El tiempo pasó muy rápido. Ya era mediados de Enero y en dos semanas después, sería Febrero.

A Gulf le gustaba dar un pequeño paseo cuando no se sentía tan doloroso, pero no se alejaba demasiado de la casa. Cuando se sentía en mal estado, se cubría con una gruesa manta de cachemira y leía libros en un sillón. No le gustaban los televisores ni las películas porque lo mareaban y le producían fuertes dolores de cabeza. Sin embargo, leer tampoco era tan cómodo para él, a menudo se quedaba dormido a la mitad de un libro.

Lo que más le asustaba a Bright ahora era ver a Gulf quedarse dormido. Se tensaba cada vez que se acercaba a él. Tenía miedo de que un día, aquel hombre durmiera en paz y nunca más se despertara.

Gulf notó que a través de los últimos días, había menos movimiento del doctor frente a él. Solo se preocupaba por sus propios asuntos, actuando bastante concentrado.

— Hoy, Bright, a diferencia de antes, levantó la cabeza después de terminar su dibujo y tuvo un buen estiramiento bajo el cálido sol de la tarde — Tu cumpleaños está cerca,¿verdad? — Luego se dirigió a Gulf.

— A esté le tomó un tiempo darse cuenta de que alguien le estaba hablando pero se inclinó un poco hacia adelante diciendo — ¿Cómo lo sabes?

Su cumpleaños era justo antes del 12 de febrero. Sin embargo, desde que se fue de casa hace una década, a nadie le importaba su cumpleaños, aparte de Mew.

— Bright le sonrió — Cuando completaste el formulario del hospital, le eché un vistazo a tu DNI.

— No fue un día doloroso para Gulf, así que estaba dispuesto a charlar con el médico — Está bien, ¿Qué has estado dibujando últimamente?

— Es secreto — Bright actuó mal esta vez.

— Gulf no tenía mucha curiosidad de todos modos — Traeré al perro aquí para que juegue conmigo. Me gustaría divertirme con él — No dijo el nombre de la mascota, ya que en realidad era algo infantil y lindo.

— En este momento Bright tenía un corazón más blando que el agua de los lagos en abril, pero tuvo que obligarse a sí mismo a decir que no. Se sentía preocupado — Tú sistema inmunológico esta muy débil, será mejor que juegues con él cuando estés mejor. El perro sale a pasear todos los días, él no está limpio.

¿Cuánto tiempo más podría esperar? Era probable que le quedaran pocos días a Gulf en donde pueda disfrutar de su buena salud, pero sabía que lo decía por su bien.

— Bright no pudo soportar verlo enojarse. Pensó un rato y se acercó a él — ¿Qué tal si te traigo un gatito? — Preguntó.

— Al escuchar aquellas palabras se animó un poco — Esta bien, quiero el que tiene bigotes negros y las cuatro patitas blancas.

— Lo conozco, es él más rápido — Se acercó al menor y le dijo con una cara sonriente — Bésame e iré a traer al gatito por ti.

— Gulf puso los ojos en blanco — No te burles de mí.

El médico de manera instantánea se rindió al verlo y sin poder evitarlo, rápidamente se acercó a la mejilla de Gulf y la besó.

El más pequeño estaba tan sorprendido que sus pupilas se dilataron.

Pero gracias al ritmo rápido de Bright, el esponjoso gatito se entregó a tiempo, o de lo contrario, era seguro que lo abofetearían.

Después de ese pequeño incidente, un toque de intimidad y romance que nunca antes había ocurrido irrumpió en su vida. El médico era un tipo muy descarado. Al principio, a lo sumo se sentaba junto a Gulf para leer libros, ahora los dos compartían una cama. También sostenía al menor alrededor de su cintura y lo besaba en la mejilla de vez en cuando.

Bright también lo complacía mucho. Ni siquiera leería un libro cuando tenía la intención de ignorarlo, cerraba los ojos y simplemente descansaba. Pero el doctor afanado en llamar su atención sacaba su poesía y le leía poemas extranjeros de amor apasionados. Y si no era suficiente para él, volvería a leer de forma sentimental un inglés británico estándar, y para finalizar, la tercera ronda en francés coqueto.

Era encantador.

El corazón de Gulf no estaba hecho de piedra. En este momento, tan solo no podía resistir la dulzura del doctor.

Bright fue el único, además de Mew en la etapa inicial de su relación, que vio a Gulf como la luz de su vida, pero los dos hombres eran diferentes. Mew apreciaba su versión adolescente que era tan bonito como las flores, mientras que Bright estaba enamorado de Gulf en su peor momento, la persona que había estado viviendo con otro hombre durante más de una década, así como la persona que era impredecible y poseía una fatal enfermedad.

El clima en Londres estuvo lejos de ser el ideal. Los días soleados eran raros incluso cuando no había viento ni nieve. La niebla provocada por la contaminación era un habitante frecuente de la ciudad; cada inhalación de aire irritaba las gargantas.

Tenía que ser el invierno más largo y frío que había pasado Mew, uno que había grabado para siempre el gris desesperado en su memoria. Era tarde, de noche y estaba en su habitación. No había un solo sonido alrededor de él. Se sentía como el último ser humano en este mundo.

No importa cuántas veces se dio la vuelta en su gran cama, cuando se despertaba abruptamente en medio de la noche y extendía la mano hacia la otra mitad, solo había frialdad, la frialdad ilimitada. En los últimos días Mew se obsesionó con los cigarrillos y los ceniceros de su cuarto o de la empresa siempre estaban llenos de colillas. Luego, empezó a beber, solo en casa. Si lograba emborracharse, otra noche pasaba tranquila. Pero cuando recuperaba la sobriedad a medianoche era lo peor, ya que la soledad lo tomaba desprevenido.

A menudo, no podía dormir bien, era atormentado por pesadillas. En los momentos más tortuosos, la pesadilla del día siguiente comenzaba desde donde había terminado el día anterior y se sentía muy real. A menudo soñaba con Gulf, que estaba solo en casa con un largo flequillo y pijama blanca, paseando por los pasillos una y otra vez. No levantaba la cabeza; iba a paso lento; abría las puertas de cada dormitorio y luego las cerraba, sin cesar. El otro día, el sueño de Mew incluso tenía sonidos. Gulf, que estaba repitiendo la misma rutina como si esperara algo detrás de las puertas, por fin, se sentó en el suelo, absolutamente fatigado. Sus lágrimas golpeaban la cerámica y formaban pequeños charcos uno tras otro, mientras decía con una voz triste y desgarradora:

— Mew... ¿Dónde estás?, no puedo encontrarte. Esta muy oscuro.

Mew se despertó por la pesadilla y tuvo demasiado miedo para seguir durmiendo.

— Es mi culpa — Su pecho estaba tan dolorido que curvó todo su cuerpo en un pequeño círculo para permanecer bajo el radar de la tristeza — Gulf, todo dependía de mí... no volveré a hacer esto, lo siento... lo siento.

Al principio, pensó que era pura angustia, la última parte de su conciencia, lo que causaba el dolor. Pero luego se desmayó en el trabajo. Cuando lo llevaron al hospital, le dijeron que en realidad había algo mal en su cuerpo. Había algo mal en su corazón.

La angustia podía causar dolor físico. Los labios de Mew se pusieron azules y sus ojos se nublaron.

Extrañaba a Gulf.