🌼🌼Capítulo 45🌼🌼
Gulf se quedó despierto toda la noche, mirando fijamente el diminuto espacio a través del cual entraba la luz entre las cortinas, hasta el amanecer.
No se consideraba una buena persona ni se sentía merecedor de ser amado. No era tan guapo como solía ser, no era tan agradable como solía ser, no estaba tan sano como solía ser. Sin embargo, se había quedado en la casa del médico como si fuera la suya, y al mismo tiempo, hirió sus sentimientos. Pero aún así no fue capaz de responderle porque no tuvo el corazón para verlo hundirse aún más.
Deseaba que, cuando se fuera, Bright encontrara a alguien común y corriente con el que no dedicara demasiado esfuerzo, que el tiempo curara todas sus heridas, que finalmente se casara y volviera a tener una vida normal en lugar de perder un amor comprometido que lo agonizaría por el resto de su vida.
Si el médico lo tocaba, sería una especie de compensación, una deuda que Gulf podría pagar. Y si no lo hacía, él prometería mantenerlo en su mente durante el tiempo que le quedaba.
Salió del dormitorio muy temprano. El amanecer solo brillaba porque ni siquiera eran las seis en el norte del país.
La sala de estar estaba bien ordenada, no se podía ver ni un solo rastro del aplastamiento de Bright en la noche anterior. Pero alrededor de la habitación, faltaban varios jarrones, así como un exquisito juego completo de artículos de té Song Kilned. Pero había un cuenco de cerámica blanca que fue utilizado para colocar el azúcar cristal derretida y fresas en él, reposando directamente sobre la mesa de té.
— Bright estaba sentado en el sofá mirando su teléfono celular y lo colgó tan pronto como vio salir a Gulf — Te despertaste muy temprano, ¿Por qué no duermes un poco más? — Dijo en su diario tono suave como si nada hubiera pasado anoche.
— Pero el menor noto de inmediato los círculos oscuros debajo de sus ojos enrojecidos — Lo siento.
— Bright se rio entre dientes, en una implicación de tolerancia e indulgencia — Tontito — Abrió ambos brazos para que se acercara y le dio una sonrisa que estaba destinada a complacerlo — ¿Cómo podría enojarme contigo?
— Te quedaste despierto toda la noche — Gulf frunció el ceño pero de todos modos se acercó a los brazos del médico.
— Voy a dormir un poco ahora. ¿Juntos? — El "juntos" fue explícito y coqueto.
Gulf sabía que se estaba burlando de él y no después de reflexionar un poco se dio cuenta de lo atrevido que actuó anoche, lo cual fue tan vergonzoso que su rostro se tiñó de color rojo al igual que una rosa, desde las orejas al cuello.
— Bright acarició sus cabellos — Toma unas fresas, no comiste nada ayer.
Lo que el médico aprendió en la universidad fue que los pacientes pueden o no pueden comer, pero ahora se sabía convertido en el cocinero de la casa.
Gulf fue a comer algo. Las fresas estaban bastantes buenas, incluso tomó varios sorbos del dulce líquido que las acompañaba.
Bright se dio cuenta que Gulf tuvo una noche difícil. Sabía que no era el tipo de persona que tendía fallar a los demás. La angustia lo abrumó cuando se calmó. Mirando hacia atrás, era probable que se sintiera demasiado humillado para mantener la calma, y para ser honesto, no era como si nunca hubiera tenido esos pensamientos antes.
No estaba culpando a Gulf en absoluto.
Mew condujo solo hasta unas calles antes de la plantación de té. Anoche, la ubicación precisa de la casa de Joss Vachirawit le fue enviada a su teléfono celular e iba a ir allí de inmediato, pero luego dudo.
No quería verse repulsivo por su barba y su cabello desordenado; además, no quería sorprender a Gulf en medio de la noche.
Condujo varias vueltas alrededor del lago del oeste anoche, sin embargo no se atrevió a salir a caminar. Ni siquiera necesitaba estar allí en persona para imaginar las escenas del pasado en su cabeza, como si el banco junto al quinto sauce en el norte del lago fuera el favorito de su esposo, como si montara su bicicleta en círculos alrededor del bosque con Gulf en el asiento trasero, como su dibujo de mariposa para él, la cometa que hizo para él, como si tomara un bote hasta el medio del lago y lo amenazara con nadar de regreso si Gulf no lo besaba.
Se presionó con fuerza el puente nasal, él dijo que no lloraría. Todavía tenía la oportunidad de restaurar los viejos recuerdos con su esposo.
Solo tomó menos de media hora conducir desde el Hotel Wetland hasta la plantación de té. No conocía muy bien los caminos, por lo que tardo otros 40 minutos en encontrar el lugar.
La plantación de Joss no era tan grande; medía unos 3000 metros cuadrados. El ambiente era agradable y tenía un pequeño lago. Frente a la villa de tres pisos dentro del área, había un pequeño jardín con plántulas de jazmín protegido por cercas blancas.
Mew se bajó del coche y fuera de los cables que protegían la plantación, vio un gran golden retriever persiguiendo algo junto al lago. En los últimos días su visión se había vuelto borrosa, por lo que dedicó medio minuto a reconocer aquellas pequeñas cosas. Se trataban de unos gatos con los que jugaba el perro. Los gatos de Gulf.
Trepó por una puerta baja de madera para entrar. Mantuvo los labios sellados e intentó no golpear la puerta con impaciencia.
Bright acababa de poner a Gulf en la cama para que durmiera un poco más y cuando bajó las escaleras después de cubrirlo con las mantas, escuchó que alguien llamaba a la puerta principal. Los golpes no fueron apresurados, sino incesantes, lo cuál fue bastante molesto.
Al abrir la pequeña ventana antirrobo, vio a un hombre de unos 30 años que parecía bastante inteligente. Tenía un hermoso rostro varonil, pero sus labios se veían extrañamente azules. Quizás su corazón no estaba muy bien.
— ¿A quién busca? — Preguntó Bright.
— Como sofisticado hombre de negocios, Mew podía llevar un registro con respecto a todas las personas que veía, así que reconoció de inmediato el rostro de aquella persona en las imágenes de CCTV y se sintió tan alterado que las venas en su frente se marcaron — Déjame entrar.
— Menos posibilidades, por supuesto, para que Bright abra la puerta. No estaba asustado, pero Gulf se encontraba dentro de la casa — ¿Quién eres? — Preguntó de nuevo.
— Mew apretó los dientes y de repente golpeó la puerta con mucha fuerza, pero su tono seguía siendo tranquilo y educado — Me llamo Mew, Mew Suppasit.
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