1. Aquí comienza todo
Tomar las decisiones correctas, implican resultados correctos.
Pero nadie dijo que así fuera.
En la vida real tomar las decisiones correctas, a veces terminan siendo un resultado doloroso o erróneo. Pero estamos hablando de "esa" vida real, no se implica un mundo hecho de fantasía como te hacen ver las películas.
Lleno de calles sin salidas y cosas rotas dentro, aquí dentro. No importa cuánto me esfuerce por ser correcto. Seguí lo que era para mí familia, y terminé aquí; un callejón, en algún lado de Estados Unidos, persiguiendo a un hombre de mediana edad cuyas articulaciones parecen rechinar desde aquí. Esas cosas necesitan aceite, parecía que en cualquier momento se iba a desarmar.
Pobre Harold McQueen.
Cuentas pendientes, se podría decir.
Hace algún tiempo analicé mi situación mientras estaba en la mierda ¿Cómo era ser realmente libre? Me di de cuenta que para serlo tenía que estar limpio, sin alguien quien mantuvieras sus sucias manos sujetándome el cuello, usándome como perro. Saciándose mientras aun servía. Con vida.
Pero hasta un perro loco puede morder a su propio dueño.
¿Cómo podría salir de ello?
Simple. Ahí estaba Harold.
Una cadena de secretos, para destruir algo tan fuerte se empieza con...
Ya no importaba en este momento.
Harold era parte de la cadena, fácil. Era lo único necesario para saber. Al menos para ustedes.
Solo que Harold me estaba complicando las cosas. Era viejo pero había que aceptarlo, corría muy rápido. Muy divertido y todo, aunque no siempre podríamos permanecer así. El callejón se estaba acabando, ambos lo podíamos ver al final.
Además, me estaba doliendo la espalda. Rara vez salía de mi "habitación" a menos que fuera por sustentos básicos. Esto no era de mi total agrado, pero era vivir y vencer.
En medio de la huida, cuando nos dimos cuenta que el callejón llegaba a su fin, un gran grupo de adolescentes se atravesó en el escape de Harold. Este se dio notó sobre ellos e inmediatamente cambió de idea.
Se notaba su plan de última hora, que consistía en subir alguna escalera de las entradas traseras de los edificios. Lo podía ver en sus ojos tan claro. La escalera de emergencia.
Si, mala suerte para él.
Sonreí al ver delante de mis ojos el gran hueco de su plan, y claro, vi también el basurero, dejándome solo posibilidades para atraparlo fácilmente, y esconderme en el proceso.
Mierda, eso no era nada inteligente.
Antes de que se diera cuenta me abalancé sobre Harold. El cuerpo comenzó a empujarme violentamente mientras trataba de arrastrarse fuera de mi agarre con su panza sobre el sucio suelo de callejón. Tomé una solución de manera instantánea. Encima de la espalda, sujete con fuerza el cuello con mi brazo, ejercí fuerza sobre ella, y mi pierna aprisionaba las suyas para detener sus movimientos volubles. Me sujeté a él, en tanto poco a poco su cuerpo iba cediendo a mí, rendido.
Un quejido brotó de su boca en el momento que mi rodilla hizo presión con fuerza sobre su pierna.
Al menos el basurero cumplió su función de taparnos, esto no parecía nada bueno si alguien nos viera.
—Harold, no me ayudas —tararee, cerca de su oído.
Su respiración agitada, tembló notablemente.
Si mi mamá viera este momento, seguro dejaría de pedirme buscar novia.
Eso sería un pecado.
—Des...graciado — murmuró entre quejidos.
Las manos que sujetaban su cuello, apretaron con diversión logrando que por un momento se ahogara con su propia saliva.
—Que gran honor ser llamado de tal forma por ti —Mi risa envolvió el ambiente — Si tú eres peor, que esperar de mi brillante futuro.
—No entiendo —pauso, tomando un tiempo para tomar aire. Lo deje respirar a menos un poco — ¿Qué quieres? Ni siquiera te...ni siquiera te conozco— Gruñó.
—Ni me vas a conocer —dijo —Muy pronto, no quedara nada.
Su cuerpo se sacudió, él pulso en su cuello se aceleró de forma violenta. Estaba seguro que si tocaba su corazón este estaría al borde de un ataque cardiaco.
— ¿Qué, que dices? —tartamudeo.
—Ay, qué dramático. —Con la mano libre, del bolsillo de mi chaqueta saqué el pañuelo húmedo. Tomándolo con fuerza lo presioné contra su nariz. Aflojé el agarre en su cuello, obligándolo a respirar —Llorón. Menos mal te considere en esto. No te traje agujas, primero iba a ser una aguja por intravenosa. Así de grande...
—¿Te...puedes callar, y asfixiarme ya? —lloriqueó.
—Para que sigas hablando, me faltó ofrecer más presión en esa boca tuya. Debí traer la aguja.
En menos de un minuto el resto de su fuerza se fue debilitando. Su cabeza cayó en el suelo. Deje mi cuerpo caer a un lado de él.
Mierda, me dolía todo. ¿A caso dejar de hacer ejercicio trae estas consecuencias?
Levantando mi espalda para sentarme, acaricié mi hombro adolorido con suaves masajes. Mire a Harold, que hombre más idiota. Una parte de mi trabajo ya estaba hecho, ahora venía la parte más fácil.
Levantándome con dificultad, tomé el teléfono viejo de mi bolsillo el cual sonaba con una melodía demasiado fastidiosa para mi gusto.
Atendiendo, decidí solo avisarle a la persona de otro lado mi ubicación con palabras cortas y amigables.
—Más vale que traigas ese trasero a menos que quieras que te sede con la aguja que me queda en la casa.
Si, era demasiado respetuoso.
Ahora tenía que mover el cuerpo de Harold sin que me notaran a algún lugar poco accesible. Estábamos demasiado cerca de la calle, solo nos protegía un contenedor de basura que no permitirá ver el cuerpo sedado de Harold en esta posición. Si rodaba su cuerpo al otro lado, tal vez tenia mejores oportunidades. Por esos lados solo conducía a una edificación sin uso que conectaba con otra calle, aunque no era un callejón, era más estrecho y por no decir que nadie parecía ir por ahí.
Maldición, si no hubiera huido del bar no estaríamos aquí.
Observe la situación, y esa situación era Harold.
Hice una mueca al verlo ahí tirado, el doble que yo. Y solo había desayunado un pan esta mañana, con agua.
Si esto salía mal, Ste no iba a recoger un cuerpo desmayado, sino dos en este callejón.
Estiré mi espada, preparándome mental y físicamente. Sujete sus hombros y di un empujón hacia atrás. Paso tras paso, todo hubiese resultado bien si no fuera por ese instante. Ese pequeño "clic" que se escuchó en todo ese sucio y pequeño callejón de mala muerte.
Y que al levantar en poco segundos, mirando al otro lado, en la vereda grupos de estudiantes pasaba como si este lado, en el que me ocultaba de ojos perdidos, no existiera. Pero había algo diferente entre los grupo que transitaba, inconsciente de mis actos. Una pequeña figura me observaba, y en ese preciso momento otro sonido se escuchó junto al flash salir de la cosa que sostenía en sus manos.
Su cuerpo enano en cuanto tomó la foto, sus pies comenzaron a correr, perdiéndose mientras yo sostenía a un señor de edad mayor de treinta con barriga cervecera en medio de un callejón maloliente y habiendo desayunado pan con agua en todo este maldito día del carajo.
No iba a correr por ella.
—Voy a ocuparme de ella.
Que es otra cosa.
Cerré los ojos, rebobinando los recuerdos.
Cabello marrón casi negro. Enana, es diestra. Y...su campera, me recuerda a algo. Por más que pensé no podía llegar nada.
Fruncí en ceño.
¿En donde había visto esa campera? Los colores no eran claros, pero el diseño era muy usado. Lo sabía, pero...
Es, la que utilizan los estudiantes de la preparatoria de Nashville.
—Claro...
Entonces la chica era de preparatoria. Hasta donde tenía entendido, la preparatoria no era muy lejos de aquí, aunque no podía recodar rasgos faciales, parecían tan comunes como cualquier otro.
Necesitaba esa cámara de cualquiera modo.
Seguí observando ese lugar, esperando nada. No me iba a preocupar, sino, actuar.
—¿Qué piensas tú, Harold? —Mire hacia abajo, a su cuerpo dormido con medio cuerpo en el suelo, que sostenía por sus manos. —¿No presientes que nos vamos a divertir mucho? Bueno, yo sí, no sé tú.
—La esquizofrenia empiezan con alucinaciones. —Detrás de mí, alguien más se añadió a esta reunión, agregando con diversión en sus palabras. — ¿Necesitas ayuda, Drake?
—Los delirios se incluyen. ¿También te agregas al plan? —Contraataque.
Seguí moviendo el cuerpo, apartándonos cada vez más de la calle al otro lado. Hasta llegar detrás del edificio del plan inicial. Solté sus manos, cayendo en seco al suelo. Pesaba como mil litros de cerveza y mil cigarros.
—Oye, Drake ¿Qué haces?
Me dirigía fuera de ahí, pero me detuve para verlo por encima. Se suponía que lo ayudaría a partir de aquí hasta el lugar destinario, pero ya tenía un nuevo plan.
—Tengo algunas cosas que hacer — determiné.
— ¿Qué es más importante que llevar a este tipo? —Preguntó, Steven, señalando al Harold tirado.
Ni siquiera me molesté en observar a ese tipo. Me debía al dolor de espalda.
—Cosas. —Volví a reanudar mi paso.
— ¿Cómo?
Sonreí —Un nuevo problema que resolver.
— ¿Qué?
Voltee los ojos, no se lo iba a repetir.
Pero a partir de aquí, un nuevo problema se agregaba a esta delicada situación, ya era demasiado problemático vivir como vivía, aunque era libre no significaba del todo que completamente.
Tenía problemas. Y tenían forma de mujer. Una mujer enana, pero mujer.
Aquí dejo mi tranquilidad, y aquí empieza mis dolores de cabeza.
Quien sea ella, la encontraré al final del día. De todos modos si lo tengo a mi alcance, o tendré.
Porque soy la gota negra del lienzo, que representa una falla en todo esto.
Soy Drake.
...
Hola, aquí la autora de "Los dilemas de Muriel" Aquí empezamos la nueva versión. Teniendo algunos cambios de los que espero fueran a mejor como escritora y para ustedes los lectores. De verdad espero que les guste, sino, no hay problema.
Asique, el primer capitulo se subirá en febrero. Hasta luego.
RV Despidiéndose.
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