Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37. Se van

37.

Día 28

Diciembre 28.

Que paz tan tranquilizante dominaba mi cuerpo, aunque fue una lástima que no duró más que unos segundos, ya que, al apartar un poco mi cuerpo del de Jayce Adams quien dormía plácidamente justo a mi lado con una sonrisa, seguro con aquel mínimo impulso de velocidad pagaría las consecuencias de la noche anterior.

—¡Mierda!—. Pronuncie bajo al sentir el latido tan fuerte en mi cabeza.

Era como si mil martillos la estuvieran golpeando al mismo tiempo, tal como si algo tratará de matarme dolorosamente desde adentro de mi cráneo, entonces este era el dolor tan horrible que sufrían los adolescentes luego de beber en exceso por primera vez.

—Además ¿Dónde diablos estoy?—. Era una habitación realmente grande, las paredes se extendían hasta donde lograba ver, los tonos eran simples, pero eso no importaba, había dos enormes repisas de libros y justo al otro lado una más llena de discos junto con un reproductor de estos retro.

Si yo tuviera un lugar así jamás volvería a convivir con los seres humanos, o no más de lo necesario. Quité la sabana sobre mi cuerpo y sosteniendo mi cabeza aún me levanté con cuidado. Quejidos suaves me acompañaron junto con preguntas. ¿A qué punto de estupidez llegué? No tengo idea. ¿Por qué traía un pijama negro? No tengo ni la menor idea ¿A caso Jayce me la había puesto? Solo pensar en eso había latir con fuerza mi corazón.

Avance a la puerta y salí a través de esta, observé desde el balcón de aquel segundo piso de aquella enorme mansión, todo alrededor me parecía familiar, estaba en la casa de Jayce, eso era mejor que amanecer en la casa de un extraño o en los brazos de Lukas. Ese idiota me había emborrachado, aunque la culpa también era mía, ¡Oh dios, mi papá me mataría!

Corrí escaleras abajo, esperaba encontrar a Claris o alguien que me pudiera prestar un teléfono, o por lo menos me escondiera hasta que la irá de mi padre cediera.

Las escaleras estaban frías, aunque el ambiente en la casa era tal como lo recordaba, cálido, familiar y con un suave olor que justo ahora era de café recién hecho. Cuando toqué el último escalón y cruce hacía la sala, pude ver en el sofá la figura calmada de Dennis, y un vago recuerdo de la noche anterior penetró mis pensamientos.

—Dennis—. La llamé con vergüenza en mi rostro seguro masacrado.

—Buenos días, querida Enot ¿Cómo amaneciste en esta bella mañana?—. Dejo su café y el libro que leía para acercarse.

—Nada bien... Dennis creo que mi papá me va a matar—. Podía sentir el latido fuerte en mi cabeza atacar de nuevo.

Mientras yo me quejaba ella se reía, ¿Cómo podía reír en un momento como este? ¿A caso no sabía que mi muerte estaba asegurada? ¿A caso no sabía que mi cabeza me mataba? ¿Además, cómo podía lucir tan bien tan temprano?

—Tranquila, cariño.

—Pero no llegue a dormir y no le avisé, seguro va a estar muy molestó y no me dejara salir nunca—. Sería la primera vez que lo vería molesto y la idea me aterraba.

—Tranquila...— su voz era como una dulce anestesia para mi dolor de cabeza. —Anoche yo hablé con Jon, y tendremos que guardar un pequeño secreto.

—¿Entonces no moriré hoy?—. Volvió a reír mientras me llevaba a la cocina.

—Seguro ese dolor de cabeza te debe estar matando—. Mi cara se calentó, estaba apenada por el estado en el que me había visto Dennis.

—Me lo merezco.

—Deja eso, que no todo fue tu culpa—. Extendió ante mí un banquillo junto a la barra dónde parecía preparar café, yo solo me senté. —A Lukas le gusta mucho causar problemas.

—Pero fue mi culpa también...—. además, no recordaba que él me hubiera hecho algo.

—Toma esto—. Me extendió un rico café con leche. —Él siempre busca problemas y parece que los encuentra.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá!—. El golpe de la puerta de la cocina fue simplemente como recibir una bala en mi cerebro.

—Jayce Adams vas a matar a esta chica—. Será más fácil que lo mate yo, si es que sigue haciendo ruido. Me queje bajito mientras entre cerraba los ojos y sostenía mi cabeza.

—¡Perdón come libros es que no te vi en la habitación!—. Me era imposible verlo después de todo lo que a penas recordaba.

—No pasa nada—. Dije al enderezarme y terminar mi café.

—El teléfono está en la sala, será mejor que llames a tu padre antes de que le de un infarto—. Dennis hablo al empezar con el desayuno.

—Vuelvo en un minuto.

Pase la puerta de la cocina y llegué hasta la sala, recordaba muy bien el número, pero aún tenía la sensación de que papá estaría bastante molesto. Sin importar nada igual marque...

Al primer tono, él contesto.

—¡Buenos días!

—Buenos días papá.

—¡Enot! ¿Cómo estás cariño? ¿Dormiste bien? ¿Ya desayunaste? ¿Paso algo? ¿Tengo que usar mi arma?—. Era lindo escuchar su voz, pero mi cabeza estaba a punto de reventar y sus gritos de padre sobreprotector no ayudaban.

—Estoy bien, acabo de despertar y ya me sirvieron café, solo desayuno y voy para allá.

—Si quieres puedo ir por ti ahora mismo.

—Seria descortés irme sin ni siquiera desayunar.

—Está bien. ¿Qué tal la fiesta?—. Mi corazón se detuvo, esperaba no ser un total asco al mentir por primera vez.

—Fue genial, Jayce me presento a sus amigos. Baile por primera vez y...

—¿Tomaste?—. Mierda, tierra trágame.

—Solo limonada y vino sin alcohol.

—Me alegro cariño, no quisiera que mi bebé estuviera en peligro por pasarse de copas—. Recordé a Lukas y cierto odio me hizo olvidar el dolor de cabeza.

—Eso no va a pasar, nos vemos en un rato—. Eso ya había pasado

—Papi te ama ratoncito—. Rara vez me llama así.

—También te amo.

Cuando volví a la cocina con la cabeza en las nubes, Dennis y Jayce hablaban, tuve enserio muchas ganas de irme de allí. No podía ser la vergüenza que había pasado.

—¡Ven a desayunar querida!—. Tomé asiento junto a Jayce cuando la puerta de la cocina sonó a mi espalda.

—¡Cuñada!—. Grito la chica antes de ir hasta mí y abrazarme.

—Más suave me duele un poco la cabeza—. No era solo un poco.

—Tú y tú hermano no dejan respirar a Enot.

—Hey a mí no me metas—. Protestó Jayce tomando un poco de su jamón y llevándolo a su boca.

—¿Ya vienes a vivir con nosotros?—. La pregunta de Claris al llegar a sentarse a mi lado me hizo toser.

—Déjala comer Claris—. Amenazó Dennis y le sirvió el desayuno a su hija pequeña.

—Solo estoy de paso—. Aclare yo.

La puerta volvió a sonar mostrando ante nosotros al señor Adams, quien vestía bastante casual comparado con su ropa el día de la cena, lo que en verdad me dio cierta curiosidad.

—¡Buenos días! ¡Y buenos días señorita Miller!—. Me sonrió satisfecho, como si le agradará mi interrupción en su hogar.

—Buenos días—. Hablaron al unísono.

—Yo sé porque estás aquí—. Claris llamó mi atención con aquella inocencia.

—¿Ah sí?—. Cuestioné.

—¡Jayce y tú durmieron juntos!—. Creo que media mesa escupió su desayuno y Willian río como si hubiera un chiste que solo él entendió.

—¡No! ¡Es que tome de más pequeña! ¡Y... Amm!—. ¿Qué estoy diciendo? Es un buen momento para que me tragues tierra.

—Tranquila Enot, eso no tienen nada de malo—. Ayudo Dennis

—¡No pasó nada lo juro! ¡Enserio!

—Tranquila—. Jayce estaba sonriendo y me miraba con dulzura.

—¡¿Y tú qué ves pesado?!—. Quería golpearlo.

—Te ves tan tierna nerviosa come libros.

—No te ayudaré si ella de golpea Jayce—. Advirtió Dennis y Jayce no paraba de mirarme con esos ojos azules que lograban alterarme.

—¡Ven cuñada te llevaré a tomar un baño!

—Pero deja a nuestra invitada desayunar Claris—. Willian me sonrió e hizo un gesto para que Claris soltara su agarre. —Perdona si estos dos te abruman.

—No es nada, me gusta tener a ambos junto a mí—. ¿Por qué dije eso? ¿Por qué esas palabras salieron con tanta naturalidad?

—Me alegro mucho escuchar eso Enot, espero verte desayunar por acá en otra ocasión.

—S-si claro Willian—. Asentí con una sonrisa.

—¿Ya terminaste?—. Claris había comido muy rápido por lo que note.

—¡Si!

—¡Vamos te llevaré a bañarte!—. Accedí, talvez eso ayudaba con la cruda que me cargaba.

—Muchas gracias por el desayuno Dennis... Y gracias por dejarme quedar en su casa—. Le dedique una sonrisa, a toda la familia.

—No es nada querida, vuelve cuando quieras.

Me levanté y estaba a punto de cruzar la cocina para seguir a Claris.

—¡Yo las acompaño!—. Pude escuchar a Jayce hablar.

—¡Tú te quedas!—. Le respondió Dennis y tuve que cubrir mi boca para que ellos no fueran capaz de escucharme reír.

Cuando subía las escaleras de nuevo, aunque ni siquiera recordaba como llegué aquí, muchos recuerdos me golpearon, junto con una preocupación instantánea. El mejor amigo de Alan estaba en la fiesta, Connor había vuelto de visitar a su hermano y ambos estaban juntos, eso significa que Alan pronto va a describir muchas cosas.

—¡Hey cuñada! ¿Estás bien?

—Amm si—. Contesté distraída.

—Bueno, está es mi habitación—. Le sonreí, era bastante colorida, con una cama que era enorme. Y muchos osos de felpa.

—Es muy linda pequeña.

—Ese es mi baño, ahí hay de todo. Así que puedes ducharte mientras yo busco algo para ti—. Asentí y fui directo a tomar una ducha.

Podía escuchar cuando Jayce tocó la puerta, también cuando ambos hermanos empezaron a pelear. Yo ya me había duchado, me sentía un poco mejor puesto que el agua era tibia y eso ayudo a no incrementar mi dolor de cabeza. Así que, después de ponerme la bata color blanco del baño de Claris salí.

—¡Mira cuñada!—. Tenía en sus manos un lindo vestido color verde claro, era suelto y parecía bastante cómodo.

—Es hermoso pequeña, pero dime ¿No estaba Jayce aquí?

—¡Oh sí! Pero dijo que volvería en un rato—. Reí

—Está bien. Entonces ¿Puedo usar ese vestido?

—Sip... mi mamá lo compro para ti está mañana.

—¿Ummm?—. ¿Por qué causó tantos problemas?

—Oye Enot—. Creo que era la primera vez que Claris me llamaba por mi nombre, y eso no era bueno.

—¿Si pequeña?—. Yo ya estaba a punto de terminar de vestirme.

—¿Paso algo con Lukas?—. Todo mi cuerpo se tensó como respuesta.

—Nada con importancia. ¿Por qué preguntas?—. Mi corazón latía por rápido por mentirle.

—¡Oh nada! Solo que creo que Jayce está muy molesto con él. Creo que él le hizo lo mismo que a sus amigos.

—¿De qué hablas?—. Tenía el ceño fruncido y me senté a su lado en la cama.

—Es que Lukas tiene problemas. Hace algunas cosas que siempre lo dejan sin amigos... En ocasiones me da un poco de pena—. Parecía un poco triste.

Yo también lo estaría si supiera que alguien importante para mí, está solo.

—¿Qué tipo de cosas?—. Hasta a mí se me revolvió el estómago al preguntar eso.

—Unas muy malas. Cómo lo...

—¡¿Ya terminaron?!—. Mal momento Jayce.

—¡Pasa pesado!

Jayce cruzaba la puerta bastante bien vestido para ser tan temprano. Tenía unos Jeans negros medio gastados y una polera simple pero linda de color rojo vino.

—Tu papá está abajo—. Mencionó con una sonrisa que ocultaba algo.

Bufé molesta antes de salir por la puerta, claro que antes le agradecí a Claris.

—¿Vas a algún lugar?—. No pude evitar preguntarle a Jayce cuando me alcanzó, aunque eso no debería importarme.

—Pues, digamos que si—. Talvez era yo, pero Jayce parecía nervioso.

No lograba ignorar el hecho, pero traté de disimular lo más que pude.

—¡Enot!—. Grito papá desde la sala mientras yo bajaba las escaleras.

Tan pronto como pise el último escalón dejo a Willian a media palabra y avanzó hacia mí, levantando mi cuerpo un poco.

—¡Te dije que me iría luego de desayunar!

—Es que te extrañé—. Reí en su hombro por eso.

—También yo papá.

—¿Le has dicho a Enot, Jayce?—. La voz de Willian llegó a tomar la atención de todos.

—Aun no planeaba decirle papá—. Jayce arrastró las palabras y parecía irritado.

—¿Qué necesitas decirme?—. Pregunté con inocencia.

—Bueno...— Rascaba su nuca con nerviosismo. —Nos vamos hoy en unas horas.

—¿Se van?—. No sabía porque de repente sentía un nudo en mi garganta.

¿Acaso Jayce también me iba a abandonar ahora? Sabía que estoy mejor así, justo como antes. Las personas son demasiado impredecibles, un día toman tu mano, y al otro volteas y ya han desaparecido.

—Sí, iremos a visitar a los abuelos como cada año—. Siguió Jayce apresurado.

—Es-está bien.

—Pero...

—Queremos que vengas con nosotros—. Interrumpió Willian a su hijo.

—¿Y-yo?—. Me señale a mí misma nerviosa.

—¡Claro! Pero solo sí tu papá está de acuerdo—. Jayce miraba a papá y él me sostenía de los hombros haciendo un puchero.

—Tengo la sensación de que ustedes me quieren quitar a mi niñita—. Bromeó papá.

—Solo serán 3 días Jon—. Aclaro Willian sonriendo.

—Pues... Si eso es lo que quiere Enot.

Y todos me miraron. Eran 3 días con los Adams, todos ellos. ¿A caso eso no sería involucrarme de más con la familia? Y eso es lo que se supone evitaba ¿En qué diablos estaba pensando cuando dije que sí?

(...)

Había vuelto a casa. Jayce me esperaba en la cocina con papá y Claris, sus papás ya habían partido, bastante emocionados porque yo los acompañaría. Jayce, Claris y yo iríamos en su auto en cuanto yo terminará de empacar mis cosas, lo cual había hecho hace un momento. Ahora marcaba al celular de mi mejor amiga.

—¿Nora?—. Pregunté cuándo la chica contesto.

—¿Enot? ¿Qué pasa?—. Seguro recién despertaba.

—Joder, creo que me acabo de meter en un problema—. Masajee mi frente.

—¿De qué hablas?

—Estoy a punto de pasar 3 días en casa de los abuelos de Jayce.

—¡Oh Miller! Tu sí que te diviertes—. Soltó una sonora carcajada.

—Tarada.

—Oye, no seas agresiva. Además, esto es una gran oportunidad. Nunca haces esas cosas, es hora de divertirte.

—¿Y si finjo mi muerte?

—Creo que ya es tarde para eso. Solo diviértete. Que seguro toda esa familia te adora.

—¡Eres una idiota!—. Musite sonrojada.

—Una que te ama—. Y sin más me colgó.

Frente a la puerta de la habitación con maleta en mano suspiré, no sabía qué diablos pasaba por mi cabeza, pero era muy tarde para arrepentirme. Salí y bajé las escaleras, dónde ya me esperaban los chicos y mi papá con una sonrisa de resignación.

—Siento que estos chicos quieren robarte.

—Nada de eso papá—. Dejé la maleta color café en el suelo.

—¡¿Lista cuñada?!—. Habló Claris saltando del sofá.

—Tenemos que irnos, no me gusta conducir muy de noche—. Jayce tomo mi maleta.

—¡Hey chicos! Quiero que cuiden a mi hija—. Ambos asintieron

—¡Tu hija sabe cuidarse sola!—. Besé su mejilla y salí del lugar.

—¡Vuelve pronto! ¡Y papá te ama!

—¡Lo haré y también te amo!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro