Gulf le pidió al médico que lo llevara al cementerio de Doncaster, donde estaban enterrados sus padres. Ese siempre había sido el dolor que se escondía en lo más profundo de su corazón, el dolor que no quería mencionar.

El viaje tuvo dos horas y cuando llegaron el cielo estaba lloviznando. El viento arrojaba diminutas gotas de lluvia sobre las ventanillas del coche que aparcaba fuera del cementerio.

— ¿Te espero afuera? — Bright le pasó su abrigo y se bajó del auto para agarrar un paraguas en el maletero.

Gulf no se movió y bajó la cabeza, cubriéndose el rostro con las manos. Estaba temblando. Nunca se atrevió a visitar a sus padres, tampoco pensó que tuviera el derecho.

Quería ir a su vieja casa, pero al final no lo hizo. Esa casa fue vendida a otra persona hace mucho tiempo y fue reformada, sin dejar rastro alguno de los antiguos dueños. De hecho, él fue quién vendió la casa después de la muerte de sus padres, luego usó el dinero para cubrir el pago inicial de su casa en Londres.

Pensó que él y Mew podrían ser el mismo tipo de persona que pedía perdón mientras se enmendaba diciéndose a sí mismo cuán culpables eran. El tipo de persona que era egoísta y siempre lastimaba a sus seres queridos.

— Bright abrió la puerta y sostuvo el paraguas para Gulf — Iré contigo.

Gulf llevaba más cargas de las que nadie podía imaginar y Bright se sintió inquieto al dejarlo solo para que se ocupara de aquel dolor que no lo dejaría dormir por las noches.

— Gulf levantó lentamente la cabeza; sus ojos parecían tímidos y de alguna manera evasivos — ¿Debería entrar? — Le estaba preguntando al médico, pero era más como si estuviera tratando de encontrar una excusa para no ir.

Bright parecía resignarse ante él y siempre decía algo como "podemos hacerlo cuando te sientas mejor", pero esta vez, no dijo nada. Quería que Gulf desatara el nudo que persistía en su corazón al menos en los últimos días de su vida.

Hay algo a lo que debes enfrentarte.

— Ponte el abrigo, te acompañare — Le dijo en un tono suave.

Gulf se frotó fuerte las sienes y finalmente se bajó del auto. De pie en la entrada del cementerio, en la distancia, vio las capas y capas de lápidas alineadas en la vasta pradera pero de repente, tropezó.

— El médico se apresuró a sujetarlo con una mano mientras sostenía el paraguas con la otra — ¿Estás bien?

— Gulf negó con la cabeza — Vamos a entrar.

La tumba de sus padres no fue fácil de localizar, así que busco la correcta basándose en su vaga memoria. Una tumba tras otra, la tristeza y la desesperanza se volvieron cada vez más pesadas.

El gran paraguas negro que sostenía Bright se movía solemnemente de un lado a otro bajo la lluvia en silencio.

— Por fin, Gulf se quedó quieto antes una lápida de mármol como si tuviera una descarga eléctrica. Su rostro comenzó a palidecer y sus labios estaban temblando. Le tomó un tiempo recuperarse, luego se dio la vuelta para empujar al médico y apenas emitió un sonido — Dame un poco de espacio — Preguntó — ¿Podrías?

— Claro — Bright lo entendió totalmente — Toma, toma el paraguas.

— Gulf puso una sonrisa triste y negó con la cabeza — Ni siquiera merezco un paraguas cuando estoy aquí — Paso a paso, camino bajo la lluvia y se acercó a la lápida que contenía los nombres de sus padres.

A solo dos pasos de ella, Gulf se arrodilló abruptamente en el suelo de cemento húmedo y frío como si fuera golpeado por algo pasado. No se levantó y miró hacia abajo durante un rato, luego se inclinó tocando el suelo con las palmas de sus manos.

— Papá, mamá... me he equivocado — Se mordió el labio inferior con tanta fuerza que sangraba y sus disculpas se escurrieron junto con la sangre — Lo siento, lo siento, lo siento.

Gulf no pudo llorar porque había llorado tanto por Mew que se le habían acabado las lágrimas. Sus ojos rojos parecían sangrantes y no podía contenerse ni dejar ir la culpa en ellos.

No importa cuán grandes fueron las peleas que tuvieron en su matrimonio, nunca mencionó la muerte de sus padres para mostrar lo lamentable que era. No lo mencionó porque nunca culpo a Mew. La única persona que debería asumir la culpa... era él mismo.

Innumerables noches, innumerables despertares. Todo lo que podía ver era una habitación llena de oscuridad total mientras rechinaba el dorso de su propia mano. Nunca dejó que nadie más compartiera la carga sobre su conciencia, se culpó así mismo todo el tiempo y cada vez que se lastimaba o se sentía cansado, el dolor se duplicaba, porque sabía claramente que no tendría otro hogar que lo estuviera esperando.

— Mamá, lo siento... siempre te preocupé. Se lo decepcionada que estabas. Debiste haberte preguntado... como es que un niño que era tan bueno cuando era pequeño, te abandono por un hombre — Parecía ahogado pero no habían lágrimas en sus ojos. Mirando con atención, solo había sangre y más sangre — Yo... he extrañado las galletas dulces para mi, ¿Podrías hacerme galletas una vez más cuando ya no estés enojada conmigo.

— ¡Mamá! No me ignores, si todavía estás de mal humor, solo golpéame — De repente Gulf dejo de hablar y sus ojos parecían cada vez más nublados. Él sonrió con amargura — Papá, mamá me está ignorando.

El hombre y la mujer que se reflejaban en la foto en blanco y negro sonreían levemente. Mostrando toda su gracia y gentileza, pero ahora, todo lo que tienen es esta tumba.

Era un hecho cruel que no puedas recuperar a las personas perdidas.

— Papá, debe haber sido difícil para ti cuidar a mamá en los últimos 10 años, gracias por hacerlo. Ella era una mujer tímida y delicada; debió haber tenido miedo de la oscuridad estando a dos metros bajo a tierra... papá, tienes que protegerla. Pronto... pronto yo estaré protegiéndolos a los dos — Dijo en voz baja — No les haré daño de nuevo, honestamente, no los haré esperar tanto tiempo esta vez.

La uña de Bright le atravesó la palma cuando vio a Gulf arrodillado bajo la lluvia, pero no se atrevió a interferir. Tenía la fuerte sensación de que Gulf no podía seguir así. No sabía muy bien cómo murieron sus padres, pero sabía que cualquier ser humano normal no podría soportar la tortura de estar separado de su familia, sin mencionar que Gulf era un paciente en un estado mental complicado.

— Bright se acercó a él, protegiéndolo con el paraguas — Gulf vámonos a casa — Aún así, dijo — Los visitaremos de nuevo cuando te mejores.

— Para su sorpresa, este no insistió en quedarse. En cambio, con la ayuda del médico luchó por levantarse y comenzó a caminar lentamente. Pero solo después de tres pasos, volvió a mirar la foto y sonrió como un niño puro e inocente — Papá, mamá, espérenme — Se dijo así mismo.

— La sonrisa de Gulf, sin embargo, sacudió el corazón de Bright — Tu ropa esta toda mojada. ¿Tienes frío? — Dijo triste e impotente.

Gulf se quedó en silencio todo el camino de regreso al auto.

Bright subió la temperatura y limpió con toque suave el rostro y cabello de Gulf usando una toalla seca sin saber qué decir.

— Él lo miró durante bastante tiempo y luego dijo con una cálida sonrisa — Me siento aliviado, como si me deshiciera de la piedra que me agobiaba. Me siento tan ligero ahora mismo — Antes de terminar su oración, cerró los ojos y se quedó dormido.

— ¿Gulf? Despierta, ¡Gulf! — Bright se alarmó y le tocó la frente, estaba helado pero cerca de su cuello la temperatura de su cuerpo era demasiado caliente. Sin pensarlo encendió el auto, esto era malo.