenemos cosas que hacer, hay dos cadaveres y todavía no sabemos quién hizo esto. —dijo. Luego dirigió la mirada hacia Declan. —¿Qué encontraste? —preguntó.
       —Bueno, primero es una chica, segundo al parecer fue… violada y luego la estrangularon, eso encontré. —dijo Declan.
       Los muchachos fruncieron el entrecejo, algo desconcertados.
       —No parece algo que haría un espectro. —dice Henry.
       —Esto es diferente a lo que ya conocemos. —dijo Andrea.
       —¿Será un caso como el de Julieta? —pregunta José.
       —Quizás. —dice Henry viendo a José.
       De pronto Manuel frunce el entrecejo bajando la mirada, gira un poco la cabeza hacia la izquierda y rápidamente se voltea levantando el brazo, expulsando un fuerte ventarrón que arremetió contra alguien que estaba tras de ellos y lo hizo volar y girar, alejándolo y cayendo sobre la arena. Los demás se voltearon viendo lo que sucedió, impresionándose por lo que hizo Manuel.
       —¿Qué... qué pasó? —pregunta José desorientado.
       Luego la persona tirada en la arena comienza a moverse, levantándose, una vez de pie levanta la mirada hacia los muchachos y estos lo ven, aquel hombre comienza a caminar acercándose a ellos.
       —¿Quién eres? —preguntó Henry imponente.
       Aquel hombre mostro una sonrisa siniestra, soltando una risa nerviosa.
       —¿Qué es tan gracioso? —pregunta José.
       —Dinos quién eres. —dijo Henry más imponente.
       El hombre seguía caminando hacia ellos, levantó la cara y en sus ojos se vio como estos se hacía totalmente negros, luego de unos cuatro pasos se detuvo quedando a dos metros de los demás.
       —Mi nombre es Lope de Aguirre. —dijo. —También conocido como el Loco, el Tirano o el Peregrino… pero mi preferido es El Tirano Aguirre… hui de España luego de que me revelé ante la corona y Dios, desembarque en este puerto en julio de mil quinientos sesenta y uno, engañe a los de esta isla, haciéndoles creer que necesitaba ayuda, engañe al codicioso gobernador de ese entonces, cuando me gane la confianza de todos, mis tropas y yo atacamos, mate, viole, descuartice y me encantó hacerlo, quise más, pero luego me traicionaron y asesine a mi hija, porque odie la idea que hiciera una vida con personas que conocí… y me mataron… la cosa era que ya mi alma estaba maldita y me quede aquí, este es mi puerto, este es mi hogar y después de la muerte todavía disfruto matar personas. —dijo mostrando una gran sonrisa con descaro.
       —Tú mataste a estas personas. —dijo Henry afirmando.
       —Sí, yo los mate. —dijo Aguirre corroborando. —Y viole a esa chica, fue… —dijo haciendo una pausa. —Delicioso. —mostrando una sonrisa siniestra.
       Henry de pronto se sintió estremecido a lo que este había dicho, un sentimiento de rabia he ira invadía toda su persona, inconscientemente iba empuñando las manos.
Aguirre inspiro entre sus dientes, soltando un suspiro. —Eso fue, tan rico. —dijo descaradamente y mostrando una sonrisa desquiciada.
       Henry no pudo aguantarse más su impotencia y se le fue encima.
       —¡Henry no! —exclama Andrea.

       Eduardo y Julián, llegan al Cementerio del Sur, pero este está cerrado y estos se detienen justo en la puerta.
       —Está cerrado, no podremos entrar. —dice Julián.
       Eduardo observa el resto del lugar y el enrejado.
       —No estás viendo posibilidades amigo. —contesta Eduardo.
       —¿Qué estáis haciendo? —pregunta Julián nervioso.
       —Podemos trepar estas rejas para entrar. —dijo Eduardo.
       Julián le lanza una mirada de asombro y desconcierto, frunciendo el entrecejo.
       —¿Estáis loco? —pregunta Julián alterado.
       —Un poco. —contestó Eduardo.
       Luego Eduardo le entrego el martillo a Julián, este lo tomó y Eduardo comenzó a treparse en las rejas del cementerio, con cuidado pasó al otro lado, al igual que bajó de estos, dio un brinco y cayó al suelo de pie.
       —Lanza el martillo. —dice Eduardo.
       —¡¿Qué?! —preguntó Julián anonadado.
       —Que lances el martillo. —repitió Eduardo.
       —¿Estáis loco? ¿Cómo…? ¿Cómo voy a lanzarte el martillo? —pregunta Julián retóricamente y desconcertado.
       —¡Solo lánzalo! —exclamó Eduardo.
       Julián tomó el martillo por el mango y con fuerza lo lanzó hacia arriba, cruzó el enrejado y cayó en el suelo del lado de Eduardo.
       —Ahora ven, Julián. —dijo.
       —¡¿Qué?! —exclama Julián.
       —Julián. —dice Eduardo.
       Julián suelta un bufido de exasperación, luego va y trepa el enrejado haciendo lo mismo que hizo Eduardo cruzando y cayendo de pie en el suelo.
       —Ya estoy aquí, ¿Contento? —dijo Julián con prepotencia.
Eduardo se inclina tomando el martillo, se levanta y ve a Julián. —Vamos. —dice.
       Los dos siguieron dentro del cementerio, caminaron hasta una tumba casi en el centro del cementerio, Eduardo puso el martillo en el suelo, luego entre los dos empujaron la tapa de la lápida por un extremo hasta abrirlo, los dos se quedan viendo el hoyo por unos segundos.
       —Bien, entremos. —dice Eduardo.
       —Espera. —dijo Julián deteniendo a Eduardo colocando su mano delante de él.
       Luego Julián mete su mano dentro de su palto, sacando de esta una linterna.
       —Pensé que la podríamos necesitar. —dice.
       —Bien amigo. —dijo Eduardo.
       Julián enciende la linterna, apunta dentro del hoyo y ven varios escalones dentro, luego entran uno tras del otro, bajando las escaleras, adentrándose en esta supuesta tumba. Bajaron hasta lo más profundo y oscuro de ese pasadizo, Julián iba delante iluminando el camino con la linterna, mientras que Eduardo le seguía, precavido de que nada los siguiera a los dos, llegaron hasta el último escalón, el piso seguía de un concreto liso, el camino era algo estrecho, un espacio en el que solo puede caminar una sola persona, un corredor de cinco metros de largo y cuatro de alto, Eduardo y Julián caminaron dentro de este corredor, y al llegar a lo último cruzando la entrada, del otro lado se encontraron con un largo y gran salón, un metro más alto, es tanta la oscuridad que no se nota nada más allá de ese salón.
       —Ven, se dónde está su lapida. —dijo Julián.
       Julián retomó el paso y Eduardo le siguió, en las paredes hay hileras de lapidas de cinco en vertical, caminaron como unos metros más hacia delante, luego se encontraron con un cruce en cruz y doblaron hacia la derecha, luego de pasar unas diez hileras de lapidas se detuvieron en la décima primera de la izquierda en la tercera lapida hacia abajo Julián apuntó con la linterna.
       —Ahí está. —dijo él.
       Eduardo vio y leyó lo que esta tenía grabada, “D. E. P. Jonathan Méndez 1994-2009.”
       —Bien. —dijo. Apartó a Julián de la lápida y tomó el mango del martillo con las dos manos. —Alúmbrame. —agregó.
       —¿Qué vas hacer? —preguntó Julián.
       —Lo necesario para terminar con mi angustia. —contestó Eduardo.
       —Sabes que sigo sin estar de acuerdo con esto. —replicó Julián.
       —Lo sé. —dijo Eduardo.
       —Eduardo, si la Legión se da cuenta que aquí paso algo van a sospechar. —dice Julián.
       —¡No me importa! —exclama Eduardo resonando el eco por cada pasaje de ahí dentro. —No me importa si ellos sospechan, porque solo con eso se van a quedar. —agregó.
       Eduardo vuelve a tomar el mango del martillo con las dos manos y se prepara mientras que Julián alumbraba la lápida, Eduardo levantó el martillo y con fuerza arremetió este contra la lápida con fuerza, formando unas grietas en la lápida, Eduardo volvió la propinarle otro martillazo a la lápida, rompiendo una pequeña parte, luego le volvió a propinar unos ocho martillazos más hasta que abrió un gran agujero, luego soltó el martillo.
       —Dame la linterna. —dijo este extendiendo la mano hacia Julián.
       Julián le entregó la linterna este la toma y alumbra dentro de la lápida y ve el pie de la urna.
       —Julián ayúdame a sacarlo. —dice.
       Coloca la linterna en el suelo alumbrando hacia ellos, Julián va con él y entre los dos logran tomar la urna de los lado, halando con fuerza la fueron moviendo, hasta que la lograron sacar y esta cae al suelo de golpe emitiendo un gran estruendo, Eduardo toma el martillo y con este rompe el seguro de la tapa, luego vuelve a soltar el martillo, toma la linterna y abre la urna, cuando alumbra dentro de esta ve un cadáver descompuesto, su apariencia está próximo a los huesos, vestido de negro con ropa de la Legión y un crucifijo de plata en el pecho en una cadena también de plata puesta en el cuello del cadáver, Eduardo veía desconcertado el cadáver de Johnny.
       —Ya veis. —dice Julián. —Ahí está, Eduardo tenéis que darte cuenta que todo era mentira, lo que te dijo ese demonio fueron puras mentiras. —agregó.
       Julián se le acerca a Eduardo, hincándose al lado y coloca su mano en el hombro de Eduardo.
       —Lo siento mucho, amigo. —dice. —Yo también hubiera querido que lo que te dijeron fuese verdad. —agregó.
       —Sabes, ese crucifijo fue un regalo que le hice… lo mande hacer con especificaciones muy detalladas de cómo lo quería… luego lo bendije; y se lo regalé… le dije que lo usara con mucho orgullo y que ese crucifijo lo cuidaría toda su vida. —dijo Eduardo entristecido.
       Julián solo lo escuchaba en silencio.
       —Puedes dejarme un momento a solas con él, por favor. —dice Eduardo.
       —Sí, por supuesto. —dijo Julián.
       Él se levanta y se retira, mientras que Eduardo veía el cadáver sin decir nada.
       —Johnny… lo siento… lamento lo que te pasó, perdóname por no haber venido a despedirme de tí… no imaginas cuanto me he lamentado no haber estado aquí, no haber estado contigo aun cuando ya no estabas… —dice Eduardo sollozante y con la voz quebrada. —Perdóname Johnny, de verdad perdóname… —dijo.
       En ese momento Eduardo rompió en llanto, lagrimas parecían salir sin fin de sus ojos, luego Eduardo se llevó la mano a la cara tapándose la nariz y la boca, aspiro con fuerza tratando de retener las lágrimas, pero fue inútil, volvió a llorar, luego Eduardo intentó nuevamente parar de llorar respiro hondo y suspiro y logró calmar el llanto.
       —Te tengo una buena noticia, los Elegidos por fin llegaron a la tierra, ya están aquí y los conozco, yo los entreno, quien lo diría no… y Arioch volvió, ese desgraciado volvió, pero lo vamos a detener, los Elegidos y yo lo vamos a detener y lo haremos por tí hijo, lo haremos por tí… adiós Johnny, adiós. —dijo.
       Eduardo se levantó, viendo por última vez el cadáver de Johnny, Julián se le acercó desde atrás y volvió a colocar su mano en el hombro de Eduardo.
       —Ya debemos irnos amigo. —dice Julián.
       —Sí, está bien. —dijo Eduardo.
       Entre los dos volvieron a tapar la urna y la volvieron a meter dentro de la tumba, Eduardo tomó el martillo y sin decir nada los dos se fueron de allí.

       De pronto Aguirre cae sobre la arena de espaldas dándose un fuerte golpe, él se intenta levantar apoyándose con las manos, pero Henry llega y le propina un fuerte golpe en la mejilla izquierda, seguido de otro, luego lo toma de la camisa, levantándolo y con fuerza lo hala, logra levantarlo despegándolo de la arena, llevándolo hacia atrás lo arremete con fuerza contra la arena nuevamente, Aguirre se intenta levantar solo otra vez apoyándose con las manos, pero Henry una vez más se acerca a él y le propina un golpe en la cara, que solo lo desoriento, Henry lo toma de la cara y con fuerza empuja su cabeza arremetiéndola contra la arena, luego lo hizo dos veces más, Aguirre soltó un quejido de dolor, luego Henry toma a Aguirre del cuello y este soltó un grito ahogado, Henry levantó un poco su cabeza y él se acercó.
       —Vas a pagar por lo que hiciste. —dijo Henry de forma amenazante.
Aguirre le sonríe descaradamente, mirándolo a los ojos. —Quiero ver de que eres capaz de hacer. —contestó.
       Henry al escuchar eso, una ira lo inundo por completo, inconscientemente empuño su mano derecha lleno de rabia y apretaba más la otra que sostenía el cuello de Aguirre.
       —¡Henry iremos ayudarte! —exclamó Andrea.
       —¡No se metan! —exclama Henry volteándose a verlos y apuntándoles con el dedo.
       —¡Tiene razón, no se metan! —exclama Aguirre con voz débil.
       Henry voltea a verlo, su mirada estaba llena de odio y una inmensa ira.
       —Esto se pone interesante. —dice Aguirre mostrando otra descarada sonrisa.
       Henry cada vez más apretaba la mano empuñada, luego la levantó y con fuerza le propino un fuerte golpe en el rostro a Aguirre, seguido de otro y luego otros ocho más, en lo que deja de golpearlo y nota su rostro, observa una gota de sangre que sale de su boca y baja hacia el mentón entre los bellos de su corta barba, luego Henry suelta el cuello de Aguirre con la respiración agitada lo miraba.
       —¿Qué pasa?... —pregunta Aguirre casi sin aliento. —¿Ya te cansaste? —dice retóricamente.
       Luego Henry le propina un golpe en la cara que lo tumba, Henry se le acerca, se hinca en una pierna quedando por encima de Aguirre con la mano derecha lo toma del mentón y las mejillas, luego se le acerca quedando de frente cara a cara.
       —Vas a ser el primero de los espectros que morirá rápido, yo mismo me daré el lujo de matarte. —dice Henry.
       —Deberíais dejar de hablar tanto y hacer lo que vais hacer. —contesta Aguirre.
       En ese justo momento Henry sintió una presión en el costado, que le borro su mirada de odio en ese instante y frunciendo el ceño bajo la cabeza mirando la hoja de una daga perforándole el costado, de la mano de Aguirre, Henry volvió a mirar a Aguirre y este le sonríe, luego Henry lo fue soltando tembloroso, luego Aguirre halo la mano de la daga sacándolo, Henry se llevó la mano al costado haciéndole presión a la herida, luego se aparta de Aguirre, los demás observan extrañados.
       —Pasa algo raro. —comenta Declan.
       Aguirre se levanta hasta ponerse de pie, mientras que Henry se arrastra en la arena haciéndose presión en el costado, aunque por entre los dedos gotas de sangre corrían por ellos, Aguirre se pasa el antebrazo por la barba y la boca quitándose la sangre, observa a Henry en el suelo y se acerca a él y sin previo aviso toma vuelo y le propina una patada en el rostro a Henry que lo tumba al suelo.
       —¡No! —exclama Andrea asustada.
       José dio un salto hacia adelante yendo con rapidez hacia Aguirre y llevando su brazo derecho hacia atrás le propina un fuerte golpe en el rostro a Aguirre que lo vuela lejos, Andrea, Manuel y Declan corrieron donde Henry, Andrea y Manuel se tiraron en la arena de rodillas a cada lado de Henry, al verlo notaron la mano en el costado donde está la herida, sobre sus dedos había sangre y toda esa parte de la camisa está completamente manchada de la sangre, Andrea y Manuel se impactaron, al igual que Declan.
       —¿Qué pasó? —preguntó José.
       —Lo hirieron. —contesta Andrea.
       José voltea viendo a Henry, mirando la sangre en su costado, impactándose en el momento.
       —Encárguense de él, yo me ocupo de Aguirre. —dice.
       José, se fue corriendo donde Aguirre.
       —Voy contigo. —dijo Declan.
       Yéndose más atrás, Andrea y Manuel se quedaron con Henry mientras que este se hacía presión en la herida y se debilitaba.
       —Vayan a pelear. —dice Henry forzando la voz.
       —¿Qué?... no, no vamos a dejarte solo. —replica Andrea.
       —Henry hallaremos la forma para salvarte. —dice Manuel.
       —No hay tiempo para eso… —reprocha quejándose del dolor. —No dejen solo a José, vayan a ayudarlo… tienen que vencer a Aguirre. —agregó.
       —¡No Henry, no! —exclama Andrea reprochando. —No te vamos a dejar solo. —agregó.
       —Hay que buscar ayuda, Andrea. —dice Manuel viéndola.
       —A esta hora ¿Quién?... ¿Cómo?... —dice Andrea.
       —Bueno, pero algo hay que hacer. —contesta Manuel alterado.
       —Ya dejen de buscar soluciones. —dice Henry forzando la voz y respirando con fuerza. —Váyanse… ayuden a José. —dijo.
       —Está saliendo demasiada sangre, no podemos dejarte. —dice Andrea.

       De pronto Aguirre fue arremetido contra un muro, José le fue a propinar un golpe y este lo esquivó moviéndose hacia la izquierda, José golpeo el muro abriendo un agujero, luego le fue a propinar otro golpe a Aguirre con la izquierda y Aguirre lo esquivó agachándose, José siguió con la derecha y Aguirre lo bloqueo deteniendo el golpe con su antebrazo izquierdo, con la otra mano tomó a José por la nuca y lo halo, levantó la rodilla derecha y le propinó un fuerte golpe en la boca del estómago a José dejándolo privado, en ese momento Declan le fue encima a Aguirre, levantando los brazos con espada en mano este quedó a la espalda de él y la hoja hacia abajo, luego llevó los brazos hacia delante dispuesto a cortar a Aguirre, este se percató, soltó a José, yéndose hacia atrás esquivando la espada de Declan, luego blandió la espada hacia la derecha a nivel del cuello de Aguirre, pero este se inclinó rápidamente hacia atrás esquivándolo, luego Declan subió los brazos sosteniendo el mango con las dos manos y bajó los brazos rápidamente, pero Aguirre lo esquivó moviéndose hacia la izquierda, luego Declan volvió a blandir la espada rápidamente horizontalmente a nivel del abdomen, pero Aguirre esquivó la hoja de la espada echando el cuerpo hacia atrás con un brinco, luego Declan le fue a clavar la espada de frente, Aguirre esquivó moviéndose hacia la derecha, tomó rápidamente el antebrazo de Declan, lo halo, levantando la rodilla derecha y le propinó un fuerte golpe a Declan en la cara, este llevó la cabeza hacia atrás bruscamente por el golpe, luego Aguirre le soltó el antebrazo, rápidamente y con fuerza le propinó una patada en el rostro que lo hizo dar dos vueltas en el aire y cayó en seco sobre la arena, luego levantando la mano y apuntándole con esta a Declan formó una esfera roja de energía. De pronto algo golpeo a Aguirre sin previo aviso, tumbándolo y arrastrándose por la arena, Aguirre reacciona rápidamente buscando a quien lo golpeo y parado frente a él, esta Manuel quien lo había golpeado usando la super velocidad, Aguirre se levanta hasta ponerse de pie, luego José se aproximó a ellos y se colocó al lado de Manuel.
       Andrea seguía estando con Henry y se seguía desangrando.
       —Andrea, vete por favor… no dejes a los muchachos solos… te necesitan… —dice Henry forzando la voz.
       —Cállate. —replicó Andrea. —Permíteme un momento. —dijo llevando sus manos hacia la herida.
       —No. —contesta Henry.
       —Henry por favor, tengo que ver. —dijo Andrea.
       Entonces ella apartó la mano de Henry, levantó la camisa de Henry y observa la herida grande y profunda, Andrea también observa además el abdomen marcado de Henry y como este respiraba acelerado, luego ella levantó las manos, mirándolas por unos segundos y las juntó en forma de penitencia, luego comenzó a frotar una con la otra en forma en círculo, al separarlas esta formó una esfera de agua que la fue alargando y luego la llevó a la herida, frotando el agua sobre esta con sus manos.
       Manuel usa su velocidad para correr hacia Aguirre propinándole un golpe en el rostro y siguiendo de largo, José extiende los brazos hacia delante y al tensarlos una montaña de arena comienza a cubrir a Aguirre y a sostenerlo muy fuerte, este se contrae un poco y de pronto logra liberarse deshaciendo la montaña de arena estirando sus extremidades, José reacciona rápidamente y comienza a crear bolas grandes de arena que las levitaba desde ambos lados de él y contrayendo el brazo y extendiéndolo haciendo el gesto de un lanzamiento comenzó a lanzarlos a Aguirre, este extendió su brazo derecho y abriendo la mano creó una esfera de energía roja, expulsándola hacia la bola de arena, estas chocaron, la esfera de energía explotó y la bola de arena se dispersó, luego de eso José le lanzo diez bolas más, que Aguirre fue destruyendo con esferas de energía, José forma otra bola de arena y la lanzó, cerro tres dedos de su mano derecha dejando solo el índice y el del medio extendidos, bajo y luego la subió haciendo que la bola de arena bajara y luego subiera golpeando a Aguirre por el mentón sin que él se diera cuenta, este reacciona al golpe y luego dirige su mirada a José.
       —¿Eso es todo? —pregunta Aguirre con prepotencia.
       —¿Para distraerte? —preguntó José retóricamente. —Sí. —se contestó.
       Aguirre frunció el entrecejo extrañado, luego en segundos Aguirre cae en cuenta, a lo que le dijo José, va a voltear hacia atrás y a medio movimiento recibió un fuerte golpe en el mentón de Manuel que llegó hacia él usando su velocidad, luego rápidamente Manuel abrió sus brazos y con la misma rapidez las juntó dando un fuerte aplauso del cual expulsó un fuerte ventarrón que hizo volar a Aguirre lejos, José también rápidamente extendió los brazos hacia delante con las manos abiertas y de estas creo una esfera de energía verde muy grande, el cual al tensar los brazos la expulsó y esta fue directo hacia Aguirre, cuando llegó a él golpeándolo, instantemente hubo una inmensa explosión, Manuel y José de pronto sintieron una sensación de alivio, mientras veían la explosión a lo lejos, en eso Declan se les acercó con su mano derecha en la mejilla derecha, se detuvo a la derecha de Manuel, viendo también la explosión.
       —Me sorprende, pudieron con él. —dice.
       Manuel voltea a verlo y observa su mano en la mejilla.
       —¿Por qué tienes tu mano en el…? —pregunta Manuel.
       —Todavía me duele la cara de la patada que me dio. —contestó Declan interrumpiéndolo.
       José y Manuel se mofaron soltando unas pequeñas risas nerviosas, Declan los vio con el entrecejo fruncido.
       —Ah, claro, búrlense, da mucha risa. —dice Declan con sarcasmo.
       Luego los tres ven el humo que aún queda de la explosión y de pronto ven que algo salió de este humo y se aproximó con mucha velocidad hacia ellos, mientras más se acercaba se dieron cuenta que era Aguirre que no le había pasado nada, cuando este llegó hacia ellos le propinó un fuerte golpe en el rostro a Manuel que lo hizo volar hacia atrás, luego le propinó una patada a Declan alejándolo y rápidamente le propinó otro golpe a José en el rostro que lo tumbó, pero rápidamente se levantó, yéndosele encima a Aguirre, llevando su brazo derecho hacia atrás, empuñando la mano fue a propinarle una golpe, este se la detuvo tomando el puño con su mano izquierda y en ese momento Aguirre le propinó dos golpes seguidos a José en el rostro, le soltó la mano y luego le propinó un golpe más, tumbándolo sobre la arena, de pronto Manuel sostuvo a Aguirre por detrás rodeando su brazo derecho en el cuello de Aguirre, pero este se inclinó hacia atrás subió los brazos llevándolos hacia atrás alcanzo a sostener la camisa de Manuel he impulsándose hacia delante halo a Manuel pasándolo por encima de él y lo arremetio contra la arena, Manuel se fue a levantar, pero Aguirre le propinó una patada en el rostro volviéndolo a tumbar, luego viendo a los dos tirados se alejó un poco extendió los brazos hacia delante con las manos abiertas apuntando cada uno hacia ellos, de estas formó dos esferas de energía rojas, dispuesto a expulsarlas hacia ellos, pero en ese momento una esfera de poder chocó contra él explotando y alejándolo de allí, Manuel y José al darse cuenta, voltearon tras de ellos y vieron a Henry de pie, con el brazo derecho extendido y la mano abierta y a Andrea al lado de él, Henry comenzó a caminar hacia Aguirre, pasando por entre José y Manuel.
       —Yo me encargo. —dijo Henry.
       Aguirre se levantó y miró delante de él, viendo a Henry acercándose, Aguirre sonríe de manera burlona, se inclina un poco hacia delante y con un brinco fue volando hacia Henry, este se detuvo de pronto viendo a Aguirre acercarse rápidamente, pero este pasó de largo a un lado, yendo más allá de José y Manuel, le fue encima a Andrea tumbándola sobre la arena, ella soltó un quejido de dolor, Aguirre la tenía sostenida de los brazos, él la veía a los ojo con una mirada perversa y una sonrisa burlona.
       —Suéltame. —exclamó Andrea ofuscada.
       —Eres muy bonita. —dijo Aguirre.
       En eso él acerca su cara a la de ella, aspira profundamente cerrando los ojos y alejándose exhalo.
       —Hueles muy bien, eres pura. —dijo. —Eso me encanta. —agregó sonriente a la vez que se le colocaron los ojos completamente negros.
       —¿Te encanta? —preguntó Andrea irónicamente.
       —Sí. —contestó Aguirre con una enorme sonrisa.
       —Pues espero que también te encante esto. —dijo Andrea.
       En ese instante Andrea le propinó un rodillazo en la ingle a Aguirre y este soltó un quejido y cerró los ojos de dolor, luego Andrea tensó los brazos y las manos y sus ojos se pusieron blancos y brillantes, sus manos comenzaron a sacar chispas de electricidad, flexiono el codo, llevando sus manos a los antebrazos de Aguirre y tomándolo de estos, lo electrocuta y este suelta un grito de dolor, luego Aguirre salió volando lejos, cayó sobre la arena y siguió arrastrándose hasta detenerse, a los segundos se fue levantando como si nada, hasta ponerse de pie, parecía que no había sufrido ni un rasguño, él la veía a lo lejos ya de pie, sonriendo una vez más.
       —Ruda. —piensa Aguirre en voz alta. —Eso me gusta más. —agregó.
       De pronto frente a él llegó Manuel usando su velocidad.
       —Cómo te atreves. —dice Manuel.
       Luego uso otra vez su velocidad yendo tras de él, colocando su brazo derecho alrededor del cuello de Aguirre y el izquierdo por debajo del brazo izquierdo de Aguirre, levantándole el brazo aplicándole una llave.
       —A ella no la vuelves a tocar. —replicó Manuel.
Aguirre sonrió soltando una risa nerviosa. —Interesante. —dijo.
       Henry se acercó a ellos a pasos agigantados, colocándose frente a Aguirre, mirándolo con ira en sus ojos.
       —A ella no la tocas otra vez. —reprocha Henry.
       —¡Mmm!... esto es más interesante. —dijo Aguirre.
       Henry empuño las manos y tensando los brazos encendió en llamas los puños y antebrazos, luego le propinó un fuerte golpe con la derecha a Aguirre en el rostro que lo hizo inclinarse de lado, Aguirre se levantó y Henry le propinó otro con la izquierda y casi lo tumba, Aguirre se levantó una vez más, luego Henry siguió propinándoles más golpes en el cuerpo, lo golpeo repetidas veces y con todas sus fuerzas hasta que se cansó y se detuvo, dando un paso atrás y con la respiración agitada, Manuel soltó a Aguirre y este cayo de rodillas y luego hacia delante se apoyó rápidamente con las manos quedando en cuatro patas, respirando por la boca y con la respiración agitada, intentó levantar el cuerpo entras veía a Henry de pie frente a él y este lo miraba con desprecio, Henry apagó las llamas de sus antebrazos y extendió los brazos hacia Aguirre con las manos.
       —Ahora si voy a terminar con esto. —dice Henry mirando a Aguirre fijamente.
       —No… todavía no. —dijo Manuel.
Henry levantó la mirada hacia Manuel. —¿Qué? —preguntó extrañado.
       En eso Manuel levantó el brazo derecho y con la mano abierta juntó los dedos, luego su mano comenzó a vibrar y tomó a Aguirre por la nuca.
       —No es suficiente. —contesta Manuel.
       —Manuel, ¿Qué estas…? —preguntó Henry.
       De pronto y sin previo aviso Manuel introdujo su mano por la espalda de Aguirre atravesándolo y saliendo por el abdomen, pero sin romper la piel ni la ropa, tampoco salió sangre, Aguirre soltó un fuerte grito de dolor, los demás quedaron estupefactos por lo que estaban viendo.
       —No te muevas o te rompo la columna. —dijo Manuel.
       —¡Manuel, ¿Qué estás haciendo?! —exclamó Henry.
       —Lo que se merece. —contestó Manuel.
       —¡Esto no es necesario! —exclamó Henry frunciendo el entrecejo.
       —¡Esto es poco para lo que se merece! —exclamó Manuel.
       —Ya te dije que esto no es necesario, ¡Ya déjalo! —dijo Henry.
       —Ahora si termina con él. —dice Manuel.
       —Entonces quítate de ahí. —contesta Henry.
       —No te preocupes por mi hazlo. —contesta Manuel.
       Henry volvió a extender los brazos con las manos abiertas, luego delante de estas formó una gran esfera de energía.
       —¡Manuel, quítate! —exclama Henry.
       —¡Hazlo! —exclamó Manuel.
       Henry inspiró profundamente, Manuel sacó rápidamente la mano de Aguirre y se apartó a un lado, en eso Henry tensó los brazos y expulsó una ráfaga de energía, llevándose a Aguirre por delante, desintegrándolo por completo, luego la ráfaga se deshizo, Manuel se levantó hasta ponerse de pie, volteando a ver a Henry y este cruzo miradas con él.
       —Quieres explicar ¿Qué fue lo que hiciste? —reprochó Henry.
       —Te lo dije, lo que se merece. —contestó Manuel.
       —¡Sabias que eso no era necesario! —exclamó Henry molesto.
       —Eso no me importó. —contestó  Manuel alterado.
       —Manuel, no puedes hacer estas estupideces como si fueras un justiciero. —reprochó Henry.
       —Mira quien habla, el que actuó como un vengador, recuerda que no eres un superhéroe. —contestó Manuel con ironía.
       —¡Pues tu tampoco! —exclamó Henry.
       —Hey, hey, hey, ¡Epa! ¡Epa! —exclamaba José mientras se acercaba a ellos.
       Andrea también corrió hacia ellos y al llegar empujó a Manuel llevándoselo por delante.
       —No tienes moral para gritarme. —replicó Manuel.
       —Manuel, cállate. —dijo Andrea.
       —Porque no explicas que fue lo que hiciste. —reprocha Henry en lo que da un paso hacia delante.
       José se detuvo en frente de Henry obstruyéndole el paso, mientras que este se lo llevó por delante sin siquiera mirarlo.
       —Dinos, ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué? —preguntó Henry prepotente.
       —¡Henry ya! —exclamó Andrea alterada. —¡Basta los dos! ¡Se callan los dos! —siguió. —Porque si es por mí los dos son los que deben de dar una explicación de lo que hicieron, los dos hicieron estupideces. —reprochó. —Estupideces de las cuales tú… —dijo señalando a Henry. —Casi te mueres. —agregó.

       Julián y Eduardo llegan a la casa de él y entran en ella, Eduardo caminó hasta el sillón, coloco el martillo a un lado recostándolo del posa brazo del sillón, luego se sentó en este dejándose caer, soltando un suspiro de cansancio, Julián cerró la puerta quedando todo en oscuridad con algo de dificultad caminó hasta la mesa donde está la vela, sacó un yesquero del bolsillo del pantalón, lo encendió y acercó la llama a la vela y la encendiendo la mecha, iluminando vagamente la habitación, volteo viendo a Eduardo sentado en el sillón con los ojos cerrados, buscó una silla y se sentó frente a Eduardo, viéndolo, ninguno decía una palabra, duraron así por unos segundos, Julián desviaba la mirada hacia todos lados, pensando que decir hasta que volvió a llevar la mirada a Eduardo.
       —Eduardo… —dice. —Lamento que las cosas no hayan sido como tu querías… hasta yo quería eso, pero la realidad es otra y lo siento mucho. —dijo.
       Eduardo abrió los ojos y miró a Julián, bajo la cabeza viendo el crucifijo, lo tomó viéndolo con detalle.
       —Gracias amigo… —dijo Eduardo.
       —Se lo mucho que querías que no fuera Johnny el de esa urna. —dice Julián.
       —Está bien… cerré el ciclo, por fin me despedí de él… lo necesitaba. —dice Eduardo.
       —Me alegra que lo hayas hecho, para que tu mente y tu corazón puedan estar más tranquilos. —dice Julián.
       Luego este se levanta y se le acerca a Eduardo dándole la mano, Eduardo lo ve y le da la mano también.
       —Gracias por haberme acompañado amigo. —dice Eduardo.
       —Sabes que cuentas conmigo. —contesta Julián sonriéndole.
Eduardo le sonrió de vuelta. —Ya es tarde, vete a descansar. —dijo.
       —Sí, ya es muy tarde, hasta luego. —dijo Julián.
       Julián se dio media vuelta yendo a la puerta, Eduardo recostó la cabeza del respaldar y cerró los ojos escuchando a Julián abriendo la puerta y luego cerrarla.
       —Amigo… —dijo Julián.
       Eduardo abrió los ojos y lo vio parado en la esquina hacia el pequeño corredor.
       —Es demasiado tarde, para ser especifico es de madrugada y no creo que sea adecuado que me vaya a estas horas a mi parroquia. —dice Julián.
Eduardo suelta una risa nerviosa. —Entiendo amigo, entiendo, ven siéntate, te vas después que amanezca. —dijo Eduardo.
Julián fue y se sentó de nuevo en la silla.

       Era de noche en la playa, a la luz de la luna, una joven, cabello negro, piel blanca, caminaba por la arena, con un vestido largo todo de blanco y descalza, con la mirada hacia abajo, de pronto ella se detiene levantando la cabeza, su rostro era hermoso y sus grandes ojos marrones se notaba por la luz de la luna, llevando su mirada a lo lejos, como intentando buscar algo y una sensación extraña la invadió, poniéndo los bellos de punta, dio un paso y ahí mismo de detuvo de nuevo, rápidamente se dio media vuelta y al observar no vio nada, por más que buscó, no encontró nada, luego se dio vuelta para seguir su caminó y ahí frente a ella estaba una persona, un hombre vestido todo de negro con el cabello largo que le cubría la mitad del rostro, la chica se estremeció dando dos pasos hacia atrás.
       —¿Te vas tan rápido? Lilibeth. —pregunta Arioch.
La chica frunció el entrecejo. —¿Quién eres?... o mejor dicho… ¿Qué eres? —pregunta Lilibeth mostrando una pequeña sonrisa y un tono algo irónico en su voz.
       —Lo que soy creo que es evidente, pero quien soy, pues… soy el que va a provocar tu muerte. —contestó Arioch
       La chica se le fue encima a Arioch llevando el brazo hacia atrás con la mano empuñada, le fue a propinar un golpe, Arioch levantó el brazo bloqueando el golpe y este rápidamente le propinó un golpe a Lilibeth en la cara haciéndolo dar dos pasos hacia atrás, luego Lilineth le fue encima otra vez yéndole a propinar un golpe con la izquierda, pero Arioch le bloqueo el golpe apartándola con la mano derecha, pero en ese momento Lilibeth en su mano derecha formó unos destellos de luz en la yema de sus dedos y extendiendo la mano hacia Arioch expulsó estos destellos de luz como unos pequeños rayos que chocaron con Arioch, este se quejó debido a una dolorosa presión que provocaron los rayos por unos segundo, luego estos dos se vieron y Arioch sonrió.
       —Buen movimiento… —dice.
       Arioch levantó la mano derecha y con fuerza tomó a Lilibeth por la nunca, expulsando los rayos eléctricos que absorbió de Lilibeth en ella, electrocutándola, Lilibeth suelta un grito de dolor, Arioch levantó a Lilibeth y con fuerza la arremetió contra la arena y siguió propinándole una patada que la hizo volar lejos siendo arremetida contra una pared y cayendo en la arena, Lilibeth se fue levantando poco a poco adolorida hasta que logro sentarse, recostándose de la pared, Arioch se le acercó y se puso en cuclillas frente a ella.
       —Necesitas mucho más para poder dañarme. —dijo. —Ya es hora. —agregó.
       Lilibeth con la respiración agitada lo miraba, cerró los ojos y bajó la cabeza.
       —¿Hora de qué? —preguntó.
       Lilibeth levantó la cabeza abriendo los ojos y al ver Arioch ya no estaba, Lilibeth frunció el entrecejo desconcertada viendo a ambos lados buscándolo, luego se levantó y dio unos siete pasos hacia delante buscando a Arioch, pero no lo encontraba, luego soltó un largo suspiro, cerró los ojos, levantó la cabeza y soltó otro suspiro, en ese momento Lilibeth abrió los ojos y se volteó rápidamente, detrás de ella había alguien vestido con un manto negro, largo y grueso, como las mantuanas de la época colonial, tiene una capucha puesta que no se logra notar su rostro, a Lilibeth se le puso la piel de gallina y su corazón se aceleró, trago saliva grueso y no dejaba de ver a la persona.
       —¿Quién eres? —preguntó.
       —Ven conmigo. —dice la persona con voz de mujer.
       —¿Qué? —preguntó Lilibeth frunciendo el entrecejo.
       —Ven… acércate. —dijo la mujer con voz tierna.
       Luego ella levantó las manos y se quitó la capucha mostrando el rostro de una bella joven, piel blanca y tersa, ojos azules, labios pequeños y rosados con una mirada tierna, Lilibeth quedó atónita con su belleza, luego frunció en entrecejo curiosa.
—Ven… acércate. —dice la chica de una forma seductora.
       En eso Lilibeth cayó en cuenta, mostrando una sonrisa algo ironica.
       —Esos truquitos no van conmigo. —dice Lilibeth.
       La chica miró a Lilineth fijamente, luego inclino su cabeza ligeramente hacia la derecha, luego levantó sus manos tocando el manto introduciendo sus dedos entre los bordes, abriendo la misma, ella la miraba, mientras que ella llevó su mirada hacia abajo intentando ver dentro del manto y lo que vio fue un cuerpo esquelético dentro de esta, Lilibeth se impacta al ver y a la chica, de pronto le fue cambiando el rostro, frunciendo el entrecejo se le formó muy pronunciado dos largas arrugas en la frente, sus ojos se pusieron completamente negros, su nariz perfilada se alargó y soltando un rugido mostró colmillos por dientes, Lilibeth se estremeció.
       —Tu eres… —dice este.
       La chica le fue encima, la sostuvo y la empujó, haciéndo que volara lejos, la soltó dejándola caer sobre la arena y ella se alzó hacia arriba, Lilibeth se levantó rápidamente, desorientada comenzó a buscarla por todos lados, escuchaba risas agudas y macabras de ella, mientras la buscaba sin éxito, de pronto un humo negro, pasó como una ráfaga y la golpeo, volviéndola a tumbar sobre la arena, Lilibeth se volvió a levantar rápidamente, buscando a lo que la golpeo, luego le humo negro volvió hacia ella, Lilibeth rápidamente levantó su brazo hacia eso y de su mano expulsó unos rayos eléctricos que chocaron contra el humo, este se transformó en la chica mientras se electrocutaba y soltaba unos quejidos de dolor, la chica abrió su mano derecha y fijando su mirada a Lilibeth, formó una esfera de energía roja, extendió el brazo y expulsó la esfera hacia Lilibeth, esta dejos de expulsar los rayo y esquivo la esfera, esta siguió de largo pasando sobre el agua, Lilibeth al voltear a ver a la chica, estaba justo frente a ella, con las dos manos la tomó de la cabeza y con fuerza se volteo arrojándola detrás de ella, esta fue directo hacia la pared nuevamente, arremetida contra esta cayó sobre la arena, adolorida y desorientada trató de levantarse hasta sentarse, al abrir los ojos vio que la chica se le acercaba, con sus manos abrió el manto, mostrando su cuerpo esquelético, al momento en que Lilibeth se dio cuenta ella ya estaba justo frente a ella, la chica la tomó con fuerza de la cabeza, las costillas de la chica se fueron desprendiendo hacia los lados y todo dentro de este era oscuro, luego unos gruñidos se escucharon y algo como unos colmillos se mostraron, se separaron abriéndose como una boca saliendo una lengua grande y roja y la chica fue acercando la cabeza de Lilibeth, luego movió su mano derecha hacia arriba de la cabeza y quitó su mano izquierda, las costillas la sostuvieron de los lados halándola, Lilibeth respiraba agitadamente y un gran temor la consumía y por ultimo soltó un fuerte grito de terror.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro