🌼🌼Capítulo 13🌼🌼
Maratón 2/5
Gulf eligió casualmente una barbería y entró. Era un puesto pequeño pero cálido, con pocos clientes. Al poco tiempo de estar en espera, llegó su turno.
- Solo córtame el pelo - Dijo el ojicafé con suavidad, mirando su imagen en el espejo. Pensando que quizás esta sería la última vez que cortarían su cabello porque la quimioterapia que iba a recibir le causaría una pérdida de cabello extensa.
- El barbero era un hombre de pocas palabras y muy eficiente, ya que terminó el trabajo en un cuarto de hora. Solamente le había emparejado el flequillo debido a que pudo notar cómo este sobrepasaba los ojos de aquel chico. Dejó la tijera y elogió - Tú cabello es grueso, brillante y está en perfectas condiciones.
Gulf le sonrió cortésmente y pagó la cuenta antes de salir de la barbería. No pudo evitar recordar las palabras similares que Mew le había dicho en sus días escolares: "Gulf, tienes el cabello tan suave, es perfecto". En ese momento, al castaño le gustaba frotarle el cabello con sus grandes manos como si estuviera acariciando a un dócil cachorro.
Tarareó una canción que escuchó hace varios años y caminó a paso rápido hacia la estación del metro con una leve sonrisa en su rostro, tratando de recuperar algo de vitalidad y felicidad. Le gustaba mucho una de las canciones de Hodge "In my little mind". Susurraba la canción mientras sus ojos se enrojecían.
"Tal vez podríamos ser un poco más honestos conmigo, contigo, con nosotros
Tal vez podríamos seguir nuestros caminos y dejarlo ir"
De repente, el pelinegro sintió como unas cuantas lágrimas se habían escapado de sus fanales cafés sin permiso. Era tan tonto.
En la entrada de la estación, mientras su mirada vagaba a través del lugar logró divisar una caja de zapatos en la esquina. Se acercó y escuchó el sonido de pequeños animales que rascaban el cartón con sus patas.
El menor levantó con cuidado la tapa de la caja y su corazón dio un vuelco cuando vio cuatro gatitos de color blanco y negro dentro. Probablemente fueron abandonados por su dueño.
A Gulf le gustaban mucho los animales peludos sobre todos los demás, pero nunca antes tuvo una mascota porque Mew era un fanático de la limpieza y decía que no le gustaban los animales. El pelinegro dudaba mucho en llevarse los gatitos a casa. El clima era tan frío que seguramente morirían afuera si nadie los salvaba pronto, decidió llevarlos consigo, ya que esta vez quería satisfacerse a sí mismo en lugar de a Mew Suppasit.
Por fin, regresó a casa con los cuatro gatitos. Compro una lata de leche en polvo y unas galletas en el supermercado de abajo. Afortunadamente, los pequeños animales gozaban de buena salud y después de permanecer en la cálida habitación por un tiempo, recuperaron sus energías y maullaron hacia Gulf. También se empujaban el uno al otro con suaves y aterciopeladas patas.
Sacó cuatro cuerdas de diferentes colores del cajón y las ató ligeramente alrededor del cuello de los gatitos para marcarlos. Luego reconstituyó la leche en polvo y puso las galletas en ella. Alimento a los felinos y se sintió asombrado cuando tocó sus suaves patas. Frotaban las palmas de sus manos con sus cabecitas esponjosas, indicando que querían comer más. Estaba completamente impresionado por su belleza, él nunca antes había tocado a unos animales tan pequeños.
Por la noche, cuando Mew regresó, encontró a Gulf durmiendo en el sofá, con cuatro gatitos peludos en su pecho. Todos dormían bien e incluso pudo escucharlos ronronear levemente.
- ¡Gulf Kanawut! - Mew frunció el ceño y se quedó quieto en la puerta.
- La fuerte voz despertó al menor de su sueño. Abrió los ojos con una expresión ligeramente confusa en el rostro y preguntó - ¿Qué pasa?
- ¿Quién te permitió traer este tipo de cosas a la casa? ¡Bótalos! - Ordenó el castaño con voz exasperada y arrojo su maletín al suelo junto al zapatero. Tenía una personalidad fuerte y no podía tolerar ninguna rebeldía del pelinegro.
- Gulf bajo los párpados logrando que las espesas pestañas que poseía rozaran sus mejillas y mientras su rostro se cubrió de soledad, decía en un tono suave - Quiero quedármelos.
- La ira de Mew se evaporó cuando escuchó las suplicantes palabras. Él siempre cedería a las peticiones suaves pero rechazaría las fuertes protestas. Entonces, cuando el menor suplicó, tuvo que reprimir su disgusto por los gatitos y trató de persuadir a su esposo - Gulf, este tipo de animales son muy sucios y una vez que crecen, solo ocasionan problemas. Eres inteligente, nosotros no podemos con este tipo de cosas.
- Pero yo realmente quiero quedármelo - El ojicafé se mordió los labios e insistió.
- Tú.
- Mew, ¿aún no me conoces verdad? Siempre quise tener una mascota desde que era un niño, pero en esos momentos, mis padres no me lo permitían. Estuve molesto durante mucho tiempo, e hice un voto silencioso de tener un perro o un gato cuando creciera y tuviera mi propia casa.
- Mew lo miró dudando por un momento, pero no cambió de opinión -Cariño, en estos diez años, no has tenido nada de eso ¿y no has vivido bien? Si realmente quieres una mascota, te compraré una buena en el futuro. Pero no ahora, ¿de acuerdo?
En el futuro.
- Gulf miró a su esposo. Sus ojos se enrojecieron lentamente y dijo con voz suplicante - Yo no quiero tenerlos en un futuro, yo los quiero ahora. Amor, por favor, déjame cuidarlos.
La resolución de Mew se vino abajo. Cerró la boca, se cambió de zapatos y se dirigió directamente al estudio. Sus acciones demostraron la respuesta. El ojicafé sabía que Mew había accedido a su decisión de mantener los gatitos en su casa.
En verdad, el castaño sabía claramente que su pareja tenía una mentalidad racional y rara vez pedía algo. Siempre aguantaba todas las decisiones que él tomaba sin importar si le gustaba o no. Poco a poco, Mew dio por sentada su tolerancia y prestó poca atención a las opiniones de Gulf.
El pelinegro hizo un nido simple para los gatitos y lo puso en la habitación de invitados que se encontraba desocupada.
Mew lo obligó a lavarse el cuerpo cuidadosamente antes de acostarse y de un movimiento brusco, tomó a Gulf por los hombros y lo empujó en la blanda cama, envolviendo los brazos alrededor de su cuerpo. Luego enterró su rostro en el pecho del ojicafé, olfateando todo su cuello.
- ¿Qué hueles? - Preguntó, sintiendo el aliento caliente de Mew en su cuerpo, provocándole cosquillas.
- El mayor mordió levemente la clavícula de Gulf y respondió - Tienes olor a gato.
- El ojicafé se echó a reír mientras acunaba el rostro del castaño y lo besaba en la frente - Mucho mejor. Ahora puedes ir a la habitación de invitados y dormir con los gatitos.
- No, yo te quiero a ti - Mew inclinó la cabeza y plantó varios besos en el rostro de su pareja. Luego se movió hacia atrás lentamente, lamiendo la piel de Gulf, desde el delicado cuello hasta la suave parte inferior del abdomen. Este lanzó algunos gemidos leves y sintió como su cuerpo ardía en deseo.
La voz del pelinegro era dulce y algo aguda, los gemidos tímidos pero moderados que salían de sus labios eran lo suficientemente seductores como para romper el sentido y la razón de Mew.
- No me dejes marcas - Murmuro. Mañana iría al hospital y si el mayor le dejaba alguna clase de marca en su cuello, los médicos y enfermeras lo verían cuando se quitara el abrigo y eso lo avergonzaría.
Mew dio un lametón en su mano, dejando en esta un rastro de su saliva; caliente y espesa. Lubricando su propia erección, sonriendo cuando escuchó como el pequeño jadeaba con anticipación, entró lentamente en Gulf, boto el aire de sus pulmones y entonó los ojos. En un goce pleno al sentir las calientes y estrechas paredes del pelinegro envolverlo.
- Cuando el castaño comenzó a moverse, escuchó una fuerte inhalación que venía de abajo - Más despacio - Bajó la cabeza y se encontró con los ojos llorosos y amorosos del pelinegro.
Gulf estaba tenso y tenía su labio inferior dolorosamente atrapado entre sus dientes. La cabeza de la hombría palpitante de Mew rozó su entrada y gimió por el dolor.
- Basta de despacio - Respondió, acariciando suavemente el delicado cabello de Gulf, levantado su pelvis, hundiéndose en él con fuerza - ¿Te has cortado el cabello?
- El pelinegro sintió una fuerte oleada de lujuria fluyendo a través de él, no pudo evitar soltar algunos suspiros respondiendo entrecortadamente - Si, ah yo... el cabello, lo corté - Enrosco sus brazos alrededor del cuello de Mew para estabilizar su cuerpo tembloroso y beso la afilada mandíbula en un gesto devoto, esperando a que así esté lo tratara con ternura - Mew, p-por favor.
El castaño quedó aturdido por un tiempo. En el pasado, el menor rara vez mostraba una iniciativa tan grande como lo hizo hoy. En ese momento, su extraña pasión y su encantador gesto tocaron una cuerda profunda en su corazón.
- Mew dejó que su deseo corriera desenfrenado y comenzó a penetrar a Gulf con todas sus fuerzas, tomando las piernas del pelinegro con ambas manos y colocándolas por encima de sus hombros, inmovilizándolo. Su cuerpo se agitó violentamente contra el otro, lo que hizo al menor soltar un doloroso quejido - Mew... amor... un poco más despacio, te lo ruego.
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