38
19 de agosto
Después de salir de aquel restaurante recogí algunas cosas y me marché a casa de Nanako. Aunque terminé el artículo justo a tiempo para entregarlo, supo que hice el ridículo en la entrevista, puesto que apenas había dormido y mi aspecto era lamentable.
—Lo has hecho bien —respondió Nanako pasándome un brazo por encima del hombro y recostándome sobre su regazo con ternura—. Has sido demasiada presión. No debes torturarte.
—Estoy cansada —respondí en un suspiro antes de caer dormida en el taxi de camino a su casa justo al salir de la redacción de We Love Demodè.
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