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🌼🌼Capítulo 21🌼🌼


Estaban en la escuela secundaria. Un día, después de que terminaron las clases, Mew le dio una nota y preguntó.

¿Sabes cómo se siente querer mucho a una persona?

Cuando el ojinegro era joven, no usaba la palabra "amor" muy seguido, pero era real cuando decía que amaba a Gulf mucho más que nunca.

Ese día, el pelinegro sostuvo la nota en sus manos y pensó en la respuesta toda la noche. En el último momento, recordó la frase de una escritora famosa que decía.

"El amor hacia las personas tolerantes y silenciosas.
Sin preguntas, sin quejas y sin tristeza".

Esa respuesta había sido sopesada y considerada en su mente miles de veces durante más de diez años, pero no se la había dado. La mantenía solo en su corazón, porque el sentimiento se desvanecería con las palabras.

"Ustedes no podrán durar hasta los treinta años"

Gulf tuvo un sueño inquieto. Despertó temprano en la mañana, sintiéndose cansado y débil.Después de tambalearse para darse un baño, se puso el pijama y volvió a acostarse en silencio. Tenía frío, pero la sábana con su esposo adentro estaba cálida.

Para la parte norte de Londres, el amanecer en invierno como de costumbre era muy tarde. Mew, que estaba agotado por lo reciente, todavía estaba sumido en un profundo sueño. Gulf mordiendo su labio inferior, se acercó con cuidado para abrazar de forma suave la ancha espalda del hombre. El amor que sentía hacia él era tan profundo que el miedo y el afecto se habían fusionado en su sangre y alma. Aunque había aceptado la hemodiálisis varias veces, su amor por Mew nunca fue filtrado; se mantuvo allí, en cada fibra, y se había convertido en un instinto indescriptible desde hacía mucho tiempo.

No habría una persona como él que acompañe al castaño durante 14 largos años, además había soportado tres años de larga espera mientras Mew tenía aventuras y pasará el último año de su vida amándolo. Era solo Gulf, quien siempre podría ser tan tierno y valiente. Únicamente él.

Mew se despertó y lo encontró todavía durmiendo en sus brazos, en el estado medio despierto apretó su agarré sobre él. Debido al amor subconsciente que sentía, el ojinegro nunca permitió que nadie se quedara en su cama durante una noche entera, excepto por Gulf Kanawut.

El físico del menor no cambió mucho durante estos años, ya que ahora estaba durmiendo en sus brazos como un lindo gatito, como si aún estuvieran en la escuela secundaria. Algo que no podía recordar era cuando fue que Gulf se detuvo para aferrarse a él, cuando se detuvo para preguntar por su paradero aquel día que se quedó fuera toda la noche, o cuando se detuvo para mirar a sus dudosos amigos. El ojicafé siempre estaba solo, por ello se volvió cada vez más introvertido y triste. Incluso Mew llegó a pensar que estaba aburrido de él durante bastante tiempo y no quería quedarse al lado del pelinegro. Solo hasta hoy, se dio cuenta de que todo fue culpa suya pero tenía demasiado miedo para enfrentarlo. El castaño tenía miedo de confrontar aquella mirada tierna pero vacía, ojos evasivos y la resistencia involuntaria en la cama.

Extendió su mano para meter los mechones de cabello desordenado detrás de la oreja de Gulf, mientras lo veía con una mirada suave y profunda, él todavía dormía con respiración regular, y esta hizo que su corazón retumbara. Al final, no pudo evitar tocar el rostro sonrojado. Sintiéndose aturdido cuando descubrió que el ojicafé tenía fiebre.

¿Gulf? Se un buen chico y levántate — Dijo elevando las cejas y pellizcándole leve el punte de su nariz.

El menor estaba acostumbrado a tener fiebre baja, por ello no tenía ninguna sensación obvia de malestar. En cambio, estaba sufriendo dolor de cabeza después de que Mew lo despertara, así que lo sacudió suavemente y resopló bajo para mostrar su rechazo.

El castaño se enterneció, su pequeña pareja era un "mimado" al igual que un niño testarudo. Luego lo arropó y se levantó de la cama para buscar medicamentos.

Para su sorpresa, la estantería, aunque originalmente no era tan grande, ahora estaba medio vacía y la otra mitad estaba llena de diferentes tamaños de botellas de vidrio con pastillas en su interior. Se suponía que eran medicinas, sin embargo, no parecían serlo. Pero si en realidad lo fueran, entonces era extraño tener tantas allí. Mew no se lo tomó en serio. Encontró el medicamento para la fiebre en el botiquín y se apresuró para regresar a la habitación.

Primero toma un poco de medicina y luego sigue durmiendo — Llevo una taza de agua a los labios del pelinegro.

Este recobro los sentidos luego de unos minutos y se acercó para tomar la medicina.

— ¿Cómo es que tan pronto tienes fiebre? ¿Me sobre pase anoche? — Mew preguntó.

Él no respondió y se envolvió con la frazada, dándole la espalda.

— Hoy estoy libre, después de comer te llevo al hospital. ¿No estás siendo muy rudo conmigo, bebé? ¡Estás muy delgado! — Moviendo su mano sobre el cabello de Gulf con un toque suave, se sorprendió un poco al descubrir lo famélico que estaba.

— El menor sé puso rígido y respondió hoscamente — No quiero ir al hospital — Haciendo una pausa por unos segundos, agregó — Ve a alimentar a mis gatos, por favor.

— No te enojes. Escúchame — nunca se comprometería con lo que había decidido hacer, pero se dio cuenta de lo duras que sonaron sus palabras y resignado agregó — Iré a alimentar a los gatos, así que no, no te preocupes por eso.

Al verlo salir de la habitación, Gulf todavía no quería ir al hospital. Si lo hacían, el mayor se enteraría de la crónica enfermedad y su relación se vería condenada a terminar, además ya era demasiado tarde para compensar lo que se había perdido. Y Gulf nunca aceptaría las disculpas o la culpa, si fueran hechas por la simpatía.

"Mew, ¿donde estabas en primer lugar?"

La mirada en sus ojos se tornó triste, porque recordó que hace solo dos meses, el ojinegro no accedió a volver a casa para comer dumplings con él, ni le preguntó porque su rostro estaba tan pálido. Si tan solo eso no hubiese pasado, él no habría guardado su secreto durante tanto tiempo. Se necesitaba más que amor para resistir toda negligencia y dolor, al igual que dedicar el afecto e incluso la vida al otro, sin tener en cuenta la muerte.

Su rostro se puso más pálido, tenía dos opciones. Podía fingir ser frío o mostrar debilidad para evitar las cosas que no quería hacer.

— Después de que Mew preparó el desayuno y regresó al dormitorio para llamar al pelinegro, descubrió que este se había acurrucado en la cama, su rostro estaba pálido y cubierto de sudor frío. Gulf lo notó, levantó la cabeza con los ojos llenos de lágrimas, queriendo hablar, pero solo abrió la boca y murmuró — Amor... me duele.

— ¿Dónde? Dime, ¿dónde te duele? Gulf no me asustes.

— Me siento débil, me duele mucho la cintura y las piernas.

— El más alto lo sostuvo en sus brazos con la sábana envuelta alrededor de su cuerpo, sólo supuso que el sexo de anoche hizo que el ojicafé se cansara y tuviera fiebre. Se sentía muy culpable consigo mismo, así que lo consoló suavemente — Luego toma un poco de sopa, por hoy descansa muy bien. Vamos a la revisión médica otro día.

Gulf asintió con la cabeza, sabiendo que había guardado su secreto una vez más.

Mew estaba muy ocupado y al ver el nombre de la secretaria en la llamada entrante respondió.

— Fue una conversación muy trivial, sólo temas del trabajo. Cuando colgó extendió la mano y cerró el cuello de la pijama del menor. Luego le dio de comer una cucharada de sopa — Calienta tu estómago un poco, y luego acuéstate. Te acompañare para que descanses bien.

Gulf se sentó en silencio, tomando aquel líquido. Iba a responderle pero antes de que dijera algo, el teléfono de Mew volvió a sonar.

— El ojinegro dejó el cuenco para levantar su teléfono celular, pero su rostro se volvió sombrío cuando miró el nombre en la pantalla de la persona que llamaba. Sin pensarlo dos veces colgó el teléfono y lo apago. Luego miró a su esposo con una sonrisa — De verdad quiero acompañarte y que siempre escuches las nimiedades de la compañía no te hace bien.

Y Gulf aparento que no pudo ver el nombre de la persona que llamaba, Arm. Que se dio en un tiempo muy corto pero doloroso.

Ahora Mew ya no estaba de buen humor en lo absoluto. De hecho, estaba tan enojado que quería matar a Arm, prefiriendo mil veces su carácter discreto. Al principio el menor se veía feliz cada vez que lo llamaba y nunca le hacía rabietas ni se enojaba por sentirse excluido. La sonrisa de Arm era un poco tonta pero cálida y él de verdad le tenia cariño. Pero ahora, se sentía aburrido. En Francia, Arm interrumpió la llamada, incluso sabiendo que era de su esposo y está vez, quería cerrar cualquier contacto con él; Arm debería haberlo sabido, pero aún así marcó su número de nuevo. ¿Acaso lo quería rastrear? Era una locura hacer eso.Weerayut  seguro había considerado su peso en el corazón de Mew, había pensado que se preocupaba por él y quería ser su pareja formal después de años en compañía.

Sin embargo, Mew no iba a permitir nunca más que hiciera cosas que incluso Gulf no hizo.

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