Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. Navidad

34.

Día 25

Diciendo 25

No había parte de mi cuerpo que no estuviera temblando en aquel momento. Y no era por el frío de aquel 25 de diciembre, era peor que eso. Había sido muy difícil colocar las sombras suaves de color rojo, junto con el delineado de solo la mitad de mi ojo, aún más el rubor y el labial natural que me puse.

El vestido rojo marcaba las curvas de mi cuerpo, se aferraba en destacar mi cintura y los muslos de los que no estaba muy orgullosa, me había puesto unas medias que no se notaban por mi piel algo clara, y un abrigo que cubría mis hombros y casi todo mi cuerpo. Quizás el vestido de tirantes en invierno no fue usar exactamente la lógica, pero no había marcha atrás, seguro mi papá estaba furioso por mi tardanza, pero quería estar perfecta.

—¡Enot Miller! ¡Vamos a llegar tarde!—. Se me hacía extraño que no hubiera gritado antes.

—¡Voy bajando!

Todo en mi suplicaba por una excusa para no ir a esa cena, para quedarme en casa disfrutando de comida basura y algunas películas de terror. Pero sabía que el golpe en mi conciencia por defraudarlos sería incapaz de hacerme ejecutar mi plan, yo no podía decepcionarlos.

Ni me lo permitiría.

—¡Vamos a llegar tarde cariño!—. Ya podía imaginar a mi papá observar su reloj de mano mientras movía con impaciencia su pie.

—¡Voy bajando!—. Arregle mi cabello en dos trenzas pequeñas, y el resto suelto. Me apresure a bajar las escaleras, aunque era un poco difícil correr con mis zapatos levemente altos, a los cuales no les tenía costumbre.

—¿A caso tu eres mi hija?—. Vi a mi papá en el inicio de las escaleras con una sonrisa nostálgica.

—¿Nos vamos?

—Cariño estás tan hermosa—. Se limpió una lágrima del ojo izquierdo sin disimuló alguno.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Hey! No hagas eso—. Acomodé su corbata al llegar a su lado, me gustaba como se veía en ese traje negro.

—¡Mi vida, has crecido tanto! Si Jayce te roba de mi lado no se lo perdonaré—. Tomé su rostro con suavidad.

—Jamás. Jamás de los jamases, yo te voy a dejar. Ni, aunque me grites que me vaya—. Él me abrazo con fuerza, hasta se le olvidó que íbamos tarde.

—Te amo cariño.

—Te amo más papá—. Le susurré y besé su mejilla con prisa —Vamos tarde ¿sabes?

—Ya no me importa.

(...)

Talvez si ocurría un pequeño accidente de tráfico, nada más un golpecito, o un auto en medio de la carretera. No sé porque estaba pensando en cosas tan tétricas, talvez tenía que ver con la música deprimente de la radio, pero es que, en ese preciso instante mis manos temblaban, y no era por el frío, mi corazón latía con tanta fuerza que hasta me dolía un poco el pecho.

—¿Todo bien cariño?

—S-si papá—. Nada estaba bien, íbamos a conocer a los papás de Jayce y Claris. ¿Qué podría estar bien de eso? y ya volvía mi pierna derecha a moverse con nerviosismo.

Que sensación tan horrible. Y para colmo, no había tráfico, o el accidente que tanto rogué para no llegar a la dirección que había escrito Jayce ayer. Sino fuera porque estuve hablando desde muy temprano con Nora probablemente habría huido, ella me animo bastante y más que nada me convenció de ir a esta cena.

(...)

—¿Aquí es?—. Mire a mi papá confundida. Pero supongo que no era para menos la gran mansión ante nosotros, sus hijos tenían un café y un cine después de todo.

Papá reviso el papel sobre sus manos una vez más.

—Aquí es.

Ambos salimos del auto después de estacionar cerca, y avanzamos hasta la reja que nos separaba de aquel gran lugar. A penas podía ver la entrada, porque había muchos árboles obstruyendo la vista, más allá de un camino de cemento no podía ver nada, pero todo parecía realmente grande, eran alrededor de dos pisos y muchas ventanas extravagantes. El lugar parecía ser en diseños bastante específicos, desde los tonos oscuros y claros de las paredes, hasta el de cada ventana o puerta.

—¿Es usted señorita Miller?—. Un hombre alto de tez morena y cabello oscuro, llegó frente a nosotros.

—S-si soy yo. ¿Te conozco?—. Trataba de recordar su rostro cuando entrecerré los ojos, pero estoy segura que jamás lo he visto.

—¡Oh perdón! Creo que yo he escuchado de ti, pero tú no de mi... Me llamo Oscar, Oscar Mark—. Abrió el gran portón que nos separaba de la lujosa casa.

—¿Has escuchado de mí?—. Dudé de lo que hablaba, pero parecía un gran hombre. —Es un gusto Oscar, es el mi papá Jon Miller.

Tomó la mano de mi papá y lo saludo conmocionado, justo en ese momento se veía realmente tentadora la idea de salir corriendo.

—¡Bueno, acompáñenme! Los Adams los están esperando—. Sonrió justo cuando nos llevaba a través de aquel lugar, ese lleno de flores y más allá un par de autos muy caros. Un suave viento choco con mi rostro al casi estar en la entrada de la casa, lo que no logró calmar mis nervios.

—Muchas gracias Oscar.

—Se ve realmente hermosa señorita Miller... Y usted no se queda atrás señor Miller—. Él era realmente amable.

—Muchas gracias Oscar—. Desapareció momentos después de acompañarnos hasta la entrada y que mi papá tocará el timbre.

Ambos escuchamos pasos suaves pero apresurados, dándonos una mirada de confusión. En segundos que en esta realidad parecían infinitos, aunque ni siquiera hizo falta tocar más de dos veces, porque el cerrojo de la gran puerta de roble o algún tipo de madera de color empezó a abrirse. El clic de la puerta al ceder me revolvió el estómago, dudaba lograr comer algo con estos nervios.

—¡Enot Miller y Jon Miller!—. La mujer de cabellera negra y tez blanca sonrió con dulzura, y en ese instante no supe si mis nervios habían desaparecido o solo se habían calmado. —Es un honor tenerlos aquí está noche.

—¿Dennis?—. Mi padre tenía el ceño fruncido y luego una expresión relajada. —Hace tanto tiempo, no sabía que Jayce era tu hijo—. Papá le dio un pequeño abrazo que me sorprendió, seguramente está noche sería interrogado.

—Jon Miller, estás igual de guapo que siempre. ¡Y tú hija!—. Volteó hacia mí. Dennis Adams tenía un rostro realmente hermoso que detalle más en ese momento. —Ella es bellísima, mi hijo habla tanto de ti y no es para menos.

Ella fue hasta mí y tomo mis hombros antes de abrazarme con fuerza, tarde un poco en responder. Aquel aroma cítrico de un perfume talvez de frambuesa impregnó mi nariz, ella era cálida y amable, de ahí se explica lo agradable de su hija y lo carismático de Jayce.

—¡Pero por favor pasen! Los estábamos esperando—. Se hizo a un lado, dándonos la bienvenida a su hogar.

Con nervios crucé el marco de la puerta, viendo todo a mi alrededor, mientras seguía a papá y Dennis. Había muchos cuadros de pinturas, fotografías de sus hijos y retratos familiares. También había una escalera pasando por la sala, pude ver el comedor una vez que pasamos lo que parecía ser una sala para 20 personas con sofás muy grandes de terciopelo y un enorme televisor.

—Oye Enot ¿Podrías ir a llamar a Jayce mientras termino de poner la mesa?—. Su sonrisa, con esa sonrisa no le podía decir que no, además no quería ser descortés.

—Si claro Señora Adams ¿Cuál es su habitación?

—Llámame Dennis querida, y es subiendo las escaleras, la tercera puerta a la derecha—. Me señaló el camino.

—¡Yo te ayudo con la mesa Dennis!—. Habló mi papá y muchas dudas llegaron a mi cabeza.

Le dediqué una sonrisa a Dennis antes de subir las escaleras y, joder estaba tan nerviosa que conté los 54 escalones hasta llegar al segundo piso. Hablando de los Adams ¿Dónde estará Claris? Creo que a este punto ya me habría abrazado.

Observé algunos cuadros al pasar de la primera puerta, y luego también desde la segunda hasta la tercera y el resto del largo pasillo. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Solo era Jayce y su familia, no era como si algo malo estuviera pasando o fuera a pasar solo por cenar con ellos un 25 de diciembre.

—¿Jayce?—. Toqué con suavidad la puerta con un cartel de The Beatles y un "No pasar" que me hizo reír sola.

Él estaba ahí. Pero parecía no estar solo, podía escuchar que dos personas susurraban, parecían pelear allí dentro, o discutir si queremos ser precisos. Y por impulso me acerqué un poco más a lo puerta hasta pegar mi oído, pero todo era susurros. La casa de Jayce era más cálida de lo que pensaba, y me refería a eso porque mi abrigo me empezó a incomodar.

—¿Jayce? ¡Dennis me mandó a buscarte!—. Toqué más fuerte, y alcé un poco la voz. Y la discusión cedió.

Para entonces escuché la puerta, junto con un Jayce con cabello despeinado, un traje negro con una camisa blanca y una corbata que combinaba suelta. Lucia tan bien en ese jodido traje, pero su mirada me puso nerviosa, parecía molesto, su ceño fruncido y las líneas recta de sus labios me lo decían.

—¿Pasa algo?—. Él nunca ponía esa cara.

—No pasa nada—. Trató de relajarse.

—¡Hey, yo no soy nada!—. Otra voz, la voz que me pareció escuchar discutir hace un momento.

—¿Quién es?—. Pregunté a Jayce.

—No es nadie.

—Bueno. ¿Puedo dejar mi abrigo en tu habitación?—. Enserio hacía mucho calor aquí dentro.

Después de un suspiro accedió. Y dejé expuesto el vestido que hace solo dos días habíamos comprado, aquel que exponía las curvas en mi cuerpo y con el que me sentía bastante cómoda. Y lo mejor, que Jayce aún no había visto.

—Oh mierda, Estás... ammm... tan... Perfecta—. Era tan divertido ver sonrojado a Jayce, era divertido ver sus ojos azules abrirse y que el pobre chico se quedará atrapado en pocas palabras.

—¡Ven aquí!—. Lo tome de su corbata desatada y la arregle, tenía costumbre por mi padre. Y eso solo sirvió para que el chico apartará la mirada y su rostro fuera más rojo que nunca.

—Alteras por completo mis sentidos ¿Sabías?—. Abrí un poco la boca, sin saber que decir.

—Ese traje se te ve bien pesado—. Me tomo desprevenida al besar mi mejilla y sonreír, pero supongo que yo le había hecho lo mismo, igual se ganó un golpe en su hombro de mi parte.

—Dame tu abrigo y espera aquí—. Dijo Jayce sobando su hombro.

—¿No me invitas a tu habitación?—. Eso sonó realmente mal. —¡Di-digo a ver tu música!—. Por suerte recordé eso, bien hecho Enot.

—Justo ahora hay un ¡estorbo! en esta, por eso no te invitó—. Estaba a punto de ir a la habitación, cuando una voz parecía salir de esta.

—¿A quién le llama estorbo prim...

Y sí. Un chico castaño que no estaba nada mal salió de la habitación. Traía un traje, pero sin el saco, tenía un cigarro en la comisura de su boca, unos ojos claros, un poco de su sedoso cabello caía a los lados, sus cejas gruesas y unos labios rosados delgados. Y un vago aire que me recordaba a Jayce, aunque este chico si parecía ser fuckboy de una historia cliché.

—¡Oh! No sabía que teníamos una invitada tan hermosa—. El chico cruzó hasta mi tirando el cigarro al suelo, y tomo mi mano para dejar un beso en esta. —Soy Lukas Broise Adams... el primo favorito de Jayce.

Realmente no me daba buena pinta este chico. Pero debía ser amable con él. Las apariencias engañan después de todo.

—Un gustó, yo soy Enot Miller—. Jayce lanzo mi abrigo a su cama y llegó a mi lado, de inmediato soltó el agarre de su primo y empezó a limpiar mi mano, como si fuera un tipo de ácido.

—¡No olvides lo que hablamos Lukas!—. Pronunció con molestia a el chico frente a nosotros.

—¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! Yo solo digo que ella es realmente bonita. Tienes unos gustos excelentes—. Y no me gustó la forma en la que Lukas me miró.

—Me iré, antes de que la tía Dennis suba—. Empezó a avanzar sin el saco, supuse que así iba a cenar. —Espero verte luego Enot.

—Nos vemos Lukas—. Ambos nos quedamos estáticos viendo al chico desaparecer por las escaleras.

—No estés muy cerca de él come libros—. El susurro de Jayce hizo pasar una corriente en mi cuerpo.

—Es-está bien—. Él me abrazo y yo no me moleste en apartarlo, Jayce Adams se sentía como el consuelo que siempre necesita una persona. Y yo... yo tenía suerte de ser esa persona. —¿Y tú hermana?—. Aún estaba contra su pecho, y podía jurar que los latidos de su corazón trataban de decirme algo.

—¿No viste a Claris? Estaba realmente emocionada está mañana.

—Aún no, pero creo que deberíamos bajar.

(...)

Jayce y yo llegamos abajo juntos, yo me reía de una estupidez que él había dicho, pero contuve la risa al ver al hombre de un traje negro que parecía bastante caro, hablando con Claris muy cómodamente. Su mirada y la mía se encontraron, y era imposible saber si me estaba mirando con odio o con ganas de sonreír, eso me asustó.

—Enot Miller, creí que jamás tendríamos este honor—. Y por primero vez, Willian Adams me sonrió con algo que no parecía odio.

—Es un honor señor Adams, muchas gracias por recibirnos en su casa—. Él vino hasta mí, y tomó mi mano, la estrecho con suavidad y nos invitó a la mesa.

—¡Cuñada!—. La pequeña me abrazó con suavidad y su papá la vio con una sonrisa.

—¡Bueno vamos a cenar!—. Dijo Jayce atrayendo la atención.

(...)

El ambiente no era tenso como lo imaginé, de hecho, todos estaba tan pacífico que era preocupante. Me hacía pensar que en verdad éramos una familia. El señor Adams se había mostrado bastante amable con nosotros, parecía ser en realidad una buena persona, Dennis, mi padre y él no habían parado de hablar en toda la cena. Claris quien estaba del lado de Lukas me sonreía y sacaba conversación cada vez que podía, Jayce parecía nervioso.

Y a mí me molestaba la mirada de alguien, Lukas no separaba sus ojos cafés de mí, trate de comer un poco de mi ensalada con vino y todo lo exquisito de mi plato, pero ellos me ponían nerviosa. Hasta Jayce de vez en cuando tomaba mi mano sin mirarme, parecía estar marcando territorio y más allá de molestarme, me daba cierta curiosidad y ternura.

—¡Cuñada que bueno que vinieras!—. Dijo Claris por talvez quinta vez.

—Gracias por invítame pequeña—. Me llevé una papa a la boca, y acomodé su cabello con la otra.

—Que bien. Por poco me pierdo de conocer a una persona tan hermosa como tú—. Carismático y molesto. Dos palabras que definían muy bien a Lukas Broise.

—Lukas...— Llamo Jayce forzando la voz y arrastrando su nombre.

—¡Enot Miller!—. Me tense al escuchar la voz de Willian Adams.

—¿Si señor?—. Mientras yo volteé hacia el hombre de saco, bastante atractivo con aires de ser un magnate, podía sentir a los chicos matarse con la mirada a mi espalda.

—Dime Willian... Muchas gracias por venir... Jayce me habló de ti. Así que te gustaría ser cineasta ¿Cierto?—. Me sonrió

—Si-si Willian, me parece bastante interesante.

—¡Oh entiendo! Te he traído un regalo.

—¿A mí?—. Dudé, pero él dijo que me acercará.

Y lo que él había preparado para mí logro ponerme los cabellos del cuerpo de punta. Era...

—¡Una cámara Crosstour!—. Creo que chille de la emoción. —¡Enserio muchas gracias señor! ¡Juro atesorarla con mi vida!

—Es bueno que te guste, Dennis y yo consultamos a un amigo para comprarla—. Tomó la mano de su esposa, quién le sonrió.

—También tengo algo para ti come libros—. Jayce se acercó hasta mí y me extendió una pequeña caja con un envoltorio rojo.

—¡¿Es IT?!—. Mis ojos brillaron al ver el libro de terror que con tantas ansías esperaba leer. Me lancé sobre el chico a abrazarlo, hoy no parecía ser yo, sino una versión más cariñosa que por hoy, no estaba tan mal.

—Aún falto yo cuñada—. Claris me extendió una caja muy dulcemente envuelta.

—Pero yo no les he traído nada a ustedes—. Me sentía avergonzada por el hecho de tanta amabilidad.

—Te hemos esperado por casi ocho años señorita Miller. Es un verdadero honor recibirte en nuestra casa, y solo esperamos que está sea la primera de muchas más.

—Ténganlo por seguro—. Hablo papá.

—También tenemos algo para ti Jon.

—¡Feliz navidad!—. Chilló Claris al abrazarme.

—¡Feliz navidad!—. Respondimos al unísono.

(...)

—Todo estuvo realmente delicioso Dennis.

—No es nada Enot—. Sonrió tímidamente, en definitiva, era la madre de estos chicos.

—Gracias por invitarnos—. Fregué un plato a su lado.

—Puedes dejar eso querida. Yo lo recojo más tarde, tú ve con los demás.

Asentí. Aunque no quería dejarla sola en aquella gran cocina. Crucé hacia la sala, podía escuchar a todos en el patio de la casa, o era lo que supuse que era aquel lugar con una piscina, árboles, muchas sillas, bastantes luces de Navidad y un ambiente acogedor.

—Si te cansas de él, puedes llamarme—. De las sombras pareció aparecer Lukas.

—Eres bastante idiota—. A veces no era capaz de controlar mi sentido directo.

—Y tu bastante linda—. Sonrió de lado.

—Estas enfermo—. De repente se acercó y una punzada de un mal presentimiento me invadió.

—Cómo es posible que seas tan provocativa Enot—. Por impulsó lleve mis manos hasta la parte de mi pecho en mi vestido. Pero el chico fue rápido y me pegó a la pared cerca de las escaleras, y el único recuerdo que llegó a mí, fue el de aquel callejón, el frío y los labios de Esteban contra los míos. Jamás volvería a dejar que un chico me lastimara.

Golpeé su estómago en cuanto vi la oportunidad, y se alejó un poco con quejidos.

—¿Qué haces Lukas?—. El chico terminó de alejarse nervioso al escuchar la voz de Willian. —No hagas que me arrepienta de tenerte aquí.

Su tono autoritario me daba miedo. Parecía estar realmente molestó, y por su ceño fruncido que apenas vi, seguro está no era la primera vez que su sobrina hacía algo como eso.

—Lo-lo siento Willian.

—¿Enot podemos hablar un segundo?

—¿Amm? Si-si señor—. La verdad tenía miedo decir que no.

Caminó hasta la puerta dejando a Lukas atrás, yo le seguí, luego abrió está y me dejó pasar primero. Mis manos volvieron a temblar por el frío y los nervios cuando el exterior me abrazó.

Él parecía tan calmado, parecía fusionarse con el ambiente de esa noche. Pero algo lo abrumaba, había algo que tenía que decir, podía sentirlo.

—¿Sabes?

Quise abrir la boca, pero el siguió hablando.

—No era un buen hombre antes de que mis hijos nacieran. Cometí muchos errores, y creo a veces lastime a mi hijo por esos...— se sentó en los escalones de la entrada y yo a su lado. —... Pero trató de mejorar, y me he dado cuenta que mi hijo está mucho mejor hace un mes, sale más, nos habla más...

—... Y está feliz.

—No entiendo señor Adams—. ¿A qué quiere llegar?

—Es por ti. Él está mejor por ti, y quiero que así siga... Así que quiero que me prometas algo.

—¿Qué?

—No rompas su corazón. Sé que no soy quien para hacer que me prometas eso, pero es mi hijo y te quiere.

—Tengo miedo—. Mi voz salió como si fuera a llorar, estaba lastimada. Y no sabía si podría cumplir con una promesa como está.

—¿A qué le temes Enot?

—A no poder querer a Jayce con la misma intensidad—. Me miró como lo hace mi padre, como si yo fuera una niña pequeña que no sabe que está haciendo.

—Eso se aprende, y estoy segura que tú. En el fondo ya lo empezaste a querer.

La puerta se abrió, mostrando a un Jayce algo desarreglado, con el cabello como siempre y preocupación en su rostro.

—¡Aquí estás Enot!—. Gritó en cuanto me vio.

Yo me levanté del lado de Willian y fui hasta él. Y sin motivo alguno lo abracé, se porque lo hice, yo sé porque me sentía así después de todo. Aunque todo en mi cabeza aún se mostraba confuso, o simple no están preparada para admitirlo en voz alta.

—Talvez tenga razón Willian.

—¿De qué hablaban?—. Jayce beso un lado de mi rostro y frunció el ceño.

—¡Buenas noches chicos!—. Vi la sombra del papá de Jayce volver adentro.

—No hablábamos de nada importante—. Volví a sentarme en un escalón.

—¿Te la pasaste bien?—. Él hizo lo mismo.

—Una de las mejores navidades que he tenido.

Y los fuegos artificiales de aquel 25 de diciembre nos envolvieron, junto con los brazos de Jayce Adams en mis hombros al sostenerme, deshaciendo un poco de frío. Y poco después toda la familia en la entrada de la casa admirando las estrellas y los destellos de todos colores en el cielo, junto con un.

—¡Feliz navidad!—. Que me hizo sonreír.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro