31
5 de agosto.
Salí de mi dormitorio con los tacones en una mano y el bolso en la otra dispuesta a disfrutar de aquella noche en compañía de mis mejores amigos. Hacía mucho que no disfrutaba de la compañía de Nanko y C.J juntos y, aunque no estaríamos solos los tres como siempre, agradecía volver a disfrutar de las noches de verano bailando y disfrutando con ellos. Me choqué con Matt en el pasillo que me sonrió travieso al verme.
—Hola —dije sugerente acercándome con cuidado de que no nos vieran. Matt miró a ambos lados del pasillo y me dio un ligero beso. Nos separamos justo en el momento en que mi padre bajó por las escaleras anudándose la corbata.
—Hola chicos —dijo inmerso en su tarea. Se paró frente a nosotros y yo le entregué mis zapatos para terminar de arreglarle el nudo de la corbata—. ¿Vas a salir, princesita?
—Vamos a salir todos —respondí—. C.J nos ha invitado a una batalla de gallos y luego saldremos a bailar.
—¿Los dos? —preguntó con una ceja en alto.
—Los tres —respondió Eli saliendo del que había sido mi dormitorio cuando era una niña—. Yo también iré —Agregó alegre y orgullosa.
—¿Tu madre te ha dado permiso? No sé si es buena idea que vayas —dijo George incómodo.
—¡Oh, George! Mira que eres aguafiestas. Ya es mayorcita —respondí con fastidio y agarré a Eli con ternura de los hombros—. ¿No está guapa? —pregunté dándole la vuelta a la chica y mirando a mi padre y Matt.
Eli se dio una vuelta para mostrar su vestido negro con encajes en el escote. «Era uno de mis facoritos y aunque no lo rellenaba en el escote, debo admitir que los rellenos de silicona hacen milagros».
—¿Qué os parece? —preguntó.
—Pues, no sé —respondió Matt revolviéndose el pelo y con el ceño fruncido.
—No creo que ese vestido sea el más adecuado —respondió George secundando a su hermano.
—¡No entendéis de moda! —dijo con un ademán de su mano mientras salía caminando por el pasillo hasta el espejo de la entrada—. Estoy increíble.
—¡Enhorabuena, princesa! —dijo George acercándose a mi oído y mirando a Eli.
—Lo sé, George —respondí interrumpiéndolo—, he creado un monstruo.
Me reí al ver cómo Eli se miraba encantada con su atuendo y el maquillaje que llevaba. La miré unos segundos más antes de dirigirme a la entrada, donde C.J nos esperaba, pensando que, tal vez, «y sólo tal vez», aquel vestido era demasiado atrevido para una cría de quince años. Me encogí de hombros y me calcé mis Jimmy Choo. «Yo había llevado vestidos peores a esa edad».
Salí por la puerta y me abracé a C.J.
—Hola, te he echado de menos —le susurré a un oído—, ¿dónde está Nanako? —pregunté.
—Me dijo que llegaría más tarde, ¿vamos? —respondió C.J abriendo caballeroso la puerta de su descapotable. Me mordí el labio inferior y miré a Matt de reojo. C.J se dio cuenta—. ¡Oh! Venga ya, hace mucho que no estamos los dos solos —susurró molesto para que nadie más que yo lo oyera.
—Tienes razón —dije asintiendo y acercándome para entrar. Sin embargo antes de que levantara uno de mis pies, Eli me agarró del brazo.
—¿Puedo ir yo con C.J? —preguntó mirándolo fijamente.
—Pues... —respondió mi amigo reacio a permitir que alguien más entrase en el coche.
—¡Vamos, Eli! Tú vendrás conmigo —dijo Matt abriendo las puertas del mono-volumen de Helen con el mando a distancia.
—¡No! Yo quiero ir en el coche de C.J —respondió acercándose y cogiéndolo del brazo. Fruncí el ceño extrañada por el comportamiento tan infantil de Eli. Jamás la había visto así.
—Podemos ir las dos —dije encogiéndome de hombros y mirando a Matt. La verdad es que un rato a solas en el coche no nos hubiera venido mal, pero no me parecía correcto dejar a Eli sola con un tipo varios años mayor que ella, aunque ese tipo fuera gay.
—Está bien, entonces nos veremos allí —respondió Matt asintiendo.
Eli le susurró algo a C.J al oído y este me miró con una ceja en alto.
—Está bien —suspiró C.J luego se acercó a mí y en un susurro me dijo—: Eli está algo nerviosa, es su primera batalla, ¿te importa ir con Matt?
Parpadeé extrañada y asentí. Dejando que Eli se subiera con C.J en el coche. Tragué saliva y me subí rápidamente en el asiento del copiloto con Matt.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Matt molesto.
—Eli está nerviosa y quiere hablar con C.J —respondí mirando cómo mi amigo desaparecía calle arriba. Matt me miró serio con una ceja en alto—. ¿Qué? —pregunté extrañada—. Es gay, ¿vale? No le pasará nada.
—No es tu amigo el que me preocupa —dijo Matt arrancando el motor.
—¿Crees que le pasa algo a Eli? —pregunté preocupada. La verdad es que yo también había notado un ligero cambio desde el día anterior, sin embargo, lo había achacado a los nervios por esa noche. Matt no respondió y ninguno de los dos volvió a sacar el tema.
Pasada la media noche anunciaron al ganador de la batalla de gallos, un tal Big Bob Morrison que se alzaba, al parecer, por tercer año consecutivo con el título de gallo del local, o algo así. Por su parte, C.J quedó el octavo y Eli, aunque había perdido le habían otorgado una mención de honor por ser la más joven en competir en aquel evento. Después de aquello, C.J nos llevó hasta una de las mesas privadas del local.
—¡Que guay! —dijo Eli dando botecitos en su asiento—. Es la primera vez que estoy en una zona VIP —me dijo taladrándome el oído con su voz estridente y chillona.
—Me alegra que te guste —respondí levantando mi copa y brindando con su refresco.
—Has estado genial —dijo Nanako que había llegado pocos minutos antes de que Eli subiera al escenario. Seguimos charlando de la actuación de Eli y C.J cuando Matt llegó con Rocco para sentarse a mi lado. Miré a Rocco y le guiñé un ojo.
—¡Rocco! ¡Vaya, estás muy guapo! —gritó Eli exaltada. Sonreí escondiéndome detrás del cristal de mi copa y asentí—. Nunca te había visto tan elegante.
Rocco se sonrojó al mirar a Nanako. Estaba claro que el pobre se moría por sus huesos. Le di un leve codazo a mi amiga, que gruñó haciéndose la tonta. Se había dado cuenta y se negaba a hacerle caso al pobre de Rocco. Negué con un suspiro.
C.J llegó a nuestros asientos y me sonrió ébrio. Me tomó de una mano y me obligó a levantarme.
—Vamos, he dicho que pongan tu canción —dijo tirando de mí y guiándome entre el gentío.
La canción Titanium, de Sia y David Guetta comenzó a sonar en el momento en que me abracé a mi mejor amigo. Encajé mi cabeza en el arco de su cuello y sonreí.
—A veces creo que escribieron esta canción para mí —le dije al oído. C.J me abrazó y me mesó el cabello sin responderme. Sin embargo, al cabo de un instante, mi amigo se separó de mí y me miró a los ojos. Tragué saliva al descubrir preocupación en su mirada—. ¿Qué sucede?
—Quería hablar contigo de algo —dijo C.J desviando su mirada oscura al suelo. Esperé unos instantes para que se explicara—. Hace tiempo que estoy enamorado de alguien, pero...
—¿De quién? —interrumpí guiada por el alcohol y mi curiosidad.
—Dakota, deja que te lo explique, ¿vale? —respondió ligeramente molesto. Asentí con el ceño fruncido, porque C.J no tenía por costumbre hablarme de aquella manera—. Estoy enamorado, pero tengo miedo de decirselo porque, esa persona no me conoce.
Fruncí el ceño aún más.
—¿Lo has conocido por internet y aún no habéis quedado? —pregunté burlona. C.J negó con la cabeza.
—¡No! No he conocido a nadie por internet —dijo—. La verdad es que conozco a esa persona desde hace mucho. El problema es que no me conoce tan bien como cree y tengo miedo de que si le digo que estoy enamorado, me rechace. —C.J me miró a los ojos y me abrazó fuerte contra él—. Además, tiene novio y...
—No sé, C.J —respondí mordisqueándome el labio inferior—. Si tiene novio, es mejor que no te metas.
—¿Y si ese novio es un mentiroso? —preguntó C.J —Sé que su novio le miente y... estoy hecho un lío. ¿Qué debería hacer?
Resoplé meditando qué decirle. La música seguía sonando estridente a nuestro alrededor y el alcohol no me dejaba pensar con cordura. La verdad es que descubrir que C.J estaba enamorado había sido un shock. Aunque sabía que tenía sus líos y noches de locura, porque siempre nos contaba cuando salía por ahí con sus amigos y llegaba a casa con su conquista, jamás lo había visto con nadie y mucho menos enamorado. Tragué saliva y miré a la mesa donde Nanako charlaba con Eli y Rocco.
—¿Se lo has comentado a Nanako? —pregunté con una ceja en alto—. Ella sabe mejor de estas cosas, puede darte un buen consejo.
C.J asintió.
—Se lo conté, pero dice que es mejor que me quede callado. Si no quiero perder a esa persona es mejor que no me entrometa —respondió desilusionado. Chasqueé la lengua y me encogí de hombros.
—Bueno, es que es una decisión difícil —respondí—. ¿Tan seguro estás de que su novio le está siendo infiel? —pregunté curiosa por el tema de la infidelidad. C.J asintió. Me encogí de hombros y en ese instante el estribillo de Feel de Robbie Williams despertó algo en mí. Sonreí—. Solo quiero sentir amor de verdad —grité tarareando al ritmo de la canción—, sentir el hogar en el que vivo...
—Porque tengo demasiada vida —coreó C.J con una sonrisa—, corriendo por mis venas.
Reímos abrazados y apoyé mi frente en la de mi amigo.
—Hazlo, C.J —le susurré cuando cerré los ojos. Sentía cómo la letra de aquella canción invadía mi corazón y le daba fuerzas a la velita que se había encendido en él—. Arriésgate. Dile lo que sientes.
C.J parpadeó y me sonrió. Me agarró por las mejillas y se acercó a mí. Tragué saliva y fruncí el ceño ligeramente extrañada por su cercanía. Sin embargo, aquella cercanía se rompí cuando Matt lo agarró por el hombro y llamó su atención.
—¿Puedo? —preguntó alargando una mano hacia mí para invitarme a bailar. C.J frunció el ceño y me miró unos instantes. Luego asintió y me dejó en mitad de la pista con él. Sonreí y me abracé al cuello de Matt, contoneándome lentamente.
El calor de su cuerpo me invadía y, poco a poco, fui sintiendo cómo todo el mundo desaparecía. Tal vez fuera el alcohol, o tal vez la canción de Robbie Williams había hecho que me diera cuenta de que yo también debía arriesgarme; olvidarme de los mensajes de Margot en el móvil de Matt, de la desconfianza y el miedo a que me hicieran daño. Algo me decía que ya era hora de dejarme llevar, de arriesgarme como se iba a arriesgar C.J y disfrutar del amor.
Me perdí en la mirada verde de Matt unos segundos y luego tiré de su mano para guiarlo por toda la discoteca hasta llegar al callejón trasero. Salimos por la puerta de emergencias y el frío de la noche californiana nos envolvió, nos adentramos en la oscuridad de la callejuela y me apoyé de espaldas contra la pared.
—¿De qué hablabas con C.J? —preguntó Matt posando sus manos en mis caderas y acercándome a las suyas.
—Del riesgo del amor —respondí encogiéndome de hombros—. De lo difícil que es dar el salto y decirle a alguien que estás enamorado. —Continué hablando mientras enredaba mis brazos en su cuello. Matt dejó de sonreír y me miró serio—. ¿Qué sucede?
—¿Estás segura de que C.J es gay?
Parpadeé por lo abrupto de su pregunta. De todas las cosas que podía esperar esa era la última pregunta que se me hubiera pasado por la cabeza.
—¡Claro que estoy segura! —respondí al recordar cómo Matt se había molestado al dejar sola a Eli con mi amigo. Le di un suave golpecito en el pecho—. No te preocupes. C.J es inofensivo y...
—¿Te lo ha dicho? —inquirió cortante.
—¿El qué? ¿Que es gay? —pregunté con una ceja en alto. Matt asintió y yo dejé caer mis hombros. Lo abracé de nuevo y me acerqué a sus labios—. Conozco a C.J desde que era un crío, no necesito que me lo diga para saberlo. Igual que no necesito que me pidas que te bese para saber que lo estás deseando —susurré mientras acariciaba sus labios con los míos. Matt sonrió y me acercó hasta él. Yo abrí los ojos sorprendida ante la erección que iba naciendo en su pantalón. Reí traviesa y le mordí con suavidad la barbilla.
—Bésame —susurró, impaciente, agarrándome fuerte de las caderas y, sin esperar, sin desear resistirme, hice lo que me pedía.
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