🌼🌼Capítulo 24🌼🌼
Mew no manifestó ningún sentimiento, solamente miró al ojicafé como si estuviera leyendo uno de sus contratos. Su expresión era fría y racional, o al menos, parecía racional por ahora.
— ¿Dónde está tu abrigo? — Escaneo todo el cuerpo de Gulf, quitándose las gafas. Tenía un grado muy bajo de miopía. Los usaba por un tiempo solo cuando estudiaba contratos importantes para la negociación.
— El menor sintió que podría morir de frío en ese momento, incluso su reacción se ralentizó. Le sonrió a Mew y dijo con voz débil — Aún no haz cenado, ¿verdad?
La expresión del castaño cambió en un instante, y una pila de documentos fueron lanzados directamente en el rostro de Gulf. Los papeles aún no habían sido grapados y lo cubrieron por completo. No fue doloroso, pero la tristeza invadió todo su cuerpo.
Mew había estado de buen humor hoy. Después de trabajar en un proyecto de licitación durante mucho tiempo, finalmente se puso en contacto con el precioso hijo del alcalde Max. Ese tipo era muy cariñoso con su pareja, quien había contraído una enfermedad fatal, por lo que se le veía muy deprimido en el trabajo. Recientemente, se dijo que obtuvo la médula adecuada y se le notaba mucho más alegre, esto le dio fácilmente los beneficios a Mew. Ahora solo quedaba trabajo de redondeo. También sabía que había sido indiferente a Gulf durante largo tiempo y decidió llegar a casa temprano para acompañarlo. Pero se dio con la sorpresa de que él no estaba allí.
De hecho, no se enojó tanto por eso, pensó que era normal que Gulf saliera y comprara algunas verduras o artículos de primera necesidad. Esperó pacientemente durante algunas horas y cuando se sintió aburrido, pensó en hacer algo. Él no quería trabajar en casa así que descartó la idea. De repente, recordó la bufanda que Gulf le compró el año pasado. La que traía puesta en estos momentos también era una actitud implícita de mostrar su amor por el menor. El día de Año Nuevo, quería llevarlo a ver esculturas de hielo.
El problema vino justamente de una bufanda.
Cuando encontró un elegante pañuelo clásico de Burberry doblado en una bolsa de papel, pensó en el que había tenido durante mucho tiempo. Siempre se preocupó por sus propias cosas y estaba seguro de que eso no era suyo. ¿De quién era esa bufanda? Gulf siempre se mostró absolutamente reacio a comprarse una tan cara. ¿Fue un regalo que le dieron? Dudó de la última alternativa ya que está no tenia etiqueta y parecía que se había gastado.
Mew acercó la tela a su rostro, oliendo una fragancia fría y el desinfectante del hospital. Repentinamente, recordó al médico que conducía un Ferrari y le envió a su esposo unas orquídeas en maceta por valor de 2 millones de dólares.
Esto es algo serio. Mew era muy posesivo con su pareja, sin embargo, rara vez mostró esta posesividad porque el ojicafé era gentil y manso además apenas salía. Se preguntó qué hacía Gulf en los lugares donde no lo veía. ¿Es que no podía soportar la soledad? ¿Había más cosas de otros hombres a parte de la bufanda en su casa? ¿Qué hacía en su casa durante las incontables noches donde no estaba? ¿Acaso se acostaba con él?
Cuanto más pensaba, más disgustado se sentía. La imaginación era a veces algo muy dañino y Mew había dejado volar su imaginación durante toda la tarde, esperando su llegada.
¿Qué tipo de compra podría demorar tanto? Lo más probable es que Gulf se encontrara en una cita.
Antes de que tuviera tiempo de pensar más, el pelinegro regresó.
— ¿Eres jodidamente bueno en esto, Gulf? No sé si puedas seducir a los hombres si continúas con las reacciones de un muerto en la cama — Mew entrecerró los ojos haciendo una mueca de desprecio, ese tipo de mirada lastimó mucho al ojicafé.
Gulf bajo los ojos y se arrodilló lentamente para reunir los documentos que fueron esparcidos en el piso uno por uno. No quería hablar con una persona que se encontraba en un estado irracional. Aunque sus palabras lo lastimaran más que el frío viento de invierno que soplaba a las afueras.
Su actitud molestó al más alto, él no podía soportar el silencio y sintió que era aquiescencia. Estaba completamente molesto y cuánto más silencioso estaba Gulf, más enfadado se sentía. Así que en un ataque imprevisto se acercó al pelinegro que aún estaba medio arrodillado y lo pateó.
Gulf no esperaba que su esposo lo golpeara de repente. Solo pudo sentir un fuerte dolor en su hombro y luego debido a la fuerza, chocó contra una esquina afilada de la mesa ubicada detrás de él.
Después de la aspiración de médula ósea, su cintura no estaba bien. Así que se acurruco en el suelo, sin poder estirarse debido a la punzada causada por la colisión.
— Voy a preguntarte una vez más, ¿a donde fuiste? — Mew se hizo de la vista gorda ante el sufrimiento del pelinegro y le preguntó con voz fría.
— Hospital — Gulf lo miró con el rostro pálido y una profunda tristeza en los ojos.
— ¿Dejaste tu ropa en el hospital? — Apretó los labios y se inclinó para sostener la barbilla de Gulf con una de sus manos.
— Si — Él no explicó más. Ese era el hecho. No quería saber que estaba pasando por la imaginación del castaño en ese momento.
— Mew frunció el ceño lentamente y aflojó su agarre en la barbilla de Gulf. Sus ojos estaban llenos de disgusto como si fuera un niño pequeño que hubiera escuchado sucios chistes por primera vez. Comentó con sorpresa en un tono malicioso — Eres una pequeña puta, ¿Dónde te sientes mejor cuando follas con el doctor? ¿En su consultorio? ¿En la sala de espera? ¿O en mi cama?
— Gulf levantó la cabeza bruscamente. Era increíble, el hombre al qué pasó la mayor parte de su vida amando con todo su corazón y alma lo estaba insultando con palabras tan asquerosas. Luchó por ponerse de pie y se esforzó en mantener el equilibrio — ¡Mew Suppasit!
— No sabía cómo pudo pronunciar el nombre tan fuerte, ya que para entonces estaba tan débil como el agua — ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Tú eres quien sale a divertirse! ¡¿Con qué cara vienes a juzgarme?! ¿Crees que no se lo que has hecho? Realmente me tratas como un idiota, ¿no? Como si tú fueras lo mejor.
Gulf fue interrumpido por un fuerte golpe en la cara.
Mew estaba tan enojado que no pensó en si estaba equivocado con su doble estándar; sólo se preguntaba si Gulf realmente se había acostado con otro hombre. Él fue su amor desde que era un adolescente e incluso haría todo lo que esté a su alcance para no mostrárselo a nadie.
La bofetada hizo que la mente de Gulf se confundiera y sus oídos zumbaran. El castaño se acercó y lo agarró de la muñeca para arrastrarlo al dormitorio. No era como el doctor Vachirawit que no estaba dispuesto a obligarlo o herirlo. Mew era tan vigoroso que sujeto sus muñecas hasta ponerlas azules.
— Solo tengo que unirme al espíritu de la ocasión. ¿Qué has hecho en esta casa? ¿No tenías otra elección? ¿Por qué mantienes una relación dudosa con ese hombre? ¿Eh? O simplemente necesitas a alguien con quien follar.
La bufanda que causó el problema fue arrojada sobre la cama. El colchón y las sabanas se tiraron por todo el suelo porque Mew sentía que estaban sucios y repugnantes.
Gulf notó la delicada tela y recordó el día que su médico lo llevó a casa, Bright se la envolvió en el cuello. La había doblado, pero se olvidó de devolverla cuando fue al hospital.
— ¿De quien es la bufanda? — Mew la señaló.
— El se rió con tristeza — Del doctor.
— Tú ropa está donde el doctor, y la bufanda del doctor está en mi casa. Que coincidencia, ¿no?
Gulf quería abofetearlo en la cara para hacer que dejara de hablar con esa voz llena de sarcasmo, pero la ira ahogó sus palabras. Mew lo presionó en la cama y su espalda fue lastimada por la base de madera, que era fría y áspera.
— Te odio — El ojicafé no se resistió más a las acciones e incluso si su tono era tranquilo y plano, las dos palabras hicieron temblar a Mew.
— Pero ese pánico momentáneo fue seguido por una ira más violenta. El castaño utilizó la bufanda para atarle las muñecas con fuerza — Yo tengo que salir y entretener a los clientes, ¿Acaso es tan difícil para ti quedarte en casa? Extrañas a tu esposo, ¿no es así? Muy bien, hoy te follaré hasta que no te atrevas a tocar a nadie.
El olor a desinfectante de la bufanda permaneció en la nariz de Gulf, distrayéndolo en un momento inoportuno. Ese era el mismo olor cuando el médico se acercó y lo abrazó, estaba tan cauteloso y asustado; probablemente le gustaba tanto Gulf que no podía hacerle ningún tipo de daño.
¿Y Mew?
No le quitó la ropa por completo, él simplemente desabrochó la cremallera de sus pantalones.
— Bastardo — Insulto de forma grosera y sin piedad — ¡No debería dejarte solo en casa!
El ojicafé se estremeció debajo de él. Como si hubiera sido apuñalado profundamente por un cuchillo. Esta vez, Mew no lo lubricó, pero usó dedos empapados en saliva para su inserción.
Nunca se sintió tan doloroso, lo que estaba sintiendo se asemejaba a dar a luz a un bebé. Gulf estaba siendo desgarrado por dentro. Apretó los dientes y no pudo evitar gemir amargamente. Luego comenzó a morderse los labios, la lengua y la suave pared interna de su boca para calmar su agonía.
La conciencia de Gulf era intermitente. Estaba en trance. Sentía que se estaba muriendo y ni siquiera podía llorar, lo único que percibía era el sudor frío en su frente.
Por otro lado, Mew también se sintió incómodo en el proceso. Le dolió el lugar seco y estrecho, pero quería intimidar a Gulf y hacerlo sufrir, así que no se permitió parar.
— ¿Admites tú culpa?
Al final, el pelinegro escuchó esa frase y lentamente rodo sobre su tenso cuerpo, con su rostro apoyado en sus rodillas. No habló, sintiendo como el calor residual abandonó gradualmente su interior.
— ¿Q-Qué me está pasando? — Gulf murmuró mientras sus ojos se fueron nublando, nada podía reflejarse en ellos.
Mew frunció el ceño y se inclinó para obligarlo a enfrentarse a él. Pensó que había hecho una concesión, pero aún así fue totalmente ignorado.
El rostro de Gulf se volvió con la fuerza hacia su dirección, apenas pudiendo enfocar sus ojos. Sus pupilas eran grandes y negras, pero ya no había afecto en ellas.
La sombra oscura del mayor se reflejó en los ojos de Gulf, que estaban llenos de abrumadora desesperación. Su corazón de repente se estremeció de dolor y levantó la mano para tocar las pestañas del pelinegro, tratando de confirmar si la angustia que vio era solo una ilusión. Pero tan pronto como levantó la muñeca, Gulf tembló y escondió su rostro con ambos brazos, ese hermoso rostro que ahora estaba cubierto por una marca de mano roja. Pero de repente, comenzó a toser. Su palidez mostraba el extremo padecimiento. Luego tosió otra vez, pero a diferencia de la primera, una sustancia de color rojo oscuro tiñó las blancas almohadas.
— En ese instante la cara de Mew cambió y sus pupilas se contrajeron. Se inclinó para sostener a Gulf, mientras sus manos comenzaban a temblar — Gulf ¿Qué pasa? Déjame ver... ¡Rápido déjame ver!
— El ojicafé temblaba severamente cada vez más, y cuando abrió la boca, la sangre se deslizó por sus labios. Trato de agarrar a Mew con sus dedos blanquecinos — Frío.
Esté atrapó la sábana en una ráfaga y lo envolvió con ella. Dio la vuelta a Gulf y los sostuvo en sus brazos, pero al momento de realizar aquella acción, tocó un líquido frío y pegajoso que se esparcía debajo de él. Mew se sentía completamente aterrorizado. La herida de desgarro que le había provocado al menor aún seguía sangrando, en gran cantidad.
— Está bien, estarás bien. Vamos al hospital de inmediato. Todo está bien — Mencionó intentando consolar no solo al ojicafé, sino también así mismo. Era demasiado raro que hablara en un tono de pánico. Siempre fue como un estratega, tranquilo y elegante.
— No iré al hospital — Gulf dijo con su voz saliendo un poco apagada. Intento aclarar sus pensamientos pero sus bellos fanales café fueron cerrándose inconscientemente.
— El castaño se levantó de la cama y sin perder más tiempo, hojeó su libreta de direcciones. Marcando un número — ¿Saint? ¡Agarra tu botiquín de primeros auxilios y ven a mi casa ahora!
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