— ¿Qué pasa? — Mew sostuvo la cara de su pareja, que se encontraba llena de interrogación en los ojos — Últimamente te he notado algo extraño.

El ojicafé negó con la cabeza y sintió un poco de comezón en la mejillas debido al fino cabello de sus manos.

— ¿Está es la manera de culparme por descuidarte? ¿Estás enojado conmigo? — Dijo como la forma de calmar a un niño pequeño, con un poco de sentido bromista en la voz — Ahora estoy de vuelta, ¿verdad?

Gulf levantó sus ojos y lo miró, dirigiéndole una mirada complicada, pero fue solo por un momento ya que los cerró de nuevo. Luciendo inocente y adorable con las pestañas largas y gruesas cubriéndolos silenciosamente.

Parecía que la fría y aguda decepción que destellaban fue solo una ilusión de Mew.

Gulf siempre había sido gentil. Como ahora, que bajó la mirada, pero poco tiempo después aquella gentileza se convirtió en arrogancia, fría y distante al extremo; la mirada que le estaba dirigiendo a Mew ahora era una en forma de espina, que lo torturaba.

El ojinegro de repente recordó la llamada de Gulf cuando estaba en Francia esa tarde. No estaba seguro si había escuchado la voz de Arm. En realidad, debería de haberle dado una adecuada explicación a pesar de ello. Pero él no preguntó nada al respecto, por lo que definitivamente no pudo ni quiso explicarlo. Cuando terminó la llamada ese día, de alguna manera su corazón se sintió muy enojado. Él directamente le dio la espalda a Arm. Lo que más odiaba era que los amantes quisieran reemplazar a su esposo, Gulf, el único al que amaba. Nadie merecía su amor, excepto él. Cuando Arm respondió ese día, Mew le dio directamente una bofetada junto con un boleto de regreso a Londres. Después de que este se halla ido, se encargó solo de su trabajo en Francia.

Supuso que Gulf sospechaba de su amante, pero no esperó que el resultado fuera tan severo.

— Cariño me equivoque — Sostuvo el delicado rostro del pelinegro y beso suavemente sus cejas y mejillas — Es mi culpa... te he descuidado. Prometo que el día de Año Nuevo te llevaré a donde quieras ir.

Lo beso, pero Gulf no dijo nada, mirándolo con sus pestañas revoloteando como las alas de una mariposa.

— El corazón de su esposo se derritió, con todas las disculpas y la culpa corriendo por su cuerpo. Su tono se volvió mucho más amable — Cariño te amo, por favor no me ignores.

— Las lágrimas de repente cayeron, a pesar de que Gulf había cerrado los ojos tratando de cubrirlas — Yo no te extrañe.

— No importa. Porque yo si lo hice — Mew lo sostuvo en sus brazos y luego lo presionó contra la cama del dormitorio.

Gulf estaba mintiendo, lo había extrañado tanto que sentía su corazón herido, pero a un así se negó a admitirlo. ¿Cómo podía el hombre, que disfrutó un viaje con su amante, expresar su desesperación de una manera tan cariñosa?

De hecho, las buenas habilidades de actuación no tenían nada que ver con los sentimientos por lo que Mew pudo ver a través de sus mentiras en un vistazo, mientras él no podía escapar de sus dulces trampas.

— Apaga las luces — El ojicafé tembló ligeramente al sentir una cadena de besos húmedos en su cuello.

— Déjame verte — Mew mordió sus clavículas y sonrió gentilmente — Hemos estado casados durante mucho tiempo. No seas tímido.

— El pelinegro respiro de manera inestable, temía que Mew pueda ver las marcas y moretones producto de las inyecciones en sus brazos. Así que casi llorando, dijo con voz entrecortada — Por favor, apaga las luces. Te lo suplico.

Mew no tuvo más remedio que hacerle caso, su cuerpo pedía a gritos atención, sobre todo su entrepierna, de donde ya destacaba un bulto enorme. Tomó los pantalones del otro en sus manos y los sacó de un simple tirón hacia abajo. En un instante ya lo tenía completamente para él. Nadie más. Sus enormes manos se aventuraron a serpentear por sobre todo el cuerpo de Gulf.

Esté echó su cabeza hacia atrás con pequeños jadeos escapando de sus labios, siendo acallados por los besos y la caliente lengua de Mew.

El castaño aprovechó el momento para darle una larga lamida a su cuello, chupándolo y mordiéndolo asegurándose de marcarlo por cada mínima parte de su cuerpo. Cuando se sintió satisfecho, dejó la sensible piel para rebuscar en el cajón del velador que se encontraba al lado de la cama, sacando un pequeño bote de lubricante. Levantó la tapa y llenó su enorme mano con el líquido viscoso. Después lo tiro al suelo, dirigiendo dos de sus dedos hasta la entrada de Gulf, introduciéndolos suavemente.

El pelinegro al sentir como los largos y anchos dedos de Mew entraban en él soltó un fuerte gemido, acercando sus labios al oído del más alto, quien ni siquiera esperó un poco y metió otro más.

— Lo estás haciendo muy bien, eres un chico tan bueno — Mew puede sentir como el menor se tensaba debajo de él contrayendo la entrada sobre sus dedos. El miembro del castaño se calentó demasiado así que después de prepararlo, se acomodó y alineó su miembro en la hendidura rozándola con su cabeza, le gustó tanto la vista que decidió jugar por un momento, deslizando su pene gracias al lubricante sobre la dilatada entrada de Gulf.

Se estaba volviendo loco y sin poder contenerse más lo penetro de una profunda estocada. La boca de Gulf se abrió tratando de buscar aire, aferrándose a la espalda de Mew con fuerza, rasguñándolo, dejándole notables marcas rojizas.

— Joder, mierda, mierda — El castaño se movió rápido, casi incrustándose en todo el cuerpo de Gulf quien estaba en sus brazos, él fue invadido a una profundidad sin precedentes. Apoyó la barbilla en hombro del ojinegro, sin poder evitar rogar y sollozar en voz baja.

— Mm, Mew — Gulf gime contra las sábanas volteando su cara hacia ellas, mordiendo las telas y se contrae alrededor de la polla que está dentro suyo. Mew retiene un gemido por la sensación. Él quería ir lento, pero puede sentir los músculos contraerse alrededor de su polla, puede sentirse a sí mismo palpitando fuertemente junto a los arrebatos de la calidez apretada de Gulf.

— ¿Cómo me llamaste? — El ojinegro se movió con fuerza y agarró la pequeña cintura, enterrando sus dedos en la suave y canela piel.

— Mi amor lentamente, por favor, lentamente — El dolor provocó que la voz del pelinegro fuera inconexa.

— ¿Ahora sabes lo que hiciste mal?

— Él no pudo responder, parece haber perdido la capacidad de formar palabras al enterrar su rostro en las almohadas. Estaba casi desmayándose, pero aún podía sentir como su cuerpo era empujado hacia adelante con cada acometida del miembro de Mew. Sacudió la cabeza y se forzó a contestar inconscientemente — No lo sé, ¡ah!

Las embestidas se volvieron más potentes, aún no se había recuperado de la vez pasada y sentía que le quemaba, por lo que su espalda se arqueó de dolor.

— Mew sonrió y empujó de nuevo, amando los sonidos estrangulados que Gulf estaba haciendo mientras rozaba su próstata y aferrándose a las caderas desnudas del menor, preguntó en un tono ronco pero gentil — ¿Me extrañaste?

— Sí, sí lo hice... mucho — Finalmente logra decir, con un susurro destrozado.

— El ojinegro se sintió aliviado y un poco encantado con su respuesta, luego mordió el lóbulo de la oreja del más pequeño. Empezando a moverse más suave después de eso — Oh bebé, yo también te extrañé.

Gulf había escuchado la última oración, pero su cuerpo se comenzó a apagar lentamente, quedando solo en la decepción y tristeza.

Te amo, pero no me trates como un tonto.

Cuando todo terminó, el pelinegro yacía boca abajo en la cama, Mew lo tomó en brazos y dejó que se tumbara sobre su pecho. Este tipo de acciones era las que solía hacer en sus primeros años. En esos momentos, ni siquiera tenían dinero para pagar las facturas de calefacción en invierno y Gulf era sensible al frío, es por eso que solía abrazarlo con fuerza y envolverlo en las tibias sábanas. Se había mostrado reacio a hacerlo sufrir desde el principio.

Mew casi no podía conciliar el sueño así que acarició el suave cabello de su pareja en medio de la oscuridad.

¿Cómo pude dejarte solo durante tanto tiempo?

Te amo, tú eres diferente a todas esas personas, solo tú me importas.

Solo tú.