🌼🌼Capítulo 16🌼🌼
Maratón 5/5
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Era un raro día soleado sin viento. En el hospital, la piel de zorro en el ala del sombrero de Gulf se veía vivida y cálida a la luz del sol. Bright no pudo evitar estirar la mano para tocarlo, mirándolo con sus brillantes ojos color negro.
- ¿Qué pasa doctor? - Se volvió hacia él provocando que el tiro holgado de su suéter se moviera, dejando al descubierto su hermoso cuello.
- Mira - Dijo Bright con una repentina sonrisa y envolvió la afelpada tela alrededor de las mejillas de Gulf - ¿No eres como un tigre bebé ahora?
Este se echó a reír, no esperaba que un médico tuviera tan buen sentido del humor.
- Pero pronto se detuvo, el dolor que estaba sufriendo durante esa quimioterapia era incluso mayor que el de la última vez. Su frente se mojó de sudor a causa del dolor y en casa había vomitado tan fuerte que ahora ni siquiera podía mantener la cintura recta. Pero a pesar de sentir un mal tan severo sólo emitió un pequeño quejido. Podía sentir al doctor llamando suavemente su nombre en la distancia. Después de un rato, lentamente levantó la cabeza, abrió los ojos humedecidos y liberó una palabra de sus labios temblorosos - Duele.
Al escuchar eso, Bright sintió una punzada en el corazón. De hecho, le había mentido a Gulf, él era tan liviano y débil que no se parecía en nada a un tigre bebé, sino más bien a un gatito, cuyas pequeñas patas no estaban siendo correctamente utilizadas y en cualquier descuido podría lastimarse fácilmente.
- Toma un descanso, te daré algunos medicamentos - Dijo el mayor para luego llevarlo a su oficina.
Gulf se sentía débil por todas partes, sin un poco de fuerza, por lo que no lo contradijo. Pero para su sorpresa, el delgado cojín de la camilla fue reemplazado por un grueso cubierto con una manta mullida.
- Acuéstate y descansa aquí. Tendré que atender a otros pacientes más tarde - Bright no pensó más, y ayudó al pelinegro a abrir la mullida manta de la cama, era dulce y suave.
Gulf enterró la mitad de su rostro en la manta azul pálido llena de olor a lavanda y sin saber porque, sintió repentinas ganas de llorar.
Alguien que había estado sufriendo por dificultades durante mucho tiempo, no temía que los demás lo trataran mal, sino que temía que lo trataran bien. Porque no tendría nada para devolver.
Gulf estaba cansado tanto mental como físicamente, por lo que se durmió con facilidad. Sin embargo, Bright, se sentó en su escritorio, con su mente divagando, preguntándose cuales eran sus verdaderos sentimientos hacia el ojicafé. Ver que el pequeño sufría le causaba una gran angustia; aún recuerdo lo incómodo que se sintió al ver las mordeduras de otro hombre reflejadas en su piel; también estaba enojado con la tolerancia de Gulf y su profundo amor por aquel desconocido.
Él había nacido en una familia rica con gran poder; sin embargo, por razones profesionales, siempre se había limitado a sí mismo. No fumaba ni bebía; además, no era un mujeriego. Solo le gustaban los autos y cultivar flores; de esas dos aficiones, la última fue desarrollada por su padre.
Le había dado su orquídea favorita a Gulf, a pesar de que solo se habían visto unas pocas veces. Al recordar ese momento levantó la comisura de los labios inconscientemente, haciendo girar la pluma entre los dedos.
Gulf no había descansado tan bien en mucho tiempo. Durmió tal cual bebé, sintiéndose cálido y seguro. Ni siquiera soñó mucho, la única pequeña impresión que tuvo fue un laurel al sol, dulce y gentil.
- Ese día Bright no tenía turno de noche, así que salió temprano del trabajo y vino a revisarlo - ¿Despierto? - Cerró el informe médico; que estaba todo en español, con una sonrisa.
- Gulf se sentía mejor, así que se apresuró a levantarse - En verdad, le estoy causando muchas molestias.
- ¿Por qué la formalidad? - Bright negó con la cabeza en desaprobación, señalando el cubo térmico de la cena - Le pedí a un amigo que trajera comida blanda, por favor come antes de irte.
Gulf se quedó pensativo, sentía que algo le pasaba al castaño sin embargo no podía saber qué.
- Bright abrió el cubo de la cena, un ligero y delicioso olor comenzó a dispersarse por toda la oficina, acompañado de una ligera fragancia a base de hierbas, puso los platos frente a él y dijo - Pruébalo antes de que se enfríe, yo tampoco he cenado, comamos juntos.
Gulf abrió la boca pero no supo que decir, sólo se sentía un poco avergonzado así que trató de no pensarlo mucho.
- Cuando el médico le entregó los cubiertos, todavía dijo dos frases más como justificación sintiendo la tristeza recorrerle todo el cuerpo - Tampoco hay nadie en mi casa. Solo quería que alguien cene conmigo, no pensé que te sentirías incómodo.
- Gulf negó con la cabeza - No es eso, el Dr. Vachirawit es muy buena persona. Me siento un poco halagado - Le sonrió, con la pupilas café brillando bajo la luz incandescente.
Él también levantó un poco la comisura de los labios, sintiendo ganas de tocar las largas pestañas del pelinegro, que cayeron ligeramente sobre sus mejillas. Y de verdad lo hubiera hecho, él era una persona rebelde. Era joven, guapo, rico y capaz. Si se enamorara de alguien, no consideraría demasiado el cortejarlo. Sin embargo, hoy para hacer que Gulf comiera con él, se había pasado inventando una buena excusa durante toda la tarde e incluso se distrajo mucho en el trabajo, lo que rara vez le sucedía.
Tal vez realmente sentía algo por el menor, bajó los ojos, revolviendo la mitad del tazón de sopa con la cuchara.
- ¿Cómo te has sentido esta semana? - Preguntó el doctor.
- El pelinegro ni siquiera había tocado la sopa - He estado sufriendo de pérdida de apetito.
- Estoy buscando alguien que coincida con tu médula ósea, lo encontraré lo antes posible - Al pensar en la enfermedad de Gulf, sintió un escalofrío. Como médico de cabecera, naturalmente, conocía mejor el estado de su enfermedad. El menor había perdido el mejor momento para aceptar la quimioterapia. El tratamiento actual, en lugar de mejorar su salud, sólo estaba retrasando el empeoramiento constante.
Gulf le expresó su agradecimiento, con poca expectativa alegre.
- Sobre tu enfermedad... ¿Él ya lo sabe? - Bright contuvo sus emociones e hizo algunas preguntas de sondeo intencional, descubrió que la cara del menor se puso más pálida, con una gran fatiga entre las cejas.
- Entonces este dijo con voz tranquila - No quiero decírselo.
El médico no solicitó más respuesta, ya que podía leer la expresión facial del otro. Sabía que el chico debía tener dificultades indescriptibles y la relación que poseía no era tan inseparable como había imaginado una vez.
No se sentía culpable en absoluto por involucrarse en esa relación. No era que se enamorara fácilmente, más bien una vez que sentía algo por alguien, debía intentar estar con esa persona. Nunca se rendía antes de intentarlo, ya que él sabía perfectamente que la vida era corta y el amor verdadero no era algo malo. Además, creía que mientras su amorosa jugada estuviera bien manejada, la base de toda relación podría verse socavada. El joven del que Gulf hablaba nunca lo había acompañado a un examen físico a pesar de lo marchito que este se encontrase.
Bright solo podía pensar dos cosas, que aquel hombre era ciego o solo tenía una actitud indiferente.
- Come rápido, cuando termines te llevaré a casa - No quería que Gulf se sintiera incómodo, así que se lavó las manos y fue a buscar ropa - Estoy fuera de servicio así que te dejaré en mi camino a casa.
- Gulf todavía recordaba todos los problemas ocasionados cuando el doctor lo acompañó a casa la última vez, por lo que no podía sentirse completamente a gusto. Pero él le insistió en la decisión y no tuvo otra opción. Al final, cuando se vio obligado a sentarse en el asiento delantero del pasajero, dijo ingeniosamente con voz quejumbrosa - La mayoría de las chicas quieren casarse con un doctor, pero yo aún no veo qué hay de bueno en los doctores, ¿son tan autoritarios como tú?
- Sé que a los chicos les gusta.
Gulf se sintió asombrado por sus palabras, y le lanzó una mirada como un reflejo, descubriendo que al hombre aparentemente no le importaba lo que decía, dejando ver una especie de cinismo en su mirada, lo cual era raro en el momento habitual.
- ¡Estoy bromeando! - Bright sonrió.
El ojicafé también sonrió.
- No volvieron a hablar hasta que salió del coche. Vachirawit bajó la ventana y llamó suavemente - Gulf.
- Este se congeló y miró hacia atrás - ¿Doctor?
- Bright salió del auto, se quitó la bufanda y la envolvió bien alrededor del cuello expuesto del menor - Ve a casa ahora, procura no resfriarte.
No fue hasta que el coche deportivo estuvo lejos cuando regresó en sí. La bufanda alrededor de su cuello tenía el calor persistente de otro hombre. No sabía que quería hacer el médico, y tampoco creía que fuera lo suficientemente bueno como para gustarle a alguien. Así que supo que solo estaba siendo amable con él.
Los doctores de hoy en día son muy raros.
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