🌼🌼Capítulo 18🌼🌼
El ojicafé se despertó en un lugar completamente extraño y aunque su fiebre acababa de bajar, todavía se sentía mareado y cansado.
Se sentó y se frotó las sienes. Recordaba algunos vagos fragmentos que insinuaban que había vuelto a preocupar al médico. Miró a su alrededor: el dormitorio, decorado en colores negros, blanco y gris, era súper simple y moderno a la vez, con un estilo fresco. Al lado del balcón, pequeñas estatuas de autos deportivos y vehículos todo terreno llenaban una empotrada pared de vidrio.
Resultó que el doctor era un coleccionista, no pudo evitar mostrar una sonrisa. En el momento en que se levantó de la cama, vio como la puerta del dormitorio se abría con cautela. Fue tan extraño que se asomó con curiosidad, conteniendo la respiración.
Lenta y suavemente, Bright abrió la puerta que ya estaba un poco entreabierta, notando que Gulf se había sentado. Este se preguntó por qué el médico se comportaba como un ladrón en su propia casa.
— Acto seguido, la cabeza de un gran perro dorado apareció en la habitación. Al ver eso, el castaño no pudo contenerse más, bajo la voz y apretó los dientes hacia la mascota — ¡Oye, número 2! ¡¿Qué crees qué haces?! ¡Rápido y sal!
Al ver el comportamiento del médico, Gulf no pudo evitar reírse. El perro grande era tan flexible que su cuerpo se deslizó por la grieta de la entrada en cuanto asomó la cabeza. Era un hermoso golden retriever.
— El mayor se hizo a un lado casi llorando, con un tazón de avena en las manos — No muerde a la gente. Es un poco grande... no le tengas miedo.
— El perro se acercó al pelinegro y ambos se miraron de forma curiosa. El golden retriever movió la cola como si saludara al nuevo visitante y Gulf acarició su cabeza, sonriendo hacia Bright — No le tengo miedo a los perros. De hecho, me gustan mucho los animales.
— Se relajó, su expresión facial más suave y gentil, se acercó al menor y le entregó la avena — Come un poco, me pasé haciendo la avena toda una mañana y creo que tiene un buen sabor.
— Todos los días, siempre le traigo tantos problemas y lo siento mucho.
— Bright se sentó a su lado con el perro siguiéndolo y este se tiró en el suelo para que el castaño pudiera relajar sus pies. El color de la pupila de Bright, era de un negro lleno de lealtad. Miró a Gulf, sacudiendo la cabeza — ¿Siempre trataste a un amigo de la forma de la forma en que tratas a un extraño? ¿O ni siquiera me considera un amigo suyo?
— No es eso — Se apresuró a negar con la cabeza, sus largas pestañas caídas, como si tratara de organizar sus palabras — Me siento avergonzado de molestar a alguien más... pero estoy muy contento de poder conocerte ya que nunca tuve la oportunidad — Mencionó, haciendo un nuevo amigo después de mucho tiempo.
— Bright quedó satisfecho con la respuesta. Instó al pelinegro a comer un poco de la avena y luego tomar su medicina — Quédate aquí por unos días más.
— Gulf se congeló ante sus palabras y luego bromeó — Será mejor que me vaya. Un médico personal suena bastante caro.
— No hay nadie en tu casa. ¿Estás seguro de que puedes cuidarte? — El médico claramente estaba sondeándolo sobre su vida privada, fingiendo que acababa de mencionar eso casualmente.
Gulf no expresó una opinión, mostrando que no le gustaba hablar sobre ese tema.
— Por hoy, quédate aquí. Mañana puedes regresar luego de ir al hospital por algo de medicinas — Dicho esto Bright no insistió más, palmeando el suave pelaje del golden retriever — Número dos está aquí para hacer compañía a su hermano menor.
— Gulf lo encontró divertido y luego sus labios formaron un puchero — En mi casa aun tengo cuatro gatitos esperando ser alimentados.
— El castaño no recordaba haber visto un animal en la casa del menor, pero aún así prometió — Puedo enviar a alguien para que los alimente. Si vuelves a casa y te da fiebre, tendrás problemas. No lo pienses más y trata de descansar un poco.
Ni siquiera pudo encontrar una razón para rechazarlo. Bright se fue con el cuenco en la mano, dejando al perro saltando ágilmente sobre la cama.
Esta era la primera vez que veía a un médico al que le gustaban los animales y no sufría misofóbia. El cachorro dorado parecía haber estado muy acostumbrado a acostarse en la cama, descansando la mitad de su cuerpo en el regazo de Gulf. Acariciando la cabeza del perro, que había comido parte de su avena, sintió una calidez recorrerle el cuerpo. La cama era suave y el aire caliente, ya que estaba regulado por una máquina de acondicionado, Gulf dejó que su mente divagara. Durante años había estado soñando con Mew en tener una casa tan acogedora cómo está.
El perro, con su lengua húmeda, caliente y suave, lamió su mejilla, lo que lo devolvió a la tierra. Lentamente lo hizo a un lado, siendo rozado por su pelaje en la nariz provocándole unas fuertes ganas de estornudar.
Después de un rato, volvió el médico. Hoy podría estar fuera de servicio. Tomando el teléfono móvil, se acostó junto a Gulf, acariciando al perro y hojeando un microblog.
— Mi casa no tiene cuarto de invitados porque sirve como sala de gimnasio. Que cama tan cómoda.
Bright usó dos frases cortas para bloquear con éxito la pregunta que casi soltó el pelinegro. Comenzando a sonreír. Estaba feliz, dolorosamente feliz, con una chispa en la mirada y con un ligero pero creciente rubor en sus mejillas.
El pelinegro era una persona amable, no se le daba bien rechazar a los demás. Así que se quedó aunque se sintiera incómodo.
— El médico preparó una sopa y dos salteados ligeros como cena. Tenía poco apetito, pero todavía estaba tratando de terminar el medio tazón de arroz porque se sentiría avergonzado de hacer sobras. Bright fue tan considerado que se lo quitó, le sirvió medio tazón de sopa cruciana y dijo — Toma un trozo de pescado y un poco de sopa. Necesita tomar el medicamento más tarde.
El castaño lo dijo de forma natural, pero él se quedó estupefacto en ese momento. Tenía sentimientos encontrados, incapaz de mantener su mente clara. Sin embargo, el otro parecía no considerar su comportamiento como algo íntimo. Incluso vertió el arroz restante directamente en su propio tazón, agregándose en cambio unos huevos revueltos con tomates y rápidamente terminó toda la comida.
Al ver esto, no supo que decir lo que no pareció importarle a Bright, y después de la comida, tarareó una melodía y fue a buscar comida para su mascota que había estado esperando alrededor de la mesa durante casi media hora.
Gulf estaba distraído con los ojos caídos mientras limpiaba los platos y las sobras, pensando que no debería medir el corazón de un caballero con su propia medida mezquina. Incluso él mismo no creía que al doctor le podría gustar un paciente sin dinero ni personalidad. Pero, ¿por qué había sido tan amable con él? Debería haber una razón para esto. Había sufrido lo suficiente por Mew, quien se quedó con su cuerpo y su alma. Gracias a él sabía que mientras más felicidad experimentara al principio, más dolor sufriría al final.
Se obligó a dejar de pensar en ello ya que no pudo obtener ninguna respuesta. Cuando Bright regresó después de alimentar al perro, él ya había terminado de lavar los platos y estaba enjaguando el paño para limpiar el mostrador de mármol.
— ¿Cómo es que ya has lavado los platos mientras fui a alimentar al perro? Si tengo invitados y estos hacen todo el trabajo, ¿entonces que sentido tendría para mí? — Acercó su mano tocando el agua del grifo, pero se apresuró en secarla ya que el agua estaba fría.
Seco las manos de Gulf tan meticulosamente que casi le limpió los dedos uno por uno. El par de manos eran claras y delgadas, con los vasos sanguíneos claramente visibles. No eran manos muy bonitas. Pero de repente recordó al pequeño sosteniendo su saco hecho de casimir con ese par de manos el otro día, fue un toque tan gentil y solidario; sin poder controlarlo comenzó a sentir un fuego de deseo ardiendo en su cuerpo. Él siempre había sido abstinente, nunca imagino que un día estaría en la psicosexualidad tan solo por tomarse de las manos con alguien.
Su mente vagó un poco más. Y cuando el ojicafé retiró su mano, volvió en sí mismo, sintiéndose un poco avergonzado.
— Ve a tomar una ducha, será mejor que vayas a la cama temprano. Tuviste fiebre en la mañana y tú cuerpo aún está débil — Tiró el paño de cocina a un lado — Déjame el resto a mi.
A Gulf lo empujaron hasta el baño, lo vistieron con una suave bata ahumada y una toalla grande en la mano. Presionando una sonrisa, le dijo gracias a Bright.
Habían dos tocadores en el apartamento, por lo que ambos pudieron bañarse a gusto. Gulf terminó la ducha antes, tomó la nueva medicina, cuyo efecto fue demasiado fuerte a tal punto que cuanto más pensaba, más mareado se sentía. Fue bastante duro. Se acostó boca abajo en la cama y se durmió levemente.
Bright tomó varias duchas frías en el baño antes de atreverse a salir.
Hace años, cuando era rebelde, le gustaba jugar al aire libre. No solo siendo una persona que gastaba dinero sino como un hombre apuesto. Había conocido a tantas mujeres hermosas y hombres atractivos que ahora sufría de fatiga estética, por lo que no esperaba perder su corazón tan fácilmente por Gulf.
Cuando el médico salió del baño, el menor se encontraba dormido, con la mayor parte de su rostro enterrado en la cubierta de la almohada bordada con los patrones de flores azul celeste. El albornoz de Bright era demasiado grande para Gulf, quien no era consciente de que sus hombros estaban expuestos. Tenía piel clara y sus clavículas marcadas debido a la delgadez de su cuerpo.
Al pensar en el pelinegro siendo poseído por otro hombre, y su delicado cuello siendo marcado, sentía una ira irreprimible.
Apago la luz y se acostó junto a él. Era un gran error que un doctor se enamorara de su paciente, pero no le importaba. Estaba más preocupado por la salud de Gulf. Sabía mejor que nadie que esté no duraría hasta la próxima temporada del año si no se podía encontrar la médula ósea correcta.
Gulf comenzó a sentirse incómodo en las primeras horas; aturdido, sintió como si alguien lo envolviera, como si estuviera acurrucado junto a una gran chimenea. Se sentía tan cálido que incluso sus sienes se comenzaron a humedecer, pero no pudo deshacerse del abrazo. Medio despierto, empujó y tocó el pecho del hombre.
— Mew... no me abraces tan fuerte.
Bright, que estaba planeando fingir estar dormido cuando el ojicafé notará su presencia, finalmente abrió los ojos. Era la segunda vez que escuchaba ese nombre de la boca de Gulf. Se sentía incómodo. Especialmente ahora, que él estaba acostado en sus brazos y en su cama, pero el derecho a abrazarlo era dado a otro hombre.
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