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🌼🌼Nieve infinita🌼🌼

Se había mantenido despierto dos días enteros y esta casa vacía drenó la última pizca de vitalidad de Mew. Pero sabía muy bien que no podía caer, al menos no ahora.

Se arrepintió de irse con tanta determinación, o al menos podría haber hecho que alguien vigilara todo aquí.

Desde que Gulf se había ido, el sentimiento más común que tenía era la impotencia y el dolor. Recordó más de una vez el abrazó que le dio Gulf cuando se fue. A menudo imaginaba que si no se hubiera ido ese día, si lo hubiera mantenido cerca, ¿Todo sería diferente ahora?

Nadie pudo darle una respuesta.

Si alguien estuviera dispuesto a decírselo, le preguntaría esto hace catorce años: ¿Harás feliz a Gulf si va contigo? Sin embargo le preguntaron esto hace cuatro años: ¿No te sientes culpable por engañar a Gulf cuando él está tan enamorado de ti? ¿Tienes un corazón de piedra? ¿Cómo puedes ser tan cruel con alguien que se supone que debes apreciar más?

Si solo alguien le hubiera advertido una vez, él no cometería un error tras otro.

Mew casi fue derrotado por la culpa y el miedo. Ni siquiera sabía que hacer o que podía hacer después.

En días, él y el asistente intentaron por todos los medios encontrar el paradero de su esposo; por las noches, Mew dormía en el coche, cuidando ese jardín de té donde Gulf vivió.

El cuarto día, finalmente hubo un cambio de rumbo. Alguien apareció cuando Mew estaba al borde de una crisis nerviosa.

Era Bright. Estaba solo. Llevaba un abrigo largo negro con una pequeña bolsa de equipaje en la mano. Solo pasó medio mes, pero él había perdido una cantidad considerable de peso. Estaba tan demacrado que no pudo reconocerlo.

Bright regresó por la mañana. Tomó un taxi de regreso cuando Mew todavía estaba allí. Mew no lo pensó dos veces. Sin demorar más tiempo abrió la puerta de coche y tropezó con ella.

— ¡Bright!, ¿Dónde esta Gulf? ¿Dónde está Gulf? ¿En que hospital está? ¿Eh? ¡Habla! ¿Si tú estás aquí quién está cuidando de él? ¡Di algo! — Mew no estaba en mejor estado que el médico. Solo lanzaba preguntas al azar y sus ojos inyectados en sangre parecían aterradores.

Luego de haber dicho esto Bright pareció darse cuenta de la existencia de Mew. Sus ojos lo recorrieron sin emoción. No tenía el sentimiento de odio o resentimiento hacia él; fue una especie de estancamiento emocional debido al dolor extremo.

— Él tomó un agarre en el aire; repitiendo las palabras de Mew para sí mismo — ¿Dónde está Gulf?

— La voz de Bright era tranquila, cada sonido de él parecía salir de su boca con la sangre de sus cuerdas vocales rotas — Se ha ido... en mis brazos. Poco a poco, se fue enfriando.

Seguido de un silencio interminable. Por un momento, Mew pensó que estaba sordo; parecía no oír nada. Abrió la boca pero no salió nada. El mundo entero se quedó mudo solo con el sonido de los vientos que soplaban todos los colores de sus ojos.

— Como si alguien presionara el botón de reproducción de un video en pausa, Mew se apresuró y agarró el cuello de Bright. Sus ojos estaban rojos como los de un animal salvaje. Dejó salir voces que ni siquiera se asemejaban a las voces humanas. Su lengua sangraba mientras sus dientes temblorosos la mordían. Cada palabra fue escupida con sangre y dolor — ¡Me estas mintiendo! ¡Es una mentira! Tú dijiste que estaba bien, ¿No dijiste que podrías cuidar bien de él?, estás mintiendo, ¿No es así? Lo has escondido, ¿Verdad? Por favor... esto no es divertido, por favor — Inesperadamente, se arrodilló junto a Bright — ¡Di que estás mintiendo y no apareceré frente a ti nunca más! ¡Dilo!

— El médico lo tomó fuerte por los hombros — ¿Es divertido mentirte a ti mismo? Él se ha ido, se ha ido — Soltó a un Mew sin vida. Miró hacia abajo y vio fluidos salir de sus ojos. Apenas podían controlar sus emociones.

Gulf murió hace una semana. Bright ni siquiera sabía cómo se las arregló para lidiar con el funeral y los documentos con tanta calma. Él vio a ese ser humano dormido convertirse en un puñado de cenizas sin derramar una sola lágrima. Estaba aterrorizado por su propia indiferencia.

Pero ahora, de pie una vez más en este mismo jardín, mirando la piscina en la que su perro cayó una vez y la mecedora y la alfombra que compró para Gulf junto a la ventana del segundo piso y los jazmines muertos, sintió que su corazón comenzaba a doler. Desató el dolor que se había acumulado durante tres días.

El hombre frente a él le preguntó, ¿Dónde esta Gulf? Y ¿No dijiste que podías cuidar de él?

Al escuchar aquello no pudo contener las lágrimas por más tiempo. Esta fue la primera vez que lloró después de la muerte de Gulf y aquí lloró frente a Mew Suppasit.

— El otro hombre tropezó cuando dio un paso atrás. Se esforzó por estabilizarse y se burló — No te creo, no creo que Gulf sea capaz de dejarme así él, él — Mew pensó que Gulf no dejaría este mundo sin darle al menos una última oportunidad de verlo.

— Bright lo miró con sus venenosos ojos fríos y le preguntó en voz baja — ¿No lo haría? ¿Quién lo hizo terminar así?

El cuerpo de Mew se sacudió como si estuviera electrificado.

— ¿Sabes que Gulf no ha dejado nada, ningún deseo antes de morir en absoluto, excepto por el arreglo de su funeral? Como si no valiera la pena seguir viviendo — La sonrisa amarga de Bright era peor que un rostro llorando — ¿Lo sabes? ¿Qué le ha quedado al final, presidente Suppasit? ¡Solo la ropa que llevaba cuando llegó a Liverpool y una tarjeta bancaria con veintiún dólares! — La última sílaba sonó aguda y mezquina. Bright intentó agarrar la ropa de Mew provocando que ambos tropezaran — ¡Veintiuno! ¡Ni siquiera podía costearse un entierro decente! Estuvo con usted durante más de una década; él estaba enfermo y su corazón estaba herido. Pero al final, ¿No podía permitirse un entierro? Dígame, presidente Suppasit, ¡¿Alguna vez ha gastado veintiún dólares en sus amantes?!

Mew no pudo decir nada, sus labios se habían vuelto de color púrpura oscuro debido a la conmoción y su rostro estaba completamente blanco. Las palabras se le atascaron en la garganta; tosió sangre.

— Cuando llegó su asistente, estaba solo con la mano en el pecho, la ropa cubierta de sangre, murmurando — Alguien me dijo... Gulf, se ha ido.

Mew colapsó al final.

Kao llamó a A&E de prisa. El informe médico decía que tenía una perforación gástrica debido a la sobre reacción emocional y al cansancio excesivo.

Cuando el asistente descubrió que Mew estaba despierto, este se mantuvo mirando el techo en blanco por Dios sabe cuánto tiempo; la gente se enfriaba al mirar sus ojos vacíos y rotos.

— Jefe — El asistente no pudo decir nada más que — No estés tan triste.

— Resérvame un boleto, voy a regresar a Londres — La voz de Mew era débil y distante — Gulf esta enojado con la mierda que hice, lo siento pero ahora tengo miedo. ¿Estará esperando por mí en casa?

— Se cubrió los ojos con la mano. Sonaba amargado — Soñé con él justo ahora. Dijo que me extrañaba mucho, debo regresar y verlo.

— ¡Jefe! — El asistente lo interrumpió sin piedad; sabía que estaba al borde de la autodestrucción — Lo siento, acepte mis más sinceras condolencias por su pérdida.

— ¡¿Qué condolencias?! — Mew de repente se puso nervioso; se quitó la aguja del dorso de su mano y gritó — ¡Lo único que hacen es maldecirlo! ¿Cómo puede estar muerto? ¿Cómo puede abandonarme? — Al final de la oración, se atragantó con sollozos. Estaba llorando — Incluso si todos me abandonan, Gulf no lo haría.

Kao no pudo calmarlo y esa misma tarde tomó el avión de regreso a Londres por su cuenta.

Media hora antes de que despegara el vuelo, Mew recibió un mensaje en su teléfono celular. Lo comprobó; era un mensaje de Bright.

Antes de que Gulf falleciera, él dijo que te deseaba una buena vida. Él no quería verte cuando estaba vivo, pero tampoco quería verte deprimido después de que muriera.

Aparte del médico, nadie sabría si era la palabra original de su esposo o si era la cosa más mala que Bright inventó para castigarlo.

— Mew solo apagó el teléfono despacio como si no le importara en absoluto — Gulf no está muerto.

— Siete horas después, ya estaba parado en el apartamento donde él junto a su esposo vivieron durante nueve años. Llamó — Gulf, ¿estás en casa?

No hubo respuesta.

— Se comenzó a molestar. Encendió todas la luces y se sentó en el sofá, con los ojos fijos en la puerta — Te hice esperar tanto tiempo, de ahora en adelante, seré yo quien te esperaré. Gulf, esperaré a que regreses a casa.

— Frotó el anillo que colgaba de su cuello ligeramente con una suave sonrisa — Ven pronto a casa, al menos cuando te haya divertido lo suficiente... te extraño. De verdad.

Mew se sentó en el sofá durante dos días sin comer ni cenar. Se quedó quieto como si hubiera perdido el alma, con los ojos clavados en esa puerta cerrada. Ya no hablaba consigo mismo con una sonrisa ni mostraba ningún signo de vitalidad.

Al final en un trance sintió como si la puerta se abriera, donde Gulf, con la edad de 17 años, usando su uniforme escolar junto a una sonrisa, lo saludó y detrás de él, había un mar de flores.

— Aún en trance, Mew extendió la mano y dijo con suavidad — La escuela terminó; vayamos a casa juntos — Y luego, sus lágrimas cayeron sin permiso.

FIN.



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