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🌼🌼Capítulo 31🌼🌼

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Maratón 4/10

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No encendió su teléfono móvil hasta que llegó en taxi a la estación de tren. Tan pronto como lo prendió, hubo muchas notificaciones y pocas llamadas telefónicas. La mayoría eran mensajes de texto de su doctor.

"Lo siento, pero realmente tengo un fuerte sentimiento contigo".

"Se que tienes pareja, pero puedo ser mejor que él".

"No te enfades, solo envíame un mensaje, ¿de acuerdo?".

"Gulf, puedes ignorarme. ¡Pero debes venir al hospital para recibir tratamiento".

"Es hora de la quimioterapia, ¿por qué no has venido todavía?".

"Si... Si no vienes otra vez, ¡iré a tu casa!"

"Gulf, te lo suplico, ven al tratamiento. Si lo deseas, después de eso, no vuelves a saber más de mí".

Después de leer los mensajes de texto, no sabía como sentirse, así que vacilando por un momento, se decidió por llamar al médico.

Pronto, la marcación fue correspondida, como si él estuviera esperando la llamada.

- ¿¡Gulf!?

- Lamentó causarle problemas durante mucho tiempo, Dr. Vachirawit... en cuanto a mí enfermedad, no me voy a tratar.

- Al otro lado de la línea, Bright se quedó en silencio durante varios minutos e inesperadamente grito - ¡No te lo permito!

- Gulf inquirió impotente - ¿Por qué? Con o sin la terapia, igual no viviré mucho.

- Te veré en tu casa - Bright relajo su tono, pero mencionó con determinación.

- El ojicafé sonrió - Me voy, doctor. Cuídate.

Compro un billete de tren para Oxford; luego continuaría su viaje a Liverpool. Según su plan, el dinero restante sería suficiente para alquilar un apartamento durante seis meses en la ciudad, si no continuaba con el tratamiento.

Gulf llegó a la estación de tren a las diez y media de la mañana. Todavía era demasiado pronto para partir.

Tuvo mucha paciencia por esperar, pero después de años de práctica, se había acostumbrado a hacerlo y era bastante bueno en eso. Los pasajeros abarrotaron el vestíbulo de la estación y todos los asientos estaban ocupados. Él no estaba tan cansado, por lo que se mantuvo a un lado del atestado salón: sin embargo, su sentimiento de vacío nunca se detuvo.

Mucha gente había previsto que la relación entre Mew y Gulf terminaría de esa manera. Su propia madre le dijo que el amor entre dos hombres no duraría mucho e incluso la madre de Mew dijo que se separarían antes de los 30 años.

Pero además de todo ello, había un dicho en la colección de ensayos pertenecientes a Jian Zheng, "camina por el camino que harías; yo vuelvo a casa"

Incluso si ellos, dos jugadores en un juego, pudieran negarse a enfrentar la realidad y enredarse entre sí hasta ahora, todavía no podrían escapar de su destino final: terminar.

El tiempo paso realmente rápido, y luego ya eran más de las doce en punto. Gulf comenzó a sentirse cansado por haber estado parado demasiado tiempo, así que fue a comprar una botella de agua para beber.

En ese momento, escuchó que la gente en la entrada empezó a hacer mucho bullicio, y vio a un hombre con abrigo gris que corría por el pasillo con una docena de guardias vestidos en trajes negros siguiéndolo. Dos de los guardias fueron a hablar con el personal de la estación, mientras que los otros, cada uno con una fotografía en la mano, comenzaron a buscar a alguien que parecía estar perdido.

Él se quedó a un lado atontado. Al principio, sintió curiosidad por saber por qué esos hombres hacían tal alboroto. Sin embargo, solo cuando posó sus ojos en el hombre alto con abrigo gris, reconoció de inmediato que aquella persona era Bright Vachirawit.

El médico logró notar a Gulf entre la multitud rápidamente; luego se acercó con paso apresurado y tan pronto como esté se dio cuenta de lo que estaba pasando, Bright se puso frente a él.

- Gulf, ¡maldición casi me matas del susto! - Sus ojos estaban rojos de rabia - ¿De verdad crees que un adiós es suficiente? ¿Dejar el tratamiento? Que fácil es hablar, ¡¿Por qué no dices simplemente que quieres suicidarte?! - Bright lo agarro de la muñeca y le reclamo con total indiferencia a la gente que lo rodeaba - ¿Qué llevas contigo? ¿Dónde está tú bolso? ¿Dónde están tus medicamentos?

- Gulf trató de retirar su mano con el ceño fruncido completamente avergonzado - Doctor, no hagas esto.

- ¡Bien soy jodidamente culpable! ¡Tú lo dijiste y me hiciste venir a hacerlo frente a extraños!

- Bright avanzó algunos pasos en dirección a la salida y lo llevó consigo mientras decía - Al principio pensé que ibas a hacer una tontería, así que fui con los guardias y médicos de emergencia a tú casa. ¿Qué pasa si no hubiera tenido tú GPS para ubicarte, tenías pensado morir en la calle?

Gulf, quien apenas se despertó de la caótica situación, se mostró reacio a irse. Es más, simplemente no podía soportar ser acosado por un hombre que estaba irracionalmente enojado con él, incluso si tenía buen carácter.

- Donde yo muera, ¡será decisión mía! ¿Qué tipo de médico eres? ¡Pareces parte de una mafia, irrumpió en mi casa y me siguió hasta aquí cuando tantos pacientes están esperando desesperados a su doctor!

- Bright se quedó quieto, mirando condescendientemente a los ojos del pelinegro con el rostro oscurecido, diciendo con voz ronca - Hay tantas personas, pero yo solo quiero curarte a ti. No puedes escapar, Gulf - La imagen de un amable médico vestido de blanco desapareció por completo. De repente, sostuvo a Gulf en sus brazos de una manera irresistible, pero dijo con una voz suave y afectuosa - Es la primera vez que aprendo de la mafia como secuestrar a alguien. Te secuestraré a un lugar donde desees ir, ¿te parece?

Tenía que admitir que nunca había visto al doctor ser tan terco y caprichoso. Desde que él entró, de alguna manera sabía que atraería la atención de la gente en aquel pequeño salón.

- Suéltame... puedo hablar contigo afuera - Gulf tuvo que ceder.

- El médico sonrió e inmediatamente soltó los brazos - Vamos.

Al ojicafé nunca se le ocurrió cuan espectacular fue el arreglo que Bright había hecho para él hasta que salió y encontró siete u ocho carros policiales estacionados en una fila fuera de la estación. El mayor abrió la puerta del primer auto y le hizo señas para que se sentara adentro mientras él estaba hablando por teléfono.

- Hermano, ya lo encontré. Déjame un coche y has que el resto de personas regresen. Uno es suficiente... esta bien, nos vemos. Cuando regrese te invitaré a tomar algo.

Antes de que Gulf estuviera a punto de decir algunas palabras en el asiento del pasajero, el doctor colocó un dedo al aire como indicación para que no hablara.

- Primero cierra los ojos - Mencionó, comenzando un juego de misterio.

Él no pudo negarse, así que los cerró ligeramente y esperó. El largo silencio en el coche se rompió de un momento a otro con un toque de algo húmedo y frío en sus labios. Gulf se sorprendió, pero solo cuando abrió los ojos, descubrió que estaba mirando a un gatito, cuya nariz rozaba contra sus labios.

- Tomando al felino entre los brazos, Bright se rió disimuladamente - ¿En qué estabas pensando?

- Sintió un rubor subir a sus mejillas, hasta que se dio cuenta de un detalle - ¿Este no es mi gato?

- Y solo cuando Bright puso al gato en el asiento trasero, notó que los otros tres mininos estaban todos juntos en un sueño profundo. El mayor explicó - Cuando llegue a tú casa y vi que no había nadie, supe que ibas a hacer un largo viaje. Pero ¿y los gatos? ¿Pensabas dejar que se mueran de hambre? Y hablando de tú...

- Entiendo, no es un buen tipo - El doctor tropezó con sus palabras, temiendo cometer errores.

- Gulf comprendió a lo que quería llegar y respondió en un momento de silencio - De todos modos, gracias.

- Bright a pesar de ello no olvidó el punto principal - ¿A donde irás?

- El ojicafé recordó su boleto de tren, que le costó mucho dinero pero que ahora estaba lamentablemente desperdiciado - Estaba planeando ir a Liverpool.

- ¡Bueno! - Sonrió - Mi hermano tiene una casa de té por ahí. El ambiente es genial, déjame llevarte.

Gulf se sorprendió. Por un lado, el viaje a Liverpool era demasiado largo y sería más cómodo ir en coche que en un abarrotado tren, pero él planeaba viajar solo.

- El doctor estaba de muy buen humor - Andando. Pero antes regresemos a mi casa para llevar a número dos. Extrañamente, le gusta ir allá, también le gustan los gatos... y le gustas tú.

- Negó con la cabeza - Doctor Vachirawit, será mejor que mantengamos las distancia. Tú lo sabes, no hay manera de corresponder a sus sentimientos - Lo dejó claro y no hubo eufemismo en absoluto. Además, no lo hizo por considerar algunos de sus propios intereses.

- Bright continuó manejando - No tengo otras intenciones. Yo también quiero descansar, además ambos iremos por la misma ruta. No me rechaces. Puedes considerarme como un amigo que te llevará a pasar el rato.

- El menor volvió la cabeza y vio la concurrida vista de la calle parpadeando frente a sus ojos - No quisiera incomodar a nadie.

- Me basta ahora que me permites acompañarte y mientras no seas tú quien se sienta incómodo, seré feliz - El médico lo miró y levantó suavemente los labios formando una sonrisa.

Gulf no dijo nada más por el momento y volvió a mirar a sus gatos, pensando que el doctor Vachirawit podría cuidarlos mejor.

Era un hombre que preferiría lastimarse a sí mismo antes que tratar mal a los demás y una vez que Gulf era tratado bien, no podía evitar querer pagarle a la persona con mucho más. Bright fue muy amable con él, no muy entusiasta pero considerado. Sin embargo, fue difícil aceptarlo, porque estaba muy cansado y no tenía fuerzas ni pensamientos adicionales. Él conocía muy bien su enfermedad. Incluso sin Mew, no podría pasar el resto de su vida con Mew. Por lo tanto, no podía hacerle perder el tiempo a su doctor.

Él se había quedado pensando durante unos minutos antes de hablar, tratando de persuadirlo para que cambiara sus sentimientos. Mientras, el doctor permaneció en silencio, lo que hizo que se enojara. Entonces simplemente habló con tono brusco.

En cuanto al médico, la negativa de Gulf sonaba como palabras de amor para él. Su tono suave y ligero no solo tenía disuasión o majestad, sino que también lo hacía sonreír. Cuando el pelinegro llegó al hospital antes, solo pronunciaba unas pocas palabras. Ahora Bright descubrió que una vez decía varias oraciones largas, el tono de Gulf comenzaba a cambiar, era una especie de dialecto sureño suave y tierno con un sonido final especial. Habiendo visto a través de él que su temperamento era tan suave como su acento, el doctor no le permitió irse solo, incluso si llevaba a número dos en el auto.

A su mascota le gustaban mucho los gatos y tan pronto como se subió al coche, se emocionó. Con su gran lengua barriendo las cabezas de los cuatro gatitos haciendo que estas se empaparan. Al principio, los gatos se sobresaltaron, pero poco a poco se fueron acostumbrando.

Sacando la cabeza a través del espacio entre los asientos, número dos vio a Gulf y estaba tan feliz que quería darle algunos besos, lamiendo con su gran lengua parte de la suave mejilla.

- Bright reaccionó incluso más rápido que el ojicafé y puso a su mascota en el asiento trasero - Tú madre anda débil, no debes besarla.

De repente, la mente de Gulf se quedó en blanco, con las orejas enrojecidas. No podía musitar una palabra.

- El médico lo miró de reojo pero se dio la vuelta para mirarlo correctamente y sonrió como un adolescente coqueteando con una tímida mujer - ¿Eres un niño? ¿Por qué te ruborizas?

Al escuchar eso, el menor volvió su rostro hacia el otro directamente. No esperaba que un médico honorable dijera esas palabras.

Bright sonrió con voz apagada, nunca pensó que una persona como Gulf fuera tan graciosa, que a menudo se mostrara tímido, se sonrojara e incluso no supiera que decir cuando se sentía demasiado avergonzado. Tenía que admitir que cuanto más lo miraba, más le gustaba.

Era fácil tener sueño cuando estaba en el auto. Gulf cerró los ojos ya que no quería debatir con el hombre y se quedó dormido lentamente.

Todo salió bien cuando Mew fue a firmar el contrato. Pero desde que llegó, no había parado de pensar en su esposo. Se sintió en estado de trance todo el día, con su mudo corazón dolorido. Él solo quería renunciar al contrato e irse a casa para asegurarse de que Gulf estaba bien.

Así que regresó temprano en la noche y compró mucha comida. Incluso se dedicó a pedirle al asistente Kao que hiciera una cita en la joyería. Mañana, llevaría a Gulf a personalizar un par de anillos nuevos. Para que en el futuro, puedan pasar un buen rato, acompañados, en lugar de pensar en diferentes banalidades.

Pero desde el momento en que abrió la puerta, se sintió extraño. La habitación estaba oscura y silenciosa así que encendió la luz, solo para darse cuenta que Gulf no se encontraba en casa.

Incluso los gatos se habían ido.

Si solo el ojicafé no estuviera en casa, él no estaría tan asustado. Podía esperarlo. Incluso si salía y se metía con otros hombres, Mew podría esperarlo con una actitud amable que nunca antes había mostrado, tal como lo había hecho Gulf por él en innumerables ocasiones. Pero los gatos desaparecieron.

Y Mew sabía cuánto amaba Gulf a esos gatos, por lo que nunca los regalaría ni los abandonaría.

Tan pronto como pensó en todas las posibilidades, sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo. Luego, se estremeció al recordar la extraña actitud de su esposo recientemente.

Gulf se había ido.

No hubo presagio. El menor no había mencionado nada sobre irse en ninguna de sus peleas ni lo había tomado como una amenaza incluso después de saber que Mew tenía otros amantes.

En cambio, fue generalmente gentil, humilde y apacible, sin quejas. Pero una persona así era la que se fue en silencio.

Finalmente, el castaño se respondió algunas preguntas que rondaron por su cabeza. Corrió locamente al dormitorio, luego al cuarto de invitados, al estudio y al resto de la casa.

No hubo pérdida de cosas importantes, pero Mew sabía que su tarjeta bancaria había desaparecido y junto a ella uno de los abrigos favoritos de Gulf.

Quizás hubo tal tipo de pérdida en el mundo secular, sin despedidas ni rupturas; que incluso cuando llegas, inesperadamente todo era tan pacifico que no podías sentir la tristeza en un instante.

Parecía como si una tormenta repentina viniera en un día soleado; como si tú precioso jarrón cayera repentinamente al suelo cuando trataste de limpiarlo. Frente a eso, solo podías sentirte desconcertado en un silencio interminable.

Mew estaba solo en la sala de estar, sintiéndose perdido sin saber cómo manejar tal situación. Su mente todavía estaba confundida. No entendía por qué se fue y adónde podría irse ese hombre.

Simplemente se quedó allí, hasta que una repentina sensación de impotencia lo golpeó. Él nunca se había sentido tan solo y desolado como ahora. Ni siquiera cuando se convirtió en un extraño para su familia por la relación que tenía con Gulf, ni siquiera cuando era tan pobre que comía sólo un plato de sopa al día, o cuando había estado fuera de casa durante una docena de días por diferentes razones. Pero ahora lo hizo, porque Gulf no estaba detrás de él para apoyarlo. Realmente se había ido.

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